Juan Centellas, portero de fútbol, padre del charanguista William Ernesto
A escasos 30 kilómetros de la población de San Lucas, a orillas del río del mismo nombre, en la provincia chuquisaqueña de Nor Cinti, nació Juan, quien años después haría vibrar las tribunas de campos deportivos de..
A escasos 30 kilómetros de la población de San Lucas, a orillas del río del mismo nombre, en la provincia chuquisaqueña de Nor Cinti, nació Juan, quien años después haría vibrar las tribunas de campos deportivos de fútbol de Sucre y del interior del país.
El alumbramiento se produjo el 7 de septiembre de 1913 exactamente en la finca de Torre Molino, que perteneció al guerrillero de la Independencia Alejo Cuiza Gómez.
Sus progenitores fueron Manuel Isabel Centellas y Horacia Cuiza Otondo, agricultores del sector de Caichoca y, como suele suceder, estos esposos, preocupados por la educación de su hijo, al no existir las condiciones necesarias en su pueblo, decidieron que lo mejor para su hijo Juan Centellas Cuiza era que accediese a una escuela de la ciudad (Sucre).
Pero sus condiciones económicas eran muy estrechas para ese cometido. Gracias a la solidaridad de amigos y a la venta de ganado ovino, pudieron solventar el viaje y parte de los gastos de los primeros meses de estadía de los Centellas.
El estudiante
La travesía a lomo de bestia duró varios días y una constante incomodidad por la época de lluvias. A su llegada, inmediatamente, se apersonaron por el colegio del Sagrado Corazón, consiguiendo una plaza en el tercer curso de primaria. Fue una alegría para ellos el ser beneficiarios de educación para su hijo en un establecimiento tan prestigioso.
“Mi padre, con las recomendación de amigos, consiguió que me alojara como pensionado en casa de una distinguida señora, en donde por primera vez tendría una pieza de dormitorio totalmente independiente”, según el propio Juan (El Desafío. La Paz, 26 de julio de 1975. Imprenta “Renovación” Ltda., pág. 23).
Él destacó entre sus compañeros y sus cualidades en el dibujo le permitieron ganar muchas amistades.
El deportista
Pasaron los años y, ya adolescente, gustó de varios deportes, entre ellos el atletismo: “Saltaba bien en garrocha, salto alto, corría bastante veloz, jugaba al basquetbol, el fútbol que era mi predilección”, agrega la misma publicación, en la página 25.
En un campeonato intercolegial, les tocó jugar con el Junín. Ahí se estrenó Juan en “la portería”. “Tuve una suerte inesperada, pues no se produjo ni un gol en contra; porque me encontraba seguro en mi nuevo puesto” (página 26).
De pronto el tierno joven, a la edad de 15 años, se encontró militando en el onceno del Club Stormers, donde vivió grandes satisfacciones.
Como arquero del seleccionado de provincias, concitó la atención de los aficionados al fútbol. Un comentarista deportivo tuvo las siguientes palabras para él, en la página 3 del periódico “El Terruño” del 17 de agosto de 1930:
“Seleccionado de provincias triunfa sobre el seleccionado de la capital. En el encuentro del 5 de agosto a hrs. 15.30 en el Stadium Buenos Aires, el equipo de Sucre en vigoroso empuje se aproxima a la valla contraria dando un tiro fuerte al arquero Centellas, este defendiendo en forma técnica, demuestra como en múltiples ocasiones su gran habilidad. Nuevamente es acosado el arquero por el wing Palacios con un tiro raso, al que Centellas con admirable salto se tiende para desviar el balón recibiendo del público espectador calurosas ovaciones”.
El “Debate” del viernes 1 de abril de 1932, en su página 5 y bajo el título de “Junín y Stormers empataron”, señalaba: “Al finalizar el partido los del Junín recobraron su entusiasmo del principio y pusieron en peligro varias veces el arco de Centellas, el que como de costumbre, parece que tuviera hipnotizada la bola y la recibe con toda comodidad entre sus dos brazos y con una franca sonrisa. Este excelente arquero fue dignamente colaborado por Querejazu y Balcazar, que por minutos eran infranqueables”.
Al popular Juan Centellas Cuiza, en varias oportunidades, le cupo defender el arco chuquisaqueño en los encuentros interdepartamentales, logrando satisfacciones personales y en equipo.
En 1930 culmina sus estudios de secundaria, junto a sus compañeros “Achá Hernando, Arana Arturo, Brianson Adam, Caballero Hugo, Cabezas Eulogio, Cabezas Jorge, Gonzales Néstor, Melean Manuel, Urioste Rafael, Urquizo Julio y Urriolagoitia Jaime”, según el libro de promociones del Colegio del Sagrado Corazón (Promoción 1930).
Finalizado el acto de promoción, el padre Cerro los invitó al aula de Física, de cuya materia era él su profesor, y “después de las exhortaciones sobre nuestra conducta en el futuro, sacó un pequeño cajón con cigarrillos Camel, que nos distribuyó a todos, como un signo de que ya éramos personas mayores; luego salimos juntos a la capilla para implorar suerte en la vida futura” (El Desafío, páginas 33 y 34).
El combatiente
Para Bolivia, el año de 1932, fue de infortunio por la agresión de la República del Paraguay. Juan, imbuido de patriotismo, se alistó en el ejército en octubre de 1932 en la localidad de Camargo, en el Regimiento 36 de Infantería.
En la zona de operaciones es admitido en el Regimiento Lanza de Caballería. Participa en las batallas del sector de Alihuata, Km. 31, Puesto G, Fortín Arce, Fernández. Estuvo bajo las órdenes del capitán Germán Busch.
Por heridas de guerra fue evacuado y en el trayecto de retorno “nos encontramos sorpresivamente con una columna del Destacamento 111, traté de encontrar a algún amigo […] Pasó por mi lado Jaime Urriolagoitia compañero de curso, cadete entonces del colegio militar […] Jaime y Manuel Melean…no volvieron más del Chaco” (El Desafío, pág. 99).
En Sucre, ya restablecido, fue nombrado jefe de estación de ferrocarril en Vila Vila.
Profesional universitario
En la vida civil, Juan había decidido, pese a las limitaciones económicas, profesionalizarse “para el deseo personal de hacer algo tangible, perdurable, creativa, donde la imaginación tuviese un campo ilimitado” (El Desafío, pág. 124).
Sin embargo, Sucre no le daba esas posibilidades. Entonces se inscribió en las Escuelas Internacionales, por el sistema de correspondencia, en la disciplina de ingeniería.
Por azar del destino, se enteró de una convocatoria a becas en la carrera de Ingeniería de la UMSA, en La Paz, donde resultó admitido. En el Consejo Universitario, como representante estudiantil, conjuntamente al jefe de carrera, consiguieron la apertura de Arquitectura. Con gran sacrificio, logró profesionalizarse en las dos disciplinas.
El teatro IV Centenario
El principio de su vida profesional no fue grato, puesto que tropezó con la falta de trabajo. Aun así, su perseverancia le permitió abrirse campo con pequeñas obras. Concursó en una convocatoria que lanzó la Prefectura de Potosí para la elaboración de anteproyectos con vistas a la construcción de un teatro hotel. Entre muchos profesionales, logró el primer premio. Hoy, el Teatro IV Centenario muestra su portento, para orgullo de la ciudad de Potosí.
En nuestra siempre convulsionada patria, años después tuvo que sufrir persecución política y fue exilado en Venezuela (1953-1960), donde por varios años trabajó en empresas de construcción, adquiriendo mayor experiencia. De retorno a Bolivia, consolidó una pequeña empresa y fue artífice de la construcción de varios edificios en La Paz.
William Ernesto
Allá por 1944 contrajo nupcias con Guillermina Molina Baspineiro, también sanluqueña. Y al año siguiente nació su primogénito, William Ernesto, quien fue igualmente arquitecto y connotado intérprete del charango.
El hijo de Juan Centellas, que falleció el 14 de junio del 2009, recibió innumerables premiaciones por sus dotes de eximio charanguista y compositor. Una segunda hija, Ana María, es también arquitecta de profesión.
En segundas nupcias, con Hortensia Echeverría Tapia, oriunda de La Paz, Juan tuvo otras dos hijas, Julia y Rosario.
Este destacado sanluqueño de los años 20 murió en la sede de gobierno el 13 de junio de 1989, a la edad de 76 años. Su ex esposa, Guillermina Molina, falleció el 19 de julio de este 2017 a los 93 años. •