Catorce años aislados
Una impresionante historia de película
El temor a la inseguridad en las calles, la violencia y otros males que asechan en las grandes urbes influyeron para que un padre aislara del mundo a sus siete hijos, ¡durante 14 años!, en un departamento de Nueva York.
La historia de los hermanos Angulo salió a la luz con un documental que se estrenó a principios de este año: “The Wolfpack”, o “Manada de Lobos”, en español, dirigido por la estadounidense Crystal Mosselle.
Machu Picchu, el inicio
Los hermanos Angulo son hijos de Oscar, guía de turistas (peruano), y la hippy Susanne (estadounidense); ambos se conocieron en Machu Picchu.
De los siete hermanos, seis son varones: Bhagavan, Mukunda, Krsna, Jagadisa, Govinda y Narayana (los últimos, gemelos). La hermana mayor, Visnu, sufre un trastorno genético que afectó su desarrollo. Sus edades oscilan entre los 16 y 24 años.
Cuando los hermanos eran pequeños, Oscar seguía el krishnaísmo (de la secta Hare Krishna) y debido a esa influencia bautizó a sus hijos con nombres sánscritos. La pareja vivía en el Lower East Side de Mahattan, Nueva York, en un edificio de viviendas sociales.
Vidas incomunicadas
Los pequeños nunca asistieron al colegio: su madre los educó en casa. El padre (que tenía la única llave de la puerta del departamento) rara vez permitió que los varones salieran solos; la hermana y la madre jamás lo hicieron.
Con el tiempo, para distraerse, los hermanos centraron su interés en el cine, disfrutando de la colección de videos de su padre una y otra vez, memorizando los diálogos y recreando los personajes de sus cintas favoritas.
“Era como una ventana hacia el mundo”, dijo Mukundo Angulo a la BBC. “Pero siempre estuvimos conscientes de la diferencia entre la realidad y la ficción”.
Según él, “la intención de nuestro padre era protegernos de los peligros y el crimen que veía en el mundo exterior, por eso nunca nos alentaron a comunicarnos con la sociedad”.
Oscar nunca trabajó “por razones filosóficas”. Pensaba que el mundo era potencialmente inseguro y prefería que su familia permaneciera aislada dentro de su hogar. El único ingreso que recibía la familia era la compensación que la ciudad de Nueva York le daba a Susanne por educar a los niños en su casa.
La libertad
Tal como le contó a la BBC Crystal Moselle, la directora de The Wolfpack, llegó un momento en que los jóvenes se rebelaron y decidieron salir de su encierro. En una de las primeras excursiones que hicieron solos al exterior conocieron fortuitamente a Moselle.
“Fue pura casualidad”, dijo la cineasta. “Un día estaba caminando en Manhattan cuando un niño pasó por mi lado corriendo entre la multitud; tras él corría otro y después otro, y otro, y otro…
Me dejé llevar por el instinto y corrí tras ellos”.
Desde que Moselle se acercó a conocerlos, durante los siguientes cuatro años se convirtieron en el tema de su película.
Todo por su madre
Lo que más llamó la atención a la cineasta fue lo equilibrados, inteligentes y bien educados que eran estos niños. Ellos le aseguraron que todo se lo debían a su madre.
“El día que los conocí, Govinda me preguntó: ‘¿a qué te dedicas?’. Le respondí que era cineasta y me dijo muy serio: '¡Uy!, a nosotros nos interesa entrar en la industria del cine'”.
Según Moselle, los hermanos crecieron con una determinación en su vida. Así que, cuando salieron al mundo, sabían exactamente lo que querían hacer.