El palacio de La Florida, el legado de Aniceto Arce

Imponente, se divisa desde lejos una portentosa edificación de color ladrillo y azul custodiada por palmeras, considerada una reliquia de la arquitectura republicana de Bolivia.

El palacio de La Florida, el legado de Aniceto Arce

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El palacio de La Florida, el legado de Aniceto Arce


    Evelyn Campos López ECOS
    Ecos / 22/10/2018 02:06

    Imponente, se divisa desde lejos una portentosa edificación de color ladrillo y azul custodiada por palmeras, considerada una reliquia de la arquitectura republicana de Bolivia. Es el palacio de La Florida, de propiedad de uno de los millonarios más grandes que tuvo el país: el expresidente Aniceto Arce.

    Se dice que esta señorial edificación es una extensión de la personalidad, la formación y el exquisito gusto que tenía “el boliviano de hierro”, como le llamaban a Arce (1824-1906) quien, cuenta la historia, gastó toda su fortuna en varios proyectos estatales.

    En 2015, el palacio de La Florida fue nombrado por el Gobierno central como segunda residencia presidencial. Queda a 4,5 kilómetros de Sucre, en la carretera hacia Potosí. Los que salen de la capital deben girar al lado izquierdo por la plazuela de La Calancha mientras que los que están ingresando, girar al lado derecho. Al palacio se llega después de pasar por un puente.

    Un palacio, no un palacete

    El investigador, historiador y actual jefe del Museo de la Catedral de Sucre, Iván Gutiérrez Achá, dice a ECOS que es importante aclarar que La Florida es un palacio, no un palacete, como comúnmente se le denomina.

    “Cuando Sucre iba a ser sede de la Federación Latinoamericana de Ciudades, Municipios y Asociaciones Municipalistas (FLACMA), los (funcionarios) de la Alcaldía cometieron el error de denominar a La Florida como palacete, cuando en realidad es un palacio, y así quedó en toda la publicidad que hicieron”, comenta a manera de anécdota.

    Sostiene que es un error que urge rectificar. El estudioso explica que se le llama ‘palacete’ a una construcción suntuosa, muy elegante, con materiales de primera pero pequeña, como el caso del palacete de El Guereo. En cambio, un ‘palacio’ es una edificación con más jerarquía, lujosa y grande, como es La Florida, que tiene más de 50 habitaciones y otras dependencias de uso pomposo.

    La construcción

    El fundo de La Florida (nombre que refiere a un lugar muy colorido) fue la residencia oficial de Aniceto Arce, quien encargó su construcción al arquitecto Antonio Camponovo, explica a ECOS el guía del palacio, Aldo Loayza.

    A finales del siglo XIX los hermanos Miguel y Antonio (arquitectos) y Helvecio Camponovo (pintor) viajaron de Europa a Argentina para construir obras en Buenos Aires. Algunos historiadores dicen que llegaron de Suiza; otros, de Italia.

    Posteriormente se trasladaron a Tarija, donde construyeron la Casa Dorada, llamada también “La Maison d’or”, de propiedad de Moisés Navajas. También el Castillo Azul, para la familia Navajas (hoy propiedad de los Rengel) y la Casa Estensoro en la esquina opuesta a la Casa Dorada.

    Sin embargo, Antonio Camponovo decidió dirigirse a Sucre donde, para su fortuna, conoció a Arce, quien lo introdujo en la sociedad chuquisaqueña. Gracias a él llegó a ser un personaje conocido en la capital, agrega el también técnico de la Dirección de Turismo de la Alcaldía sucrense.

    Existen muchas obras de Camponovo en Sucre. Por ejemplo, el palacete de El Guereo, el teatro Gran Mariscal, el Banco Nacional de Bolivia, el castillo de La Glorieta y La Florida. Posteriormente realizó varias obras en la ciudad de La Paz.

    Para la decoración de los murales de La Florida arribaron maestros desde Italia y algunos dicen que también de Francia. Según Loayza, no se cuenta con un dato preciso al respecto.

    Casas particulares

    Iván Gutiérrez afirma que esos maestros, en Sucre, habrían pintado además casas particulares que todavía conservan la pintura al temple.

    Por ejemplo, la de Melitón Urioste, el padre de la Princesa de La Glorieta, ubicada en la calle España entre San Alberto y Camargo. Todo el zaguán de esa vivienda está pintado.

    “También hay otra pintura en el salón del hotel Independencia, en la calle Calvo, pero cuando lo restauraron perdió sus colores originales. Asimismo, había otras que se destruyeron en la calle Calvo, cerca de El Guereo”, detalla él.

    El arte en La Florida

    Arce era conocido por su instrucción. Gran conocedor del arte, La Florida fue decorada de manera exquisita.

    Por ejemplo, mandó fabricar dos distinguidas vajillas en París: una con la inscripción de La Florida y otra con su monograma “A.A.”.

    Todavía existen algunas piezas de sus vajillas. Una de estas era para mil comensales y se quedó en el palacio. Fue descubierta detrás de un muro, entre las décadas del 20 y el 30 del siglo pasado.

    Como la venta de todas las piezas a un solo comprador se hizo imposible, tuvo que fraccionarse. Ahora la vajilla está dispersa en distintos hogares de Chuquisaca y de otros puntos del país. “Algunos tienen lotes muy grandes, que ofrecían a los museos a precios exagerados, más de 25.000 dólares”, revela Gutiérrez.

    Las técnicas utilizadas

    Los artistas europeos que Arce hizo traer a Sucre pintaron al temple (técnica en la que se emplean colores mezclados con cierto tipo de pegamento y agua caliente) los salones grandes, el comedor y otras habitaciones del palacio.

    Concretamente, utilizaron la técnica “Tromp Lócil”, que se traduce como “trampatrojo” (una trampa para el ojo que da la ilusión de amplitud), con falsos relieves y falsos acabados que imitan la madera, mármol y otros materiales.

    Aldo Loayza dice que “la pintura mural del comedor de lujo del palacio de La Florida es un deleite para la vista por donde uno vea. En el cielo del gran salón, una pintura da la sensación de que el ambiente es infinito. Se aprecian golondrinas, nubes y ángeles. Antes también había un águila que fue eliminada durante la restauración”.

    El palacio tiene ambientes destinados a distintos usos: sala de té, sala de juegos, salón de fiestas, comedor de lujo, comedor de diario, la sala fumé (para los caballeros, para que fumasen allí), la sala de las damas (donde ellas iban a conversar), el despacho de Arce y otras habitaciones de uso suntuoso.

    Distintas residencias

    Gutiérrez supone que Arce debió vivir en distintos lugares, como en los centros mineros y en sus ocho propiedades: Maica, Ovejería, La Calera, Pilcomayo, Seripona, Liquinas, Santa Isabel y Pulqui. “Pero seguramente vivió varios años en La Florida”, complementa.

    Menciona que llegó a prestar su palacio personal para que funcionara como palacio de Gobierno del país mientras este era construido en la calle Arenales; por entonces se lo conocía como la “Casa de Piedra”, que varios años después fue demolida para construir allí la escuela Daniel Calvo.

    Un proyecto frustrado

    Gutiérrez también recuerda que el expresidente tenía un proyecto grande que no pudo concretar: solo quedó el plano de Camponovo.

    Se trata de la construcción de un palacio en la esquina de la plaza 25 de Mayo, donde ahora es el Museo del Tesoro pero en un terreno mucho más grande porque había comprado varias casas circundantes.

    “El boliviano de hierro”

    Aniceto Arce Ruiz nació el 17 de abril de 1824 en Padcaya, departamento de Tarija. Provenía de una modesta familia. Fue hijo de Francisca Ruiz de Mendoza y Diego de Arce.

    Estudió la primaria y la secundaria en el colegio Junín de Sucre y salió profesional de la carrera de Derecho de la Universidad San Francisco Xavier.

    Trabajó como administrador en el centro minero argentífero de Chanarcillo, en Copiapó, Chile. Luego retornó a Bolivia para administrar el Real Socavón de Potosí, por invitación de José Avelino Aramayo. Al poco tiempo se hizo socio.

    También constituyó una sociedad para trabajar en los ingenios de Huanchaca y explotar los minerales de Pulacayo.

    Entre 1848 y 1855, durante la presidencia del general Manuel Isidoro Belzu, fue elegido diputado en representación de Chuquisaca. Arce amasó su propia fortuna con esfuerzo propio y llegó a ser uno de los hombres más poderosos del país.

    “Fue un hombre muy preparado y visionario. Si decidía en una compañía vender sus acciones, al día siguiente todos vendían sus acciones porque sabían que era una decisión acertada la que había tomado”, comenta Gutiérrez a ECOS.

    En 1856, contrajo nupcias con Amalia Argandoña Revilla, hija de Mariano y Luisa Revilla y hermana mayor de Francisco Argandoña, quien más tarde sería el príncipe de La Glorieta.

    Gutiérrez dice que la pareja formó un hogar y que tuvo varios hijos, pero no hay datos precisos que den fe de cuántos. Unos dicen que fueron siete; otros, once. “Fue un matrimonio muy religioso y conservador”, agrega Gutiérrez.

    Arce en Potosí

    Según Loayza, Arce también ocupó cargos en la administración pública en Potosí. Fue designado ministro de Hacienda y, posteriormente, delegado nacional para la delimitación de la frontera con Chile y Paraguay.

    En 1865, asumió el control total de Huanchaca. Durante años dedicó toda su capacidad intelectual y física a la minería. Presidió el directorio de la Compañía Huanchaca hasta 1884.

    También fue vicepresidente del gobierno de Narciso Campero y el 13 de agosto de 1888, después del gobierno de Gregorio Pacheco, fue elegido presidente de Bolivia tras vencer en justas electorales. Gobernó hasta 1892.

    Bolivia para el mundo

    Durante su presidencia, Arce promovió por primera vez la presencia de Bolivia en la Exposición Universal de 1889 en Europa.

    “Sin duda, el pabellón boliviano fue uno de los que más llamó la atención por su originalidad y riqueza, recreando el ingreso a la mina Pulacayo. Asimismo, en un segundo hall, se mostró la riqueza de Huanchaca”, detalla Loayza.

    Comenta que allí también se mostró el café de los Yungas, una variedad de cereales, lana de vicuña, mapas, fotografías y otros.

    Arce ejerció la presidencia del Banco Nacional de Bolivia en dos periodos. La primera vez en 1883 y la segunda entre 1894 y 1899.

    Además, fomentó la vinculación del país a través del ferrocarril. Fue un hombre muy visionario y amante de su tierra, según varios historiadores.

    Por otra parte, importó una gran variedad de árboles y plantines al país; entre ellos, el eucalipto, el palto, la mandarina y pinos cipreses.

    Sus obras

    Arce no solo es recordado por su extraordinaria labor industrial y ferrocarrilera, sino también por haber sido uno de los principales luchadores por romper el enclaustramiento geográfico nacional y lograr la ansiada salida al mar.

    Comprendió que lo esencial era vincular las regiones y comunicar el país con el exterior. De este modo hizo construir carreteras entre Sucre y Potosí; Sucre, Cochabamba y Oruro, y Cochabamba hacia el Beni.

    La acción de su gobierno se centró en las vías de comunicación, especialmente la prolongación de la vía férrea desde la frontera con Chile hasta Oruro, obra muy combatida por la oposición, que argüía que el ferrocarril sería utilizado por los chilenos para invadir Bolivia. El 15 de mayo de 1882, cuando la obra estuvo terminada, Arce exclamó: “Ahora ya podéis matarme”.

    “Fue un hombre visionario que amasó una gran fortuna por esfuerzo propio y no escatimó esfuerzos en invertir sus propios recursos en el país. Murió el 14 de agosto de 1906, a los 82 años, en Chuquisaca, después de haber perdido casi toda su fortuna. Sus restos reposan en el mausoleo familiar ubicado en el Cementerio General de Sucre”, finaliza Loayza. •

    La Florida de hoy en día

    Cuando Aniceto Arce murió, La Florida fue heredada por uno de sus hijos. Luego, pasó a manos de la familia Iturralde, y años después a los excombatientes de la Guerra del Chaco. Posteriormente estuvo a cargo de la Gobernación de Chuquisaca y, más tarde, de la Alcaldía de Sucre.

    Este 2018, como la Gobernación no tenía los recursos para mantener la infraestructura, la transfirió en comodato a la Alcaldía para su uso como sede de la Federación Latinoamericana de Ciudades, Municipios y Asociaciones Municipalistas (FLACMA). De esta manera, la municipalidad realizó algunas refacciones para la reunión internacional, indica el investigador e historiador Iván Gutiérrez.

    “Cuando se iban a hacer las refacciones, yo estuve ahí y sugerí que las cocinas, despensas y bodegas quedaran tal cual, para que la gente vea cómo se guardaban los vinos y otros productos. Así, como se ve en los palacios de todo el mundo. El área de servicios es un gran atractivo turístico”, agrega el conocedor.

    “Sin embargo —continúa él— no me hicieron caso y modernizaron varios ambientes con cerámica, perdiéndose para siempre su originalidad. Los muros tenían varias divisiones, estaban los anaqueles, el mesón, la loza, el piso antiguo de ladrillo, las conejeras y otros”.

    En criterio de Gutiérrez, La Florida es un gran atractivo que no puede estar cerrado al público. Pero las mejoras deben ser constantes.

    Además, hay que amoblarlo con muebles originales de la época que se pueden rescatar de familias particulares y así evitar que el patrimonio salga de Sucre.

    “Por ahora es un atractivo turístico. Será museo el día que implementen algunas obras o se rescate parte del mobiliario original, (cuando) se haga una galería de presidentes o de la familia de Arce”, sostiene.

    También aconseja reponer las rejas, trabajar con el área de jardinería y paisajismo, “hacer un buen trabajo en conjunto”.

    “Diferentes guías tergiversaron mucho la historia de La Florida y del propio presidente (Arce) sin conocerla. Yo lo asumo de la siguiente manera: he percibido que se alejan de la realidad, a veces, por temas de resentimiento social. Otras personas también tejieron muchas historias en torno al palacio, tal vez por atraer a más gente”, reflexiona.

    Convención de la familia Arce

    Actualmente, la mayor parte de la descendencia de Aniceto Arce vive en el exterior del país. En 2012, la familia Arce se reunió en una gran convención y muchos se conocieron en ese encuentro memorable.

    El investigador Iván Gutiérrez, aprovechando que estaban reunidos en Sucre, los convenció para que presentasen una exposición en la Casa de la Libertad, con los objetos que heredaron de Arce. Así, se montó una muestra inédita de objetos suntuosos como vajillas, vestimenta, algún mueble y otros insumos.

    “La actividad fue tan grata que todos se entusiasmaron y decidieron donar al museo una plaqueta que perteneció al expresidente”, recuerda Gutiérrez.

    La descendiente de mayor edad que vive en Sucre es la maestra María Luisa Arce de Williams, tataranieta de Aniceto Arce.

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