Textiles, joyas de Bolivia

Los textiles hechos a mano no solo son hermosos, a la vez que misteriosos, sino que guardan el trabajo minucioso de una persona que se tomó un largo tiempo para elaborarlos

El tradicional “unku pallado” o poncho que se usa en el tiempo de pascua y fiestas de los tarabuqueños.

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La chica está cubierta por el  poncho que el tarabuqueño utiliza a diario para su uso que lo protege del viento

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Una manta de la comunidad de Potolo está amarrada a la cintura de la joven. Su tejido habla del trabajo comunitario

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El vestido negro tiene bordes hechos de bayeta y bordados a mano cuyos vivos colores representan la alegría

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La montera de hombre tarabuqueño es utilizada por la mujer cuando queda viuda

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    Redacción ECOS
    Ecos / 12/09/2015 15:58

    Los textiles hechos a mano no solo son hermosos, a la vez que misteriosos, sino que guardan el trabajo minucioso de una persona que se tomó un largo tiempo para elaborarlos; se trata normalmente de una mujer que ha heredado este arte de su madre o de su abuela. La tienda de Fletes Teresita resalta, en la siguiente sesión fotográfica de ECOS, la riqueza invalorable de estas telas para Bolivia y América Latina.

    Estas son verdaderas joyas por su antigüedad, calidad excepcional y singularidad, textiles similares que solo lo pueden ser admirados en museos o en colecciones privadas.

    Dos meses o más
    Se estima que la elaboración de un textil puede demorar hasta dos meses, o más, dependiendo de la complejidad de la obra. Cada uno es irrepetible: no se puede hacer uno igual al otro; podrán ser parecidos, pero nunca iguales.

    Cada línea en el telar es como tejer una historia, punto por punto, hilo por hilo. Muchos de los tejidos se hacen como regalo, para una ceremonia importante, por ejemplo los de la cultura yampara pueden contar sobre sus ritos y costumbres a través de iconografía. Se puede hablar de personas, contar eventos que quedan allí grabados para siempre, envolviendo y cobijando las ancestrales culturas.

    Además de las manos y la imaginación de la tejedora, la esencia de la tierra está en ellas con sus tintes naturales y sus diversos matices, que tiñen la lana unas veces de alpaca, otras de oveja.

    El valor de la herencia
    María Lidia Montaño Delgadillo, la propietaria de “Fletes Teresita”, siente que estos tejidos encierran magia con historias y relatos impresionantes.

    “Recuerdo que cuando era niña mi mamá me enseñaba el significado de cada detalle de los tejidos, como los colores, los animales y sus dibujos. Me enseñó a reconocer en qué año había sido hecho el tejido y a ubicar la firma de la mujer  que lo hizo”, comenta.

    Rememora cómo su madre iba poco a poco armando la historia. “Yo podía hacer volar mi imaginación hasta esos lugares, tiempos, y entender todo lo que había impresionado a esa persona para tejer de esa manera. En los tejidos hay historias tristes y también felices. Hay tejidos que toman como temas al amor, la prosperidad, el trabajo y a Dios”, complementa Montaño.

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