El mito del grial sigue vivo
El mito del santo grial y su relación con la supuesta sangre de Jesucristo, lejos de perderse en los tiempos, se acrecienta año tras año y durante la celebración de la Semana Santa vuelve a ponerse de actualidad

“En la poética del grial medieval, el grial no es un objeto material, es un símbolo. La búsqueda del grial no supone apropiarse del grial, sino ‘saber del grial’ o ‘ver el grial’. Es una búsqueda de conocimiento, una búsqueda de la visión”, comenta la especialista en literatura medieval, Victoria Cirlot Valenzuela, que ha publicado “Grial. Poética y mito”
El mito del santo grial y su relación con la supuesta sangre de Jesucristo, lejos de perderse en los tiempos, se acrecienta año tras año y durante la celebración de la Semana Santa vuelve a ponerse de actualidad.
La imagen del grial, la copa o vasija utilizada por Cristo en la Última Cena, ha cautivado al mundo occidental desde hace muchos siglos, pero especialmente desde la Edad Media. Objeto de búsqueda entre los Caballeros de la Tabla Redonda, con el rey Arturo al frente, su atracción ha llegado en algunos casos hasta la obsesión y el séptimo arte ha fraguado algunas de sus historias bajo esta bóveda mítica.
Curiosamente este mito proviene del mundo literario, concretamente de Chrétien de Troyes, quien a finales del siglo XII, en su libro “Perceval”, relata la historia de un personaje que quiere ser caballero y que posee el grial.
En la actualidad, especialmente en la época de Semana Santa, las historias relacionadas con Jesús vuelven a cobrar significado y el grial es una de ellas. Pero, ¿por qué sentimos atracción por este mito? ¿Qué tiene esa leyenda que nos embelesa y que ya fue un referente apasionado y obsesivo en otras épocas para muchos personajes históricos?
Hoy en día ciudades como las españolas Valencia y Oviedo, entre otras, se disputan la autoría de poseer entre sus tesoros, en las magníficas catedrales que poseen, el “verdadero” grial.
Entrevista
Para ofrecer un poco de luz a esta cuestión, EFE entrevista a la filóloga, traductora y editora, especialista en literatura medieval, Victoria Cirlot Valenzuela, que ha publicado «Grial. Poética y mito» (editorial Siruela), trabajo que le ha llevado tres años de investigación.
La escritora es también catedrática de Filología Románica en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España) y coordinadora del Grupo de Investigación de la Bibliotheca Mystica et Philosophica Alois M. Haas.
¿Cuál es el origen de la leyenda del grial?
“Los orígenes son siempre un asunto oscuro. Lo que sí sabemos con toda seguridad es que fue Chrétien de Troyes el primero que escribió sobre el grial en el año 1180-2. Es posible que se basara en antiguas leyendas celtas y en leyendas cristianas como, por ejemplo, la de la preciosa sangre de Cristo y similares, todo ello conocido a través de la oralidad”.
¿Por qué cree que un tema medieval sigue vivo en estos tiempos tan tecnológicos?
“El hombre necesita del mito a pesar de la tecnología, pues es en el mito donde encuentra respuestas a los enigmas de la existencia”.
¿Qué significado puede tener la copa, cáliz o vasija, diez siglos después?
“En la poética del grial, el propio grial fue identificado como el cáliz en el que se vertió la sangre de Cristo. Ese fue su significado, pero el sentido de la copa puede ser mucho más amplio y polivalente. Es un recipiente y, por ello, participa de los aspectos y misterios de la femineidad. Cada→ →época, cada experiencia personal, encuentra significados concretos al sentido general del símbolo”.
A su parecer, ¿qué está más próximo al grial: copa, cáliz, plato, la escudilla, la piedra mágica?
“El grial puede adoptar diversas formas. Chrétien de Troyes lo imaginó como un plato, Robert de Boron como un vaso, y otros autores como un cáliz. Wolfram von Eschenbach fue el único que lo identificó con un objeto que nada tenía que ver con un recipiente, sino que era una piedra”.
¿Incluso se decía que podrían ser varias formas?
“Efectivamente, ya en el Perlesvaus (novela en prosa de principios del siglo XIII) se dice que el grial sufría ‘transformaciones’ y que una de las formas bajo las que se le apareció al rey Artús (Arturo) fue la de cáliz, aunque nada se nos dice de las otras. Ese carácter cambiante es lo que parece desproveerle de toda materialidad y también parece que a su mutabilidad se debe el hecho de que, en muchas ocasiones, los miniaturistas no lo representaran”.
¿Qué le parece la interpretación esotérica de transformar el santo grial en sangre real?
“Fue simplemente un error. En lugar de leer ‘san greal’ en francés antiguo, se leyó ‘sang real’, una confusión muy explicable, dado que en los manuscritos la separación de las palabras, a veces, no está nada clara. Como sucede en muchas ocasiones a lo largo de la historia el error fue muy productivo…”.
¿Qué opinión le merecen los diferentes griales, como el que se dice que se conserva en la ciudad española de Valencia; el de doña Urraca; el de Ardagh?
“Me parece que existe un cierto abuso del lenguaje al llamarles ‘griales’. Implica simplemente una sinonimia entre ‘cáliz’ y ‘grial’. En la poética del grial medieval, el grial no es un objeto material, es un símbolo. La búsqueda del grial no supone apropiarse del grial, sino ‘saber del grial’ o ‘ver el grial’. Es una búsqueda de conocimiento, una búsqueda de la visión”.
De su libro “Grial. Poética y mito (siglos XII-XV)”, la crítica ha comentado que es el mejor compendio sobre el grial. ¿Qué dice usted al respecto?
“En primer lugar, agradecer la generosidad de la crítica. En segundo lugar, yo diría que en este libro he tratado de mostrar con rigor y precisión cómo nació y cómo se construyó el mito en la Edad Media, cuál fue su época de construcción, cómo fue la expresión literaria que recibió, y también cómo fue representado en las miniaturas que acompañaron los textos en la cultura del manuscrito”.
Para finalizar, ¿por qué cree que son necesarios los mitos y las leyendas?
“Porque en los mitos encontramos las respuestas a las preguntas que nos acucian desde que el ser humano existe como tal”.