Dos pianistas

El alumno y la maestra que perfeccionó su arte con él

DANIEL ÁLVAREZ Y GRACE RODRÍGUEZ DANIEL ÁLVAREZ Y GRACE RODRÍGUEZ

Oscar Díaz Arnau ECOS
Ecos / 03/06/2018 01:05

Daniel Álvarez Veizaga conoció a Grace Rodríguez Rádic en el Conservatorio Nacional de Música y cuando Grace dejó de enseñar ahí, él se fue con ella a tomar clases particulares. vHoy, Daniel realiza un Master en Piano en Alemania y su maestra en aquellos primeros años de estudio acaba de estrenar una fuga suya.

Este esmerado aprendiz, ya intérprete y compositor, nació en Oruro. Ella, una renombrada pianista paceña, viaja constantemente porque tiene alumnos en distintos departamentos.

“Yo me siento muy orgullosa por él”, repite Grace una y otra vez.

A 10.000 kilómetros de distancia, Daniel, en otra entrevista, reconoce en ella “una amiga, un apoyo incondicional, un ángel de la guarda”.

La maestra y el alumno

Además de profesora de piano, Grace Rodríguez es concertista. En Ucrania, en el Conservatorio Estatal “P.I. Tchaikovsky”, obtuvo una maestría en Bellas Artes con mención en Interpretación de Piano como solista de orquesta y de cámara, de acompañante y profesora. En el Conservatorio Estatal “P.I. Tchaikovsky” de Kiev logró un postgrado en Interpretación. Para esto vivió diez años en la ex Unión Soviética.

Daniel se interesó por el piano como un juego infantil. “Me gustaba hacer los soundtracks de las historias que inventábamos con mi hermano y amigos de infancia con un teclado mediano que tenía en mi casa”, cuenta a ECOS.

Por entonces no podía imaginar la transformación de su “romance” con la aritmética (alguna vez obtuvo una medalla de oro en olimpiadas nacionales de ciencias), después de haber iniciado la carrera de Ingeniería y Matemáticas. “Gracias a la invitación de Sarah Ismael, una gran maestra de piano (la primera en su carrera), pude mudarme a La Paz a empezar seriamente mis estudios musicales. En ese tiempo leí un texto de Leibniz que me ayudó a decidirme por un camino; decía que la música era un ejercicio inconsciente en la aritmética”.

Mucho más que piano

Grace, a propósito, sostiene que “ejercer una carrera artística es cultivarse en el espíritu; además, disciplinarse. Una lucha diaria con uno mismo”.

Según su experiencia, el piano es el más complejo de todos los instrumentos, porque requiere de mucha disciplina. “No se trata solamente de pulsar: implica un trabajo mecánico-técnico muy parecido al de un deportista, que corre detrás de un balón y tiene que aprender no solo a meter goles, también la técnica del manejo del balón. El piano es algo similar: implica un manejo de todo el cuerpo, requiere buen sueño, correcta alimentación y, sobre todo, nutrir la mente. Y hacer funcionar todo en relación con la cultura”.

Dice que los pianistas tienen repertorio desde el Renacimiento hasta la actualidad. “Y si yo no conozco a Juan Sebastián Bach, no puedo tomar una fuga ni abordar una obra polifónica; no voy a entenderla siquiera. Si no conozco a (Joseph) Haydn, no voy a poder abordar una sonata; sencillamente, voy a estar muy lejos de poderla entender”.

Grace, mientras insistía en la profundidad, en todo lo que envuelve a la música y que trasciende el sonido, mencionó al pasar un par de autores. Le preguntamos a Daniel de sus gustos musicales, de sus compositores preferidos. Pero, “cada autor y tipo de música tienen particularidades y búsquedas tan diversas que sería imposible para mí escoger. Hoy en día vivimos en un caleidoscopio de expresiones muy diferentes y geniales”, responde él.

El salto al exterior

Desde los 15 años que practica el piano entre cuatro y seis horas al día. Y tanto esfuerzo tuvo su reconocimiento. Tras sus estudios iniciales con Sarah Ismael en Oruro, Grace lo preparó para ingresar a la Universidad Nacional de Artes (UNA) de Buenos Aires.

“En Argentina tomé clases con el reconocido pianista Aldo Antognazzi y pude saciar la sed que tenía en cuanto a la teoría musical y composición bajo la guía de la compositora Elena Larionow”, agrega él, para luego indicar que aprovechó el movimiento artístico de la capital argentina para conocer “muchos amigos que me sumaron mucho como músico”.

En 2017, gracias una beca de la DAAD, pudo viajar y estudiar en Europa. “Tuve la alegría de ser admitido en una Universidad de Música (Hochschule für Musik Karlsruhe HfMK) para realizar un Master en Piano. Estoy viviendo en Karlsruhe, una ciudad muy bella al sur de Alemania. Me sorprendió la cantidad de extranjeros de todo el mundo, especialmente de Asia, que vienen a audicionar a universidades alemanas”.

Hoy cuenta a ECOS desde Alemania que no hay músicos en su familia, aunque “siempre estuve rodeado de música: mi mamá cantaba todo el tiempo, de forma empírica”. Luego, no deja de revelar algo que suena inevitable en estos tiempos en los que el arte no abre demasiadas puertas para dar seguridad económica a los músicos: “A pesar de la incomprensión que algunas veces sentía en mi entorno por mi vocación, siempre he contado con un apoyo incondicional por parte de ellos”.

Una reflexión

Grace es muy crítica con las actuales condiciones de la enseñanza de instrumentos en Bolivia. Identifica como una gran problemática que “todavía existe el estigma del músico que no puede vivir de su arte. Los instrumentistas, no solo pianistas, se inscriben a la Universidad, siguen una carrera, reciben su título y regresan al conservatorio para terminar sus estudios. (Pero) Ya no los terminan, están hastiados de estudio. Pierden cinco años de tiempo, que lo podrían haber dedicado a mejorar en su arte”.

El trasfondo de esta realidad es, sin dudas, político. Falta un decidido impulso político a las carreras musicales. Por eso, la experimentada profesora menciona otros dos problemas que exasperan: “No hay espacios adecuados para conciertos de piano” y la mayoría tiene “pianos viejos que no responden a las exigencias de un artista”.

“Yo (a Daniel) le he aconsejado que no se quede aquí. Que se vaya a especializar al exterior porque va a recibir mejor educación”, sentencia ella.

El compositor

Daniel Álvarez le hizo caso, tanto que no solo interpreta sino que también compone música. “Siempre me ha gustado improvisar en el piano, pero la composición es mucho más que eso, implica la transformación de ideas que, muchas veces, son extramusicales y tienen más que ver con la filosofía u otras artes como la literatura”. Dice que tiene alrededor de 20 composiciones. Y se confiesa ante ECOS: “¡Espero poder producir más! Me cuesta mucho sacar mis ideas adelante, tengo mucho caos dentro de mí. Es por eso que siento refugio en el orden y las matemáticas”.

El año pasado, en Buenos Aires, escribió una obra que tituló “Fuga Orureña”, inspirada en una melodía popular de Oscar Elías Siles. Y, para mayor emoción, quien la estrenó en público fue su profesora Grace.

“Es una fuga muy bien escrita, a un nivel realmente estilístico. Yo me siento muy orgullosa por él”, repite la profesora al hablar de la obra que se puede escuchar en YouTube. “Es muy exigente para el ejecutante; quedé francamente sorprendido cuando escuché el sonido de bronces recreado en el piano; la comprensión de los juegos contrapuntísticos y la claridad con la que pudo interpretar la obra”, calificará más tarde el alumno a la maestra.

No es ninguna impertinencia. Grace —la única latinoamericana en el I Congreso Mundial de Intelectuales “Mundo Ruso”, donde participó en el Concierto de Gala por el Día de la Unificación realizado en el Kremlin en 2007— reconoce con sencillez las cualidades de Daniel.

La maestra aprendiz del alumno

ECOS le consulta a ella cuál fue su aporte para el desarrollo artístico de Daniel: “Lo único que yo hice en él es trazar el camino de por dónde debe ir hacia la interpretación. Esto significa tener conocimiento de historia de la humanidad; historia de la música, específicamente, y la semántica musical. Para analizar un texto musical no se puede prescindir de la semiótica, puesto que la música es un lenguaje”.

Precisamente, como Daniel avanzó mucho en este último aspecto, a la maestra “no se le cayeron los anillos” a la hora de aprender de su alumno. “Yo tuve que capacitarme en estas vacaciones y en las anteriores con él, porque vi que tiene un bagaje a nivel teórico tan elevado... A mí eso me llena de orgullo, la verdad. Profundicé en la semiótica musical gracias a él”.

Alumno agradecido con la maestra

Durante los años que Grace fue su “maestra y guía”, según sus propias palabras, Daniel dice que “todos los momentos que pasamos juntos fueron un escape de la realidad artística en nuestro triste medio; gracias a ella podía sentirme un artista.

Mediante las obras que estudiamos, fácilmente podía sentir la crudeza de las guerras en la devastada Polonia, la grotesca mueca de (Serguéi) Prokófiev, la belleza apolínea de los maestros clásicos; me hablaba también de literatura, filosofía y arte. Realmente, Grace significó para mí una ventana al mundo y resguardó vivos mis sueños”.

Nunca se deja de aprender

Ambos, no obstante, dejan flotando una enseñanza aplicable no solamente para la música. Nunca dejan de aprender. Él, aspira a obtener su master en Alemania, “absorber mucho de la vieja Europa y seguir dando clases y apoyando a músicos que deseen profundizar más con la teoría musical. En Argentina tuve la posibilidad de empezar a dar clases de Análisis y descubrí que me encanta enseñar y crear grupos de estudio”.

Ella, por su parte, dice que ahora quiere ir a tomar clases con el maestro Luis Mucillo —un amigo de Daniel— en Argentina.

Entretanto, los dos tienen alumnos en diferentes departamentos del país, por ejemplo en Sucre. •

 

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