La “solución” de las curvas en la educación

“¿Por qué se tiene que llegar a una situación de tanto reprobado?”, se pregunta el pedagogo Eduardo Chumacero, y plantea dos escenarios: “O los chicos no aprenden en el colegio o en los exámenes de la universidad ..

La “solución” de las curvas en la educación La “solución” de las curvas en la educación

Oscar Díaz Arnau
Ecos / 08/03/2015 15:48

Se ha vuelto costumbre que, ante el decadente rendimiento de estudiantes y maestros en exámenes de ingreso o de competencia, las autoridades decidan bajar el listón de las notas para no desencadenar una escandalosa reprobación masiva. La medida llega al extremo de aprobar incluso a postulantes que no responden correctamente ni siquiera la mitad de las preguntas de una prueba.
Esto es lo que se conoce como “la curva” y se aplica cuando una gran cantidad de examinados no alcanzó el mínimo establecido previamente para pasar una determinada prueba.
La curva no es otra que una forma de ponderación y se utiliza como método de evaluación en otros países del mundo, aunque con mejor criterio, no indiscriminadamente. ECOS acude a dos expertos para dilucidar cuánto afectan las curvas en nuestro medio y, principalmente, abordar el problema de fondo: las deficiencias en la educación boliviana.

El que reprobó, reprobó
“No debería ser así (la aplicación de las curvas). El que ha reprobado, ha reprobado”, opina el pedagogo Eduardo Chumacero, exdocente de Psicología y Filosofía en la Escuela Normal de Maestros, creador y director de la Carrera de Pedagogía en la Universidad San Francisco Xavier y exdecano de la Facultad de Humanidades.
Dice que a este método generalmente se apela “para llenar cupos” y “para evitar la presión estudiantil”. De acuerdo con su parecer, “es algo matemático que no define la calidad de la gente que se ve favorecida por la curva”. Así, no hay criterio pedagógico ni analítico, solo “un criterio matemático”.
Es más, cree que bajo esta lógica “el nivel decae. En la próxima gestión han de decir: ‘Ya, han de bajar nomás la curva’. El mal ya está hecho y la gente no se prepara adecuadamente”.
Entonces, Chumacero propone reflexionar “por qué se tiene que llegar a una situación de tanto reprobado”, y plantea dos escenarios: “O los chicos no aprenden en el colegio o en los exámenes de la universidad se pregunta lo que no corresponde”.

Contradicción y “solución”
Fernando Yucra, exrector de la Universidad Pedagógica “Mariscal Sucre”, Licenciado en Educación con una Maestría en Formación Docente e Innovación Educativa, coincide con el autor de “¿Qué hacer? Guía práctica para educadoras y educadores. Criterios útiles para mejorar nuestra labor educativa”, entre otras obras literarias.
“La curva, primero, es una infracción a la norma: inicialmente se establece un puntaje de aprobación, (pero) esa norma no es respetada. Ese es un problema. El otro es que se trata de una admisión implícita de nuestra precariedad formativa, y ahí viene la disyuntiva entre dejar a una cantidad enorme de estudiantes fuera del sistema superior o involucrarlos. Cuando las instituciones superiores asumen la difícil resolución de disminuir los puntajes, se ven en esa disyuntiva… Ese es el estado de nuestra pobreza educativa”, dice Yucra.
Luego, por un lado —agrega el especialista— en el caso de los estudiantes, dependería del tipo de evaluación que se les plantea. En algunos de los casos, las pruebas técnicamente no están adecuadamente elaboradas, entonces este es un factor negativo para su aprobación en un porcentaje mayor.
Sin embargo, Yucra remarca como algo central el hecho de que el estudiante, en este tipo de evaluaciones, “pone en juego la cantidad y la calidad de los conocimientos logrados a lo largo de su formación”, en contradicción con la nueva propuesta del Ministerio de Educación que, “directa o indirectamente está un poco prescindiendo del conocimiento científico”. Es decir —explica todavía más— no hay una articulación entre el requerimiento en las evaluaciones de ingreso por parte de la universidad y la formación que el Estado está dando a los estudiantes a través de los programas de estudio oficiales. Ahí hay un desencuentro”.
Yucra, por lo pronto, no ve otra opción a las curvas: “La alternativa es mejorar la educación; mientras no se mejore la educación, las instituciones de orden superior se van a ver obligadas a hacer las famosas curvas”.
Este año, por ejemplo, la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca estableció una curva de 40 puntos y esto posibilitó el ingreso de casi 2.700 nuevos bachilleres, aparte de los que habían aprobado bajo las reglas previamente definidas.
Con relación a los maestros, también en Chuquisaca, en pruebas para optar a direcciones solo el 18 por ciento de los postulantes alcanzó o sobrepasó la nota mínima de 60 puntos. Por este motivo, las autoridades resolvieron establecer una curva de 50. →

La verdadera solución
Para el caso de las denominadas “compulsas” y los profesores aplazados, Chumacero se pregunta: “¿Quién garantiza que las pruebas son adecuadas?”. Dice que todavía se elaboran pruebas sobre la base de la memoria, con preguntas “irrelevantes” como por ejemplo si los profesores “saben tal o cual cosa de la Ley 070” (Avelino Siñani-Lizandro Pérez).
“Otra cosa sería ver las capacidades reales, no solamente conocimiento, que se lo puede sacar de los libros, de Internet”. En su criterio, la enseñanza moderna pasa por aprovechar esa información; “enseñar —dijo en una anterior entrevista— no es transmitir conocimientos, enseñar es generar experiencia. No se puede enseñar cosas sino (que) se enseña a hacer, ‘se enseña a’ (…) La información está ahí, al alcance de la gente, el asunto es qué hace luego con esa información, cómo la usa. Y eso es lo que deberíamos enseñar”.
“Aprender haciendo: no hay otra manera de aprender… No basta con la memorización para que haya aprendizaje”, apunta en su libro “Educación, ¿qué hacer?”. Descree inclusive de la modalidad de prueba conocida como “múltiple choice”, porque “a, b, c, d… eso —sostiene Chumacero— no mide la capacidad, solo mide la memoria”.
A pesar de haber sido entrevistados en forma separada, él coincide con Yucra en la necesidad de incentivar el razonamiento y las diferentes maneras de aplicar la información. “Puede haber gente muy memoriona que, llegado el momento de aplicar un conocimiento, no sabe cómo hacerlo”, sentencia el pedagogo.

“Reformas discursivas”
Yucra, autor de varios libros sobre educación, cree también que “se sigue el proceso de repetición del conocimiento”. Y “eso significa que el estudiante no desarrolla procesos investigativos, procesos de construcción del conocimiento, no se le permite el desarrollo de potencialidades cognitivas, no se le permite trabajar el componente de los procedimientos, de las estrategias, con los que él debe dotarse para resolver los problemas o para hacer algo de manera cotidiana”.
En Europa, el puntaje mínimo exigido para ingresar a determinadas universidades es superior a 60. “Si establecemos un parámetro de aprobación de 60 o 70, como en algunos países, seguramente poca gente va a tener acceso a la educación superior. Tiene que transcurrir un buen tiempo todavía, o sea, tiene que mejorar la educación primaria y secundaria, para que podamos elevar los puntajes de ingreso”, apunta el experto.
“A lo largo de la historia, la educación ha sido descuidada por los gobiernos de turno”, agrega Yucra al señalar la precariedad de la formación de estudiantes, por ejemplo, en el área rural de Bolivia. “Se ha destinado muchísimo dinero para las reformas, pero estas han sido enteramente discursivas; la reforma no ha ingresado al aula y, cuando la reforma no ingresa al aula, no hay los cambios trascendentales que se expresan políticamente”.

Las cuatro dimensiones
De las cuatro dimensiones planteadas en la última reforma educativa: Ser, Saber, Hacer y Decidir, Yucra advierte dificultades para evaluar el Ser (“¿cómo averiguamos los valores?”) y el Decidir (toma de decisiones que hace el ser humano a partir de su formación). “No hay los instrumentos para evaluarlos; entonces, vuelven los docentes a la evaluación para averiguar la cantidad de conocimientos acumulados”.
“Todo esto refleja inevitablemente nuestra condición de país con poco acceso a la cultura, con poco acceso al conocimiento científico, con poco acceso a la técnica y con modelos educativos que no pretenden el desarrollo de potencialidades y capacidades de los estudiantes. Todo eso es nada más discursivo por el momento: no ingresa al aula la intención de desarrollar capacidades de los estudiantes”, añade el exrector de la Universidad Pedagógica con sede en Sucre.
En su criterio, “el estudiante desde muy pequeño, en la escuela, debe aprender a resolver problemas, es decir, debe desarrollar su capacidad intelectual; paralelamente, debe trabajar la parte de los valores”. Así, casi en los mismos términos lo planteó hace un año en esta revista el profesor Chumacero, en un reportaje titulado “Educación, ¿qué hacer?”, dentro del cual afirmaba por ejemplo que “con nuestro sistema educativo seguimos colonizando”.
Según Yucra, enseñando al alumno a resolver problemas, desarrollando su capacidad intelectual y trabajando sus valores, se podrá formar “al ser humano investigador, al ser humano crítico, al ser humano constructor, y ese será el ser humano que podrá plantear el desarrollo del país”.
Finalmente, apela a un ejemplo para mostrar la situación actual de la educación en Bolivia: “Un estudiante puede tener 90 en Matemáticas, pero 1 en resolución de problemas… Saben pero no pueden: hay que aprender para poder, no aprender para saber… Un alumno puede saber multiplicar, sumar, dividir, pero no saber resolver problemas. Un padre analfabeto le gana al bachiller a resolver problemas; si es comerciante, por ejemplo, resuelve problemas inmediatamente para devolver el cambio, y le pregunta al hijo cuánto debe dar de cambio al cliente, él buscará la calculadora…”.

“Un estudiante puede tener 90 en Matemáticas, pero 1 en resolución de problemas… Saben pero no pueden: hay que aprender para poder, no aprender para saber”, dice Fernando Yucra, Licenciado en Educación con una Maestría en Formación Docente e Innovación Educativa

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