Talando los trópicos para la cena
Aunque el cambio climático es una amenaza inminente suspendida como una nube oscura sobre los esfuerzos de conservación futuros, la agricultura es actualmente la amenaza número uno para la vida silvestre.
Aunque el cambio climático es una amenaza inminente suspendida como una nube oscura sobre los esfuerzos de conservación futuros, la agricultura es actualmente la amenaza número uno para la vida silvestre.
Hasta ahora, se ha cultivado el 38 por ciento de la tierra del planeta. Si se continúa por este camino, habrá que duplicar la producción de cultivos para alimentar a un creciente mundo que está exigiendo alimentos más intensivos en recursos.
A esta conclusión llegó la investigación “Incremento agrícola global”, liderada por Laura Kehoe e investigadores de las universidades Humboldt de Berlín, Princeton y Estación Biológica de Doñana, el biólogo chuquisaqueño Alfredo Romero, Ester Polaina, Lyndon Estes?, Holger Kreft? y Tobias Kuemmerl.
Kehoe, de nacionalidad irlandesa, trabajó como voluntaria en Bolivia, donde decidió dedicarse a la conservación. Hizo su doctorado en la Universidad Humboldt, de Berlín, sobre los impactos de la agricultura en la fauna a nivel global.
Romero, titulado en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, es investigador doctoral en la misma universidad alemana y se enfoca en cómo la agricultura para la producción de carne y soya han estado contrayendo el hábitat para jaguares, pumas y otros animales a través de la ecoregión del Chaco, Paraguay y Argentina.
Resultados del estudio
“Desde las selvas tropicales amazónicas hasta las llanuras de inundación de Zambezi, nuestra nueva investigación recién publicada en ‘Nature Ecology and Evolution’ muestra dónde y cómo la agricultura podría afectar a la vida silvestre en todo el mundo, y no es una buena imagen”, comenta a ECOS la investigadora Kehoe.
Dice que de seguirse talando los trópicos en tierras de monocultivo intensivo, se podría perder hasta un tercio de la fauna del planeta (debido al tamaño de las poblaciones y al número de especies en una zona). Y se predice que la fauna desaparezca de forma drástica en los bosques y pastizales de América Latina y el África subsahariana.
El punto más crítico de pérdida de especies sería la cuenca amazónica peruana, donde un estimado de 317 especies podrían perderse como resultado del desarrollo agrícola.
Se estima el descenso en la fauna silvestre a una escala de 1 kilómetro cuadrado, usando una alta cantidad de bases de datos recientemente desarrolladas que muestran el uso de la tierra y la biodiversidad que recopilan miles de estudios de todo el mundo.
“En realidad, estas estimaciones podrían ser un poco más o menos extremas que las que mostramos, sobre todo porque los datos no están actualmente disponibles para evaluar el impacto de las áreas adecuadas para el pastoreo”, aclara Kehoe.
Un mapa elaborado por los investigadores muestra la pérdida potencial de biodiversidad debido a la expansión e intensificación de la agricultura. El resultado es el número de especies perdidas por cuadrícula y abundancia.
Impacto en la vida silvestre
“Vale la pena señalar que no intentamos predecir los lugares más probables donde la agricultura podría expandirse o intensificarse; esto es algo difícil de hacer con alta precisión, especialmente teniendo en cuenta los cambios repentinos e inesperados en la política o el comercio internacional. En vez de eso, buscamos identificar las áreas cultivables y cuál sería el impacto en la vida silvestre si la agricultura ocurriera”, manifiesta, por su parte, el investigador Romero.
El biólogo chuquisaqueño afirma que lo que sí saben con seguridad es que desde 1970, en menos de lo que dura una generación (25 años), el tamaño poblacional de la especie humana se duplicó mientras que la población de vertebrados se redujo en más de la mitad.
La raíz
La raíz de esta destrucción ambiental generalizada es el resultado del crecimiento de la población humana y del consumismo. Esta parte (el consumismo) se relaciona principalmente con la alimentación, en un promedio de tres veces al día.
“Nuestra investigación muestra que África subsahariana está particularmente en riesgo de desarrollo agrícola nocivo. Esta región está en la encrucijada del crecimiento económico, demográfico y agrícola. La minimización de los impactos potenciales de los cambios agrícolas es una tarea urgente”, alerta Romero.
La situación se vuelve más preocupante cuando se considera el porcentaje de las áreas en riesgo que actualmente están protegidas contra la agricultura.
En comparación con América Latina, África subsahariana solo tiene la mitad de la cobertura de áreas protegidas en los sectores en riesgo de expansión a tierras de cultivo.
La clave
No se trata de proteger la tierra, que es importante para la vida silvestre, a costa de la gente local que pasa hambre.
Se trata de encontrar las mejores soluciones para asegurar que haya suficientes alimentos nutritivos y, al mismo tiempo, conservar los lugares más biodiversos y únicos en la Tierra.
“Esto es posible si se intenta”, sostiene Romero, a manera de provocación. Es que falta decisión.
Saber de antemano cuáles son las áreas de mayor riesgo permite planificar mejor un futuro más sostenible.
Además de la protección de la tierra, hay formas de cultivar los alimentos con o sin costo para la biodiversidad.
Por ejemplo, la agricultura agroecológica de pequeños productores, que normalmente utiliza técnicas de cultivo múltiple, junto con insumos químicos más bajos puede producir grandes cantidades de alimentos nutritivos con poco a ningún costo para la vida silvestre.
Esa es una manera de ayudar al planeta.
Conciencia
“Se necesita más conciencia sobre los métodos agrícolas agroecológicos, además de asegurar derechos de propiedad de tierra para la gente local. Este es un paso crucial para reducir las grandes corporaciones extranjeras que compran tierras para monocultivos”, complementa el investigador boliviano.
Para que todos ganemos
Luego, agrega: “las comunidades locales que adoptan técnicas agroecológicas son una solución en la que todos ganan, pues contribuyen hacia la alimentación sostenible del mundo sin empujar a la vida silvestre hacia la extinción”.
Finalmente, Romero deja la siguiente reflexión: “Alimentar el mundo sin dañar la naturaleza es uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad. Pero, con un poco de previsión, una mejor gobernanza de la tierra y algunos cambios sencillos en las comidas, muchas de las soluciones están al alcance de las manos, justo allí en la mesa.
Por el bien de la vida silvestre, sal y disfruta de las hamburguesas vegetarianas”. •
Top 10 de países en riesgo
Países en riesgo por el alto potencial de pérdida de especies debido a la expansión e intensificación de la agricultura (promedio nacional de especies perdidas/cuadrícula de 110 km, mostrada en amarillo en el mapa y por el símbolo del oso).
Rápido crecimiento agrícola (crecimiento promedio entre 2009 y 2013, color naranja en el mapa y símbolo del tractor).
Diferentes niveles de inversión en conservación ($us, valores ajustados por km2). Combinaciones de factores que aparecen en rojo (inversión relativamente baja, alto crecimiento y alta pérdida de especies; es decir, mayor riesgo en los tres factores al combinar valores estandarizados).
Púrpura (alto gasto, alto crecimiento y baja pérdida de especies). Bajo crecimiento y alta pérdida de especies).
Países con valores bajos para los tres factores o mostrados en gris.
Países y territorios con valores faltantes mostrados en blanco (Puerto Rico, Guayana Francesa, Groenlandia, Zimbabue y Somalia).
Buena comida, sin dañar la vida silvestre, eliminando la carne
¿Cómo puede la especie humana hambrienta tener una buena comida sin dañar a la vida silvestre?
Laura Kehoe, quien encabeza el equipo de la investigación “Incremento agrícola global”, dice que este es un tema complejo, con muchas advertencias e incertidumbres. Sin embargo, hay un paso muy simple que todos pueden realizar con un impacto mayor que cualquier otro: Eliminar la carne de engorde.
Lo explica así: Debido a una conversión ineficiente del grano a carne, una dieta basada en productos animales es particularmente pesada en los recursos de la Tierra.
Por ejemplo, en Estados Unidos se necesitan 25 kilos de grano para producir 1 de carne de vaca. Los cerdos requieren una proporción de grano a carne de 9:1 y los pollos, de 3:1. Imagínese tirando 25 platos de comida para obtener uno de carne… sería absurdo. Y probablemente sería noticia si se hiciera en masa.
“Pero eso es precisamente lo que todos estamos haciendo sin saberlo al comer carne intensiva en recursos. Cada vez que leo acerca del desperdicio de alimentos, no puedo evitar pensar en la extraña relación de granos a carne”, comenta Kehoe.
Por si fuera poco, el grano con el que se alimenta a los animales es el principal motor de la deforestación en los trópicos. Y es una bestia hambrienta: Las vacas, cerdos y aves de corral devoran más de un tercio de todos los cultivos producidos.
De hecho, el grano con el que se alimenta a los animales en Estados Unidos podría alimentar a 800 millones de personas más (superando el número de personas que viven con hambre).
Según Romero, el ganado causa diez veces más deforestación que la industria del aceite de palma, pero su repercusión es diez veces menor en la prensa.
Si bien es cierto que evitar el aceite de palma es una buena idea, no comer carne de animales que se criaron con grano es una táctica aún más eficaz que muchas personas no conocen aún. Pero ahora ya se sabe.
Cambio futuro
Los actuales esquemas de conservación a gran escala se basan en diversos factores, como la pérdida previa de hábitats y el estatus de amenaza de especies, pero ninguno incluye el potencial de cambio futuro del uso de la tierra, según explica a ECOS Laura Kehoe.
“Necesitamos hacer un mejor trabajo de predicción de las presiones futuras sobre el hábitat de vida silvestre, teniendo en cuenta el hecho de que una acción de conservación hecha a tiempo es más barata y más eficaz. Nuestra investigación da un paso en esta dirección”, detalla la investigadora líder.
El estudio del equipo de científicos, entre los que se cuenta el biólogo chuquisaqueño Alfredo Romero, muestra a qué países les vendría bien más apoyo en iniciativas de conservación para proteger la tierra y encontrar maneras de producir alimentos sosteniblemente.
Varios países de América Latina, y en particular de África subsahariana: como Surinam, Guyana y la República del Congo, se encuentran en el punto crucial de alto crecimiento agrícola, baja inversión en conservación y números muy elevados de especies que podrían perderse debido al desarrollo agrícola.
Teniendo en cuenta que gran parte de la demanda agrícola proviene de las naciones más ricas, ellas deberían participar del financiamiento de métodos agrícolas sostenibles y esfuerzos de conservación liderados localmente.