Jóvenes no oyentes derriban barreras
Una persona sorda puede estudiar, profesionalizarse, ser culta, llevar una vida plena y fructífera, casarse, viajar y no considerarse incapacitada o “anormal”; las únicas limitantes son su propio pensamiento y ...
Una persona sorda puede estudiar, profesionalizarse, ser culta, llevar una vida plena y fructífera, casarse, viajar y no considerarse incapacitada o “anormal”; las únicas limitantes son su propio pensamiento y los prejuicios de la sociedad. Cinco jóvenes derriban estas barreras estudiando la carrera de Cultura Física en la Escuela Superior de Maestros de Sucre, en el marco del proyecto “Inclusión de personas sordas en la formación técnica y profesional”.
De acuerdo con Ley de la Educación 070 “Avelino Siñani - Elizardo Pérez”, la Unidad Educativa Audiología Fe y Alegría contribuye a esta iniciativa con una docente de apoyo intérprete de Lengua de Señas Boliviana (LSB) presente en todas las clases. Trabaja exclusivamente con los cinco estudiantes sordos: cuatro varones y una mujer.
Según la norma, se puede tener un intérprete dentro del aula siempre que haya un mínimo de cinco personas con discapacidad; por esta razón, los cinco alumnos de la ex Normal decidieron por unanimidad escoger la carrera de Cultura Física, explica a ECOS el técnico de Educación Especial en Fe y Alegría Chuquisaca, Weimar José Alata.
Este grupo de jóvenes comenzó la actividad académica en marzo pasado y concluirán la gestión en octubre.
Integración
Alata cuenta que al principio les costó mucho a los no oyentes acostumbrarse a su nueva situación, debido a la curiosidad y la sorpresa de sus compañeros de curso en la Escuela Superior de Formación de Maestros.
Pero la docente Dominga Mostacedo, intérprete de LSB de la Escuela Superior de Formación de Maestros y Maestras “Mariscal Sucre” que anteriormente había trabajado durante cinco años en dicha Unidad de Audiología, les infundió mucho ánimo y entre todos llegaron a integrarse muy bien, a tal punto que ahora los oyentes quieren aprender el lenguaje de señas, bajo el criterio de que todos se comunicarán mejor.
“Al principio las materias eran difíciles de aprender porque en el lenguaje de señas boliviano no existen algunas palabras técnicas como metodologías o concepciones filosóficas, por ejemplo, entonces la maestra se reúne con los alumnos y junto con ellos elabora una seña para cada palabra”, detalla Weimar Alata.
La docente María Antonieta Arízaga, acota: “Cuando veo desanimados a los chicos les digo que son como los árabes, que tienen otra legua y que necesitan de un intérprete para poder entender otros lenguajes o que los entiendan a ellos; entonces, no deben sentirse mal. Además, el trabajo de la intérprete es de mucho apoyo porque no solo transmite lo que digo a los chicos, sino también me ayuda a reflexionar, porque dialogo con ella”.
La estudiante oyente Ximena Velásquez dice que le “sorprende cómo a pesar de no oír, se van superando cada día. No es fácil aprender en un ambiente donde hay práctica y teoría, a veces tienen que implementar nuevas palabras para poder seguir su desarrollo. Se nota que ellos siempre están dispuestos a aprender, con la cooperación de la profesora intérprete. Al convivir con ellos vas aprendiendo mucho, especialmente valores”.
Se sabe que en Cochabamba y La Paz hubo experiencias similares; después de algunos años de estudio, personas que han perdido la audición se profesionalizaron como abogados, pintores, contadores, auditores o diseñadores gráficos, por ejemplo.
Una buena parte de la sociedad necesita actualizarse y cambiar de mentalidad respecto a las diferentes formas de comunicación, asumiendo que no solo existe la comunicación verbal, sino otro tipo de lenguaje como el de señas.
No es barrera para aprender
Con el ingreso de los estudiantes sordos a la Escuela Superior de Formación de Maestros se demuestra que la discapacidad no es una barrera para profesionalizarse. “Ellos reciben un trato igual, no preferencial ni especial”, aclara el técnico de Educación Especial en Fe y Alegría Chuquisaca, Weimar José Alata.
El docente de Atletismo Formativo de la carrera de Educación Física, Alex Chambi, enfatiza en que “son personas normales en sus capacidades físicas y coordinativas, en el desarrollo de sus habilidades y destrezas, y pueden mejorar las capacidades que todos tenemos desde que nacemos con un proceso más específico para superar las limitaciones que observé”.
Según Alata, lo que más daña a las personas con discapacidad son los preconceptos de la gente; “por ejemplo, cuando se quiso inscribir a niños y niñas sordas en colegios regulares para que culminen la secundaria, siempre recibieron la negativa de los maestros”. Decían “que ellos tenían que asistir a escuelas especiales, que nunca podrían profesionalizarse o que solo se podrían desempeñar en algún oficio técnico”.
Sin embargo, cuando hay voluntad todo se puede. Como el caso de las unidades educativas Modesta Careaga y Eduardo Abaroa, establecimientos inclusivos con los que este año trabaja la mencionada Unidad, conocida como Audiológico, donde a un principio los profesores sintieron un poco de temor de no poder lidiar con los alumnos, pero se les está apoyando con talleres de capacitación y pedagogía para que puedan trabajar con los no oyentes.
“A veces los chicos se sienten frustrados cuando no entienden alguna palabra o algún concepto, porque hay términos o palabras abstractas que no pueden comprender. Este es el inicio de la etapa de inclusión, que avanza de a poco: los oyentes ya están aprendiendo el lenguaje de señas. El siguiente paso será enseñar a los docentes de la institución”, afirma la docente Mostacedo.
“Solo hace falta compromiso con la enseñanza, voluntad e interés del profesor para aprender nuevas modalidades de enseñanza relacionadas a la diversidad de personas con discapacidad auditiva, física e intelectual”. En este sentido, en Sucre habría un avance y con buenos resultados en cuanto a inclusión de personas con discapacidad en la educación formal.
“Hay mucha esperanza con las oportunidades que se abren para trabajar, en coordinación, entre todas las unidades educativas, los centros especiales, las universidades y los padres de familia, que ahora sí están tomando conciencia del rol que deben cumplir en la formación de sus hijos. Hay un gran futuro, siempre que se tenga el apoyo de toda la comunidad”, finaliza Alata.
“No hemos tenido problemas”
Sergio David Loayza
“Cuando empezamos, no teníamos intérprete. En algunos horarios nos apoyaban voluntariamente los profesores de Audiología. Después, los padres de familia consiguieron un ítem para intérprete y, desde entonces, no hemos tenido problemas comunicacionales. Ahora nos estamos capacitando en la parte física y práctica”.
“Al principio teníamos miedo”
Jassan Jamil Rocha
“Al principio teníamos miedo de entrar a la institución, porque es un contexto nuevo. El primer bimestre teníamos bajas notas en algunas unidades de formación, pero no nos afectó y seguimos adelante aprendiendo para seguir capacitándonos. Mis compañeros nos ayudan mucho; siempre estamos compartiendo con ellos dentro y fuera del aula”.
“Hay cooperación mutua”
Emmerzon Clider Condori
“Antes de empezar no teníamos intérprete y estábamos aburridos, pero no hubo problemas de comunicación con nuestros compañeros; ellos nos aceptaron utilizando señas naturales para comunicarnos. Los profesores nos apoyan mucho, realizaron adaptaciones curriculares y presentan variado material visual. Hay cooperación mutua entre nuestros compañeros oyentes, los docentes y nosotros, los no oyentes”.
“Seré profesora de Educación Física”
Katherine Arancibia
“Después de salir bachiller entré a un instituto donde aprendí costura de ropa deportiva; luego empecé a trabajar en dos lugares, en un hotel haciendo limpieza y costurando ropa deportiva. Pero tenía muchos deseos de ser profesional y se me dio la oportunidad de ingresar a la Escuela Superior de Maestros. Ahora me estoy capacitando para enseñar a niños sordos, seré profesora de Educación Física. Algunas materias son complicadas, pero me esforzaré”.