Alasitas: Miniexpopintura
La artista plástica chuquisaqueña Consuelo Sanz expone sus obras en miniatura
Para los que gustan del arte y las pinturas, es un deleite apreciar la perspectiva, las formas y volúmenes, la composición, el color, las luces y sombras así como la técnica que utilizó su autor. ¿Te imaginas hacer lo mismo pero observando una obra en miniatura?
Eso está haciendo el público que acude a la muestra pictórica de la reconocida artista plástica chuquisaqueña Consuelo Sanz denominada “Alasitas 1ra. Miniexpopintura”, en uno de los salones del MUSEF Sucre. Estará abierta hasta este fin de mes.
Alasitas y arte
Esta manifestación cultural única en su género, muy enraizada en la sociedad boliviana, llega al mundo del arte de la mano de Sanz.
La pintora relata a ECOS que en enero pasado recibió una invitación para participar junto a otros artistas nacionales en la exposición de Alasitas en La Paz. Después, lo mismo en las ciudades de El Alto y Potosí. Entonces, decidió montar una exposición individual en Sucre.
“Las Alasitas encierran dos deseos: uno tangible y el otro intangible. Es parte de nuestra identidad esperar esta fiesta para ir a comprar miniaturas artesanales y pedir a la Virgen del Carmen, a la de Santa Ana o a San Roque todo lo que precisamos”, comenta la maestra.
Los cuadros
Para esta ocasión especial, Sanz preparó 30 obras de arte. “Para toda exposición se preparan cuadros de diferente dimensión; es decir pequeños, medianos y de gran formato. Para la Miniexpopintura, las dimensiones pequeñas son de 7 por 5,50 (centímetros), en cambio para las de formato grande son entre 16 y 22 centímetros de diámetro”, explica la artista.
Sus cuadros reflejan la vida y las actividades que se desarrollan en el campo, la flora variada, rostros de indígenas, la figura humana, paisajes urbanos y rurales, edificios patrimoniales y bodegones. No obstante, Sanz asegura que su mayor placer es pintar las joyas arquitectónicas de Sucre.
La muestra está muy bien montada. El ambiente se recreó con elementos propios de la Alasita, en miniatura. Sanz elaboró personalmente banderolas con papel de seda, de 5 por 4,50 centímetros, de color rojo y anaranjado. Las banderolas perforadas con diseños fueron colocadas en la parte superior de la sala, cruzadas de un punto a otro, combinando con billetes de diferente corte. También se realizó una q’oa en honor a la Pachamama.
El día de la inauguración, los asistentes disfrutaron de un refrigerio consistente en bocaditos, tartaletas, brochetas y horchatas, todo en miniatura.
Iván Gutiérrez Achá, jefe del Museo de la Catedral Metropolitana de Sucre, tuvo el detalle de llegar al lugar con un ramillete de flores en miniatura para Sanz.
Según la artista plástica, los cuadros están a la venta en precios de Alasitas: entre 50 y 350 bolivianos. Entonces, surge una pregunta inevitable: ¿Es más fácil pintar un cuadro pequeño o uno grande? Sanz asegura que ambos tienen su complejidad por la inspiración, la técnica, la búsqueda de la temática y la realización misma.
Además, dice que, como en todo, hay momentos en los que las manos del artista corren y fluyen como si tuvieran alas, pero también momentos en los que se detiene y no avanza. “Cuando ocurre eso es mejor dejarlo y hacer otro”, sostiene.
La artista
Sanz nació con pasta de pintora. De pequeña vivía en la calle Dalence, a una cuadra y media de la Academia de Bellas Artes Zacarías Benavides.
Recuerda que mientras sus primos jugaban, ella estaba pintando hasta con agua. Como su madre notó su habilidad, la inscribió en dicho instituto.
Toda su vida de estudiante, en primaria y secundaria, la pasó entre el colegio y la academia. A decir de Sanz, se formó con grandes maestros en tallado, escultura, pintura y otros. “Sé hacer de todo, pero actualmente el tiempo solo me alcanza para pintar”, afirma.
Estudió en la Escuela Normal de Maestros, de donde se recibió como profesora de Artes Plásticas y luego trabajó como tal.
En el presente, dejó la docencia para dedicarse las 24 horas del día al arte. Sostiene que le gusta ponerse retos artísticos para que las generaciones posteriores observen que el arte es dinámico, creativo y que todo motivo sirve para manifestarse artísticamente.
“Me siento muy orgullosa cuando pinto un cuadro y se va fuera del país, porque de esa manera se difunde nuestra riqueza cultural; además, la gente se queda con las ganas de visitar nuestro país. El arte tiene una función importante en la difusión de la cultura, así se sabe quiénes somos, por qué somos así y qué sentimos como bolivianos”, sostiene.
Sanz considera que sus pinturas son mensajeras de un mundo de alegría, esperanza e ilusión. Dice que sus cuadros reflejan cómo es ella. “¿Cómo voy a permitir que cuelguen en su casa un cuadro triste? Todos tienen problemas en la vida pero, ¡qué lindo es cuando se le pone un poquito de color a ella!”, finaliza. •