Álvaro Monrroy: “La música debe ser de exportación y no de importación”
Whascar Álvaro Monrroy Rodríguez, actual director de la Orquesta y de la Banda Sinfónica Universitaria, es un joven artista amante de la buena música y un apasionado de su trabajo.
Whascar Álvaro Monrroy Rodríguez, actual director de la Orquesta y de la Banda Sinfónica Universitaria, es un joven artista amante de la buena música y un apasionado de su trabajo. Él considera que a Sucre le faltan instituciones de formación superior en Música y proyectos culturales a largo plazo para que realmente sea una ciudad cultural, con música de exportación y no de importación.
Con 33 años de edad, dice tener la suerte de contar con un trabajo estable en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, siendo director de su orquesta desde hace siete años.
En su criterio, Sucre de por sí tiene una mística y un ambiente cultural, pero afronta el problema de la falta de institutos de formación musical a nivel superior así como de un enfoque de desarrollo. Sostiene que esta ciudad debería tener proyectos culturales a largo plazo. “Se debe inculcar en los niños el trabajo artístico y tener una oferta a largo plazo; si no se tiene eso, Sucre es una máscara superficial de eventos culturales”, opina contundentemente.
Con la realidad actual, a Álvaro Monrroy le cuesta conseguir músicos para la Orquesta Universitaria: dice que son contados y destacan por un esfuerzo personal, porque tomaron clases particulares, no porque sean el producto del esfuerzo de las instituciones del Estado.
Aun así, cree que hay mucho talento en Sucre y que esto se demuestra con gente no formada en institutos que sobresale en poco tiempo en eventos organizados, especialmente, a nivel local. “De eso se admiran algunos músicos extranjeros y se preguntan cómo se logra”, complementa.
Sin embargo, al comparar la calidad musical de los extranjeros respecto a los locales, la diferencia es grande debido a la falta apoyo. “En todas partes hay buenos presupuestos para la cultura, pero aquí siempre se tiene que justificar las actuaciones, económica y monetariamente; en otros lugares no es así”, reclama Monrroy. Por ejemplo, cuenta que hay países donde los bancos incluso están obligados a conceder préstamos para la compra de instrumentos musicales cuando un artista lo necesita.
Una buena opción para cambiar esta historia en Bolivia podría pasar por el apoyo de empresas grandes en el marco de su responsabilidad social, pero, según Monrroy, esto debería implicar proyectos culturales a largo plazo. Además, recuerda que son pocas las empresas que enfocan su interés y destinan recursos económicos al área de la cultura; si lo hacen, es con actividades inmediatas o a corto plazo y los artistas no presentan un buen proyecto. “Los artistas y las empresas deberían ponerle más voluntad, ambos lados están cojeando en Sucre”, señala él.
¿Quién es Álvaro Monroy?
Álvaro Monrroy, chuquisaqueño de nacimiento, se dedica a la música desde su época de colegial. Ahora que es director de la Orquesta Universitaria, elaboró proyectos de investigación y desarrollo musical en Sucre. Su padre, Carlos Monrroy, es director de teatro y su madre, Mary Rodríguez, fotógrafa.
Recuerda que en su casa había mucho gusto por la música. Sus padres tenían una buena colección de discos de vinilo en los géneros de rock, jazz y música clásica. Dice que desde que tiene uso de memoria escuchaba esa variedad de música.
A de los 10 años cuando empezó a participar en las estudiantinas e integró el grupo de rock “Asalto”, compuesto por cuatro músicos; él tocaba la guitarra eléctrica. Después estudió guitara clásica en la Escuela de Música “Simeón Roncal”, durante cinco años, donde fueron sus maestros Rubén Guzmán, Marcos Mostajo y Javier Loayza, entre otros.
Posteriormente estudió violonchelo en el Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad Pedagógica “Mariscal Sucre”, donde fue parte de Pro Helvetia de Suiza; maestros suizos formaron a estudiantes en diferentes especialidades gracias a las gestiones del profesor Roberto Williams para que el proyecto llegase a Sucre y beneficiara a jóvenes bolivianos con el enfoque de enseñanza instrumentos y elaboración de proyectos culturales a largo plazo. “Ese fue un gran aporte, mis compañeros fueron Miguel Pereira y Gustavo Orihuela”, recuerda.
El músico no deja de mencionar el apoyo incondicional que recibió de su madre Mary Rodríguez y de sus tíos maternos en toda su carrera musical.
Hoy en día, también se dedica a la composición de música para documentales y filmaciones; su talento se puede notar, por ejemplo, en el filme chuquisaqueño “Luces y sueños”. Y está trabajando en la producción musical para una serie de televisión argentina. “Me encanta esta área porque se puede hacer cosas originales, también hago arreglos para otros grupos, tengo lindos proyectos con Nayjama”, agrega.
Los proyectos
Además, adelanta a ECOS que en agosto presentará un concierto sobre la obra de Simeón Roncal, con músicos invitados, al margen de que encarará un nuevo proyecto de formación orquestal con las niñas del hogar Miski Huasi, contando con el respaldo de la Universidad San Francisco Xavier y la Escuela Musikal Sucre. Se trata de un proyecto piloto a largo plazo y pronto llegarán unos músicos italianos para dictar cursos durante dos semanas.
Para fin de año pretende sacar a la luz un disco con las 100 mejores canciones chuquisaqueñas, interpretadas por orquesta, con el apoyo de la casi cuatricentenaria universidad y radio La Plata.
Monrroy piensa que un músico necesita una vida equilibrada entre la disciplina, la práctica y la vida social, porque no es bueno ir de un extremo a otro. Al otro lado del arte está la bohemia, un ambiente lindo que, a su juicio, hay que disfrutar pero sin excesos, manteniendo lo que se hace en el arte.
“Pienso que Sucre es una ciudad culta no porque haya una serie de actividades culturales o se traigan espectáculos y artistas, sino porque al ser una ciudad pequeña nos conocemos entre todos los artistas, somos amigos, no estamos separados por géneros y de ese contacto salen nuevas ideas y proyectos interesantes”.
Además de la música y la composición, a Monrroy le encanta la fotografía, el fútbol, asistir a conciertos y disfrutar de la comida criolla chuquisaqueña. Su plato preferido es el ckocko de pollo. También le gusta preparar un buen churrasco para compartir con sus amigos. Es un hombre moderno que valora y respeta a la mujer: “estoy seguro que si a las mujeres les tocaría gobernar el mundo, creo que estaríamos mucho mejor”, finaliza.