Placas para Lourdes
Las más antiguas son las que menos respeto han merecido: casi todas tienen encima alguna otra. Una, del 24 de diciembre de 1926, firmada por “M. Delmira A. de…”, ha sido flagrantemente ocupada...
Las más antiguas son las que menos respeto han merecido: casi todas tienen encima alguna otra. Una, del 24 de diciembre de 1926, firmada por “M. Delmira A. de…”, ha sido flagrantemente ocupada, al punto de que la nueva cercenó su apellido. Entre los casos extremos, una de mármol se encuentra poblada de cuatro pequeñas que únicamente han considerado estas palabras: “Señora Lourdes rogad por nosotros… U. de Ortu… Abril 17 de 1929”.
Son de mármol, de piedra, de fierro fundido, de madera o de humilde lata. Blancas, negras, azules y verdes, amarillas bronceadas, grises metálicas. Tienen distintas dimensiones: algunas muy pequeñas, otras más generosas, lo cual incide en la proporción de las letras y muestra indirectamente el tamaño de las economías familiares… Son las placas de agradecimiento a la Virgen de Lourdes, en la gruta de Sucre, donde la devoción también se mide en palabras.
“Por los favores”, “por las bondades”, “ruega por nosotros”, “gracias”, “eterna gratitud”… Arriba, abajo, a los costados, por doquier; ahorrando espacio hasta encorsetar unas veinte en un metro cuadrado, incluso unas encima de otras, la mayoría comienza con esta palabra: “gratitud”, en letras destacadas, y si bien generalmente llevan la firma de una familia o una persona particular, no faltan las más discretas iniciales. Todas, eso sí, tienen una sola destinataria: Lourdes, la Virgen de las 18 apariciones en la gruta de Massabielle, Francia.
“Gracias madre mía por todas tus bendiciones pasadas y futuras. María René Téllez O. S. [por Sucre] – 16-10-2007”, se puede leer en una de estas plaquetas, con la imponencia y las formalidades del mármol. Y a corta distancia, desde la sencillez del bolígrafo sobre la pared celeste, con muñeca temblorosa: “Virgencita, bendícele a mi hijita Daniela, guíale por el camino del bien y que no cambie su manera de ser. Gracias. S – 14-X-2013”.
Una, montada sobre otra mayor, tiene un holograma de María y dice, simplemente, “gratitud a la Virgen de Lourdes”.
¿Por qué le agradecen tanto?, ¿por fe?, ¿por devoción? Se cuentan por decenas y la Parroquia Santuario Nuestra Señora de Lourdes, tal cual su nombre jurídico, no tiene sistematizada ninguna información respecto a ellas, según confiesa su párroco desde hace dos años y medio, Nicolás Velásquez, el “padre Nico” como le dicen con cariño los fieles. Él es un religioso en permanente acción, siempre abierto a comunicar las actividades de la Iglesia.
A lo largo de casi un siglo, desde que la gruta se estrenó y fue bendecida por el arzobispo Víctor Arrien el 11 de febrero de 1922, cuando celebró la primera misa, mucha gente depositó en estas placas su agradecimiento por los “milagros” recibidos, especialmente en cuestión de salud, de salvación. Y lo hizo con palabras.
Las más antiguas
Por referencias del párroco anterior, Joaquín Sánchez, se sabe que la más antigua de las plaquetas de reconocimiento es la de la familia Pacheco, que hizo posible el santuario. A diferencia del resto, esta no consigna el año. De mármol, al lado izquierdo ingresando a la denominada “grutita”, hoy se deja leer con dificultad: debieron ponerla entre 1918 y 1922, años de inicio de la obra y de la inauguración de la gruta.
Esa placa, invadida por otra mucho más chica lo que confirma el modo indiscriminado en que se fueron colocando los agradecimientos, dice así: “Homenage (sic) a María Inmaculada en memoria de la señora Clementina Pacheco de Ortiz”. Firman: María Pacheco de Marión, Augusto Marión, Alberto Marión Pacheco y Luis Marión Pacheco.
Las más antiguas son las que menos respeto han merecido: casi todas tienen encima alguna otra. Una, del 24 de diciembre de 1926, firmada por “M. Delmira A. de…”, ha sido flagrantemente ocupada, al punto de que la nueva cercenó su apellido.
Entre los casos extremos, una de mármol se encuentra poblada de cuatro pequeñas que únicamente han considerado estas palabras: “Señora Lourdes rogad por nosotros… U. de Ortu… Abril 17 de 1929”. Una salvó su integridad, hasta ahora: “En agradecimiento a la inmaculada Virgen de Lourdes. Sucre, Junio 18 de 1924”.
Otra, diminuta, con letras apenas perceptibles (“Virgen de Lourdes, gratitud eterna. C. de Avilés”; sería del año 1955) yace en el suelo a un metro del hueco que ella misma dejó tras ser arrancada de su lugar, en una de las paredes convexas de la gruta. El párroco actual cuenta que la gente peregrina hasta este lugar “en busca de salud y, fruto de los milagros que ella (la Virgen) ha hecho, se puede verificar las placas; algunas están desapareciendo… hay personas que incluso se llevan algunas”.
La historia
Según la tradición, los creyentes realizan 15 visitas, durante 15 sábados, a la gruta de la calle Rosendo Villa, a una cuadra del Parque Bolívar. Para cada día hay un mensaje bíblico y un compromiso cristiano que se encuentran contenidos en una publicación titulada “Novena y las quince visitas a la Gruta de ‘Nuestra Señora de Lourdes’”.
Allí se indica también que “esta capilla tiene su origen en la devoción de los esposos D. Augusto Marión y Dña. María Pacheco de Marión, conservaron en recuerdo a la homónima existente en Francia. Estos esposos mandaron construir junto al Psiquiátrico de Varones, que el hermano de la Sra. María Pacheco, D. Gregorio Pacheco había erigido, del cual se hicieron cargo los Hermanos Juandedianos”. El padre Nico explica a ECOS que por eso la sede parroquial quedaba en San Juan de Dios. Hace nueve años, la administración de la gruta pasó a manos de los diocesanos.
En el folleto se puede leer que “la devoción a la Virgen de Lourdes de Francia de esta familia remontaba a muchos años (sic), antes cuando el padre de la familia Pacheco, D. Gregorio Pacheco, encontrándose de Presidente de la Nación mandó bordar un precioso estandarte nacional para depositarlo a los pies de la Virgen Inmaculada de Lourdes de Francia”.
De acuerdo con la tradición oral, transmitida en esta oportunidad por el padre Nico, la familia de Gregorio Pacheco hizo durante un viaje a Francia la promesa de traer a Sucre una réplica de la imagen original de Lourdes. En realidad, dice que trajo dos (la otra estaba en poder de los descendientes de la familia, en una vivienda ubicada en la misma calle Rosendo Villa, unas cuadras más abajo de la parroquia). Y, complementa Velásquez, “a raíz de eso han hecho también la promesa de construir esta gruta”.
De las placas a la “fuente santa” de la Gruta de Lourdes
“Mucha gente viene enfermita y basta con que vayan a la fuente santa, agarren el agua, la beban o se mojen en el lugar del cuerpo que les aqueja y, con eso se van. Se van y según su creencia del milagro de que vuelven sanos, traen las placas”, relata a ECOS el padre Nicolás Velásquez, párroco de Nuestra Señora de Lourdes.
Los creyentes se acercan a la fuente santa y se llevan agua, o bien se mojan el cuerpo con ella, extrayéndola de tres pilones que representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por la Santísima Trinidad. Mediante la fe, confían en que se curarán sus dolencias. “Basta que (la fuente) esté a los pies de la Virgen, para la gente es considerada agua bendita”, refuerza el sacerdote.
A propósito, de la fuente de Lourdes en Sucre se dice que originalmente fluía agua de una quebrada natural que se ha ido secando con el tiempo. “Dicen que si se cava acá (en el piso que se repara en estos días), hay aguas subterráneas”, afirma el padre Nico.
Es tal la devoción que principalmente los jóvenes ingresan a veces de rodillas al santuario y así, tras recorrer unos 50 metros, llegan a los pies de la Virgen. “Todo eso, para nuestro tiempo, es admirable”, reconoce Velásquez el acto de piedad de los fieles.
El sentido cristiano
Después de dos años y medio en la gruta, el padre Nico dice que ha notado en la gente —que llega a este sitio sagrado sin distinción de ninguna clase— tres aspectos: peregrinación, oración y conversión. “La vida de las personas cambia después de venir acá”, asegura él.
“Los creyentes peregrinan, lo que tiene un sentido teológico-cristiano profundo: significa que peregrinamos hacia la eternidad. Y la estrella que nos lleva a eso es la imagen de Nuestra Señora de Lourdes, aunque ella se presenta (ante Bernardita, en Massabielle) como la Inmaculada Concepción de María”.
La gruta de Sucre tiene un “altar de la eucaristía”, donde en la misa se consagran el pan y el vino; y un “altar de la palabra”, donde se proclaman las lecturas de la biblia, especialmente el Evangelio, y donde también se predica la palabra de Dios.
Un poco más atrás, al costado izquierdo, un sillón de piedra, denominado “cátedra”, es el lugar donde se sienta el sacerdote o el obispo que preside la eucaristía. A la derecha, hay una pila bautismal y al fondo, justo debajo de las imágenes de Lourdes y de la santa Bernardita, una especie de cueva que el padre Nicolás llama “Grutita” y que se usa para celebraciones de misas familiares; se trata de una capilla interior en la que caben no más de 30 personas.
Este lugar está abierto de seis de la mañana hasta las 20:30, a veces incluso las 21:00, y nunca deja de peregrinar la gente. “Si hubiera seguridad dejaríamos la iglesia abierta las 24 horas del día y no le faltaría gente”, piensa el sacerdote a cargo.
Las 18 apariciones de Lourdes en la gruta de Massabielle
Lourdes es una ciudad y comuna francesa situada en las llanuras de Bigorre, al sudeste del departamento de Altos Pirineos. La advocación de Nuestra Señora de Lourdes hace referencia a las 18 apariciones de la Virgen María que Bernadette Soubirous, una adolescente pobre y analfabeta de 14 años, afirmó haber presenciado en la gruta del paraje de Massabielle, a orillas del río Gave de Pau, en las afueras de Lourdes, en 1858.
Incluso cuando ella vivía, una multitud de católicos creyeron en las apariciones como vehículo de la gracia de Dios; el papa Pío IX autorizó al obispo local que permitiera la veneración de la Virgen en Lourdes en 1862, unos 17 años antes de la muerte de Bernadette, que fue proclamada santa por Pío XI el 8 de diciembre de 1933.
Desde entonces, el santuario de Francia es uno de los más visitados del mundo: unos 8 millones de personas peregrinan allí cada año. La Iglesia católica invoca a Nuestra Señora de Lourdes como patrona de los enfermos.
Las apariciones
El 11 de febrero de 1858, Bernardita, su hermana y una amiga van a recoger leña por los prados y se acercan a la gruta de Massabielle, el “cubil de los cerdos”. Por delante pasaba un arroyo y el agua estaba muy fría. Las dos niñas más pequeñas, aunque llorando por el frío, cruzaron el arroyo; pero Bernardita no se atreve a causa del asma que padece. Oye una ráfaga de viento y nota que los árboles no se mueven; y entonces, en un hueco de la gruta, ve un resplandor y, en seguida, a una jovencita muy hermosa, de su misma edad, que le sonríe. Dijo que era la Virgen María.
Bernadette Soubirous, una adolescente pobre y analfabeta de catorce años, aseguró haber visto en 18 ocasiones a la Virgen en ese paraje francés.
En la tercera aparición, la niña habló con ella en gascón, dialecto occitano que se usa en la zona. Cuenta que le pidió: “¿Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días?”. Bernardita le prometió que lo haría. A su vez, la Virgen le anunció que no le prometía hacerla feliz en este mundo, sino en el otro.
El 25 de febrero, según testificó la jovencita, la Virgen le dijo que fuera a tomar agua de la fuente y que comiera de las plantas que crecían libremente allí. Ella interpretó que debía ir a tomar agua del cercano río Gave y hacia allá se dirigió. Pero la Virgen le enseñó con el dedo que escarbara en el suelo. Al excavar e intentar beber, ensució su rostro, y sus gestos y apariencia fueron motivo de escepticismo por parte de muchas de las 350 personas presentes, ya que el manantial no se manifestó de inmediato. Poco después surgió una fuente de agua que, hasta hoy, es meta de peregrinaciones por parte de muchos católicos y que, se asegura, ha sido testigo de numerosos milagros.
El manantial que brotó aquel 25 de febrero de 1858 produce cien mil litros de agua por día, de forma continua desde aquella fecha hasta nuestros días. Un mes después, el 25 de marzo, ante la reiterada petición de Bernardita de que revelara su nombre, en su decimosexta aparición la Virgen le dijo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
El dogma católico de la Inmaculada Concepción de la Virgen María había sido solemnemente proclamado el 8 de diciembre de 1854. La expresión resultaba ajena al vocabulario de Bernardita y, en principio, fue motivo de desconcierto, tanto en el propio padre Peyramale —párroco de Lourdes— como en otras autoridades eclesiásticas y civiles. Sin embargo, ella mantuvo una consistente actitud de calma durante todos los incisivos interrogatorios que le hicieron, sin cambiar su historia ni su actitud, ni pretender tener un conocimiento más allá de lo dicho respecto de las visiones descritas.
Fuente: Wikipedia
Las muletas del Chaco
¿De quién sería ese par de muletas de madera? Estaban colgadas sobre el arco toral y pertenecieron, según el historiador Guillermo Calvo Ayaviri, a un herido de la Guerra del Chaco. Dice que este las puso en ese elevado lugar de la Gruta de Lourdes, en Sucre, como gratitud por el milagro de haber retornado sano y salvo de la contienda bélica.
Tampoco hay mayores datos de esta curiosa foto que la familia Calvo Ayaviri adquirió en un anticuario cochabambino y que comparte con los lectores de ECOS para esta publicación. El actual Coordinador de la Carrera de Historia de la Universidad San Francisco Xavier la presentó en 2008 en la Feria Científica de la Carrera de Turismo, de la que es docente investigador.
Otra, diminuta, con letras apenas perceptibles (“Virgen de Lourdes, gratitud eterna. C. de Avilés”; sería del año 1955) yace en el suelo a un metro del hueco que ella misma dejó tras ser arrancada de su lugar, en una de las paredes convexas de la gruta. El párroco actual cuenta que la gente peregrina hasta este lugar “en busca de salud y, fruto de los milagros que ella (la Virgen) ha hecho, se puede verificar las placas; algunas están desapareciendo… hay personas que incluso se llevan algunas”.