Periplo a Villa Ingenio

Ir a ver a la Selección Boliviana fue complicado, pero nunca antes tan gratificante. Los miles de hinchas que acompañaron y sufrieron con la Verde para el notable triunfo ante Colombia, el pasado jueves, salieron de Villa Ingenio, en la ciudad de El Alto, con una sonrisa de oreja a oreja, casi sin recordar toda la travesía para llegar al estadio más alto del mundo. 

Los seguidores de la Verde tuvieron que atravesar toda una ciudad, utilizar varios medios de transporte e incluso sortear inclemencias del tiempo, cambiante tanto en La Paz como en El Alto. 

Durante los días previos del encuentro se sintió el cambio de localía. En La Paz no había la emoción de partidos anteriores cuando Bolivia jugaba en el estadio Hernando Siles y todo lo contrario sucedía en El Alto, donde se respiraba fútbol en las calles y zonas aledañas al “Titán” de Villa Ingenio. 

A tres cuadras del estadio ya se sentía el fútbol, con un grupo de niños entrenando y soñando con llegar a la Selección. Lo hacían en una cancha de tierra, casi sin imaginarse de lo que sucedería después a unos metros de su lugar de entrenamiento. 

Ya en el estadio, algunos hinchas y periodistas intentaban divisar algo de la práctica por las rendijas de los portones, pero rápidamente los policías se acercaban y los retiraban. El control era bastante estricto. 

Todo fue diferente en la última práctica de la Verde, pero no en Villa Ingenio, sino en Achumani, donde Villegas abrió las puertas a los hinchas en un significativo gesto porque no solo estuvieron en los primeros minutos como se anunció inicialmente, sino que pudieron ver toda la práctica. Los más felices, los niños, que se llevaron autógrafos y fotografías de sus ídolos. 

 

 

DE  LA  PAZ  A  EL  ALTO

Esta emoción por la Verde, que no se veía hace mucho, creció el día del partido. Desde muy temprano se veían a hinchas con camisetas de la Selección y banderas tricolores en el teleférico. CORREO DEL SUR hizo el mismo periplo de los hinchas, desde La Paz a El Alto. 

La primera parada fue la estación del teleférico morado, por el que todos ascendían a La Paz viendo a lo lejos el majestuoso Illimani. Una vez en El Alto, se debía realizar el primer cambio de línea del teleférico, del morado al plateado, para llegar a uno de los puntos más importantes de la urbe alteña: la avenida 16 de Julio. 

Una gran mayoría de hinchas optaron precisamente por viajar en el teleférico para evitar la congestión vehicular, debido a que precisamente el día del partido coincidía con el día de la feria más grande del país. 

Era mediodía y casi todos iban con la debida anticipación porque esa era la recomendación, tomando en cuenta que al estadio se debe llegar caminando por los cordones de seguridad y las filas para ingresar. Luego de atravesar por el aire la feria 16 de Julio, el viaje continuaba hasta la línea azul del teleférico y hasta su penúltima parada, en la Universidad Pública de El Alto (UPEA). 

En este lugar, la emoción por el partido era muy evidente, con funcionarios de la Alcaldía de El Alto ayudando a abordar los buses que dispuso esta institución para los hinchas, que ya iban cantando y alentando a la Selección. 

Quedaban todavía unos diez minutos de viaje hasta inmediaciones del estadio, pero parecieron eternos, pues la expectativa crecía. Los buses de la Alcaldía dejaban a los hinchas a unas tres cuadras del estadio, donde abundaba la venta de banderas, camisetas, chalinas para darle mayor color a la fiesta. 

Nadie se quejaba ni nadie se quejó después de tan larga travesía porque el resultado fue el mejor: victoria histórica de la Verde con diez hombres y luego de 21 años ante Colombia.