Corrida de toros y riña de gallos, entre la tradición y el maltrato

En el caso de los toros, además de la captura y el traslado, sufren cada vez que los obligan a ingresar en el ruedo lleno de gente, ruido y música, porque no están acostumbrados a ese medio.

Un hombre vestido de Yampara capeando a la bestia durante la corrida de toros del Distrito 5 de Sucre. Un hombre vestido de Yampara capeando a la bestia durante la corrida de toros del Distrito 5 de Sucre.

Evelyn Campos López
Ecos / 25/10/2015 00:15

En el caso de los toros, además de la captura y el traslado, sufren cada vez que los obligan a ingresar en el ruedo lleno de gente, ruido y música, porque no están acostumbrados a ese medio. El veterinario Douglas Romay advierte que la impresión del animal puede incluso llevarle a sufrir un paro cardiaco.

Si hay una costumbre que genera polémica en el mundo, esa, es la corrida de toros. Algo similar ocurre con la riña de gallos. En Bolivia, los aficionados a estas actividades se aferran a la tradición en determinados lugares para continuar desarrollándolas de forma clandestina, a pesar de la vigencia de la Ley Nº 700 para la Defensa de los Animales contra Actos de Crueldad y Maltrato, que prohíbe estas prácticas.

Esa ley tiene por objeto establecer el marco normativo específico para la defensa de las especies contra actos de violencia, crueldad y maltrato cometidos por personas naturales o jurídicas.

La quinta versión de la corrida de toros organizada por la Subalcaldía del Distrito 5 de Sucre y el Sindicato de Vendedores del Mercado San Antonio reactivó el debate, en el que, como en todos, hay gente a favor y otra en contra.

Las partes encontradas
¿Tradición cultural?, ¿tortura animal? Son las preguntas que surgen naturalmente. Mientras se escuchan voces que cuestionan el carácter violento de la corrida de toros, otros la revalorizan por su dimensión histórica y cultural. Los primeros arguyen que todos los animales tienen derecho a vivir en paz, sin ser sometidos a actos de violencia y menos a que se lucre con su sufrimiento.

“En el caso de las corridas de toros que se practican en el Distrito 5 de Sucre, el objetivo es sacar una frazada que está en el lomo del animal; si bien no lo matan, recibe golpes, se estresa demasiado y luego de la corrida se lo llevan al matadero para faenarlo”, explica la defensora de animales Ximena Pinto.

Esta costumbre está prohibida por la Ley Nº 700 y algunas autoridades, en vez de condenarlas, las fomentan, señala ella.

Según Ricardo Rivera, activista defensor de los animales en Sucre, estas corridas implican un sufrimiento innecesario para los toros.
“Cuando vi la propaganda quise contactarme con los encargados y solo recibí respuestas retrógradas, poco éticas para funcionarios públicos, hasta el punto que me colgaron el teléfono indicando que ‘solo es una corrida de toros’”. Rivera defiende su posición citando varios artículos de la mencionada ley. En vez de esto, dice él, se puede organizar actividades de mayor impacto y utilidad para honrar a la Virgen de Guadalupe.

Según el veterinario Douglas Romay, el estrés es una forma de maltrato animal. Este profesional explica que cualquier especie se estresa cuando la sacan de su hábitat y la trasladan a otro lugar. Así, en el caso de los toros, además de la captura y el traslado, sufren cada vez que los obligan a ingresar en el ruedo lleno de gente, ruido y música, porque no están acostumbrados a ese medio. Romay advierte que la impresión del animal puede incluso llevarle a sufrir un paro cardiaco, tomando en cuenta que en su hábitat natural es muy sedentario. Además, puede lastimarse con una rotura de tendones o con desgarres cuando trata de embestir a los capeadores.

Debido al éxito de la corrida de toros 2015, la Subalcaldía del Distrito 5 se comprometió a habilitar un espacio más amplio para dar comodidad a los espectadores el próximo año.

En este tema, el relacionador público de la Subalcaldía y organizador de la corrida del mercado San Antonio, José Betancourt, asegura que en esta actividad no hay ninguna forma de maltrato a los bovinos.

“Solo es un juego entre el hombre y un toro bravo, lo hacemos con el ánimo de que la gente se divierta con una mentalidad sana. No se los azota, garrotea o clava con algo, como se acostumbra en otros países. Nosotros actuamos conociendo la Ley 700, que se debería clasificar mejor para este tipo de actividades”, defiende Betancourt.

La corrida de toros es una tradición arraigada en distintas partes del país. En Chuquisaca se sigue practicando de forma clandestina en Yotala, Yamparáez, Tarabuco, Zudáñez y Azurduy. Lo mismo pasa con la riña o pelea de gallos, otra tradición que data de siglos y se desarrolla a conocimiento de las autoridades en capitales, ciudades intermedias y en pueblos menores.

No pocos habitantes de Monteagudo, Muyupampa, Huacareta y Huacaya, en el chaco chuquisaqueño, sienten orgullo por participar en las riñas de gallos, que son consideradas un deporte y generan a veces fuertes ganancias económicas debido a las apuestas.

“A los criadores, los gallos solo les importan mientras les generan ganancias. Un gallo que gana y sobrevive a una pelea tendrá que enfrentar más riñas después que hayan sanado sus heridas, y su destino es morir en el corro. Los que logran salir vivos de una pelea, quedan dañados de por vida debido a las heridas que recibieron”, opina Romay.

Reconocidos galleros del país ya adelantaron que no dejarán de organizar este tipo de peleas de animales, a pesar de lo que dicta la Ley 700.
Casi todas las tradiciones que se practican en Bolivia son exportadas, especialmente, de España. Muy pocas son ancestrales, propias de este lado del mundo.

El organizador de la corrida del mercado San Antonio, José Betancourt, asegura que no hay ninguna forma de maltrato a los bovinos. “Solo es un juego entre el hombre y un toro bravo, lo hacemos con el ánimo de que la gente se divierta con una mentalidad sana. No se los azota, garrotea o clava con algo, como se acostumbra en otros países”.

Postura de los defensores de animales

- Los funcionarios ignoran en un cien por ciento lo que la Ley 700 de Protección Animal, establece en el artículo 5, párrafo 1, inciso a): “Evitar causarles o permitir sufrimiento innecesario a los animales”.
- Otro de los artículos de la ley dice que se debe educar a las nuevas generaciones en el respeto de los animales, así como promover la defensa de estos. Pero tal disposición es vulnerada al permitirse las corridas de toros, que generan morbo en la sociedad.
- Es preocupante que se destinen recursos económicos del Estado para fomentar este tipo de actos, que no pueden ser considerados como cultura.
- Esos fondos podrían ser aprovechados de mejor manera invirtiendo más en educación e infraestructura, que mucha falta hace en los distritos municipales.
- La corrida de toros, la riña de gallos, la pelea de perros y otras actividades salvajes implican sufrimiento en los animales. No pueden ser fomentadas sino más bien detenidas por las autoridades. No es cultura, es tortura.

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