Arístides Vargas, hacedor del “Mar”

La aventura marítima con el Teatro de los Andes le obligó a adentrarse en las entrañas de nuestro país; “tuve que estudiar la historia de Bolivia: apasionante, extraordinaria”.

Gonzalo Callejas, Lucas Achirico,  Alice Guimaraes (los tres protagonistas de "Mar") junto a la directora de actores Gonzalo Callejas, Lucas Achirico, Alice Guimaraes (los tres protagonistas de "Mar") junto a la directora de actores

Oscar Díaz Arnau ECOS
Ecos / 05/07/2015 06:49

La aventura marítima con el Teatro de los Andes le obligó a adentrarse en las entrañas de nuestro país; “tuve que estudiar la historia de Bolivia: apasionante, extraordinaria”. Cuando se mira al espejo en las mañanas se siente “un poco ecuatoriano, un poco argentino, un poco boliviano… un poco latinoamericano”

El mar puede ser muchas cosas: todas y cada una de las partes de un imaginario colectivo, por ejemplo. Pero, sea lo que fuera, no tiene dueño, salvo en las mentes distorsionadas de nuestro tiempo, cuando “los mares económicos valen más que los mares de lágrimas, la realidad vale más que la metáfora”. Arístides Vargas lo tiene claro como el agua. El director y dramaturgo argentino radicado en Ecuador estuvo en Yotala, afinando su “Mar”, la última obra del Teatro de los Andes.

En entrevista con ECOS, Vargas cuenta que alguna vez, luego de trabajar en Quito en la obra “Francisco de Cariamanga” (sobre la contienda peruano-ecuatoriana acaecida en los años 40), le nació la inquietud de realizar una trilogía sobre guerras en América Latina. Por eso “la propuesta del Teatro de los Andes (de dirigir “Mar”) me conectó y me pareció una magnífica oportunidad, porque yo siempre considero que la historia no solo se la tiene que conocer por los libros, sino también por las personas”.

Arístides Vargas es un hombre afable, tranquilo, llano a la conversación. Mientras esperamos la nueva llegada de “Mar”, me cuenta que vivió en su natal Argentina hasta los 21 años, porque la dictadura lo expulsó de su propio país en la fatídica década del 70. Recaló en Perú y luego en Ecuador, donde se radicó al igual que su esposa, María del Rosario “Charo” Francés, española, mujer de teatro como él, exiliada también como él.

“En aquella época ser joven era considerado un delito por la dictadura, entonces muchos de nosotros salimos exiliados, otros fueron encarcelados, otros desaparecidos…”. Su hermano estuvo preso durante 10 años en el penal de Rawson, su padre falleció debido a la cárcel de su hermano y a su exilio. Antes de salir de Argentina, “yo era militante de la Juventud Universitaria Peronista cuando estudiaba en la Escuela Superior de Teatro de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza”.

Ahora se considera “un poco de todos lados”; aunque, reconoce que siente un afecto lógico por Quito, ciudad a la que prontamente emparentó con Sucre por sus rasgos coloniales. La aventura marítima con el Teatro de los Andes le obligó a adentrarse en las entrañas de nuestro país. “Tuve que estudiar la historia de Bolivia: apasionante, extraordinaria”. Y entonces, cuando se mira al espejo en las mañanas se siente “un poco ecuatoriano, un poco argentino, un poco boliviano… un poco latinoamericano”.

La memoria
“Mar”, según Vargas, no solo habla de la guerra sino de la necesidad de no olvidar lo ocurrido entre Chile y Bolivia. “En la medida en que uno no olvide, la reivindicación permanecerá viva en la memoria. Eso hace que siempre esté presente la necesidad de recuperar el mar”, reflexiona el director latinoamericano.

Advierte con nitidez una cultura boliviana “donde lo histórico se cruza y se alimenta con el sentimiento nacional que, paradójicamente, encuentra sentido de nación en la ausencia, en el mar perdido”.

Fundador y uno de los directores de Malayerba, compañía de culto en Sudamérica, Arístides Vargas encuentra muchas similitudes entre el grupo ecuatoriano y el Teatro de los Andes. “Siempre hemos tenido afinidad, fundamentalmente estética. Además, entre Bolivia y Ecuador hay una gran identificación cultural, estamos en la misma órbita cultural. Se presentó la oportunidad de hacerlo y, pues, no lo dudamos”.

Habla en plural porque no está acostumbrado a dejar fuera de sus proyectos a “Charo” Francés, quien hizo la dirección de actores en “Mar”. Se le iluminan los ojos con el recuerdo de los días de creación artística, colectiva —por supuesto—, como suele ser el teatro contemporáneo, más aún el eximio de Malayerba y de los Andes: “Por un mes y medio, dos meses nos instalarnos aquí, en Yotala, que ha sido nuestra casa”.

Malayerba tiene también su propia casa, un lugar donde actores de diferente procedencia —tal cual ocurre en Yotala— se forman, crean y hacen escuela dictando talleres.

El teatro latinoamericano
Le pregunto por la actualidad del teatro contemporáneo latinoamericano en este momento en que, yo creo, ha cobrado cierta adultez. Malayerba es un grupo fundacional de este tipo de estética teatral.

“Sí”, responde Vargas, “yo pienso que si hay que definir el teatro latinoamericano desde alguna perspectiva es desde lo diverso. Las manifestaciones teatrales ahora son diversas, diferentes entre sí; hay propuestas de diferentes tipos y de diferentes estéticas. Y eso, lejos de volver heterogéneo el movimiento teatral latinoamericano, desde mi punto de vista lo enriquece y lo vuelve singular. Hay varias maneras de hacer teatro: yo no creo que sea una mejor que otra, creo que son diferentes y el respeto a las diferencias, culturas, ideológicas, de género, en esta época, es muy importante”.

Y continúa: “El teatro ya ha adquirido, como usted dice, signos de madurez, y ya podemos hablar seriamente de un teatro profesional de los diferentes países: un teatro profesional ecuatoriano, peruano, colombiano, boliviano, porque en Bolivia también hay mucho teatro y hay muchos creadores que son importantes para el teatro”.

En nuestro caso, menciona a David Mondacca, Diego Aramburo, Marcos Malavia, María Teresa Dal Pero, Cristian Mercado, los dos últimos ex Teatro de los Andes. “Es un movimiento bastante rico y diverso, y eso hace muy bien al teatro y a la cultura de un país”.

“Mar” de cambio
Acerca del “Mar” representado hace un mes en el Teatro 3 de Febrero, se advirtieron cambios. Al cabo de la función en Yotala, que tuvo un público compuesto mayoritariamente por padres de familia de las juntas escolares, además de autoridades municipales y tres docentes de la Universidad San Francisco Xavier, el coordinador general y cofundador del Teatro de los Andes, Giampaolo Nalli, confiesa que estaba prevista la llegada de Arístides y Charo, dice él, para “limpiar” la obra.

Ese trabajo de purificación dejó conforme, “feliz”, al exigente Vargas. “Yo siempre digo, sobre el tiempo de maduración de una obra, que es importante que los actores maduren en la obra; muchas veces las obras maduran antes los actores. Yo creo que, en este momento, el trabajo de ‘Mar’ ya está”.

“Charo” Francés, con una dulce voz que no implica concesiones a la hora de ocuparse del pulido de la faceta actoral, morigera: “Siempre consideramos el trabajo como algo vivo. El arte del teatro es diferente de la escultura, de la pintura... en el teatro están los cuerpos de los actores, están las vivencias de los actores. Los actores van cambiando cada día, como todos nosotros, como seres humanos; entonces, esos cambios queremos que se incorporen, que consten. Que la obra sea una obra viva”.

Ahora el que secunda es Arístides: “Las obras van cambiando a lo largo del tiempo porque los actores y las actrices vamos cambiando y vamos jugando, entendiendo que el teatro es algo vivo y que se puede ir transformando”. Pero tiene algo más para decir, no sin la seriedad de su particular sentido del humor: “Ciertamente cuando Bolivia tenga mar, esta obra quedará como testimonio de cuando no se tenía mar”.

Y es que el eximio director de teatro se siente identificado con la demanda nacional que, hoy por hoy, se ventila en la Justicia internacional. “Más allá de que yo haya sentido empatía con la gente de Bolivia, y me sienta totalmente consustanciado con sus reivindicaciones, creo que es una gran injusticia que Bolivia no tenga mar”.

Le pregunto sobre las repercusiones de la obra en Chile, donde a priori se puede adivinar cierta contrariedad de los espectadores. “Claro, es que sí, sí, sí”, responde. “Hay una parte donde un personaje de pronto increpa al público y, yo no estuve pero me contaron que en ese momento hubo gente que estuvo a punto de pararse e irse”.

Irse, se irá el Teatro de los Andes, pero de gira. “Yo me despido de ellos”, anuncia el cordial Arístides refiriéndose al equipo, especialmente a Lucas Achirico, Gonzalo Callejas y Alice Guimaraes, los tres, actores  brillantes. “Los veré más adelante. Fue un éxito en Chile, en Santa Cruz, va a La Paz, estará en Sucre, va a Cochabamba y luego a Europa”.

Por lo pronto, en una ronda final de comentarios, tras la emotiva función “en casa”, la secretaria de Desarrollo Social y Humano de la Alcaldía de Sucre, Wilma Durán, expresó la intención oficial de contribuir a que el “Mar”, de los Andes, llegue a las aulas escolares: “Queremos hacer el esfuerzo de llevar a los colegios esta obra”. Que así sea.

Etiquetas:
  • Arístides Vargas
  • Teatro
  • MAR
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor