Urgencia hipertensiva
Hasta hace poco tiempo se hablaba de hipertensión maligna para describir la situación caracterizada por cifras tensionales que ponían en peligro la vida del paciente si no se obraba con prontitud y certeza. En la actualidad, se plantean diferencias en esta condición clínica de acuerdo con el compromiso o indemnidad de los llamados “órganos blanco” (sistema nervioso, corazón y riñón).
Generalmente la crisis hipertensiva se presenta con valores de tensión diastólica superiores a 120 mmHg; es dos veces más frecuente en el sexo masculino entre la cuarta y la quinta década de la vida. Sin embargo, no se debe encasillar la crisis hipertensiva en forma absoluta por las cifras de tensión diastólica, pues cifras menores pueden constituir una crisis, como se observa especialmente en niños; de otro lado, cifras superiores a 120 mmHg pueden ser inocuas en un adulto hipertenso crónico.
Emergencia hipertensiva (EH) es la situación clínica de hipertensión acompañada por compromiso de órganos blanco, que de no tratarse en forma pronta e intensa pone en peligro la vida del paciente.
Urgencia hipertensiva (UH) es la situación clínica con hipertensión pero sin compromiso de los órganos blanco, y requiere tratamiento pronto pero no tan intenso.
Hipertensión maligna (HM), término hoy en desuso, se refería a pacientes con cifras tensionales elevadas, papiledema y cambios vasculares caracterizados por la hiperplasia de las arterias de mediano y pequeño calibre, descritas como en bulbo de cebolla.
Hipertensión acelerada es un término que se debe cambiar por el de UH.
Síntomas
Los síntomas están relacionados con los órganos afectados:
Del sistema nervioso central, retinopatía, cefalea en casco, convulsiones tónico cló, estupor, coma, hemorragia cerebral.
Del corazón, incremento de la postcarga, insuficiencia cardiaca, angina e infarto del miocardio.
Del riñón, hematuria, proteinuria e insuficiencia renal.
Del sistema hematológico, anemia hemolítica microangiopática y en ocasiones, coagulación intravascular diseminada.
Tratamiento
La principal pregunta es qué tanto y con qué prontitud se deben bajar las cifras tensionales. Muchas veces el éxito se mide por la presencia o ausencia de complicaciones, particularmente cerebrovasculares y de arterias coronarias; ante tales situaciones, llegar a hipotensión es contraproducente.
El examen clínico debe llevar a la diferenciación entre EH y UH, para iniciar un tratamiento bien dirigido.
En la EH debe internarse al paciente en una unidad de cuidados intensivos, monitorizar en forma permanente la tensión arterial y usar medicamentos intravenosos para llevar las cifras tensionales a valores cercanos a la normalidad en el término de una hora.
En la UH no son obligatorios el tratamiento en una unidad de cuidados intensivos ni monitorización permanente de las cifras tensionales; se pueden usar medicamentos por vía oral y dar más tiempo al mejor control de la tensión arterial.
Fuente: Dr. Eduardo Carrizosa, Fundación Santa Fe de Bogotá