Espacios públicos con sentido de libertad
Crítica, análisis y sugerencias de un arquitecto sucrense en Oslo, Noruega
¿Sucre, “Ciudad Blanca y… Verde”? Un arquitecto chuquisaqueño con residencia en Oslo, Noruega, plantea para nuestras ciudades una propuesta a tono con la tendencia mundial de parques abiertos y amables, para el disfrute de la gente.
Tomando de punto objetivo para un cambio al Parque Bolívar, Xavier Valverde, quien trabaja en el estudio de arquitectura “Teigen Arkitekter”, considera que el espacio destinado a los niños en el pintoresco parque sucrense fue “encarcelado”.
En su criterio, los parques son un núcleo de espacios urbanos o circuitos verdes capaces de influir en el rediseño de las zonas colindantes. En ese sentido, ve al Parque Bolívar como una unidad con los elementos constitutivos de su entorno.
El cemento en los parques
Al proponer algunas ideas que son aplicables a cualquier ciudad y mostrar ejemplos de otros países, Valverde es muy crítico con la preferencia por el cemento cuando se encaran parques en urbes como Sucre y Potosí, olvidando el valor del contacto con la naturaleza para hacer a las personas más felices.
También recomienda a las autoridades municipales que cuando tengan proyectos de envergadura e impacto para la comunidad —en este caso, de áreas verdes— se animen a llamar a concursos abiertos, de manera que se reciban varias propuestas y se pueda escoger la mejor.
Hace dos semanas, ECOS publicó un artículo sobre el uso inadecuado que se da al Parque Bolívar y la necesidad emergente de modernizar su funcionalidad, sin afectar su personalidad. Se trata de un referente arquitectónico y de la única área verde trazada en la época de la Colonia y diseñada durante la República como un espacio para el solaz y el entretenimiento pasivo. Hasta hoy, sigue siendo el único pulmón verde de Sucre.
Un parque infantil duro
Valverde dice que una niña de más o menos cuatro años le dijo a su papá: “este parque es muy duro”. Hablaba del Parque Infantil Bolívar y el comentario surgió luego de un “aterrizaje forzoso” en uno de los tantos juegos que, según la apreciación del arquitecto chuquisaqueño, fueron construidos en “homenaje al cemento y al acero”.
“Para entender las palabras de la niña regresé a mi infancia y entendí que a esa edad, en la que todos somos ‘niños de goma’, caernos y levantarnos nos gusta”, agrega el profesional mientras advierte que su apreciación como arquitecto, en relación al que denomina desproporcionado uso del duro y frío cemento, coincide con la experiencia vivencial de los usuarios —los niños—, situación que se extiende a otros espacios recreativos de las ciudades.
Si los parque son los únicos pulmones de una ciudad, ¿no deberían ser más verdes, incluidas las áreas colindantes?
Xavier Valverde
Nació en Sucre en 1974.
Licenciado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Mayor de San Simón.
Convalidación en la Fac. de Arquitectura y Diseño NTNU, Trondheim, Noruega.
Maestría en Recuperación de Espacios Degradados y Auditorías Ambientales en la Universidad de La Palmas de Gran Canaria, Universidad Politécnica de Catalunya.
Tesis de maestría: “Estudio de campo y propuesta para la refuncionalización, revalorización y mejoramiento ambiental del Mercado Campesino de Sucre”.
Su email es: [email protected]. Facebook: Xavier Valverde.
¿Parques sin muros?
Los parques deben ser espacios sin muros, sin rejas, de acceso libre para la población en general y no solo para los niños. Deben estar pensados al mismo tiempo para los padres, abuelos, tíos, primos y amigos, que tal vez quieren recostarse a descansar sobre el pasto o bajo la sombra de un árbol mientras los pequeños juegan y disfrutan de un entorno natural y agradable, dice Valverde a ECOS. “Los niños no necesitan engendros de cemento y acero para descarrilar su imaginación. Ellos ven en un árbol a un monstro gigante de→ →brazos que se elevan hasta el cielo y al que hay que trepar”, reflexiona. Y después: “Un parque es robarle un espacio al campo y llevarlo a la ciudad”.
Por eso lamenta un parque tan vistoso como el Bolívar, de Sucre, haya sido “encarcelado” con cemento. Recomienda entonces que se revise ese proyecto relativamente nuevo y se analicen las tendencias mundiales en cuanto a planificación y construcción de parques.
¿Y si destrozan y ensucian?
“El cerrar espacios públicos como los parques infantiles o cualquier otro por miedo a que sea destrozado es una contradicción que repercute en el comportamiento de las personas, porque se les niega el sentido de libertad, de estar cuando lo deseen en un espacio que, como su nombre indica, es público”, dice Valverde.
El sentido de libertad también genera responsabilidad. Cada ciudadano se puede convertir en sereno o cuidador de los espacios públicos de nuestra ciudad.
Aunque el proceso tome tiempo, seguro que a futuro proporcionará espacios públicos de calidad, mantenidos y mejorados por las instituciones públicas pero preservados por toda la ciudadanía, agrega el arquitecto desde Oslo. Lo importante es comenzar y mientras más pronto, mejor.
La propuesa para el parque
Valverde sugiere eliminar todo el cemento y el acero de los parques. En el caso del Parque Infantil Bolívar, debe sea visto como una sola unidad compuesta por el antes llamado “Paseo del Prado”, con jardines, arboledas y elementos decorativos de estilo europeo, junto con las áreas adyacentes como parte de un solo contexto. “Incluso se debería peatonalizar la Avenida Venezuela”, puntualiza él.
En su criterio, además de conservar los árboles y el poco pasto que queda, se debería invitar a la comunidad de diseñadores y arquitectos para que aporten con ideas sobre ese espacio.
Y si se quiere colocar esculturas se debe llamar a una bienal, para recibir propuestas que seguramente serán sorprendentes y creativas.
Espacios verdes alrededor
El arquitecto consultado por ECOS propone una planificación del circuito de aéreas verdes y reservas naturales. Como ejemplo, para el caso de Sucre, se puede empezar por el Parque Bolívar y seguir por la ciclovía hasta El Tejar, subiendo por lo que antes era el lecho del río que ahora está embovedado y debería abrirse, como lo hacen otros países que recuperan sus quebradas, porque estos espacios son ideales para zonas de reserva natural integradora. En dicho caso, sería entre la zona de El Tejar y el centro de la ciudad, incluido, por supuesto, el tratamiento de aguas.
Después se puede enfocar la recuperación y generación de áreas naturales hacia otras zonas, de manera que la “mancha urbana” sea proporcional al crecimiento de la ciudad. La visión e intervención de las autoridades es fundamental, pero pueden pedir ayuda a los expertos a través de concursos abiertos y debates. “Se debe evitar el error de encargar la planificación y diseño de espacios urbanos a unas cuantas personas con una visión muy particular”, enfatiza Valverde.
Rediseño y reubicación
Con respecto al desorden y la falta de limpieza, el arquitecto recuerda que los vendedores, con sus quioscos y sus bateas, desde hace mucho tiempo forman parte del paisaje y de la costumbre de ir a tomar helados y comer chambergos al parque.
“Eso somos, eso forma parte de nuestras costumbres cotidianas y eso debemos aprovechar. Si bien el número de vendedores se incrementó, se debe pensar en una reorganización y un diseño adecuado que permita una integración de estos puestos de venta al paisaje urbano. Los puestos exigen un rediseño de acuerdo a las necesidades de vendedores y visitantes, dotándoles de componentes de higiene y comodidad e integrando elementos tradicionales a la identidad urbana”, dice Valverde.
Concretamente, para ellos, recomienda un proceso de reubicación en un lugar específico, que sea cercano al Parque Bolívar (por ejemplo, en una parte de la zona de la antigua estación), buscando una alternativa consensuada. •