Antigüedades en vías de extinción
Hubo una época en la que la venta de pianos era tal que un hombre se volvió especialista en el embalaje de este instrumento musical.
Hubo una época en la que la venta de pianos era tal que un hombre se volvió especialista en el embalaje de este instrumento musical. En cierto periodo llegó a embalar 120 pianos de cola, que lastimosamente salieron de Sucre.
El negocio de las antigüedades está en vía de extinción, según varios expertos consultados por ECOS. La razón sería la paulatina desaparición de los objetos antiguos, tradicionalmente cotizados por coleccionistas y por gente de buen gusto y cultura por el verdadero arte.
Aseguran que en los anticuarios de Bolivia casi no quedan antigüedades para la venta: la mayor parte salió al exterior. Esta realidad está llevando a que mucha gente imite esos valiosos objetos. Ahora, por un lado, existen artesanos que elaboran réplicas de piezas antiguas y, por el otro, algunos apasionados que todavía se dedican a coleccionar antigüedades y a tasar su valor.
Una antigüedad es…
Se define como antigüedad a una pieza que tiene 100 años o más, por lo que las de menos tiempo no pueden ser consideradas como tales.
Según el experto en este tema, Iván Gutiérrez, las antigüedades se clasifican en: finas (objetos decorativos trabajados con materiales nobles) y los objetos de uso cotidiano (ollas, planchas, baúles y otros) que no tienen el mismo valor de una antigüedad fina. Los coleccionistas especializados solo trabajan con el grupo de antigüedades finas.
Paulatina desaparición
En Sucre hasta hace unos diez años había siete anticuarios: hoy solo quedan dos. El mercado de antigüedades se redujo porque las ventas no justificaban el valor del alquiler de los locales. “Si no había venta se procedía a rebajar los precios o a rematar los objetos porque el alquiler no esperaba”, comenta el experto tasador de antigüedades Iván Gutiérrez Achá.
En Potosí, tradicional fuente de venta de antigüedades, especialmente de platería, también se acaban estos objetos. Ahora los anticuarios —como también se les llama a las personas que se dedican a comerciar antigüedades— viajan a las provincias y centros mineros donde hay personas que ofrecen variados objetos y platería, informa el comprador de esta clase de productos, Fernando Romero.
Permaneciendo en familia
Gutiérrez desde hace algunos años se dedica al avalúo de antigüedades, gracias a los conocimientos adquiridos de su padre, que a su vez fue capacitado por el suyo.
Cuenta a ECOS que solía acompañar a su progenitor a las casas de algunas personas que recibieron herencias para tasarlas porque desconocían su valor. “La gente ahora me busca para hacer ese tipo de avalúos. Estoy actualizado en precios por los continuos viajes que hago; a donde voy siempre visito los anticuarios y asisto a algunos coloquios sobre antigüedades. Además, siempre estoy compartiendo con gente que tiene conocimientos sobre este tema y periódicamente recibo bibliografía sobre porcelanas, pinturas, platería, etc. Lo que no logré aprender de mi padre, quien era un experto, es la tasación de joyas antiguas”, se sincera.
Este joven tasador dice que optó por una especialidad amplia y general de conocimientos ya que, en Sucre, la gente de pronto le pide que avalúe un santo, un mueble, vajilla, un sombrero de copa o una araña de luces.
“Yo hago mi trabajo con mucho cariño y siempre recomiendo a la gente que cuando tengan que vender piezas traten de que permanezcan con algún miembro de su familia que desee comprar la pieza, en Sucre o por lo menos en Bolivia, porque una pieza antigua no solo tiene un valor económico, también involucra la historia familiar. Pero ellos son los que tienen la última palabra”, sostiene.
Los gustos cambian igual que la moda. Evoluciona la mentalidad, la gente se vuelve más liberal y son pocas las que conservan un gusto clásico, como el caso de Gutiérrez.
En la actualidad, en Bolivia el minimalismo ingresó con fuerza y también está de moda el estilo vintage, que trata de mezclar antigüedades no valiosas —como baúles, arcones, planchas, ollas de cobre y otros— con objetos modernos.
Sacándolas de Sucre
Según Gutiérrez, Sucre fue un mercado por demás interesante para la venta de antigüedades, considerando su pasado de una ciudad con poder económico, sede de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, capital constitucional de Bolivia, residencia de grandes potentados mineros como Aniceto Arce, Gregorio Pacheco y los príncipes de La Glorieta. “Por eso las construcciones más bellas se encuentran en la Ciudad Blanca, sin desmerecer a otras ciudades como La Paz y Cochabamba”, agrega.
En varias oportunidades, el país se vio golpeado por crisis económicas, situación que también afectó a familias pudientes de Sucre, que por necesidad se vieron forzadas a vender sus objetos de valor después de vivir años de opulencia. Empero, las ventas se hacían en secreto, a personas de otros lugares, para que las piezas salieran de Sucre y así evitar que la sociedad, que era muy fustigadora, se enterase de su necesidad.
Los apetecidos pianos
Hubo una temporada en que los pianos fueron los objetos más solicitados. Gutiérrez dice que muchos hogares de clase baja, media y alta de Sucre tenían uno en casa, porque era la única distracción para las familias; y había “para todos los bolsillos”.
Los pianos más económicos eran los “directos”, mientras que la clase media podía acceder a los “verticales”, algunos con incrustaciones de nácar o de bronce. Seguían los pianos de media cola y cola completa, que eran —y aún lo son— muy costosos.
“Ahora una distracción en el hogar es el televisor, que se vende en diferentes tamaños, modelos y con diferentes propiedades. Décadas atrás, así eran los pianos”, compara el experto en antigüedades.
La venta de pianos era tal que un hombres se volvió especialista en el embalaje de este instrumento musical. Sus servicios estaban bien cotizados y en cierto periodo llegó a embalar 120 pianos de cola, que lastimosamente salieron de Sucre.
Los judíos y las antigüedades
Según Gutiérrez, los judíos eran los que más llegaban a esta ciudad para la compra de antigüedades. Y a veces no podían lograr meter al tren todas las piezas y entonces empezaban a revender en la misma estación, donde se apostaban algunos coleccionistas sucrenses.
Años después, cuando las autoridades nacionales comenzaron a celebrar en Sucre la fiesta del 6 de Agosto, en conmemoración de la independencia de Bolivia, llegaba el cuerpo diplomático de diferentes países que se llevaba valiosas piezas antiguas sin escatimar esfuerzos económicos. “Fueron buenos tiempos, pero la situación cambió mucho ahora”, comentan propietarios de anticuarios que cerraron sus negocios.
Anticuario de Javier Pari
De acuerdo con Javier Pari, el negocio de las antigüedades se está perdiendo porque ya no se puede conseguir objetos antiguos.
En su tienda tiene una variedad de piezas antiguas y las que más se venden son las arañas (lámparas), monedas, muebles y estatuas; algunas son restauradas y otras están en buenas condiciones. “A veces no se vende nada un buen tiempo, pero otras la tienda se queda casi vacía”.
Tiene clientes que llegan periódicamente de La Paz, Cochabamba y Tarija, aunque de vez en cuando llegan compradores de Estados Unidos y Brasil. “Son turistas que ven algo que les gusta y compran sin regatear como los bolivianos”, dice.
En este tipo de negocios pueden pasar varios meses sin una sola venta, así como con una sola venta compensar todo el tiempo que no se comercializó nada. Por ejemplo, en una oportunidad, Pari vendió una vitrina en 2.800 dólares.
La tienda de Javier Pari tiene cuatro años, pero se dedica a la venta de antigüedades desde hace 16. La dueña de un hostal antiguo le enseñó todo sobre las cosas antiguas y él, como tenía una carpintería que heredó de su padre, dejó sus estudios para dedicarse a la restauración.
Desde hace diez años trabaja con un tallador, dos carpinteros y un ayudante. Su tienda está ubicada en la calle Junín 919 y puede ser contactado en el celular 65280715.
Arte Colonial San Isidro
Cochabamba es la ciudad con más anticuarios de Bolivia. Allá hay unas 15 tiendas, entre las más conocidas Arte Colonial San Isidro, de Inés Téllez, que hace 35 años empezó con el negocio junto a su madre, Rosa Camacho (fallecida), que gustaba de las antigüedades.
Según Téllez, Cochabamba es un mercado interesante y la mayoría de sus clientes son locales. Unos le compran piezas antiguas, para decorar sus viviendas y haciendas, mientras que otros son decoradores de interiores. Hay quienes llevan objetos a su tienda y quienes llaman a Inés para que ella vaya a sus casas.
Ofrece piezas de estilo colonial, muebles europeos, planchas, esquineros, espejos, porcelana, cristalería, llaves, chapas, espejos, platería, réplicas de pinturas y de puertas, entre otros objetos. Incluso tiene piezas de la vajilla de los príncipes de La Glorieta. Ella vendió una vez un espejo biselado en $us 2.500 (en el exterior puede llegar a costar hasta $us 15.000).
Sin embargo, sostiene que la tendencia es que estos negocios desaparezcan porque las antigüedades se están terminando, por eso ahora se dedica a elaborar réplicas. Su tienda se encuentra en la calle España 226, entre Ecuador y Colombia.
Educación
El chuquisaqueño Iván Gutiérrez finaliza comentando que un pueblo debe tener un grado de educación, porque esta es la clave para el desarrollo de un país, además de que esto implica tener un grado de cultura.
“Entonces, no podemos pensar que el arte es banal, que no sirve o que es un lujo. El arte puede templar los nervios, deleitar la vista, serenar el alma, los artistas tratan de expresar algo a través de sus obras de arte, que pueden causar muchos sentimientos en una persona”, sentencia el especialista, a quien se lo puede llamar para realizar tasaciones al celular 72898851.
Él recomienda que en toda familia se inculque por lo menos en uno de los hijos el gusto, el cariño y el respeto por las piezas valiosas que poseen. De esa manera, seguramente las conservarán para las futuras generaciones.
El valor de las antigüedades
- Iván Gutiérrez, como experto en la tasación de antigüedades, dice que mucha gente desconoce el valor de lo que tiene.
- Una pieza rota pierde automáticamente el 50% de su valor. Y si le falta un fragmento, pierde entre el 70 y el 80 por ciento, porque no siempre puede ser restaurada.
- Para saber si una pieza es original o no se debe observar la marca. Los sellos o monogramas determinan el año de fabricación y procedencia y los muebles más finos siempre tienen códigos.
- Si se golpea suavemente un cristal y, debido a su alto contenido de plomo, suena como una campanilla, se comprueba su finura.
- El valor de una pieza antigua varía de acuerdo a su lugar geográfico. Es diferente en Sucre o en Bolivia, en Brasil, Estados Unidos o en Francia. En cualquiera de estos lugares puede ser más o menos costoso.
- También hay gente que se molesta por la tasación del experto, pues creía tener en su poder una pieza fina y muy costosa cuando la realidad era otra.
- En algunos países de Europa y Estados Unidos cada año se publican catálogos de antigüedades con precios actualizados.
- Existen catálogos generales y otros especializados, por ejemplo, en muebles, en muñecas, en cristalería, en monedas, en joyas, etc.
Fuente: Iván Gutiérrez,experto en antigüedades
De originales y de réplicas…
- En Bolivia, Cochabamba es la ciudad con más anticuarios. Gente de todo el país lleva a esa ciudad bellas piezas para venderlas.
- Los departamentos que más proveen de antigüedades son La Paz y Sucre.
- En Santa Cruz casi no se puede tener este tipo de negocios y piezas antiguas porque, debido a su clima cálido y húmedo, los objetos se humedecen, enmohecen y ennegrecen.
- También hay réplicas. La gente que no conoce y quiere coleccionar puede ser fácilmente engañada si el vendedor no es honesto.
- Reconocer una pieza original de una réplica es muy difícil, solo un experto puede distinguirlas a simple vista porque las técnicas de falsificación están avanzadas.
- Por ejemplo, hasta hace poco se podía constatar que una pintura era original observando la parte posterior de la misma, pero resulta que ahora están utilizando los tumbados viejos de las casas. La tela es antigua pero la pintura moderna. Uno puede caer en el engaño, por eso es importante acudir a un experto de confianza.
- En Bolivia no vale la pena ilusionarse con el precio de venta de una antigüedad, aunque esta haya sido muy valorada por la familia, pues el mercado en nuestro país es bastante pobre. Si un objeto valiera mucho, no habría quién lo compre.
- En América, uno de los mejores mercados es Argentina, un país que tiene muy buenos anticuarios. En Europa, Barcelona (España).
Fuente: Iván Gutiérrez, experto en antigüedades
El experto Iván Gutiérrez recomienda que en toda familia se inculque por lo menos en uno de los hijos el gusto, el cariño y el respeto por las piezas valiosas que poseen. De esa manera, seguramente las conservarán para las futuras generaciones.