En Bolivia hay un millón de niños en riesgo de perder a sus familias
Un estudio desvela que en Bolivia hay aproximadamente un millón de niños que corren el riesgo de perder a sus familias. En Chuquisaca, la cifra alcanza a 87.000 y en Potosí a 29.666.
Un estudio desvela que en Bolivia hay aproximadamente un millón de niños que corren el riesgo de perder a sus familias. En Chuquisaca, la cifra alcanza a 87.000 y en Potosí a 29.666.
Considerando la magnitud de la problemática, Aldeas Infantiles SOS Bolivia lanzó la campaña “Me importan” con el propósito de crear un movimiento a favor de la niñez en peligro.
A través de un convenio entre Aldeas Infantiles SOS Bolivia y la Universidad Católica Boliviana se realizó el estudio nacional sobre los niños y niñas que perdieron o están en riesgo de perder el cuidado familiar denominado “Cada niño y niña cuenta”.
El estudio
De acuerdo con la explicación proporcionada a ECOS por la gerenta de Aldeas Infantiles SOS Sucre, Paola Chirino, el estudio reveló la profundidad de la problemática de la infancia en el país.
Entre sus hallazgos muestra una serie de factores internos y externos que afectan la probabilidad del abandono infantil dentro de las familias bolivianas y da algunas ideas para generar políticas públicas o acciones de respuesta.
El millón
El estudio muestra que las condiciones del entorno social que afectan al desarrollo y la unidad de las familias, así como las condiciones de las familias que afectan a la calidad del cuidado y la protección de sus hijos, se traducen en 666.066 niños en riesgo de no vivir con una familia.
Además, se debe considerar a los niños que por distintos motivos no viven actualmente con sus progenitores: 193.958 cohabitan con algún otro familiar y 80.497 residen con personas con las que no tienen parentesco alguno.
Por si fuera poco, 30.000 requieren servicios de acogida institucional o familiar de forma temporal o permanente, pues oficialmente su derecho a vivir con su familia fue vulnerado.
En Chuquisaca y en Potosí
Otro dato proveniente del Ministerio de Justicia da cuenta que una investigación realizada en 2015 y denominada “Estudio sobre niñas, niños y adolescentes en cuidado institucional” refleja el aumento de centros de acogida así como el número de niños, niñas y adolescentes institucionalizados en Chuquisaca.
Es decir, cuando entre 2007 y 2008 había seis centros de acogida, entre 2013 y 2014 aumentaron a 20. Y los niños también: pasaron de 121 a 699.
Por otro lado, alrededor 87.333 viven en niveles altos y muy altos de riesgo social, hecho que incrementa la probabilidad de perder el cuidado de sus familias.
En Potosí, 29.666 niños están en riesgo de no vivir con una familia, 14.791 conviven con otros parientes y 6.739 con personas que no tienen ningún parentesco con ellos.
“En Chuquisaca la situación es más preocupante: la cifra alcanza a 87.000 y en el municipio de Sucre, más de 35.000 niños están en condiciones de vulnerabilidad social que podrían decantar en algún momento en una probabilidad de pérdida de cuidado familiar”, agrega Chirino.
¡Alerta!: Su desarrollo
Los factores y las situaciones a las que está expuesto un niño, como la violencia, la falta de afecto y de atención, el estar solos en casa o al cuidado de sus hermanos menores, son mitigantes de su desarrollo.
Asimismo, tener poca atención en términos de salud y educación, por su contexto social, son parte de los elementos que afectan también a su desarrollo por la vulneración social de la pérdida del cuidado.
Distintos tipos de violencia
Chirino dice que en muchos casos un solo niño puede vivir uno o más tipos de violencia. No necesariamente tiene que sufrir las expresiones más crudas, como la violencia física extrema, infanticidio o violación, porque no son las únicas a las que está sometido. Por ejemplo, puede sufrir privación del afecto.
En ese marco, el índice de afectación es mayor en Potosí, Chuquisaca, Tarija y El Alto, por las condiciones sociales en las que viven las familias debido al excesivo consumo de alcohol, la violencia intrafamiliar y una serie de factores combinados que son los que generan el riesgo.
El estudio cualicuantitativo con rigurosidad científica se realizó en los nueve departamentos del país, con grupos focales de niños, familias y encuestas. •
Entorno ideal para el niño
- El entorno ideal para el buen desarrollo de un niño es la familia (cualquier tipo; hay que considerar que en la actualidad hay varias clases y definiciones).
- En esa familia, el niño debe encontrar la imagen de un adulto estable y equilibrado.
- Debe recibir sobre todo afecto, con expresiones de amor, seguridad y protección.
- Debe sentir que le importa a ese adulto y que puede contar con esa persona sin que sea juzgado.
- Un niño debe ser educado para que aprenda a diferenciar las situaciones de peligro, generando mecanismos de protección propios.
- Si no se trabaja en este tema, el niño crecerá en una constate situación de miedo y eso afectará su desarrollo.
FUENTE: Aldeas Infantiles SOS Sucre
Fortalecer la familia como núcleo de la sociedad
La familia es el núcleo del desarrollo y tanto para producir desarrollo como para generar un factor de riesgo hay que fortalecerla.
“Nosotros, como organización, creemos firmemente que la familia es el mejor espacio para el desarrollo de un niño, y esta familia tiene que trabajar todos los días para constituirse en un espacio protector, seguro y afectivo para el desarrollo del niño”, sostiene la gerenta de Aldeas SOS Sucre, Paola Chirino.
En su criterio, esa es una responsabilidad de todos los actores de la sociedad: autoridades, medios de comunicación, organizaciones, familias, juntas vecinales y comunidades.
“Hay que invertir en su fortalecimiento para disminuir los factores de riego. Es vital si se quiere impactar de manera sostenible en el desarrollo del país”, enfatiza Chirino.
Luego, menciona que el fortalecimiento de las familias solo se puede lograr mediante políticas públicas orientadas a la prevención del abandono en familias de alto riesgo.
Por ello dice que hay que ofrecer servicios específicos que puedan generar competencias en los padres para cuidar a sus hijos y ampliar los factores de atención en salud.
Es decir que la atención en salud no solo sea básica sino especializada, a la que la familia pueda acceder y recibir tratamiento y medicación. “Cosa que ahora no ocurre, por lo que se deteriora la salud de la familia y de los hijos”, alerta la responsable de Aldeas SOS Sucre.
Los peluches de la campaña “Me importan”
La campaña de Aldeas Infantiles SOS denominada “Me importan” busca crear alianzas sinérgicas entre instituciones departamentales y municipales, medios de comunicación, agrupaciones de la sociedad civil y líderes de opinión.
Según los lineamientos de esa campaña, cada institución, empresa u organización, desde su posición, debe comprometerse a tomar acciones que permitan que los niños puedan crecer en un hogar que les proporcione condiciones de vida adecuadas para que sus derechos no sean vulnerados.
“Aldeas Infantiles SOS convoca a todas las autoridades, instituciones y sociedad civil a sumarse a esta campaña”, invita Chirino a través de ECOS.
Desde México hasta Argentina suman 19 países donde Aldeas Infantiles SOS lleva adelante esta campaña que en Bolivia arrancó el 29 de mayo en Santa Cruz, Sucre y Tarija, y paulatinamente moviliza a más ciudades.
Peluches, símbolo de la niñez
Una acción simbólica implicó la toma de lugares concurridos de las ciudades por cientos de peluches para representar la situación de la niñez. Refiriéndose a esta iniciativa, el director nacional de Aldeas Infantiles SOS, Alfonso Lupo, expresó: “Usamos símbolos de la infancia para plantear la pregunta: ¿si ellos hablaran por los niños que están en riesgo, qué dirían?; así lanzamos la campaña ‘Me Importan’, para convocar a la reflexión de la sociedad y sumar respuestas”.
“Me importan los niños que no reciben el afecto que necesitan de su familia. Me importan los niños que no reciben un abrazo en el momento adecuado. Me importan los niños que deberían pasar menos tiempo solos”, dicen algunos mensajes de la campaña.
En América Latina, 70,5 millones de niños son pobres y esto provoca que estén más expuestos al trabajo infantil o en situación de calle. Casi dos millones de niños y niñas son víctimas de explotación sexual en la región latinoamericana.