Cartagena de Indias, la ciudad amurallada
Pasar unos días dentro de la ciudad amurallada es toda una experiencia. Cartagena de Indias está resguardada a orillas del Mar Caribe, al norte de Colombia, dentro de los altos muros de piedra de coral que se...
Pasar unos días dentro de la ciudad amurallada es toda una experiencia. Cartagena de Indias está resguardada a orillas del Mar Caribe, al norte de Colombia, dentro de los altos muros de piedra de coral que se erigieron en el Siglo XVI para protegerla de los ataques de piratas, al mismo tiempo de dotarla de un completo sistema de fortificaciones a su alrededor que no pudieron evitar los saqueos de los cuales se recuperó una y otra vez.
Numerosas iglesias y casas de bella arquitectura pintadas con cálidos colores caribeños, son parte de la historia que los cartageneros atesoran. Pero no solo dentro de los muros de la vibrante Cartagena se agota la oferta turística. Afuera hay varias playas tibias e islas de agua cristalina y con arena blanca y conglomerados de coral llenos de vida.
El contraste entre modernidad y patrimonio resulta fascinante y por si fuera poco, su vida nocturna es incesante.
Sus amables habitantes reconocen sin excepción al turista como el motor de su economía. Todos, desde vendedores ambulantes, taxistas y hasta meseros tienen conocimiento de la historia y riquezas de su ciudad, siendo cada uno de ellos promotores indirectos del turismo.
Cartagena es una suma de virtudes que se han convertido en lugar de encuentro, centro de negocios y de convenciones internacional. En sus costas atracan cruceros de todo el mundo trayendo visitantes que se dejan fascinar por su hermosura y aunque el turismo da riqueza a esta ciudad portuaria, continúa siendo importante enclave marítimo comercial.
La suma de estos elementos, muy bien explotados en Cartagena, le agregan valor a la ciudad y a sus fortificaciones, por lo que fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1984.
Primeras impresiones
Luego de 15 horas de salir del aeropuerto de Viru Viru y tras una larga escala en el aeropuerto de Panamá, cerca de la media noche, aterriza finalmente el avión de Copa Airlines en su destino final: la ciudad de Cartagena de Indias, bañada por el Mar Caribe.
A pocos minutos en taxi desde el aeropuerto, se divisa la muralla que rodea a la ciudad la cual está iluminada como un preciado monumento. Fue construida a lo largo de 200 años por esclavos y presidiarios utilizando como materia prima las rocas de coral extraídas de la Isla del Rosario. Durante el proceso recibió embates del temporal y de célebres piratas que la asaltaron varias veces. Actualmente la muralla solo conserva cinco kilómetros de longitud cuyos baluartes pueden recorrerse a pie en un paseo de aproximadamente dos horas para tomar fotografías y contemplar el océano. Recomendable hacerlo en horas de la tarde cuando el Sol ha bajado.
Dentro de la muralla está la ciudad de estrechas vías y casas preciosas, varias de ellas convertidas en hospedaje. En un primer reconocimiento nocturno de las callejuelas, se aprecia que no son simétricas, más bien angostas y sinuosas poseyendo casi cada cuadra un nombre diferente, como calle de la Moneda, de La Amargura, de La Soledad, del Badillo, de la Cruz, de las Carretas, por solo mencionar algunas.
Los turistas no cesan en el ir y venir. Incluso para los visitantes que llegan a la media noche, hay una oferta gastronómica. Caminar al azar en alguna dirección, seguramente desembocará en cualquiera de las diez plazas que hay en la ciudad o en los límites de la muralla donde se ubican cafés, bares y restaurantes.
Por ejemplo la Plaza San Pedro Claver, frente a la iglesia del mismo nombre, se ha convertido en el anexo del restaurante con mesas y sillas donde los turistas pueden comer y pedirse alguna bebida. Cuando de la iglesia salen novios el fin de semana, la gente abandona un momento su conversación para aplaudirlos antes de que suban a su carroza tirada por caballos.
Ciudad de colores y contrastes
En el día, y con el ajetreo de la gente, la apreciación del entorno urbano toma otro matiz y la arquitectura colonial, iluminada por la luz del sol, otorga una primera y grata impresión a los turistas, dan ganas de sacar fotos a cada paso.
Es imposible no hacer una comparación con Sucre o Potosí, a diferencia de que las casas están pintadas de múltiples colores dándole un carácter caribeño y además están muy bien conservadas gracias a las políticas de fomento de parte de las autoridades y el municipio que se preocupan por tener una ciudad presentable y constantemente mantenida pues la humedad y brisa salina del mar degradan fácilmente los materiales de construcción.
Es común ver inmuebles cubiertos, sometidos a restauración o gente pintando las paredes.
Sus rasgos son netamente coloniales y conservan sólidos balcones corridos de madera tallada.
Cada casa y edificio público es destacado por la iluminación y es grato caminar de noche y admirar los detalles de las viviendas.
Cartagena tiene una paleta de colores amplia e intensa por donde se mire. Hasta en las frutas peladas que las cartageneras de piel oscura venden ataviadas con su vestuario típico. La fruta la colocan en un vasito al cual agregan limón, sal y pimienta. Puede tratarse de mango verde, sandía, piña, guayaba, manzana-guayaba o combinaciones entre ellas.
Las casas no son monocromáticas y buscan por lo menos contrastar dos colores y no pintar del mismo que escogió el vecino. Las más importantes tienen pórticos de piedra de coral, entre ellas la casa del famoso pirata Sir Francis Drake.
En contraste con la colorida y antigua Cartagena emerge, fuera de las murallas y bordeando el mar, la ciudad moderna con tonos monocromáticos en la sky line de rascacielos y edificios con tonos que van desde el blanco a los colores arena, generando una armonía visual. Hay una zona claramente demarcada para los edificios.→
Vida nocturna
Además de caminar por las noches y perderse entre las asimétricas callejuelas, o dar una vuelta en las carrozas tiradas por caballos que invaden las calles de Cartagena al final de la tarde, es posible para el turista sumergirse en una activa y dinámica vida nocturna, lo que suma un plus a este destino turístico.
Las ofertas están a la mano. En la calle hay muchos agentes ofreciendo un producto u otro. Por ejemplo la “chiva rumbera” es una de ellas. Se trata de micros coloridamente pintados donde cartageneros tocan en vivo acordes de rumba y a los pasajeros se les invita un ron. Los más jóvenes reciben alguna bebida de coco o frutal.
La “chiva rumbera” recorre parte de la ciudad avenida en la costa del mar. Esta fiesta móvil de aproximadamente dos horas de recorrido turístico, concluye dejando a los pasajeros en una discoteca donde espera 40 minutos para recoger a los que quieran volver y dejar a los que no. También puede concluir en la Plaza del Reloj donde enseñan a todos a bailar la rumba y otros acordes colombianos.
Altamente recomendable es el paseo en carroza tirada por caballos donde el cochero va anunciando el nombre de las plazas y los inmuebles importantes durante el recorrido. El costo varía de acuerdo al tiempo que puede variar de 20 a 40 minutos.
Los bares, discotecas y locales nocturnos abundan, entre los más conocidos el Café Havana, Café del Mar, Bazurto Social Club, además de discotecas.
Gastronomía variada y completa
La oferta gastronómica es inacabable y franquicias importantes han abierto sucursal en Cartagena. Hay comida peruana, francesa, mexicana e internacional gourmet, pero también hay pizzerías, cafés y cervecerías. Cada día se puede probar algo diferente en los restaurantes como La Mulata, La Perla ó Donjuan Cartagena por mencionar algunos de los más finos.
Sin embargo no hay nada mejor que escoger comer en alguna de sus plazas y al aire libre donde se despliegan mesas, una excelente iniciativa a favor del turismo. Entre ellas están la Plaza de Santo Domingo, San Pedro Claver o la Plaza Fernández de Madrid. Además, en esas y otras, cuerpos de baile con música tradicional hacen sus demostraciones a cambio de unas monedas en el sombrero, contagiando ritmo y alegría.
Turismo y hotelería completa
El turismo es impulsado y administrado por la fundación denominada Corporación de Turismo de Cartagena que une los esfuerzos públicos e institucionales de todos los actores involucrados, donde están desde la Alcaldía, hasta la Cámara de Comercio, pasando por las sociedades portuaria y aeroportuaria, entre otras.
Esta institución por ejemplo reportó en 2015 más de dos millones de visitantes siendo los más numerosos los visitantes nacionales, en contraposición a los internacionales. El volumen de turistas colombianos que visitan Cartagena supera en ocho veces el número de turistas extranjeros. Sin embargo en los últimos años la cifra de turistas internacionales creció en casi el 30% gracias a los acuerdos que se hicieron para contar con más vuelos directos a este destino.
Cartagena tiene los hoteles más caros hasta los más económicos, dependiendo de las exigencias de los huéspedes. Hay hoteles dentro y fuera de la ciudad amurallada. En total la capacidad hotelera goza de 1.000 habitaciones que en los meses altos de diciembre y enero alcanzan al 100% de ocupación. El resto del año oscilan alrededor del 60%.
En el Muelle de La Bodeguita llegan a atracar hasta 9 cruceros un fin de semana.
La seguridad
El constante patrullaje de efectivos policiales en la ciudad amurallada es impresionante, algunos en moto, otros a pie y otros en moto pie, sobre todo en la noche. Nunca los turistas se sienten desprotegidos
Estos efectivos están prestos para atender cualquier pedido de información. Por su parte los oficiales no tienen reparos en buscar ubicaciones en el internet o llamar a sus compañeros para preguntar.
Muchos de ellos son muy jóvenes. En sus casacas, antes de sus nombres, dice “bachiller”, lo que hace pensar que son premilitares sirviendo al turismo de su comunidad.
También hay puestos de información turística donde se distribuyen mapas y se dan folletos de los lugares turísticos, los agentes están equipados con botiquines de emergencia y preparados en primeros auxilios.
Playas, comida y sol
Cartagena tiene varias playas a las cuales se puede llegar en unos minutos en taxi, las más recomendables y cercanas son las de La Boquilla o Castillo Grande, de esta última se puede retornar a pie bordeando el mar.
La playa de Boca Grande es la más popular y está siempre saturada de gente, pero sobre todo de comerciantes que no dan respiro a los turistas. Son muy conversadores y el propósito final es vender desde collares de piedras, hasta baratijas de plástico que hacen pasar como de coral. Las mujeres dan masajes con sus emulsiones y hacen trencitas. También están los que venden almejas. Todos ofrecen algún “regalito” que no es tal, sino un gancho para vender.
En cuanto a la comida, se recomienda llevar un refrigerio o comprar de los vendedores ambulantes, las opciones son pescado frito o arepas de arroz rellenas con queso y mantequilla que se constituye en la comida del pueblo en el Caribe, capaz de saciar el hambre del más rapaz.
En cuanto a bebidas, se recomienda agua de coco (dentro del mismo coco). También hay oferta de cerveza u otras bebidas. Las playas son muy limpias y la gente que trabaja allí se encarga de poner basureros para echar allí los desperdicios, que luego retiran.
La Isla de Playa Blanca y otras
En Cartagena se encuentra un archipiélago, el de las islas del Rosario que son pequeñas reservas naturales que forman parte del Parque Nacional de Corales.
La lancha que sale del puerto de Cartagena hace un recorrido por estas islas y se detiene en la Isla del Rosario donde hay un oceanario con animales marinos.
Este paseo es opcional pues se puede desembarcar directamente en Playa Blanca de la Isla de Barú, la cual es la típica playa del Caribe con agua transparente y arena blanca repleta de conchitas y pececitos de colores. Los corales cerca de la orilla, sin embargo, pueden lastimar los pies y rodillas por lo que hay que tener cuidado para escoger donde sumergirse o llevar zapatos de nado.
Los paquetes a Barú – Playa Blancas e Islas del Rosario se venden en la misma ciudad. El bote se lo toma del puerto donde se paga aparte un impuesto. El paquete incluye la comida que siempre será pescado frito, patacón (plátano frito y aplastado), arroz dulce de coco dulce y una ensalada. •
Una historia de Piratas y fortificaciones
Cartagena de Indias fue fundada por el madrileño Don Pedro de Heredia el 1 de junio de 1533, cuya casa se conserva en el centro de la ciudad. La bautizó como “Cartagena del Poniente” para diferenciarla de la de España “Cartagena del levante”.
En 1552 fue reducida a cenizas, por lo cual su fundador ordenó la construcción de sus edificios con ladrillos, tejas, piedras y peñascos. La arquitectura de esa época es la que se conserva.
El Rey Felipe II le dio el rango de ciudad en 1574. Al año siguiente, en 1575, obtuvo el título de "muy noble y muy fiel" para el reconocimiento del trabajo realizado por la población de Cartagena hacia la Corona española.
Fue codiciada por invasores ingleses y franceses. En su puerto se comerciaba con esclavos, oro, esmeraldas y otras riquezas.
Su prosperidad atrajo el interés de piratas, como del francés Roberto Baal, Juan Hawkins, Juan y Martín Côté o el inglés Francis Drake, que recibió el título de nobleza de Sir, otorgado por parte de la Reina Isabel. Drake llegó a Cartagena con una potente flota y un ejército bien preparado que penetró por Bocagrande. La casa que habitó en Cartagena es mostrada a los turistas.
Para proteger la ciudad se construyeron monumentales estructuras para su defensa a mediados del siglo XVI como la muralla que rodea la ciudad, armada de baterías.
Además están los fuertes, como el de Santa Cruz de Castillogrande, el de Manzanillo, el de San Sebastián del Pastelillo en la isla Manga, el de San Fernando de Bocachica y el Castillo de San Felipe de Barajas en la colina de San Lázaro, que es la fortificación más grande, recuperada por la Escuela Taller de Cartagena, abierta a los visitantes, incluso de noche.
Estos y otros mecanismos de alta ingeniería militar convirtieron a Cartagena en la ciudad más protegida de América del Sur, lo que no la salvó de históricas invasiones como la del Barón de Pointis en 1697, que la dejó arruinada.
1610 marca un hito histórico porque es cuando se constituye el Tribunal de Penas del Santo Oficio de la Inquisición cuyo palacio puede ser visitado por los turistas.
En su ciudad vivieron Virreyes, como Don Sebastián de Eslava que durante diez años dirigió esta eventual capital del Nuevo Reino de Granada; pero también vivieron allí piratas.
El renacer de Cartagena de Indias, acontece en el Siglo XX con la reactivación de su economía a partir de su historia, consolidándose como ciudad turística en el siglo XXI.
Costos
HOTELES. Un hostal cuesta $us 500 en una habitación triple, una semana.
PASAJES. Desde Viru Viru cerca de $us 500 por persona, dependiendo de la época
TAXI AEROPUERTO O A UNA PLAYA. Alrededor de 13.000 pesos (30 Bs.)
PIZZA FAMILIAR. 35.000 pesos (Equivalente a 90 Bs).
CHIVA RUMBERA. Alrededor de 25.000 pesos ó Bs. 60
PASEO EN CARROZA. 40.000 pesos (100 Bs.)
TOUR EN LANCHA. Por Islas del Rosario y Barú (Playa Blanca), 70.000 pesos (Cerca de 200 Bs.)
IMPUESTO EN EL PUERTO. 15.000 pesos (40 Bs.)