¿Mascotas o humano dependientes?
Un profesional de la veterinaria alerta sobre la humanización de los animales
Muchos amos tratan a sus mascotas como a seres humanos por el gran cariño que les tienen. ¿Eso está bien o tanto amor, demostrado de esa manera, perjudica a los animales? ECOS salió a buscar respuestas para esta pregunta.
Según el vicepresidente del Colegio de Médicos Veterinarios de Bolivia y presidente del Colegio de Médicos Veterinarios y Zootecnistas de Chuquisaca, Jhon Flores Risco, “humanizar a los animales hace que (estos) pierdan su identidad, se sientan frustrados, ansiosos e inseguros porque no se toma en cuenta sus necesidades reales”.
Se cree que hay personas que con los animales buscan llenar el vacío de no formar una familia, porque se concentraron más en desarrollarse profesionalmente o tomaron otras opciones personales. Es así que las mascotas pasan a ocupar un espacio más “importante” de lo recomendable en la casa, pero, según recuerda Flores Risco, ellas no son seres humanos y tienen otras necesidades, tanto físicas como psicológicas.
En criterio del veterinario consultado por ECOS, hace tres décadas los problemas psicológicos de los canes no eran tan frecuentes porque eran tratados como animales y en la mayor parte de los casos gozaban de espacios grandes para desenvolverse. En cambio, ahora viven dentro de departamentos o en casas sin áreas de esparcimiento, aburridos y con poca o nula actividad física.
En ese sentido, dice que un perro de la calle se comporta mejor que uno que vive dentro de una casa porque tiene el reto de sobrevivir, buscar alimento y desarrollar todas sus capacidades.
En contrapartida, un can que vive en una casa no tiene trabajo, no camina mucho, se vuelve sedentario, carece de propósito y muchas veces adquiere más patologías. Todos estos factores hicieron que la medicina veterinaria se especialice para solucionar esa clase de problemas.
La causa
El amor por los animales hace que las personas los traten como a seres humanos. Hay restaurantes de lujo, escuelas, clubes, peluquerías, almacenes de ropa y otros negocios exclusivamente para perros. Sucre, Potosí y Bolivia no están al margen de esta realidad, donde se somete a los animales a actividades propias de la gente.
“La humanización de los animales es moralmente negativa porque impone sufrimientos innecesarios, creándoles (a las mascotas, por lo general) patrones o reglas humanas irrespetuosas que van desde los peinados hasta el maquillaje, atentando contra la identidad del animal”, señala Flores.
En tal sentido, “Es necesario y hasta imperioso generar debates sin apasionamientos ni extremos sobre los derechos de los animales y promover normas técnico-humanitarias, diseñadas por profesionales, basadas en estándares científicamente aceptables, averiguando incluso quién vive más feliz: ¿el perro vagabundo que sigue libremente sus instintos sin estar sometido a reglas o aquel que está en el sofá de una casa aislado del resto de su especie?”, agrega el profesional.
Amor excesivo
Desde la perspectiva psicológica, el amor que las personas sienten por los animales dice mucho de su personalidad: generalmente son sensibles, alegres, compasivas, nobles, amistosas y muy sentimentales. Sin embargo, muchas de ellas inconscientemente tratan de consolidar una autoridad que no poseen en su entorno; es decir, con una mascota aumenta su autoestima y disminuye la sensación de soledad.
Cuando el amor hacia los animales se convierte en una obsesión, se desencadenan una serie de actitudes extremas que se diagnostican como trastornos excesivos y manifiestan comportamientos poco comunes y hasta grotescos que se asocian a problemas mentales.
El amor excesivo hacia los animales surge por varias razones, como por ejemplo la soledad, decepciones personales, complejo de inferioridad o apego a las excentricidades. Ese comportamiento anormal generalmente es notado por el núcleo familiar del afectado; pocas veces este reconoce su situación particular.
Patologías asociadas
Manías, síndrome de Noé o acumulación de animales, zoofilia o bestialismo (las dos últimas, patologías excepcionales que están penadas por las leyes bolivianas), son formas de maltrato y prácticas traumáticas para las mascotas.
“Por ejemplo, la mayoría de los animales víctimas de zoofilia desarrollan afecciones nerviosas y se esconden del atacante, tienen miedo de ser abordados y lastimados; situación que no es considerada por la persona que sufre del trastorno, ya que no es consciente de la gravedad y de las consecuencias de sus acciones”, explica el especialista a ECOS.
Las patologías también pueden ocasionar graves consecuencias a nivel psicológico: se altera regularmente el estado de ánimo de las personas, estas adquieren comportamientos repetitivos que no son saludables, e incluso pueden llegar a sufrir ataques de ansiedad si en algún momento no pueden estar con sus mascotas.
Los afectados tarde o temprano ven perjudicado su ritmo de vida por su obsesión y solo en ese momento se percatan del cambio en su conducta. “Los individuos que superan el amor excesivo hacia los animales son capaces de volver a relacionarse con otros sujetos, de abrirse a experiencias sentimentales y dejar atrás las situaciones que no les permitían surgir”, tranquiliza Flores Risco.
Riesgos
Las relaciones hombre-animal implican algunos riesgos zoonóticos (enfermedades que trasmiten los animales al hombre) que deben minimizarse, especialmente, en personas inmunocomprometidas.
“En este punto, el rol que cumple el médico veterinario respecto a la asesoría para la tenencia responsable de mascotas es fundamental para que los propietarios conozcan cuáles son las obligaciones legales que deben cumplir”, explica el profesional.
Siempre se dice que los extremos son malos. Hay gente que proporciona a sus mascotas cuidados muy superiores a los que tienen consigo mismos; pero esto puede ser una forma de maltrato animal, considerando que una mascota necesita espacio, alimentación y cuidados diferentes.
Según Flores Risco, al humanizar a los animales se los fuerza a un cambio de régimen alimenticio y carácter fenotípico, lo que podría derivar en alteraciones digestivas y de comportamiento.
Atención en el sur
En Sucre y Potosí hay decenas de servicios especializados de medicina veterinaria, con profesionales que tienen el respaldo del Colegio de Médicos Veterinarios y la Ley Nacional 1763, del Ejercicio Profesional del Médico Veterinario.
Los responsables de esos lugares están capacitados no solo para atender pacientes sino para brindar asesoramiento integral a los amos que cada día manifiestan un amor desmedido por los animales, tratando de que coman alimentos de humanos o comprando artículos que en vez de ser una ayuda se constituyen una molestia para las mascotas.
Bolivia también cuenta con la Ley 700, del Bienestar de los Animales; la Ley 553, para las razas peligrosas, y las municipales que regulan la tenencia y establecen sanciones, desde pecuniarias hasta penales. Por falta de conocimiento, muchas veces no se las hace cumplir.
“Toda acción que se realiza en pro de los animales no es suficiente. Incluso el trabajo de algunas sociedades protectoras de animales es visto por la población como un problema en vez de una solución. Por ello, se deben desarrollar políticas integrales inclusivas, con un profundo proceso de concienciación, sancionando a los dueños de mascotas irresponsables y demandando a las autoridades que no hacen cumplir las normas vigentes, pues por esa indiferencia no solo sufren los animales sino la población, el medio ambiente y la salud pública”, sostiene el veterinario.
Frente a este panorama, no se puede negar la influencia positiva de las mascotas en la salud y el bienestar para los seres humanos en el aspecto psicológico, fisiológico, terapéutico y psicosocial. “Hay canes que trabajan como facilitadores en terapias asistidas motivacionales y físicas, de numerosas enfermedades; es decir, se reconoce a la compañía de mascotas como un factor protector y reductor del estrés de los humanos”, aclara Flores Risco. •