En busca del alcaloide contra el Alzheimer
Hibert Huaylla Limachi, doctor en Ciencias de la Botánica, forma parte de un equipo internacional
Un botánico chuquisaqueño forma parte de un equipo internacional que busca en la región un alcaloide para el tratamiento paliativo de la enfermedad de Alzheimer. Todo empezó como un hobbie de adolescente cuando Hibert Huaylla Limachi, ahora doctor en Ciencias de la Botánica, colectaba plantas y flores en el Parque Bolívar.
Huaylla es, hoy, uno de los pocos botánicos que se dedican al estudio de la parte molecular de las plantas en Bolivia, una eminencia a nivel nacional y mundial. Lleva 15 años trabajando con dos grupos o familias de plantas: Iridaceae y Amaryllidaceae, que tienen diferentes géneros. Y planea un posdoctorado, es decir, otros cuatro o cinco años más.
Los inicios
Este Ingeniero Agrónomo de la Universidad San Francisco Xavier hizo su doctorado en Ciencias de la Botánica en Brasil, gracias a una beca a la que se postuló ante la OEA; solo cuatro profesionales bolivianos fueron seleccionados para estudiar durante cuatro años en ese país, concretamente en la Universidad Estadual de Feira de Santana, Bahía.
“Ahí comencé a investigar la parte molecular. En mi formación había aprendido morfología colectando plantas e identificando su taxonomía. En el doctorado vi la parte genética, a través del DNA”, explica Huaylla, quien anteriormente visitó otras universidades, donde se empapó de investigaciones de su ámbito académico.
Estuvo en Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Ecuador, Perú, en laboratorios de biología molecular, en herbarios, generalmente haciendo trabajo de campo junto con colegas. “Viajé en todo: en mula, en caballo, dormí y me perdí en el monte, en los bosques; visité todas las áreas protegidas de Bolivia, pero nada de aventura sino trabajo de campo, (para) conocer las plantas”, rememora.
¿Cuándo nació su inquietud por la botánica?, le preguntamos a Huaylla. “Yo creo que fue cuando era adolescente, porque me gustaban las plantas”, responde él. “Me gustaba ver la flor, la forma de cada planta. En el Parque Bolívar iba a colectar plantas y flores, y en mi cuadernito colocaba la flor”.
Recuerda que en el colegio Centro de Informática hicieron un herbario de hojas. Y, ya en la Facultad de Agronomía, con Marta Serrano como directora del Herbario Chuquisaca (ahora denominado “Herbario del Sur de Bolivia”), comenzó a identificar helechos-pteridofitos de la serranía del Iñao —cuando esta no era todavía un área protegida—. Hizo su tesis de licenciatura con este grupo de plantas y su trabajo luego se convirtió en el libro “Helechos y Licofitas del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Serranía del Iñao”.
Desde entonces, no paró de viajar. Pasó por la Universidad de Oxford y visitó herbarios de Alemania, de Estados Unidos y otros países. Con su vasta experiencia, dice que reconoce sin problemas si una planta es una nueva especie de la familia Iridaceae y Amaryllidaceae.
Su especialidad es la Taxonomía (identificación morfológica y delimitación de las especies por sus características externas), la Sistemática (estudios moleculares de las plantas) y la Biogeografía (precisión y seguimiento de la historia evolutiva de las plantas).
Está permanentemente publicando trabajos científicos sobre el grupo de las Amaryllidaceae, motivo por el cual se contactaron con él dos especialistas en metabolitos con los que trabaja en estos momentos: forma un equipo con el bioquímico Prof. Dr. Jaume Bastida (Grupo de Productos Naturales de la Universidad de Barcelona) y el farmacéutico Prof. Dr. Strahil Berkov (Instituto de Investigación y Biodiversidad de la Academia de Ciencias de Bulgaria).
Alcaloide contra el Alzheimer
“Yo sabía, por bibliografía, que este grupo (Amaryllidaceae) tenía este alcaloide. Como en nuestro país no tenemos el equipo, las herramientas para seguir trabajando con investigaciones más profundas, ellos me buscaron mediante Internet y el año pasado comenzamos con el proyecto”, cuenta a ECOS.
Ese proyecto incluye, entre otros aspectos, los compuestos químicos que contienen las plantas de estudio “con el objetivo de encontrar nuevos alcaloides de galantamina, que sirve para el tratamiento del Alzheimer”, complementa.
El alcaloide está en el bulbo de la planta. “Para dar con él, qué especie tiene esta propiedad, hay que conocer bien la especie. Por eso, tiene que haber especialistas en el campo de la botánica acompañados por bioquímicos y farmacéuticos”, explica.
Del grupo o familia Amaryllidaceae, concretamente de la subfamilia Amaryllideae sale el alcaloide galantamina, que es un principio activo para el tratamiento paliativo del Alzheimer.
“Lo interesante es que estas especies de plantas tienen alta diversidad acá en Bolivia actualmente en la parte andina, sur de Perú y norte de Bolivia”, remarca Huaylla. “Todas tienen el alcaloide, lo que hay que ver es la cantidad”, precisa después.
En la actualidad se tiene un género europeo llamado “Narcisus”, un alcaloide patentado que ya está a la venta. Pero el químico del equipo dice que no abastece a toda la población mundial, por eso es necesario encontrar nuevos alcaloides. Se tiene otro en Brasil y, hay grandes posibilidades de hallar más en la parte andina, puntualmente en Bolivia.
“Como no se ha trabajado con especies andinas y con muchas otras a nivel de Sudamérica, nuestro objetivo es hacer pruebas y encontrar nuevos alcaloides con estas plantas”. La Amarylloideae es la única subfamilia que tiene este alcaloide.
Especies halladas por él
Para su estudio de tesis de doctorado, el doctor Huaylla trabajó con las Iridaceae y comenzó a colectar plantas en la región andina: Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela. Revisó en herbarios y bibliografía, hasta obtener cuatro nuevas especies y un nuevo género que describió en revistas científicas internacionales.
Una de esas especies la encontró en el cerro de Chataquila y en el cerro Obispo, próximo a Sucre, por eso él la bautizó Mastigostyla chuquisaquensis.
También halló una especie en la serranía chiquitana y la llamó Cypella boliviana. Explica a ECOS que él pone los nombres o bien por la localidad, por el botánico que encontró la planta o por la morfología que caracteriza la especie, principalmente la flor.
Avances
Sobre el trabajo de investigación que lleva adelante junto a Bastida y Berkov, dice que “ya se tiene bien identificadas las especies. Ahora lo que necesitamos es la parte de los análisis moleculares, es decir, los estudios de DNA, y la parte de extracción de los alcaloides”.
Esta etapa se desarrollará en España y será parte de un postdoctorado. El equipo está postulando a una beca de posdoctorado de la Unión Europea, lo que significa dedicación exclusiva de unos cuatro o cinco años más.
“Estamos trabajamos, haciendo colecciones en Bolivia en esta época de lluvias, en la que florecen estas plantas que son llamativas, lindas y poco trabajadas para la jardinería; yo no vi estas especies en la venta de flores, a pesar de que en Europa ya hay variedades de ellas”, agrega.
Comenta que eso será lo último que realizará en este campo. “Me siento orgulloso y satisfecho por elegir este campo de la botánica; actualmente hay pocos recursos para realizar investigaciones en el país. No invierten mucho. Las universidades dicen que sí, pero la realidad no es así. Hay investigadores que invierten de su propio dinero. Cuando no había dinero, yo tenía que ver la manera, que me inviten, o apoyar a un grupo de investigadores para ir, porque la parte logística es muy cara”.
Mientras no viaja (acaba de llegar de Tarija, donde participó en un congreso nacional como expositor), el poco tiempo que está en Sucre lo dedica al cuidado de sus plantas, a su pasión por la botánica. Dice que comenzó a colectarlas en el 2004. Ahora tiene 60 especímenes y 40 especies en su casa, donde colocó sus cultivos en forma vertical. •