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“Me entrenaba psicológicamente para saber resistir”

Nació en Tupiza, Potosí. Hija de una cotagaiteña y un betanceño, ambos profesores, es la mayor de siete hermanos a los que trasladó a Sucre después de haber logrado un cupo en la Universidad San Francisco Xavier

Marianela Paco Durán, ministra de Comunicación Marianela Paco Durán, ministra de Comunicación

Oscar Díaz Arnau ECOS
Ecos / 05/04/2015 08:11

Nació en Tupiza, Potosí. Hija de una cotagaiteña y un betanceño, ambos profesores, es la mayor de siete hermanos a los que trasladó a Sucre después de haber logrado un cupo en la Universidad San Francisco Xavier, donde estudió dos carreras; es madre soltera. Del periodismo saltó a una diputación y de ahí, al Ministerio de Comunicación. Pero comenzó muy abajo, limpiando baños, un trabajo por el que le pagaban 80 bolivianos.

Esta joven de una voz suave haciendo contrapunto con la mujer aguerrida que dice estar preparada para todo, cuestiona la utilización de los medios como trampolín político y desafía a las feministas en el delicado tema de la igualdad de género. Ella percibe racismo en el manejo informativo de la corrupción en el Fondo Indígena. ECOS entrevistó a la vocera del presidente Evo Morales, Marianela Paco.

ECOS. Después de haber pasado gran parte de su vida en Sucre, ¿qué la liga, hoy, a su Potosí natal?
MARIANELA PACO (MP). Yo creo que soy de todo el país. Una identidad única, digamos, no he podido consolidar, uno, por racionalizar en extremo el tema de integración y múltiples identidades, lo otro es que mi papá y mi mamá se conocen en Cotagaita y yo he ido a nacer en Tupiza, y mucho tiempo no he vivido ahí. Después, por el trabajo de mi papá nos vinimos a la ciudad de Potosí; ahí hemos estado hasta mis cinco años, más o menos, y después nos hemos ido a un pueblito que se llama Quivincha, donde trabajaban mi papá y mi mamá. Ahí he debido estar hasta quinto grado y después recién me he ido a Betanzos, donde he pasado todo intermedio hasta salir del bachillerato.

ECOS. ¿Algún recuerdo en especial de Betanzos?
MP. Cuando cumplí 11 años he hecho mi primera comunión y ahí he conocido al padre Mario Miranda Morales, él me ha enseñado a leer cosas; asumimos un grado de confianza, más de amistad que de padre a laico, y me facilitaba lecturas. El primer libro que me regala es “El mundo de Sofía”. Yo no entendía, era niña, tenía que leer con él, o reflexionábamos la Biblia, porque a partir de esa edad me convierto también en catequista y organizo grupos, tenía que ensayar los cantos de la misa, ese tipo de tareas.
Ha habido una relación muy estrecha con la Iglesia católica y cuando llego a mis 15 años, en mi confirmación, había estudiado ya la Biblia y la que más me gustó fue la vida de Jesús. A tiempo de confirmar mi fe, decido seguir la vida de Él. Y seguir la vida de Jesús implica hacer una vida de sacrificio, de entrega, no acumular mucha riqueza y trabajar por que la humanidad sea mejor cada día. Eso he decidido.
Justo en esa misma época empiezo a ver y sentir ciertas cosas injustas. Me preguntaba por qué mi abuelo cada vez que iba a Potosí a cobrar su sueldo del ferrocarril (trabajaba como peón), siempre llegaba tarde cuando iba solo, pero cuando lo acompañaba mi tío, mi tía o alguna vez mi papá, hasta el mediodía, rapidito. Otra cosa que me preguntaba es por qué mi abuelo no quería que hable quechua…
Cuando íbamos al campo en las vacaciones a cosechar, a sembrar, a deshierbar, mi abuelo me decía que se sufría antes mucho más porque “la tierra nos habían quitado”, y había que trabajar para un patrón. Me contaba cuántas fanegas de trigo producían y con cuantito se quedaban. Yo le decía: “Pero, papi, tantos hijos ¿y alcanza?”.
Me iba preguntando el porqué de las cosas y sentía esas injusticias; además, vi en ese tiempo cómo la casa del alcalde se veía mejor que la Alcaldía. No me explicaba, y si me explicaba, no me gustaba.

ECOS. ¿Y por qué llegaba tarde su abuelo cuando iba solo a cobrar el sueldo?
MP. Ahora, ya madurando todo: Mi abuelo no hablaba castellano y la lógica discriminatoria en las ciudades era fatal; todavía hay esa discriminación. Era gente del campo y no le entendían, entonces, es puritita discriminación, racismo… Mi papá, mis tíos ya habían estudiado…
ECOS. ¿Desde ahí, defensora del idioma? La marcó esa frase: “No hables quechua”.
MP. A la persona que admiro bastante y que ha sido parte de mi vida, de los valores que tengo, es mi abuelo (se le llenan los ojos de lágrimas por el recuerdo de Silvestre Paco Ballesteros, papá de su papá, nacido en Mayu Tambo, Betanzos). No solo porque me decía que no hablara quechua, sino también porque entre las cosas de la producción, los rituales, los valores culturales, él es el que me ha enseñado. Era como el sabio de la región: todos venían y lo respetaban, era un tipo sereno que siempre arreglaba las cosas. Y me ha marcado también cuando me ha dicho: “Hijita, cuando eres más, cuando creces más, cuando tienes más, cuando sabes más es cuando más le tienes que entregar a la gente todo lo que has aprendido, todo lo que has recogido. Y lo que produce la Pachamama es sacrificio, y eso no se echa a perder”.
Cuando venían los truenos, la granizada, iba, rompía molles y hacía una fogata, un humo fuerte para que se disipen las nubes. O cuando íbamos a cosechar trigo, en plena pampa él hacía cajitas de la paja que trillábamos del trigo y, al medio, sabíamos dormir al cielo abierto. Él decía: “No hay mejor manto que el cielo”. Me ha costado asimilar cuando él se ha muerto (hace casi 20 años).

ECOS. ¿Y hubo tiempo para el amor?
MP. Si alguna vez me habré enamorado en ese tiempo, nunca ha sido mi prioridad el matrimonio, tener familia, esas cosas. Primero siempre mi objetivo era estudiar y servir, enseñar a la gente; como tanta gente no sabía leer o no hablaba bien el castellano, y había gente que se burlaba… Y lo que más no me gustaba era cuando aparecía un blanco y se sacaban el sombrero para decirle “Wiraq’ocha”.
Me he obsesionado, creo, con eso; o en definitiva es parte de mi vida hacer que eso se supere, que eso cambie. Y eso he venido haciendo desde esa época.

ECOS. ¿Cuál es su testimonio de vida como madre soltera?
MP. Mi opción nunca ha sido casarme, nunca ha sido prioridad. “Tal vez”, decía, “algún día”. Pero después vino mi hijo, ahí, en el camino; ya tiene 17 años, está en la universidad. He decidido ser mamá con todas las consecuencias que sabía que iba a venir. Recuerdo que estaba de dos meses de embarazo cuando me he enterado y ahí su corazoncito latía fuerte, entonces yo decía: “No importa quién sea el padre, mi hijo es mi hijo”. Decidí darle cariño, empecé a estudiar libros para ver cómo lo criaba —por el tipo de mundo que tenemos, que discriminaban a los hijos de madres solteras—. He asumido mi embarazo. Me despidieron del trabajito que tenía y después he tenido que ver la forma de trabajar vendiendo productos cosméticos. El día que ha nacido, yo lo veía una criaturita tan indefensa y decía: “¿Ahora cómo lo voy a criar?, ¿con qué le voy a mantener?”. Y lo único que dije: “Si Dios me ha dado este hijo es por algo, por algo tiene que ser”. Me he puesto fuerte, (a) trabajar de lo que sea y a retomar mi carrera (…)

ECOS. Sus precoces inquietudes respecto a las injusticias la vincularon al periodismo y después a la política. ¿Lo tenía pensado?
MP. Lo que la vida me ha enseñado es que siempre hay que estar lista para todo. Y en ese saber estar lista, yo decía, igual que muchos izquierdistas creo: “Tomar las armas”. Entonces, yo me entrenaba psicológicamente para no tener miedo, para saber resistir, para cualquier cosa. De pronto mi trabajo no ha sido visible en esa línea pero mis compañeros en Potosí me decían: “Exageras”. Y yo les decía: “Es que no hay forma de cambiar el mundo si es que no asumes acciones”.
Nunca he racionalizado para ir a la política, es más, la política, cómo se la concebía antes y se la conocía, era asquerosa, denigraba personas, entonces yo a la política ni por si acaso… En el otro lado, me ha permitido mantener el contacto con nuestra gente, poder trabajar la parte ideológica con ellos, difundir mis ideas; y desde la radio (ACLO, en Sucre) yo decía: “No puedo optar por un trabajo muy comercial, ir a una empresa y limitarme a ese tipo de trabajo. Tengo que buscar un espacio que coincida con mis principios y mis valores”.
Como periodista, también había analizado que muchos usaban como plataforma pública a los medios para lanzarse a la política; esa era otra cosa que yo repudiaba, que no me gustaba, que no lo aceptaba y no acepto que se use así. Yo nunca he utilizado nada, ni lo he racionalizado con un propósito de llegar al poder. Jamás. Mi lógica siempre ha sido servir a la gente, movilizar, generar cambios en la gente (…)

ECOS. ¿No se arrepiente?
MP. No tengo por qué arrepentirme porque he hecho lo que tenía que hacer. Si alguna vez había soñado cambiar, establecer reglas para mejor trato en las personas, lo he hecho: En las leyes sociales que tenemos, contra el racismo, contra la violencia hacia las mujeres, contra la trata de personas, contra el acoso y la violencia política hacia las mujeres; el Código de la Niñez y Adolescencia, el Código de las Familias, la Ley del Ministerio Público, la del Régimen Disciplinario, la de la Policía, la Educativo Avelino Siñani, la Ley General de Telecomunicaciones… y puedo ir nombrando así varias leyes en las que he estado y la mayoría lleva mi firma.
Es más, estas leyes a las que hago referencia tienen firma de oposición, que es difícil conseguir dentro de la Asamblea, pero con argumentos la oposición ha firmado los informes que he hecho. Si en un principio no entendían esa lógica de discriminación que existía en el país, había que explicarles; entonces, “ya, hermana, vamos a firmar, pero públicamente no lo vamos a decir” (afirma que le decían los opositores)… Lo que interesaba era la legitimidad en la firma de los proyectos.
No me arrepiento porque hay mucha gente que me busca en las calles y me dice: “Doña Marianela, le agradezco por las leyes”, sean hombres o mujeres. Aunque algunos me han reclamado, me han dicho: “Ay, usted, solo a las mujeres defiende”. Yo les he dicho: “Es que la mayor injusticia la sufrimos las mujeres”.

ECOS. Hay feministas que son críticas con el Gobierno. Creen que se ha avanzado en cuanto a los derechos de la mujer, pero cuestionan que la alternancia en las duplas electorales y la “discriminación positiva” (elegir a una mujer por mujer y no por mérito) no resuelven el problema de fondo: el machismo en el poder, ejercido incluso por mujeres. ¿Cómo se cambia esta realidad y usted qué hará al respecto?
MP. Tres cosas. Primero, a las feministas que se han declarado hace tiempo que reciben plata de diferentes organismos (sic), hay que preguntarles sus resultados: “¿Qué han hecho ellas?”. Y cuando yo pregunto eso a estas feministas, yo les digo: “¿Por qué no se ha resuelto la discriminación entre congéneres”; ellas mismas asumen una posición patriarcal en esos términos. Es un tema que ellas mismas deben reflexionarlo y resolverlo, no es hablar de un feminismo puramente occidental o de género con una lucha de poderes para sobreponerse a un poder que nos había hecho daño. No es esa la lógica, la lógica de justicia es buscar una armonía y un equilibrio entre hombres y mujeres, no es que uno se suba sobre el otro, el otro pase a dominar al otro; no se trata de eso.
Segundo, tenemos resistencias que han naturalizado —en las estructuras mentales sobre todo— que el hombre es el que comanda la casa, “es la cabeza del hogar”, dicen, incluida la religión, que sostiene eso. Entonces, se ha generado un bloqueo mental en que dices que “sin un hombre, tu vida no es tu vida”, a tal grado que no compartes como mujer tu vida sino que te sometes, te adecuas en tu vida al estilo de la vida del hombre… Y ahí viene un proceso largo de deconstrucción de esas concepciones de vida y que ya hemos empezado… La valorización del trabajo de las mujeres es otro elemento muy importante que, más allá de las normas de garantías y de protección, hemos avanzado por lo menos en el ámbito público en igualar los niveles salariales.
El tercer elemento tiene que ver con los desafíos y lo que hemos ido logrando en este tiempo. De pronto, las primeras mujeres que participaban en la Asamblea seguían diciendo: “Voy a preguntarle a”; a veces pasa eso en las federaciones entre Bartolinas y CSUTCB, por ejemplo, “a ver qué dice→
→el compañero de la CSUTCB”. “¡Pero compañera!, ¡nosotras somos nosotras y tenemos que debatir nuestras decisiones! ¡Aunque nos equivoquemos, tienen que ser nuestras!”.

Hemos avanzado en garantizar ejercicio de derechos a nivel numérico, ahora lo que nos toca es desarrollar la parte cualitativa. Una mujer no puede estar ocupando espacio solo porque es mujer, sino porque sus cualidades también se lo digan, y eso hace que avancemos hacia esa igualdad real y efectiva; lo otro termina siendo nomás una generación de equidad o de condiciones de acceso. No debe ser suficiente, yo siempre he dicho eso y compartimos eso con nuestro presidente (…) No podemos estar peleando por cuotas, por pequeños espacios, sino tenemos que lucharla de igual a igual para estar de igual a igual en todo escenario. Ahora, cuando demuestras la condición de que tienes esa capacidad, hay muchos hombres que no aceptan, que ven que sus espacios se reducen.

ECOS. Hay mujeres que han avanzado dentro del MAS, y usted es una de ellas. ¿Percibe la posibilidad de un recambio del liderazgo de Evo Morales por una mujer?
MP. Lo que debe quedar claro es que el presidente Evo Morales es el líder por eminencia, es el líder natural, es nuestro líder supremo; los líderes de esa naturaleza no nacen cada día, cada año, él ha de ser siempre nuestro gran líder. Ahora, este proceso de cambio también está generando nuevos liderazgos, nuevas formas de percibir la vida, el Estado, sobre todo por la estabilidad social, económica y todo aquello; son liderazgos diferentes.
Que vaya a recaer en una mujer o un hombre, el tiempo lo dirá. Por lo menos yo no le apuesto, bajo esa coherencia que debo sostener: si eres líder tendrás que serlo por tus cualidades y todo lo demás. En su momento la sociedad valorará las circunstancias, se dará, no sé, pero no puedo decir que vaya una mujer solo por ser mujer.

ECOS. El Presidente ha reconocido que la corrupción es uno de los grandes problemas de los últimos años. Lo del Fondo Indígena demuestra que sigue vigente y que, además, se ha inmiscuido en las bases del MAS. ¿Qué medidas van a tomar al respecto?
MP. Dos cosas. Ya hemos tomado acciones: la corrupción no puede pasar por nuestras filas y tiene que caer quien caiga, textual la frase de nuestro presidente. Esa es la política del Estado Plurinacional, esa es la lucha que es parte de ese proceso de descolonización.

Y este elemento de descolonización tiene que ver con lo segundo que voy a responder. Lo que se visibiliza hoy en día y todo el mundo habla es: “el Fondo Indígena como corrupción”. Mi percepción es que hay un enfoque sesgado y además racista sobre el manejo informativo en el tema.
Haremos comparación de otros gobiernos con este en el tratamiento de un tipo de fondo: Antes se creaban fondos agrícolas, no sé qué otros fondos que administraban, ¿quiénes?, parientes de Gonzalo Sánchez de Lozada; su esposa, su hermano. ¿Quién ha dicho “esta boca es mía” en ese tema?, ¿se los ha criminalizado? A más de unos titulares, ¿qué acciones más ha habido? Esta comparación me permite concluir esta percepción que digo: sesgada y racista de esa realidad.

…El Fondo Indígena nace como parte de un mecanismo del sistema internacional de Derechos Humanos con el Convenio 169 en el que los estados están obligados a crear un fondo por el que puedan desarrollarse las naciones y los pueblos indígenas. Esta normativa se ratifica y consolida con la declaración del 2007, que está constitucionalizada en nuestro Estado. ¿Cuál es la observación que nosotros tenemos? El decreto por el que se crea (el Fondo), que no especifica varios detalles, entre ellos el control (…)

Segundo elemento, “¿cómo es que los masistas o la gente se pueda corromper?”. Yo digo: “¡No solamente somos nosotros!, hemos heredado una sociedad que había naturalizado la corrupción y hacía (de esto una) forma de su vida”. No todos estamos exentos de eso, hay corruptores y hay corrompidos. En esa lógica, yo creo que nosotros no estamos exentos de esa realidad y es con la que peleamos a diario y nuestras acciones son en consecuencia. Ahora, que habrá que reajustar, reestructurar el fondo, es un tema muy aparte. Pero las acciones ya se las ha tomado.

Yo creo que hay que analizar más allá de ese mal manejo que ha habido y que ya está en un orden jurisdiccional; además, si hablamos de los efectos que tiene el tratamiento mediático, esos (los involucrados) ya están condenados. Lo que hay que ver es por qué nació ese fondo, para qué sirve y cómo debe administrarse...
Pero yo no les culpo mucho. A los dirigentes, por ejemplo, yo no les culpo mucho: ¿Quién nace sabiendo administración? Peor si no has tenido acceso a educación. Muchos de nuestros dirigentes no han salido bachilleres, ¿y por qué?, por el tipo de sistema de Estado que hemos tenido. Las vulnerabilidades son varias. Por eso yo digo: “un tratamiento sesgado y además con tintes racistas”.

ECOS. Autocríticamente, y apelo a su honestidad, ¿el MAS es un partido cuando Evo Morales candidatea y otro cuando no candidatea? Y, aparejado a esto, ¿cómo va a resolver su partido la dependencia del Presidente para ganar elecciones?
MP. Nuestro presidente es un gran líder, lo ratifico: es nuestro factor de cohesión en todo el territorio. Ahora, el proceso autonómico nos hace desafiar, generar liderazgos locales, y en los liderazgos locales no todos caen bien a todos. Y eso es algo sano porque nos permite mantener el debate interno y mejorar también nuestra participación política. Además, está el hecho de que se hayan apropiado de que tienen derecho a participar como ciudadanos en el ejercicio de su derecho político a ser elegidos o a elegir.

A mí me parece eso altamente importante porque así se demuestra esa vocación democrática de nuestra gente. Y en adelante lo que tenemos que hacer es asumir con mayor responsabilidad la gestión regional, antes que pelear por querer ocupar un espacio nada más. Ahí está un gran desafío…

ECOS. Usted, que nació en Potosí e hizo la universidad en Chuquisaca, ¿qué hará por estos dos departamentos que continúan apareciendo entre los que tienen menos inversión de obras e infraestructura?
MP. No es que aparezcan postergados porque sí, o porque no hubo voluntad, ha habido circunstancias que de pronto han demorado las inversiones. Y en el caso de Sucre, que es el que más conozco, ha habido hasta negligencia de parte del Municipio para no tener esas inversiones de magnitud y generar unas nuevas.
Ahora, hay otros proyectos que por su naturaleza misma están avanzando de pronto lento; hemos tenido la gran mala suerte de tener empresas como el Consorcio Chuquisaca, que ha retrasado hasta ahora la culminación de una parte de la Diagonal Jaime Mendoza. Ahí yo creo que más que falta de voluntad, hemos tenido como que una mala suerte.

¿Qué puedo hacer yo? Ayudar a gestionar, canalizar todo lo que tenga que ver con la región.

ECOS. ¿Lo va a hacer?
MP. Es una obligación, sería absurdo que no lo haga porque, además, ¿cómo medimos nuestro desarrollo?, ¿el cambio de nuestra gente? El “vivir bien”, más allá de una condición material, es una condición espiritual en la que yo he trabajado bastante; pero también la condición material hay que trabajarla para que se pueda generar equilibrios en ese “vivir bien” que dice nuestra Constitución.

ECOS. ¿En 2019, el candidato va a ser Morales?
MP. No es un tema que hayamos tocado todavía, pero él públicamente ha dicho: “Yo me voy a ir el 2020”. Entonces, nosotros no trabajamos tanto en esos términos sino en cómo respondemos a las necesidades y demandas de nuestra gente. Y ahorita estamos concentrados en eso.

ECOS. En lo personal, usted ha dicho que comenzó limpiando baños y en relativamente poco tiempo estudió, fue periodista, diputada y ahora ministra. ¿Cuál es su techo?, ¿a qué aspira llegar Marianela Paco?
MP. Algo que he dicho siempre es que yo no soy dueña de mi destino: sabrá Dios dónde me quiere, sabrá Dios por qué estoy donde estoy. Yo no he planificado esto y tampoco voy a planificar mi futuro. Porque si no, limitaría mi trabajo, sesgaría mi enfoque y eso no es correcto.

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