Belleza andina en las lagunas del Kari Kari
“Las lagunas del Kari Kari están rebalsando”, alertaron varios medios de comunicación potosinos hace unas semanas. Y es que las lluvias habían llegado generosas colmatando las acequias artificiales, construidas en la...
“Las lagunas del Kari Kari están rebalsando”, alertaron varios medios de comunicación potosinos hace unas semanas. Y es que las lluvias habían llegado generosas colmatando las acequias artificiales, construidas en la época de la colonia, después de un largo periodo con escasez en la Villa Imperial.
La gestora cultural potosina, Amparo Miranda, nunca había visto rebalsar las lagunas, por ello decidió indagar. Aprovechando el requerimiento de algunos amigos que querían conocer algún sitio patrimonial de Potosí, decidió organizar un paseo cultural por las lagunas del Kari Kari.
Sin duda, una atrayente oferta para cualquier interesado en conocer más sobre la apasionante historia de Potosí, que asegura que las lagunas del Kari Kari fueron de las mayores obras de ingeniería del mundo.
Miranda no quiso organizar una actividad grande, sino una más íntima con pocos participantes. El objetivo del paseo fue conocer el patrimonio en el mismo lugar donde se encuentra.
“Hoy, con la tecnología es fácil obtener información y fotografías de cualquier lugar interesante, sin embargo, el hecho de llegar a un sitio y apreciarlo directamente en su verdadera magnitud, hace de un paseo una herramienta muy útil para conocer nuestro patrimonio”, sostiene.
La propuesta consistía en subir en micro hasta la Garita Surco, antigua salida hacia Tarija, frente al Cerro Rico. A partir de allí todo el recorrido se haría a pie.
En el trayecto se verían las lagunas de San Sebastián y San Ildefonso y dos ingenios en ruinas inventariados como los ingenios Nº 2 y N° 4.
El día indicado partimos a las 8:30 de la plaza principal de Potosí, en un bus que nos dejó en la Garita Surco. El lugar está lleno de tiendas y quioscos donde se puede comprar una variedad de refrigerios, golosinas y refrescos.
Nuestro grupo es pequeño. Pese a que varios comprometieron su presencia pocos llegaron, tal vez por la persistente lluvia que cayó la noche anterior.
Participaron del paseo cultural Antonio Basagoitia, guía turístico muy conocedor de la historia y arte potosinos; Rocío Calderón, conductora del programa cultural “Y tu riqueza sin par Potosí”; Jesús Candia y su hijo de ocho años, Joel, y una persona más.
Laguna San Sebastián
Desde la Garita Surco iniciamos la caminata a paso regular, a las 8:45, hacia la laguna San Sebastián. El camino es un poco empinado pero interesante porque va justo al lado del agua que corre entre las piedras. Hace frío.
También hay otro sendero menos inclinado pero está alejado de la caída de agua. El paisaje es austero, la tierra está poblada solo con paja brava y muña. El camino es muy pedregoso, las serranías son poco pobladas, empero el aire se siente tan puro que pareciera penetrar hasta el último rincón de los pulmones.
15 minutos después llegamos a una planicie donde se aprecia un paisaje diferente y alegre, con muchos árboles plantados años atrás como parte de una campaña para mitigar la contaminación minera.
Desde allí se puede apreciar el descomunal Cerro Rico cubierto con neblina y un cielo encapotado, igual a los días anteriores donde la lluvia fue constante. Un viento gélido sopla constantemente.
A las 9:00, llegamos a la primera laguna, la de San Sebastián de donde sale un canal de agua y sigue su curso raudamente.
Hace mucho tiempo estaba casi vacía y nos sorprendimos al encontrarla llena. El paisaje que le rodea es coqueto, sobresalen algunos pinos, yaretas y muchas kiswaras. El frío es constante y sigue nublado.
Lo primero que hacemos es tomar fotografías, después nuestro guía Antonio Basagoitia explica que las lagunas se construyeron para almacenar agua necesaria para los ingenios mineros en la época colonial.
De acuerdo con los datos históricos, el virrey Toledo visitó la serranía del Kari Kari, y decidió aprovechar las quebradas y hondonadas naturalmente creadas por el curso del agua para la construcción de lagunas artificiales, conectadas unas con otras, a través de un perfecto sistema de distribución hidráulica debidamente canalizado que aprovecha el declive hacia Potosí.
La laguna tiene canales para que el agua pueda salir sin que se produzca un rebalse. El líquido excedente sale por esos canales de manera que el estanque no rebalsa como se podría imaginar.
Observando la cordillera entendemos cómo la naturaleza favoreció a los planes del virrey Toledo, para almacenar agua en un sistema de lagunas y mejorar el sistema de molienda.
Ingenio Nº 4
Tomando un camino angosto caminamos hacia las ruinas del ingenio catalogado con el Nº 4. Llegamos al lugar alrededor de las 9:40.
Lo único que queda del ingenio es la parte central, el cárcamo y los dos muros paralelos que alojaban la rueda del molino. A momentos se escucha el revoloteo y trinar de pajarillos silvestres.
Se dice que más de 100 ingenios fueron construidos a lo largo del Río de la Ribera, a partir de 1574, después de garantizarse el suministro de agua para su funcionamiento.
Estas construcciones tienen paredes de “cal y canto”, erigidas con cal apagada y piedra bolona. Este material parece ser muy bueno ya que muchos ingenios se mantuvieron estables por más de 400 años aunque ahora no estén funcionando.
“Otros sectores del ingenio tienen muros de adobe o tapiales, hechos con barro y paja, mezcla que se fermentaba para que tenga mejor adhesión”, explica Miranda.
Más allá, una construcción circular llamada torreón también se conserva casi íntegra, era un tanque utilizado para la amalgamación. Como las ruinas están rodeadas de árboles el lugar tiene un gran atractivo.
Ingenio Nº 2
Después de visitar el lugar retomamos la marcha, siempre acompañados por un aire puro y una ventisca helada. Luego de unos diez minutos, divisamos desde lejos unas ruinas de grandes dimensiones, se trata del ingenio Nº 2.
Cuando llegamos y nos detenemos para observar el sitio, no podemos evitar asombrarnos e imaginarnos cuánta gente habrá trabajado en la molienda del mineral en la época colonial, en los más de 100 ingenios como el que vemos.
En ese momento el guía Antonio relata cómo funcionaban los ingenios. Nos imaginamos el tremendo ruido que debieron producir los más de 100 ingenios funcionando al mismo tiempo.
Entre las ruinas destaca el inmenso cárcamo, donde estuvo instalada la rueda del molino. Más arriba, todavía sigue intacta gran parte del canal de agua, aunque luce llena de tierra y está cubierta de maleza.
Curiosos exploramos los alrededores y nos damos cuenta de lo grandes que debieron ser los ingenios, unas construcciones monumentales. En el suelo existen muchas piedras desparramadas que seguro fueron parte de esas edificaciones.
Dejamos el lugar y un poco más allá nos encontramos con unas jóvenes pastorcitas, que pasean a su rebaño de ovejas y llamas con más sus crías.
La temporada de lluvias permite que los animales tengan una buena alimentación. En el cielo pasa y repasa una águila que pareciera que asecha al ganado.
Seguimos nuestro recorrido con un poco de dificultad por lo empinado del lugar, llegamos hasta la cima de la serranía desde donde se puede apreciar la laguna de San Sebastián, con el Cerro Rico como fondo.
Por unos instantes nos quedamos mudos frente al imponente paisaje andino, realmente impresionante. Entonces aprovechamos el momento y el lugar para compartir un refrigerio. Ya falta poco para llegar al último destino.
Laguna San Ildefonso
Finalmente a las 11:30, llegamos a la laguna San Ildefonso, la más conocida y visitada, custodiada por montañas con nieve plateada. En enero de 2017, tenía poca agua, ahora está llena, no hasta el borde porque sus esclusas no permiten un lleno total.
Cruzamos por la laguna a través de un camino angosto hasta llegar al frente. Ahí encontramos un letrero tallado en piedra, muy antiguo que indica que la refacción de la laguna fue en 1787.
Lastimosamente algunas personas mal entretenidas grafitearon la placa de piedra en desconocimiento de su verdadero valor histórico.
La construcción de las lagunas artificiales del Kari Kari, situadas en las faldas de la cordillera que lleva el mismo nombre, a 13 kilómetros de Potosí, duró casi medio siglo (entre 1563 y 1590) y participaron en ella cerca de 20.000 nativos.
Chalviri fue la primera laguna construida en 1563, posteriormente en 1576 le siguieron las lagunas del Kari Kari, (o San Ildefonso) y la de San Sebastián.
Durante toda la caminata aprovechamos para tomar fotografías del paisaje andino, de la flora y la fauna. Los que visitaron el lugar por primera vez quedan encantados con el paseo.
Todos coincidimos en la necesidad de proteger esos lugares pues las lagunas y los ingenios son parte del sitio declarado Patrimonio de la Humanidad y deben ser adecuadamente conservados.
También es necesario construir lugares donde los visitantes puedan descansar y servirse un refrigerio, cuidando de no dejar basura.
De retorno bajamos por el camino hasta la avenida Circunvalación cerca de las 13:30, allí nos despedimos y Miranda agradece la participación.
Potosí es una de las ciudades más altas del mundo, su ubicación en plena Cordillera Real de los Andes brinda la oportunidad de realizar actividades turísticas de altura, para conocer paisajes espectaculares, mezclados con la biodiversidad natural y las ruinas arqueológicas industriales que tiene. •