¿La Virgen satirizada para mofarse del Carnaval de Oruro?
La Virgen María en ropa interior, como expresión crítica a la forma en que se vive el Carnaval de Oruro, resultó una franca provocación de una artista plástica para distintos estamentos de la sociedad boliviana que...
La Virgen María en ropa interior, como expresión crítica a la forma en que se vive el Carnaval de Oruro, resultó una franca provocación de una artista plástica para distintos estamentos de la sociedad boliviana que, en muchos sentidos, se muestran aún conservadores. Y, como pasa en la política, volvió a dividir las aguas en el país.
En el cuadro de la orureña Rilda Paco, la Virgen del Socavón aparece semidesnuda frente a tres alegres bailarines: un pepino, un moreno y un diablo.
A partir de la reacción de autoridades y organizaciones de Oruro, que llegaron a amenazar con un juicio a la artista, primero se desató una ola de críticas y luego también una gran cantidad de adhesiones, principalmente de artistas e intelectuales. Tanto que por las redes sociales se difundieron nuevos dibujos —siempre alusivos a la Virgen en relación a la controversia— sobre todo de colegas de Paco, en algo que se considera una muestra de apoyo a la artista.
Desde instituciones religiosas hasta el gobernador de Oruro, Víctor Hugo Vásquez, condenaron la pintura que la propia Paco se había encargado de distribuir cerca de una iglesia, según se informó en días posteriores. La noticia del alboroto que se armó en torno a este asunto en las últimas semanas incluso cruzó las fronteras, porque se difundió en varios países.
Mientras el Gobierno nacional, a través del ministro Héctor Arce, salió a aclarar que no correspondía ningún proceso contra Paco, en respeto a la libertad de expresión, un obispo de la Iglesia católica anunciaba para el 1 de marzo pasado (esta edición se cerró el 27→ →de febrero) un acto de desagravio a la Virgen del Socavón. En Sucre, monseñor Jesús Juárez exigió respeto a la Madre de Dios.
Paco, de su parte, defendió su obra indicando que se trataba de una triple protesta: contra el excesivo consumo de bebidas alcohólicas en el Carnaval de Oruro, contra la hipocresía de la festividad y, todo esto, en medio de las muertes por explosiones en esa ciudad. Pero también pidió disculpas “a los verdaderos devotos”.
Por último, denunció que su familia estaba recibiendo amenazas y pidió por su seguridad.
Frente a este panorama, que configura el tema más debatido en el último tiempo, ECOS logró las opiniones de artistas e intelectuales de nuestro medio y de otras partes del país. •
Ascenso de la crítica estética
Todos los temas que interpelan a la sociedad y generan una reacción expresan el grado de importancia, de incomodidad o de malestar que se les asigna.
Estamos en un momento reactivo —contra todo— no siempre ponderado y equilibrado.
Por ejemplo, el grado de virulencia que ha tenido la crítica moral y artística sobre un cuadro no está en relación a los dinamitazos [de Oruro] y sus consecuencias de violencia. Ambos, en el mismo espacio y tiempo. El ascenso en la crítica estética siempre será bienvenido. Corresponde a una valoración subjetiva que al recrear la realidad, obliga a respetar las visiones.
“Sobre gustos y colores no han escrito los autores”, se repetía. Desde el arte o desde la religión, diferiremos hasta de los frescos de la Capilla Sixtina. Desde la violencia y sus consecuencias, no tendríamos que tener divergencias. Y sin embargo, sigue ganando la vocinglería. Estamos a tiempo.
Abogado, investigador y escritor cruceño
En el país todavía hay mucha intolerancia
Rilda Paco quiso protestar sobre el uso de la imagen de la Virgen con un dibujo que la representa en tanga frente a danzarines borrachos. Al parecer, quiso provocar una reflexión en los fieles católicos distribuyendo personalmente copias del dibujo en las cercanías de una iglesia.
El hecho pudo haber pasado desapercibido, pero la indignación de algunos devotos contagió a algunas autoridades cuyas desmedidas amenazas nos pusieron en alerta a quienes buscamos información en los medios y en las redes. Nadie ha hecho tanto como esas autoridades para difundir lo que consideran ofensivo. Algunos creen que ha sido deliberado.
Pero vamos al punto. Rilda Paco ha hecho ejercicio de su libertad de expresión al dibujar, y esa libertad merece ser respaldada por los ciudadanos y protegida por el Estado. Incumple su deber la autoridad pública que, en vez de protegerla, la amenaza. De manera que quienes deberían ser sancionados son ellos, no la artista.
Es comprensible que algunas personas puedan sentirse molestas por la obra, como seguramente se sentirían si vieran o leyeran todas las obras que critican la religión o ridiculizan sus símbolos.
Pero con dejar de ver o de comprar esas obras, ya expresan su rechazo. Podrían protestar con razón si alguien les obligara a ver y apreciar esas obras, y peor si para ello se utilizaran recursos públicos. No es el caso.
La cuestión es que esta controversia ha puesto en evidencia que todavía hay en el país mucha intolerancia y que pese a nuestra avanzada legislación y supuesta vocación democrática, todavía tenemos gérmenes autoritarios en la sociedad.
Lamentablemente, no solo en la sociedad. Mientras autoridades y ciudadanos amenazan a Rilda Paco por lo que expresó con su dibujo, se difundió la sentencia judicial que sanciona con peña de prisión a Guadalupe Cárdenas por haber expresado por redes sociales una supuesta convocatoria sediciosa, injuriando al Presidente. Si la señora Cárdenas se excedió o no, si dijo algo falso o no, lo cierto es que ha sido condenada por sus palabras, no por sus acciones. Lo cual significa que la libertad de expresión está siendo limitada y restringida en Bolivia.
Estas son señales de que nuestra democracia se debilita.
Escritor cochabambino
Efectos de la obra de Rilda Paco
Víctimas de lo que llamo el “efecto fútbol” (el razonamiento a partir de solo dos posibilidades y que estas a su vez obligan a tomar partido por una, sea o no con argumento probable, es decir, el pensamiento de hincha, el pensamiento de fanático), se ha gestado un falso debate en la red. Simplemente porque están los que defienden a Rilda y los que se sienten indignados por la pintura y la quieren quemar viva, para algunos solo existen dos posturas posibles: defender la obra de Rilda o justificar la mojigatería y fundamentalismo orureño, que de un tiempo a esta parte está bastante crecidito.
Se delatan las siguientes conductas: Se revela una vieja tradición de victimización acerca de la situación postergada de Oruro con respeto del mundo y de nosotros mismos; el símbolo, la Virgen del Socavón, adquiere la fuerza de su contenido en distintas facetas: religiosa, y puramente regional, como característica identitaria de grupo; y, se hace visible una artista inexistente.
Por tanto, entra en debate la causa del malentendido, el contenido mismo del símbolo. Que tiene por naturaleza la característica polisémica: no significa lo mismo para todos, carece de la arbitrariedad y es objeto de varios lenguajes.
En sus concepciones negativas, las feministas verán en ella un símbolo de la patriarcalización y la condena de la mujer a su labor de madre; los indianistas, la representación de la religión del invasor frente a la ritualidad andina. Otros un poco más agudos, la resignificación de la Pachamama; los esotéricos, la representación de las fuerzas femeninas en armonía con las fuerzas genéricas representadas a través del cirio de la Virgen. Los orureños en general, un icono de identidad, que incluye en sí una fuerza mística, histórica y unitaria. Vale decir que, en una gran mayoría de opiniones, la arbitrariedad, si existe, simboliza, entre otras cosas, un mundo dual: todo lo bueno frente a todo lo malo.
Escritor orureño, “Kolectivo Perro Petardos”
Es cuestión de fe
Es cuestión de fe nomás. La Virgen María, una mujer inicialmente terrena, sí, pero al ser tocada por Espíritu Santo e inseminada no carnalmente fue elevada al grado de deidad. O semidiosa, si se quiere.
El punto es que a quienes crean en ello la Virgen desnuda les ofende; ¿recuerdan las razones por las que los fundamentalistas musulmanes liquidaron a los caricaturistas de la revista Charlie Hebdo? Pues eso, cuestión de fe nomás, de esa que mueve montañas y provoca guerras. Así de simple.
Esos somos los “monos lampiños”, totemistas y animistas. Ya dejemos de lloriquear ante una realidad tan palpable y pongámonos límites mutuos para no matarnos. Esto puede ayudar a la reflexión.
Profesional chuquisaqueño
El esperpento como “arte”
El laicismo se ha enfrentado a las instituciones cristianas desde los tiempos de la Ilustración, cuando se separó a la Iglesia del Estado y se instituyó el Estado moderno, de tendencia liberal, pero manteniendo el derecho a la libertad de conciencia.
En el mundo de la lucha de las ideas eso es válido. El problema se complica cuando en esta tensión Estado-Sociedad-Iglesia, surge en el siglo 21 una suerte de neolaicismo verdulero que ataca a la fe desde el Estado rompiendo los consejos de Locke (Art. 88/11 del caído Código Penal), pero también lo hace escondido entre las costuras de un pretendido arte, con un mensaje que se masifica vía redes sociales y de ahí salta a las portadas de los medios. Es “irreverente”, pero quiere hacerlo a lo grande.
Eso es lo que ha sucedido con el trabajo de la señora Paco. Su dibujo irrespeta la figura de una divinidad que es considerada madre por el 70% de la población boliviana que se reconoce católica. En este caso, no puede invocarse libertad de expresión cuando se hiere la fe de tantas personas, porque donde empieza mi derecho acaba el tuyo.
Aquí se ha agredido desde lo simbólico a un ícono central del catolicismo. No se trata de un borracho orinando el muro de una iglesia. Se trata de ridiculizar a un ser sagrado para miles y miles de bolivianos.
No se trata de defender la religión. Se trata de respetar a esos bolivianos para los cuales la religión es importante.
El principio fundamental de toda convivencia es el respeto al otro, y romperlo no es justificado ni en el nombre del “arte” ni de la libertad de expresión.
El dibujo aquel fue un esperpento innecesario y nada inocente.
Periodista y escritor cruceño, coautor del libro “Un tal Evo”
Tanto aspaviento es algo exagerado
Desde el punto de vista artístico y de contenido, la pintura es interesante. El arte tiene por objeto mover a la gente, hacerla pensar, reflexionar y provocar reacciones que la saquen de su letargo. En ese sentido la autora, a través de su sensibilidad, lo ha logrado puntillosamente.
Nos está dando qué pensar y autoevaluar las concebidas éticas de moralidad y religiosidad versus un accionar pagano y de libertinaje que, so pretexto de devoción, se vive en la fiesta.
Sobre la polémica generada, tanto aspaviento es algo exagerado. Pero por otro lado, estas expresiones pueden ofender a las personas que realmente veneran a la Virgen y afectar el espíritu de tradiciones y creencias tan marcados en el país.
No es simple situarse a favor o en contra. Opto por digerirlo racionalmente.
Coreógrafa y escritora sucrense
Temo una riña entre sordos
Creo que no hay que perder de vista la intención original de Paco. La artista fue clara al explicar que lo que quiso fue mostrar a la Virgen como una representación de la condición de la mujer en un determinado contexto, teniendo en cuenta que en Carnaval es cuando más se ataca a las mujeres, tanto en acoso sexual, violencia sexual, feminicidios, abandono, insultos y otras cosas más.
Eso deberíamos valorar. En eso deberíamos estar enfocándonos. La artista buscaba provocar y en base a esa provocación, discutir sobre un problema serio que aqueja a todos los segmentos de nuestra sociedad. Pues bien, la reacción ha sido descomunal, de un lado y de otro. Temo que esta sea una riña entre sordos y estemos perdiendo la oportunidad de entender más la conflictiva conformación cultural e ideológica boliviana. Entender al otro.
Poeta, comunicador social, editor de “Puño y Letra” en Correo del Sur
Con tanga o túnica es igual una mujer
Por naturaleza al ser humano no le gusta ser confrontado y la pintura de la orureña Rilda Paco, confronta. Su obra, donde aparece la imagen que supuestamente representa a la mujer y madre de Jesús de Nazaret, es un espejo para devotos y no devotos, para los que bailan y para los que miran el carnaval de Oruro o cualquier otra fiesta patronal.
Si se trata de la representación de la mujer a quien se le dedica la fiesta para pedirle favores, cómo esté vestida —con tanga o con una túnica— no cambia el hecho de que sea una mujer de naturaleza completamente humana, así haya sido la madre del Salvador, a la cual se la adora y se le rinde idolatría en Oruro y en otras fiestas. La de la pintura de Rilda Paco es tan mujer como cualquiera de las que baila o de las que mira, admira, critica o despotrica.
Los personajes que aparecen pintados delante de ella son los bailarines, los devotos, los que son parte de esta fiesta. Que se emborrachen o no, que bailen por devoción o por pasión a la danza y el folklor, es irrelevante porque son parte de la fiesta al fin.
Y aunque en esta celebración se debe destacar el magnífico despliegue coreográfico y musical que sincretiza la cultura de un país y sin lugar a dudas es motivo de orgullo, lo cierto es que priman la inseguridad, la confusión, el derroche, la deshumanización y los excesos.
Tal vez a quien habría que pedir disculpas no es a autoridades, ni a organizadores de fiestas, ni a devotos, ni a mujeres, ni a hombres, sino al mismo hijo de Dios que nació de una virgen y murió en una cruz luego de caminar por este mundo diciendo. “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6), expresando el anhelo de tener una relación personal con cada ser humano, sin intermediarios.
Comunicadora social