Un sucrense destacado en las artes marciales trabaja para dejar su legado
En 57 años de vida hilvanó un idilio indivisible con las artes marciales. Juan Carlos Villanueva, cada cuanto esculca pasajes de su memoria para reencontrarse con su “yo niño” y verse dando sus primeros pasos en el taekwondo
En 57 años de vida hilvanó un idilio indivisible con las artes marciales. Juan Carlos Villanueva, cada cuanto esculca pasajes de su memoria para reencontrarse con su “yo niño” y verse dando sus primeros pasos en el taekwondo, antes de pegar el salto a un dojo de karate y terminar en un ring de king boxing.
Tras cerrar un brillante capítulo en la alta competencia, el capitalino se negó a separarse de su pasión y hoy por hoy es un reconocido instructor de karate y king boxing que cultiva la disciplina, moral, espiritualidad y otras bondades del deporte de contacto con el fin de preservar su legado.
Villanueva intervino en el taekwondo cuando apenas tenía 12 años y por un lapso de cinco años se empapó del deporte antes de hacerse a un lado; pues, por asares de la vida se mudó a otra ciudad y a su retorno a la capital se topó con la amarga noticia de que ya no se practicaba taekwondo.
Su pasión por las artes marciales lo llevó a trabajar la parte física por cuenta propia, hasta que un día, al pasar por la calle Loa, se topó con un dojo de karate al que sin dudar se registró para aprender más de esta disciplina.
“Mis orejas se abrieron, veo y ahí estaba un grupo de personas haciendo karate y desde ese momento me quedé en el karate y sigo hasta ahora”, le contó a El Rayo de CORREO DEL SUR.
Su trabajo y perseverancia le permitieron tocar la gloria en nueve oportunidades como campeón nacional de karate y king boxing, y en otras siete defendió la tricolor nacional en diferentes países de Sudamérica, España, Japón y Tailandia.
INGRATO EPISODIO
Tuvieron que intervenir un conglomerado de factores para dejar los tatamis y pasar a competir de manera profesional en un ring con apenas 22 años de vida.
“El king boxing es un deporte en el que te pagan por pelear y de las cuales yo gané cuatro peleas profesionales, hasta que un día me arruiné la rodilla en un campeonato del colegio de mi hijo”, recuerda.
Este ingrato episodio lo alejó de las artes marciales por un lapso de cuatro años y también le puso punto final a su etapa como deportista de alta competencia.
Más allá de lamentarse, Villanueva se reinventó ingresando a la universidad y graduándose como arquitecto, un logro del que siente mucho orgullo.
“Si la vida te da limón hay que hacer limonada”, se anima.
En los años 2000 todavía intentó retomarlo, pero se sinceró consigo mismo y decidió traspasar conocimiento a sus pupilos en un dojo propio que hoy por hoy sigue vigente.
Primero fueron sus hijos y ahora es el turno de sus nietos y un grupo de entusiastas niños y adolescentes que día a día se esmeran para aprender algo más de lo que Villanueva enseña.
Su dedicación y constancia comienzan a dar frutos y una clara muestra son las cinco medallas que sus estudiantes lograron en un evento de karate que se realizó en Chile.
El Dojo Villanueva asistió con siete karatecas de los cuales cinco lograron medallas, una alegría inmensa para el maestro y para toda su familia.
Los interesados en conocer algo más de Juan Carlos Villanueva o tomar clases de defensa personal y empaparse de las artes marciales pueden pasar por la calle Franz Ruck Nº 226, zona San Matías.