Juicios medievales para animales
La justicia enjuiciaba al animal; se consideraba que, por tener alma, las bestias no podían pasar desapercibidas. Si el procesado en cuestión era visto como culpable, sencillamente lo sacrificaban.
La justicia enjuiciaba al animal; se consideraba que, por tener alma, las bestias no podían pasar desapercibidas. Si el procesado en cuestión era visto como culpable, sencillamente lo sacrificaban.
¡Cómo cambiaron los tiempos! Mientras en la actualidad las leyes de muchos países buscan proteger a los animales de los agresores inhumanos, en la Europa de la Edad Media… ¡se enjuiciaba a las bestias por cometer crímenes contra los humanos!
Hay varios casos documentados.
En esa época de la historia del mundo, la gente no vivía muy alejada de la naturaleza: una casa se compartía con caballos, vacas, marranos, además de los perros, gatos, ratas y ratones… con lo que se puede deducir el por qué del contagio de la peste bubónica.
Accidente y juicio
Una casa se dividía en dos plantas: en la de arriba se dormía y en la de abajo estaban los animales domésticos. En tales condiciones, eran inevitables los accidentes y ocurría con frecuencia que un animal matara a una persona, usualmente niños.
Entonces, la justicia enjuiciaba al animal; se consideraba que, por tener alma, las bestias no podían pasar desapercibidas. Si el procesado en cuestión era visto como culpable, sencillamente lo sacrificaban, de acuerdo con información contenida en la página web: misterios.com.
Algunos casos
Uno de los casos documentados ocurrió en 1404, en la región francesa de Borgoña, donde tres cerdos despedazaron a un bebé y lo devoraron. Los dueños de los animales los llevaron al tribunal y lograron una sentencia a muerte: los tres chanchos fueron ahorcados en la plaza pública.
Otro hecho curioso fue el de un caballo que mató a su dueño. Resulta que el abogado del animal consiguió su libertad argumentando que el muerto estaba muy ebrio. Sin embargo, los familiares del fallecido tomaron justicia con sus manos y fueron llevados a los tribunales por desacatar la ley.
En la provincia de Alsacia, al norte de Francia, una jauría fue sacrificada por herejía, pues consideraron que eran brujas que se escabullían transformadas en canes. Llevaron a los perros a un juicio y luego a la hoguera, para el correspondiente bautizo con fuego.
¡Descomulgadas!
Pero los procesos no se reducían al juzgamiento de cuadrúpedos que mataban personas; también fueron víctimas de esta curiosa práctica de la justicia: las plagas de termitas, hormigas y langostas. Como no podían matarlas a todas, las decretaban “malditas” y, finalmente, las descomulgaban.
En 1492, con el surgimiento del Renacimiento, todo comenzó a tener un valor más “científico” y, la Iglesia Católica también hizo grandes reformas. Por ejemplo, se dejó de considerar que los animales tenían alma y se eliminaron los juicios de animales. Pasaron a sacrificarlos directamente.
Así fue que, luego de que se dejara de creer que los animales tenían alma, las leyes y la justicia se hicieron pertinentes solo para hombres y mujeres.
Y con el tiempo, los animales pasaron a un segundo plano.