¡No es un mito! Depresión en niños y adolescentes

Pon atención a esto: Si tu niño está constantemente irritable, “con mala cara”, “ojeroso”, “ojos tristes”, sin energía e interés en sus juegos y amigos, pide ayuda profesional lo antes posible porque puede estar...

¡No es un mito! Depresión en niños y adolescentes

¡No es un mito! Depresión en niños y adolescentes

¡No es un mito! Depresión en niños y adolescentes

¡No es un mito! Depresión en niños y adolescentes


    Evelyn Campos López ECOS
    Ecos / 13/05/2018 02:39

    Pon atención a esto: Si tu niño está constantemente irritable, “con mala cara”, “ojeroso”, “ojos tristes”, sin energía e interés en sus juegos y amigos, pide ayuda profesional lo antes posible porque puede estar sufriendo de depresión.

    La depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentes. Se estima que afecta a entre el 3 y 5 por ciento de los adolescentes en América Latina.

    El desconocimiento sobre la depresión en la infancia y adolescencia y la falta de comunicación abierta sobre este tema hace que la gente joven que necesita tratamiento o sus familias no busque ayuda.

    “Si piensas que tú o alguien que conoces tiene depresión, tómalo en serio y busca ayuda. La depresión en niños y adolescentes no es un mito, es una realidad cuya prevalencia va en aumento”, previene la psicóloga Gianina Irusta, directora de Servicios Psicológicos Integrales SPI – CREER.

    ¿Qué es la depresión?

    La depresión es mucho más que estar bajo de ánimo. Aunque la mayoría de nosotros experimenta tristeza de vez en cuando, en algunas personas estos sentimientos no desaparecen y se acompañan de otros síntomas que provocan malestar o dificultades para desarrollar su vida cotidiana.

    Interfiere en la capacidad de pensar, aprender y desarrollarse social y académicamente, y las personas que la padecen pueden estar enfermas de depresión.

    Irusta, de acuerdo con su experiencia profesional, dice que la depresión en niños y adolescentes no es un mito sino una realidad preocupante porque se hace parte de los trastornos del afecto.

    “En los niños el listado de síntomas que hacen los manuales diagnósticos sigue siendo muy deficiente para describir los signos y síntomas que presenta esta población, lo que se convierte al diagnóstico en un reto”, sostiene la experta.

    Síntomas de la depresión

    Pueden variar de un niño a otro. Los fundamentales son: ánimo bajo, sentimiento de tristeza la mayor parte del tiempo, o sentimiento de desesperanza. También pérdida de interés en las actividades con las que antes disfrutaba, como jugar con sus juguetes favoritos o con sus amigos; ahora quiere estar solo y se aburre.

    “Para un niño la depresión puede hacer que la tarea más pequeña parezca escalar una gran montaña”, ejemplifica la psicóloga.

    Depresión del niño y del adulto

    Irusta explica que es más frecuente que el niño o adolescente se encuentre irritable que triste o sin energía. Además, es más probable que acuda a la consulta por molestias físicas (somatización, alteración del apetito) o disminución del rendimiento escolar.

    “Los padres se quejan de la pérdida de interés en sus juegos y amigos. Son frecuentes las referencias a la expresión facial y postural de sus hijos: los ven malhumorados, ojerosos y mirada triste”, detalla.

    También es probable que la depresión coincida con los cambios de carácter y conducta recientes en los adolescentes, como mayor rebeldía, desobediencia, inicio de consumo de drogas, alcohol y otras conductas de riesgo.

    ¡Busca ayuda!

    La psicóloga consultada por ECOS señala que si un adolescente piensa que puede estar deprimido, tiene que solicitar ayuda lo antes posible. No tiene por qué enfrentar solo esta enfermedad. Debe hablar con alguien de su confianza sobre sus sentimientos, por ejemplo con sus padres, otro familiar, un amigo o un profesor.

    Además, es importante que busque a un médico o a un psicólogo, así podrá recibir un diagnóstico adecuado, conocer las opciones de tratamiento y participar en la toma de decisiones respecto al problema, aconseja la especialista.

    “Si tienes pensamientos relacionados con hacerte daño es buena idea hablar con alguien confiable que pueda estar contigo hasta que te sientas mejor”, aconseja Irusta al joven o la joven que podría estar atravesando por este mal momento.

    Según la profesional, es importante aprender más sobre la depresión para que se puedan entender mejor los síntomas y su significado y buscar ayuda. “No olvides que tener depresión no es culpa de nadie, no pienses que solo es cuestión de endurecerte. No recurras al alcohol o a las drogas; esas cosas en vez de ayudarte, te hundirán más”.

    Alerta que si esta patología no se trata a tiempo, existe un alto riesgo de abandono escolar, aparición de nuevas enfermedades, abuso de sustancias y problemas aún más graves.

    Irusta sostiene que el trabajo en equipo genera los mejores resultados. Sensibilizar sobre la existencia de este trastorno beneficiará a los pacientes, familias y la comunidad en general. •

    Síntomas que pueden tener el niño o adolescente

    • Irritabilidad (enfadarse fácilmente).
    • Ganas de llorar sin motivo aparente.
    • Pérdida de energía o cansancio.
    • Problemas de sueño no querer levantarse de la cama.
    • Aumento o disminución del apetito.
    • Dificultad para concentrarse.
    • Problemas de memoria que afectan el rendimiento escolar.
    • Sentimientos de inutilidad o culpa.
    • Pensamientos negativos, excesivas críticas hacia sí mismo.
    • Ideas suicidas: querer morirse o “irse para siempre”.
    • Dolor de cabeza, palpitaciones cardiacas o molestias abdominales.
    • Preocupaciones constantes que producen ansiedad y miedos infundados.

    Eventos que aumentan el riesgo de depresión

    • Problemas escolares.
    • Depresión en los padres.
    • Experiencias de pérdidas o estrés.
    • Fallecimiento de seres queridos.
    • Soledad, cambios en el estilo de vida (cambio de ciudad o país).
    • Problemas en las relaciones interpersonales (amigos).
    • Situaciones conflictivas en el entorno (escuela, familia, trato diferente por raza).
    • Sufrimiento, traumas físicos o psicológicos por acoso, abusos y negligencia en el cuidado.
    • Enfermedad física grave o problemas crónicos de salud.

    Técnicas de autoayuda

    • Si experimentas sentimientos de tristeza o depresión puede resultarte difícil cualquier tarea. Cuanto más activo o activa estés, puedes sentirte mejor.
    • Has una lista con lo que te propones realizar cada día (con ayuda de alguien si es necesario).
    • Pon la lista a la vista. Al principio no seas muy exigente contigo mismo/a, por lo menos has una actividad gratificante al día.
    • Planifica hacer alguna actividad física cada día. Si incumples algún punto de tu plan, salta a la siguiente actividad.
    • Si no te apetece hacer nada en absoluto, planea realizar alguna actividad con otras personas.
    • Comprueba cómo varía tu estado de ánimo en función de tus progresos y comparte ese hecho con los demás.
    • Si los problemas parecen asfixiarte, considera uno a uno. Consigue tiempo para ti mismo/a.
    • Aprende a reconocer cuándo necesitas parar, todos tenemos un límite.
    • No seas demasiado severo/a contigo mismo/a.
    • Aumenta tu actividad física y consigue aire fresco y luz natural cada día.
    • Una rutina regular de ejercicio enérgico es ideal, pero cualquier actividad física es mejor que ninguna.
    • Es posible que una actividad dirigida en grupo pueda mejorar el cumplimiento de ese propósito.
    • Si tienes problemas de sueño mantén una rutina en tus horarios y relájate antes de irte a dormir.
    • Evita las siestas o dormir durante el día.
    • Evita o reduce los productos como el café, las bebidas energéticas o con cola, el tabaco o el alcohol, especialmente al atardecer.
    • Si no puedes dormir, levántate y vete a otra habitación (puedes ver la televisión o leer) hasta que sientas sueño.
    • En tu cama puedes concentrarte en escuchar radio con la luz apagada y volumen bajo. No duermas en el sofá.
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