Antonio Auza Paravicini, prolífico compositor sucrense
El maestro Antonio Auza Paravicini, autor de la famosa cueca de salón “Colegio Azul”, dedicada al actual Colegio Nacional Junín que el sábado 6 de agosto cumplirá 190 años
El maestro Antonio Auza Paravicini, autor de la famosa cueca de salón “Colegio Azul”, dedicada al actual Colegio Nacional Junín que el sábado 6 de agosto cumplirá 190 años, es uno de los más brillantes compositores y directores que ha conocido nuestro medio. Su amplia trayectoria le ha hecho merecedor de numerosos homenajes, destacando, sobre todo, su inclinación por la composición de música popular chuquisaqueña.
Con la ayuda de la memoria de su hermano, Lucas Auza, de 91 años de edad, su sobrino Pablo Auza Carmona redactó una biografía de Antonio Auza que, conmemorando el 35 aniversario de su fallecimiento, ECOS resume a continuación:
“Hablar de este conocido compositor se nos hace fácil. ¿Quién no recuerda al autor del conocido y lamentablemente relegado ‘Canto a la Juventud Boliviana’, que era entonado por todos los estudiantes de nuestra ciudad? ¿O sus cuecas, bailecitos, kaluyos, huayños y todo tipo de música que supo crear?
Nació el 13 de junio de 1915 en Sucre y a los 17 años partió a la Guerra del Chaco, donde, siendo parte del Destacamento 220, combatió en primera línea incorporado al Regimiento Chorolque 33 de Infantería. Ascendió a cabo el 7 de febrero de 1935 y recibió la condecoración de la Medalla de Guerra con la Orden de Ejercito Nº 7-63 en 1963. Falleció el 19 de marzo de 1981.
Estuvo íntimamente vinculado a los colores atigrados del club Junín y fue dirigente de la Asociación de Fútbol Sucre.
Obras prolíficas
Inició su producción en Cochabamba, en el Colegio Sucre, alrededor de los años 40 cuando compuso el “Canto a la Juventud Boliviana”, que le valió el primer premio, consistente en una medalla de oro, en un concurso para compositores nacionales.
Por entonces había una fuerte pugna entre los colegios Nacional Bolívar y Sucre, de Cochabamba. Antonio Auza fue profesor del Colegio Sucre y tenía por colega a Oscar Únzaga de la Vega, que era profesor de Ciencias Naturales. En el Bolívar había un canchón de uso común con el Sucre, y en el primero tenía unos amigos de apellido Anaya que estaban formando el PIR mientras en el segundo se gestaba la Falange Socialista Boliviana. Se armaban verdaderas trifulcas que obligaban a la intervención policial. El 'Canto de la Juventud Boliviana' lo escribió al impulso de esos hechos.
Por encargo de sus amigos rotarios, escribió el himno a “Doña Juana Azurduy de Padilla”, cuya letra le corresponde a Joaquín Gantier. Compuso 'Oración a Bolívar', partitura entregada en ocasión de la visita a Sucre de Carlos Andrés Pérez, expresidente de Venezuela.
Y, entre otras muy valiosas, 'Bolivia', cueca del sesquicentenario de la fundación del país, que la entonces primera dama, Yolanda Prada de Banzer, deseaba que fuese de autor chuquisaqueño. Aparte, compuso obras para el repertorio escolar: rondas, canciones, coros e himnos, además de huayños, kaluyos, cuecas, bailecitos, carnavalitos, taquiraris, del periodo romántico y de proyección folclórica. Para la cueca al Junín se inspiró en la monografía del profesor Bernabé Ledezma.
En 'Melodías Bolivianas', texto oficial de enseñanza de la Música mediante Resolución Ministerial Nº 2711, figuran varios himnos de diferentes centros educativos de Sucre. Lamentablemente, existe un solo disco con sus composiciones interpretadas al piano por él, acompañado del charango de Gerardo Pareja; lleva por título 'Creaciones de Antonio Auza' y en él se encuentran piezas sobradamente conocidas y difundidas en el país, como las cuecas al 'Colegio Azul' (actual Junín), 'Tus ojos', 'Ensueño', etc.
Muchas de sus creaciones resultaron de la inspiración por los hermosos atardeceres que este notable músico contemplaba en Pitantorilla, finca cercana a Sucre, a la que solía ir de vacaciones todos los años juntamente con sus amigos Luis Carranza Siles y Carlos Loayza A. En ese grato lugar componían y disfrutaban del arte. El profesor Carranza ponía las letras a los sones de Auza, y Loayza las cantaba.
El maestro
Su trabajo en los colegios secundarios del Sucre, en Cochabamba, y del Junín en Sucre, le dio la oportunidad de realizarse como maestro en toda la extensión de la palabra. Luego pasó a la Escuela Nacional de Maestros, donde fue Director del Coro, labor que no le era extraña porque desde 1940 formó y dirigió conjuntos corales hasta encabezar la Sociedad Coral 'Sucre', que actualmente lleva su nombre.
A pesar de sus múltiples actividades, tanto de carácter deportivo como social, dedicó lo mejor de su vida a la música —como autor de obras inmortales y como director de coros— y a la enseñanza —como formador de generaciones de jóvenes.
El dramaturgo, educador y filósofo sucrense Carranza Siles lo describió así: ‘…Antonio Auza Paravicini, profesor de la Escuela Nacional de Maestros y aventajado Director de su Coro Polifónico, hoy nos transporta, con talento metodológico, desde las simples notas señoriales y melancólicas del bailecito, hasta el complejo conjunto de ironía, humor y picardía del pasacalle o el huayño… es intérprete y cultor de nuestra música, y ha tomado de ella su sencillez y la interrogante de su trasfondo espiritual’.
Sus estudios
Sus estudios en la música se remontan a la niñez. En la Catedral Metropolitana aprendió de un maestro de capilla, Natalio Carrasco, quien reunía a los niños con buena voz y les enseñaba lectura musical. Estudió con Francisco Cuéllar, un maestro de categoría. Y en el seminario había un padre de apellido Vega, un tenor formidable que decía de él: ‘este niño tiene una hermosa voz de tiple’. Le daba clases de técnica vocal y, para el centenario de Mariano Serrano, cantó una parte del 'Miserere' de Verdi en el Palacio Legislativo.
Continuó sus estudios por su propia cuenta. Formó un conjunto al tiempo que lo dejaba todo para ir a la Guerra del Chaco.
Al retornar, ingresó a la Escuela Normal de Maestros, donde se tituló de Maestro Normalista de Música y Canto en 1940.
Hizo un curso de postgrado en Sucre con el maestro Erick Asner y Mario Estenssoro. Se tituló de profesor del idioma Inglés en San Francisco Xavier de Chuquisaca en 1951.
Funciones públicas
Desempeñó numerosas funciones públicas en el ámbito local, nacional e internacional. Además de haber fundado y dirigido coros en colegios de Cochabamba y Sucre; de haber sido profesor universitario y de la Escuela Nacional de Maestros; de haber participado en el mejoramiento de la educación musical con la elaboración de planes y programas en 1943 para unificar la enseñanza de la música en Sucre, fue Primer Vicepresidente de la Sociedad Coral de Profesores de América fundada en Antofagasta (Chile), Director de la Mesa Redonda para Directores de Coros Latinoamericanos, y Coordinador Artístico del Rotary Internacional para Bolivia.
La primera organización coral que sentó reales en el arte vocal docente-estudiantil nació en 1936, en la sección Musical de la Escuela Normal de Sucre, siendo sus primeros conductores Mario Estenssoro y Esther Deuer. Los directores que se sucedieron fueron: Erich Eisner, Emilio Hochman (maestro vienés y de gran talento musical) y Antonio Auza, quien llevó esta expresión a un nivel muy alto por el juego adecuado de las voces cantoras en obras polifónicas y nacionales.
Los premios
Toda su trayectoria le hizo acreedor de meritorios premios, entre ellos un Escudo de Oro de la Alcaldía de La Paz por la magnífica actuación del Coro Polifónico de la Escuela Nacional de Maestros en el Teatro Municipal (1965). Ese mismo año recibió el gran premio Loyola y, en 1969, la Alegoría Coral en Bronce, estatua al Mejor Director de Coros del Festival internacional de Coros desarrollado en Antofagasta.
En las postrimerías de su vida fue distinguido con ‘La Gran Orden Boliviana de la Educación en el Grado de Comendador’, del Gobierno nacional, que le impuso la directora Distrital de Educación de Chuquisaca, Felicidad Palacios de Guzmán, en el Teatro Mariscal Sucre (1980).