Crisis asmática
Desde hace más de un siglo se la describió de esta manera: se presenta con una angustiosa sensación de querer respirar y de gran opresión en el tórax, y, prontamente, los esfuerzos respiratorios son violentos y los músculos accesorios entran en juego. En pocos minutos, el paciente está en un paroxismo de la más intensa disnea.
En la evaluación que se realiza del paciente en crisis asmática es muy importante la historia previa de asma. Conocer el tratamiento crónico efectuado por el paciente, los medicamentos utilizados y las dosis, los antecedentes inmediatos, el factor desencadenante, la graduación de la severidad y la definición de alto riesgo dada por el uso actual o reciente de corticoesteroides, hospitalizaciones y crisis recientes frecuentes, patologías asociadas. Además, la poca adherencia del paciente a los esquemas de tratamiento así como la utilización previa de ventilación mecánica.
Exacerbación, crisis o ataque es el término que hoy designa el episodio progresivo de disnea, tos y sibilancias que se acompaña de deterioro funcional respiratorio evaluable.
Rara vez su inicio es súbito. Igualmente se puede presentar aumento de la sintomatología frente al ejercicio. La tríada sintomática de disnea, tos y sibilancias no indica la severidad del proceso. Las crisis asmáticas reflejan el desequilibrio del balance entre los estímulos desencadenantes del asma y los mecanismos controladores.
La exposición a factores ambientales contaminantes o irritantes, la infección respiratoria viral, la suspensión de la droga o su uso no adecuado son ejemplos de cómo se puede romper el delicado equilibrio que mantiene al paciente asmático controlado.
Tratamiento
El tratamiento adecuado del paciente asmático tiende a disminuir las visitas a urgencias y la hospitalización; por ello la presencia de crisis asmáticas frecuentes o con cierta periodicidad en un enfermo lo que refleja generalmente es la ausencia de un control adecuado de la enfermedad.
La morbimortalidad por asma se encuentra directamente relacionada con el espectro clínico de crisis asmáticas no controladas. Los desencadenantes más frecuentes de crisis asmáticas, corresponden a alergenos, contaminantes ambientales, infecciones virales respiratorias, ejercicio e hiperventilación, cambios climáticos, alimentos, drogas y factores emocionales.
El objetivo del tratamiento de la crisis es disminuir la obstrucción tan rápido como sea posible a fin de reducir la morbimortalidad. Se debe evitar la hipoxemia. La resolución de los síntomas es gradual y la restauración de la función pulmonar y el control de la hiperrespuesta bronquial se logra en algunas semanas.
La crisis asmática se debe clasificar de acuerdo con su severidad en leve, moderada y severa. No existe un criterio para decir que un parámetro es más importante que el otro pero se considera que el paciente debe clasificarse en el grupo de mayor severidad, incluso si presenta solo uno de los parámetros utilizados.
Fuente: Taipei, Xinhua