El sigiloso paso de la Madre Teresa por Sucre

Un halo de misterio envuelve la visita de la Madre Teresa de Calcuta a Bolivia, en los años 80 del siglo pasado. Se sabía que llegó a La Paz y aunque existen versiones —muy pocas— en sentido de que estuvo en Sucre...

El sigiloso paso de la Madre Teresa por Sucre

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El sigiloso paso de la Madre Teresa por Sucre


    Evelyn Campos López ECOS
    Ecos / 01/10/2017 03:25

    Un halo de misterio envuelve la visita de la Madre Teresa de Calcuta a Bolivia, en los años 80 del siglo pasado. Se sabía que llegó a La Paz y aunque existen versiones —muy pocas— en sentido de que estuvo en Sucre, no hay registro escrito de su aterrizaje imprevisto en la Capital.

    Algunos dicen que hizo una escala forzosa y que después visitó fugazmente a las hermanas de la congregación Siervas de María, en el Hogar 25 de Mayo, para luego retornar al antiguo aeropuerto Juana Azurduy de Padilla.

    Es escasa la información al respecto. Varios religiosos recuerdan vagamente su arribo, pero dos personas tienen aún fresca esta distinguida visita: la profesora Sonia Salinas y María Luz Reyes, quien trabaja con los Laicos Misioneros de la Caridad de la Madre Teresa en Sucre.

    “Las autoridades religiosas querían que venga, pero no tenía tiempo. Llegó a Bolivia para visitar las casas que habían en La Paz”, comenta Reyes, que dice haberla visto, tocado y que, incluso, habló con ella por unos instantes en tres oportunidades. No en Sucre, sino tanto en Roma como en Perú.

    La Santa Teresa en Sucre

    La tiene como una mujer de profunda fe y confianza en Dios. “Si tocamos a una persona pobre, estamos tocando el rostros de Jesús”, recuerda que decía la Madre Teresa, quien fundó las Misioneras de la Caridad; el pasado 5 de septiembre se cumplieron 20 años de su muerte. Fue canonizada el año pasado por el papa Francisco.

    “Siempre había mucha gente alrededor de ella que querían tocarla. Daba su bendición a todos imponiendo sus manos en sus cabezas y les daba una medalla de la Virgen Milagrosa. Hacía sentir la presencia de Dios, su mirada estaba llena del Señor y eso es lo que irradiaba; era muy especial, la santa. Cuando llegó a Sucre mi mamá la vio, quería tocar sus pies y la Madre Teresa le dijo ‘que Dios la bendiga y proteja, voy a rezar por su familia’”, se emociona Reyes.

    De aquella visita a Sucre, su madre le contó que la ahora Santa Teresa tenía una baja estatura, era menuda y hablaba en inglés. Las fotografías y videos de ella, que han dado la vuelta al mundo, la muestran siempre con sandalias. A pesar de sus detractores —que los tuvo y muy críticos—, a Teresa de Calcuta se la inmortalizó como una mujer dedicada, sencilla, humilde, que siempre estuvo dedicada a los más pobres y necesitados.

    “No es cuánto hacemos, sino cuánto amor ponemos en lo que hacemos”, reflexionaba. “Como somos seres humanos, para nosotros se ve muy pequeño pero, una vez que entregamos lo que hacemos a Dios, es infinito y esa pequeña acción se transforma en una acción infinita. Porque Dios es infinito y para Él no hay medida…”.

    También sostenía que “debemos encontrar la santidad en el trabajo que Dios nos ha encomendado (…) A lo mejor lo único que sé hacer es pelar papas, pero debo pelarlas hermosamente; ese es mi amor por Dios en acción. No es cuánto hacemos, sino cuánto amor ponemos en lo que hacemos”.

    Sonia Salinas menciona que la Madre Teresa decía que el fuerte de su vida era asistir a la eucaristía, la contemplación de Jesús y la oración. “El que hace milagros es Jesús y la madre (Teresa) era la intercesora”, añade.

    Su legado en Bolivia

    Según información proporcionada a ECOS por la superiora responsable de la Comunidad Misionera de la Caridad en Potosí, María Oseas, esta institución, siguiendo el modelo de la Madre Teresa de Calcuta, entrega su vida al servicio del evangelio y presta un servicio directo y gratuito a los más débiles y necesitados, “a los más pobres entre los pobres”. Asimismo, atiende a personas con capacidades diferentes y a embarazadas con riesgo de aborto.

    Oseas dice que actualmente en Bolivia hay 30 hermanas Misioneras de la Caridad que están distribuidas entre La Paz, El Alto, Santa Cruz y Potosí. Ellas atienden a personas que la sociedad rechaza y cuyas familias están sumidas en la cultura de la indiferencia. •

    La Madre Teresa de Calcuta, su vida

    La Madre Teresa de Calcuta, de nombre secular Agnes Gonxha Bojaxhiu, nació en el seno de una familia católica albanesa en Skopje, actual Macedonia, el 26 de agosto de 1910.

    La profunda religiosidad de su madre despertó en ella la vocación de misionera a los 12 años de edad. Siendo aún una niña ingresó en la Congregación Mariana de las Hijas de María.

    Apenas hechos los votos pasó a Calcuta, India, donde identificaría los caminos de su vida y su vocación de entrega hacia los más necesitados.

    La impresión que le causó la miseria que observaba en las calles la movió a solicitar a Pío XII licencia para abandonar la orden y entregarse por completo a su causa.

    “Quiero llevar el amor de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y que les ama a ellos”, fue el principio fundamental de su mensaje y de su acción.

    En 1950 fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad, cuyo pleno reconocimiento encontraría obstáculos antes de que Pablo VI lo hiciera efectivo en 1965.

    Durante más de 40 años consagró su vida a los pobres, a los enfermos y, en general, a los menos favorecidos, obteniendo en 1979 el Premio Nobel de la Paz.

    Cuando la Madre Teresa falleció en 1997, la congregación contaba con más de 500 centros en un centenar de países y era querida por católicos, hindúes y musulmanes.

    Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 19 de octubre de 2003, en una ceremonia realizada en Roma a la que asistieron 300 mil fieles.

    En septiembre de 2016 fue canonizada por el papa Francisco. Emblema de la caridad, Teresa se convierte así en modelo para los católicos de todo el mundo.

    “La santa de las alcantarillas”

    El 5 de septiembre pasado el mundo cristiano recordó el 20 aniversario del fallecimiento de Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta. Fue una mujer que dedicó su vida al servicio de los más necesitados; a pesar de las enfermedades que la aquejaron, nunca abandonó su trabajo en las Misioneras de la Caridad, la congregación que fundó y donde trabajó hasta poco antes de morir.

    Millones de personas en el mundo todavía la recuerdan por su filosofía de “ayudar a los más pobres entre los pobres”; filosofía que la llevó a convertirse en una de las personas más importantes del siglo XX.

    En vida, Teresa de Calcuta contó que durante un viaje a la ciudad de Darjeeling, su vida cambió repentinamente porque recibió la “inspiración”, y en los meses siguientes experimentó varias revelaciones en las que Jesús le habría pedido que fundase las Misioneras de la Caridad.

    Desde entonces, “la santa de las alcantarillas”, como la llamaban por atender y socorrer a “la escoria de la sociedad”, comenzó un trabajo humanitario al que dedicaría el resto de su vida. Empezó con la creación de un hogar para moribundos en Calcuta; después, las Misioneras de la Caridad se convirtieron en una Organización No Gubernamental (ONG) que está presente en todo el mundo, incluso en Bolivia.

    “La soledad, el dolor y el sufrimiento de Jesús en Getsemaní, que le hizo sudar sangre, creo que fue mucho más grande que la crucifixión misma. La crucifixión fue temporal en la carne, pero la agonía de la soledad, de ser rechazado y abandonado, hizo que sudara sangre.

    Hoy vemos esa soledad revivida en muchos países ricos donde su gente sufre la tortura de no ser queridos, de ser rechazados, y creo que ese es el sufrimiento más grande y la pobreza más grande hoy en día. Pero creo que la forma más simple de mostrar el amor de Dios y que Él nos ama es el amor del uno por el otro”, dijo Teresa durante una entrevista para un documental.

    El trabajo de las Misioneras de la Caridad

    Un grupo de personas deja en la puerta de la casa de las Misioneras de la Caridad a un hombre agonizante, raquítico y lleno de gusanos. Las religiosas, vistiendo su tradicional hábito blanco con franjas azules, introducen al desafortunado al interior de la vivienda. Lo atienden, lo limpian, bañan y con paciencia infinita le van quitando uno a uno los gusanos de su cuerpo.

    Una visitante extranjera que temporalmente se albergaba en el lugar para observar la obra de las Misioneras de la Caridad se queda impresionada por el amor y la dedicación con el que las religiosas atienden a este hombre. La que presenció la penosa escena es la profesora de Religión y laica consagrada Sonia Salinas.

    “No cualquiera lo haría, es fácil decir ‘¡qué hermoso!’, ‘¡qué impresionante!’, pero vivirlo es otra cosa; uno tiene que vivir esa experiencia para saber lo que es realmente la pobreza. Ese hombre era un desecho de la sociedad, como dice el papa Francisco”, comenta Salinas a ECOS.

    El hecho del que ahora tiene la oportunidad de dar fe ocurrió en un mercado de Lima, Perú. Un lugar sin ley donde los niños roban y alcohólicos, drogadictos y asaltantes hacen sus fechorías a plena luz del día. “Solo Dios es quien da la capacidad de hacer lo que hacen las hermanas que siguen el ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta”, enfatiza Salinas.

    “…la pobreza material siempre se puede satisfacer con lo material. Pero hay una pobreza mucho más grande, la de los despreciados, no amados, descuidados, olvidados y solos”, solía decir la religiosa que luego fue canonizada por el papa Francisco.

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