Sexualidad, modas e influencias para los hijos
Una adolescente de 14 años le cuenta a su madre que una de sus mejores amigas le dijo que le gustaba mucho, y que “si quería que fuéramos algo más que amigas…”.
Una adolescente de 14 años le cuenta a su madre que una de sus mejores amigas le dijo que le gustaba mucho, y que “si quería que fuéramos algo más que amigas…”. La revelación deja preocupada a la madre, que se queda pensando si los hijos, hombres y mujeres, están preparados para las expresiones abiertas sobre su sexualidad.
Hoy en día se pueden observar comportamientos en los adolescentes que en el pasado no se veían, o que al menos no se demostraban abiertamente. Algunos no solo son compartidos en el grupo de amigos sino también a través de las redes sociales, donde el adolescente tiene notoriedad. “Lo preocupante es que gente que no conocen personalmente tiene acceso a su página”, advierte a ECOS la psicóloga Gianina Irusta.
Homosexualidad y familia
La experta sostiene que, entre adolescentes de 13 a 16 años, hablar de la homosexualidad es un tema que les otorga unos puntos significativos para su “barómetro” de cuán populares son.
Esa conversación, agrega la profesional, se volvió tan natural como mandar o recibir “packs” (moda de compartir fotos íntimas en Facebook) y mirarlos en las redes sin pena ni morbo.
Ante esto, los padres deben tener una buena lectura de la realidad, reflexionar y analizar como familia cuál es la postura que asumen los hijos e hijas sobre este tema, conocer cuál es la opinión del entorno en el que ellos viven cada día.
“Es importante estar alertas y prepararnos para saber cómo abordar estos temas desde el lugar en el que nos encontramos”, expresa la psicóloga.
Sin duda, enfocando de la manera repetitiva en la que son tratados estos temas, no se generarán grandes cambios. Por ejemplo, las charlas o talleres en los colegios para alumnos y padres acerca de la sexualidad, ¿es lo que realmente se necesita? ¿O cuáles deberían ser las estrategias?
Ahora lo novedoso es la realidad virtual. “Pregunten a sus hijos e hijas qué youtubers conocen o siguen, cuánto influyen en los adolescentes”, desafía Irusta.
Modas, adolescentes
La moda es uno de los factores que más influye, tanto en los adultos como en los adolescentes. Estos la siguen para sentirse identificados con algo en especial que los hace distintos; también les hace sentirse iguales a los que se consideran con una misma tendencia.
“Esto es algo que muchas veces los adultos no pueden comprender, porque hay muchas subculturas con características extravagantes”, comenta la profesional.
Ir con la moda es interpretado por los adolescentes como ir a su manera. La moda les permite identificarse con su grupo y reivindicar su oposición a los criterios adultos.
“Desde llevar pantalones caídos o rotos, sudaderas enormes, camisetas con dibujos, números y letras, tops que no llegan al ombligo, peinados ‘despeinados’... Utilizan ‘su identidad’ como un sistema de signos para comunicarse con sus iguales, con quienes comparten un mismo código. Los padres no interpretan del mismo modo ese lenguaje, por eso no suelen entenderse con sus hijos en ese tema y muchas veces se convierte en fuente de conflictos”, ahonda Irusta.
La reacción de los padres
A raíz de ese comportamiento la actitud de los padres puede ser de distanciamiento, reproche, control permanente y castigador, anulando la capacidad de comunicarse para entender por qué sus hijos actúan de una u otra manera.
Irusta dice que seguir una moda obedece al principio básico de conformidad, que explica muchas conductas en la sociedad. Se basa en el hecho de que las personas prefieren ser “bien” percibidas, aceptadas, en los contextos sociales. Por ello cuesta llevar la contraria a las mayorías; pero, esto debería ser en asuntos triviales, que no afecten a la ideología y los principios éticos.
No obstante, a costa de esto, que parece poco peligroso, se desarrollan ciertas variables que promueven la acentuación del conformismo: Cuando el grupo de personas que marca tendencia es creíble, atractivo, amigable o sustenta algún tipo de poder que se considera relevante.
Como no parece peligroso, los padres y adultos asumen una postura pensando que “ya se le pasará, no debemos insistir porque se encaprichará y será peor”.
Amigos y popularidad
Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación y autora del libro “Los chicos y las pantallas”, sostiene que la popularidad es uno de los valores más importantes para los adolescentes de hoy.
“Tener muchos amigos y ser popular es un valor prioritario en esta etapa de su vida. Dejan el amor incondicional de los padres en la infancia para tener, ahora, otros referentes que los acompañarán en toda la secundaria: los amigos. Pero como no es un amor incondicional, tienen que ganárselo”, dice ella.
Así, muchos adolescentes entran en el “juego de retos, que a veces no puede parar y los lleva a situaciones de enorme confusión y a tomar decisiones por la presión del grupo al cual quieren y necesitan pertenecer”.
La importancia de la autoestima
Por su parte, los “amigos” les confirman o niegan quiénes son, y eso está muy ligado a la autoestima.
En este marco, las redes sociales brindan una rica fuente de recursos simbólicos con los que los adolescentes interactúan en la elaboración de la propia identidad. “En algún punto puede ser peligroso, especialmente cuando se trata de su identidad”, complementa Irusta.
Identidad sexual y de género
La identidad sexual llega definida en el momento en que nace una persona, son sus cualidades físicas o genéticas las que permiten identificarla como hombre o mujer.
En cambio la identidad de género se relaciona con el sentimiento que el mismo individuo tiene sobre sí mismo (se siente hombre o mujer, indistintamente de sus rasgos físicos identificativos).
“Cuando algunos adolescentes tienen su primera experiencia homosexual (presionados por el grupo o por el reto lanzado, del que no pueden echarse atrás), se asustan porque creen que son homosexuales ‘por lo que hicieron’. Hay que conversar con ellos y hacerles saber que la orientación sexual viene definida en función de a quién desean, de quién se enamoran o con quién quieren mantener relaciones sexuales. Eso no lo determina la identidad sexual”, aclara la especialista consultada por ECOS.
Irusta dice que lamentablemente nos encontramos con una sociedad impregnada de modas, relativismo y hedonismo, donde los adolescentes buscan satisfacer su necesidad de ser diferentes, raros o referentes para los demás.
Así entran en un juego peligroso que busca el entretenimiento y la imitación, pues se lo considera “moderno”.
Bisexualidad y homosexualidad
De acuerdo con varios especialistas, conductas como la bisexualidad y la homosexualidad se convirtieron en una moda entre los jóvenes, que se dejan influir por la imagen que proyectan y venden los famosos. En las sociedades obsesionadas con la cultura del entretenimiento y las celebridades, estas pueden tener un fuerte impacto sobre la vida de una persona.
Irusta menciona a la sexóloga Nancy Pérez de Franjul, quien explica que “las figuras y artistas que no tienen una preferencia sexual clara o hacen alarde de su bisexualidad, desorientan e influyen en la identidad sexual, orientación e identificación de los jóvenes que los siguen”.
En este punto es inevitable preguntarse: “¿tan manipulables somos?”. Parece que sí.
“Los jóvenes adoptan un estilo de hablar, de ser, de vestir. Siempre están conquistando un mundo externo sin todavía tener una personalidad lo suficientemente estructurada. Están tratando de no parecerse a sus padres cuando son niños y cuando son jóvenes quieren conquistar el mundo”, señala.
Es cierto que desde que hay menos restricción en los medios de comunicación para hablar de este tema y desde que cada vez más famosos declaran sus distintas orientaciones sexuales, también subieron los índices de personas que “han salido del clóset” con respecto a su identidad de género. Pero también se cree que muchas de estas son más estrategias de marketing que verdades.
“Ante esto es fundamental estar debidamente informados. La buena educación sexual permitirá que convivamos en armonía con nuestra identidad sexual y con la de los demás”, concluye la psicóloga. •