“Mis padres no hubieran sido lo que fueron el uno sin el otro”
“Los libros que se han escrito antes y que muchas escuelas y colegios los siguen llevando ya son muy difíciles de leer para los chicos: el idioma resulta muy descriptivo, muy pesado.
Isabel Mesa es una destacada escritora de literatura infantil-juvenil, aunque ella reconoce como su primera profesión al magisterio. Tiene tres hermanos y el mayor es Carlos, el candidato presidencial.
Por una iniciativa de la presidenta de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre, Diana Gonzales, y del director de la Casa de la Libertad, Mario Linares, Isabel estuvo el pasado “Día de la Mujer Boliviana” en Sucre, a propósito de un homenaje que se le rindió a su madre, Teresa Gisbert, quien falleció el 19 de febrero de este año.
Gisbert sobresalió en la arquitectura, la restauración, la historia y en la investigación. Fue reconocida —y aún hoy lo es— tanto a nivel nacional como internacional. Isabel se declara “muy feliz” por el recuerdo de su madre en la capital. “No solo porque fue mujer”, aclara, “sino porque mi madre fue una gran profesional y fue una mamá como todas las mamás”.
ECOS. ¿Cuáles fueron las principales enseñanzas que recibió de doña Teresa Gisbert?
Isabel Mesa (IM). Lo primero que diría es el trabajo. Yo, todo el tiempo que recuerdo a mi madre, la recuerdo trabajando, delante de su máquina de escribir o yendo a su trabajo como cuando era Directora del Museo Nacional de Arte de La Paz. Uno, es el trabajo. Dos, el amor al país. Mis padres siempre han tenido esa conciencia de que eran bolivianos y de que lo que ellos hacían, lo hacían por Bolivia. El amor al país nos lo han inculcado a todos (sus hijos). Y, finalmente, la docencia. Todos nosotros somos profesores de una u otra manera y eso se nos ha quedado también.
ECOS. Tengo entendido que ella, además, le transmitió el amor por los libros.
IM. Nosotros hemos crecido entre libros. Mis padres tenían una biblioteca y yo me acuerdo en mi casa siempre con una biblioteca, siempre con libros al alcance de nosotros; nosotros jugábamos con los libros. Me acuerdo que mi hermana y yo sacábamos los libros de arte y buscábamos “a ver, quién encuentra un pajarito, quién un cuadro”, una cosa así. Realmente, hemos tenido ese acceso a los libros, amamos los libros, somos grandes lectores y creo que en cada una de nuestras profesiones, esto ha influido muchísimo.
ECOS. Ella encontró en su padre, José de Mesa, un complemento. Hay una anécdota de él y una lista de libros que les recomendaba leer.
IM. Yo creo que mi madre sin mi padre y mi padre sin mi madre no hubieran sido lo que fueron: definitivamente, no hubieran sido lo que fueron el uno sin el otro. Formaron la pareja perfecta para complementarse dentro de la parte profesional.
Mi padre nos sacaba una lista y nos decía: “estos son los cien clásicos que ustedes tienen que leer”. Obviamente, nunca llegamos a leer los cien, pero sí él contaba, y mi madre lo recordaba perfectamente, que él le leía a ella en voz alta el Quijote o las obras de teatro de los clásicos. Ella escuchaba, muchas veces en las plazas, en el Prado de La Paz, en la casa... Él era un gran lector y mi madre escuchaba, compartieron esos clásicos hasta muy mayores.
ECOS. ¿Cómo es que su madre le enseñó a usted a usar una biblioteca?
IM. En realidad, esa parte de la investigación la hemos visto hacer. Muchas veces nos decía: “Ve y busca tal libro; a ver, página 192, necesito encontrar tal nombre”. Y nosotros la hemos colaborado. A mí me ha utilizado de secretaria varias veces (se ríe), me ponía a la máquina de escribir, me dictaba o yo le copiaba los trabajos. Ella nos ha enseñado a utilizar una biblioteca, yo no me acuerdo que otra persona lo haya hecho. Hemos aprendido de ella toda la parte investigativa.
ECOS. ¿Sigue ejerciendo de maestra?
IM. Sí, yo soy maestra desde hace muchísimos años, es mi primera profesión; luego, soy escritora de literatura infantil-juvenil. En mis libros se muestra todo el patrimonio cultural boliviano gracias al legado de mis padres y gracias a todas las visitas que he realizado cuando era chica a las iglesias, a los conventos, a los museos, a las ruinas, a la ciudad del Cuzco. Mi adolescencia está reflejada en los libros que hoy escribo para los niños y jóvenes.
ECOS. Usted que ha demostrado tanto interés por los niños y por los jóvenes desde la docencia y también desde la literatura, ¿qué opina de la actualidad de la educación en Bolivia?
IM. Hay un retroceso terrible en la educación. Yo creo que hoy, más que nunca, los maestros están perdidos, no saben qué hacer. La Ley Avelino Siñani es teórica y no se la puede concretar en aula, no se la puede aplicar.
En todo el tiempo que el Gobierno está con esta ley, no tenemos un plan lector, los maestros no saben qué van a leer, no hay bibliotecas. Realmente es una pena, al maestro se le pide que enseñe cosas que realmente no puede. Se le dice: “tienes que enseñar aymara, y tienes que enseñar matemáticas, inglés...”. Es muy difícil, por lo menos para enseñar un idioma tienes que tener gente preparada; primero, hablar perfectamente y por lo menos escribir. Cosa que yo, con los idiomas nativos, no lo veo muy claro. Tengo estudios sobre esto y solamente el 10 por ciento de la gente quechua y aymara es apta para escribir en estos idiomas (…).
ECOS. Entrando al campo de la literatura, ¿es lo mismo escribir hoy libros para niños y para jóvenes que lo que era escribirlos hace 15 o 20 años?
IM. No, no, no, definitivamente no. En primer lugar, los libros que se han escrito antes y que muchas escuelas y colegios los siguen llevando ya son muy difíciles de leer para los chicos: el idioma resulta muy descriptivo, muy pesado. Un Juan de la Rosa, por ejemplo, o cualquier clásico, un Julio Verne, es difícil de leer para los chicos.
Ahora yo creo que hay que escribir de acuerdo a los intereses de los chicos, y que lo que tenemos que hacer es un poco enlazar lo que es tecnología con literatura; es la manera de atrapar a los chicos. Conozco autores que lo han hecho, yo misma lo he hecho y he visto los resultados fantásticos que esta literatura ha tenido. No es que los chicos no leen: cuando encuentran un libro de calidad literaria que les guste, por supuesto que lo pueden leer y lo disfrutan. La cuestión es hacer ese enganche.
ECOS. Usted ha escrito varios libros en los que aborda el tema de la tecnología. Trapizonda: un videojuego para leer, por ejemplo.
IM. Sí. Trapizonda fue el primer libro con el que conecté con las nuevas generaciones. Y a partir de ese llegó El revés del cuento y luego vino Fábula verde; todos estos tienen tecnología y a los chicos les encanta. El escritor Marcelo Martínez también ha hecho lo mismo, ha ganado el Premio Nacional de Literatura Infantil (en 2017, la cuarta versión del concurso organizado por la editorial La Hoguera) con Las dudas de Matías, que trata de un niño que trabaja en YouTube y engarza con las tradiciones orales. Hay esa posibilidad y eso es lo que les gusta a los chicos.
Entonces, yo no creo que sea más fácil o difícil, es diferente escribir hoy para los niños que lo que era escribir antes para ellos. La forma y el estilo de literatura han cambiado mucho.
ECOS. Dedíqueles unas palabras a sus hermanos, por favor.
IM. Carlos es el mayor de nosotros, no hay mucho que decir (sonríe), toda la gente lo conoce. Yo, la verdad, lo admiro muchísimo, ya no me pongo como hermana: es una persona increíble, un gran orador, una persona muy inteligente pero, sobre todo, en la familia, es un hombre muy cariñoso. Cariñoso con nosotras, con sus hijos, con los míos, muy amante de la familia. Fue muy ligado a mis padres.
El segundo de mis hermanos, Andrés, salió de la Universidad Mayor de San Andrés en Arquitectura, hizo un posgrado en España y nunca más volvió. Él es profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona y ahora es uno de los arquitectos a cargo del gran proyecto de la Sagrada Familia, esa iglesia fantástica de Gaudí. Está haciendo un trabajo extraordinario.
Yo soy la tercera y mi hermana Guiomar es la cuarta, nos llevamos un año. Ella es artista, pintora, pero tenemos la suerte de trabajar en el mismo colegio, en el Colegio Alemán “Mariscal Brown”: ella es profesora de Artes y yo soy la encargada de primaria en el área de Lenguaje. Somos muy cercanas y nos juntamos cada que podemos.
Yo procuro que cada semana vengan a mi casa a almorzar todos los hermanos que están acá y, obviamente, los sobrinos, hijos, nietos. Es lindo, mi madre nos enseñó eso, todos los sábados íbamos a almorzar a su casa, y yo he sido la que ha heredado esta parte de seguir reuniendo a la familia.
ECOS. ¿Cómo han tomado usted y su familia la decisión de Carlos Mesa de ser candidato?
IM. Nosotros no somos una familia política, ni de ascendencia política; no es que nos guste mucho el tema pero, hay una cosa que sí hacemos: la decisión de Carlos me parece muy valiente; en este momento, me parece una persona muy valiente y por supuesto estamos ahí incondicionalmente para él. Le hemos dicho que contaría con nosotros, con los tres hermanos y obviamente toda la familia estamos apoyándolo todo el tiempo.
ECOS. Cerramos la entrevista por donde comenzamos. Usted que ha viajado mucho, y con el legado de su madre, ¿cómo definiría a la mujer boliviana? ¿Qué la caracteriza?
IM. Yo creo que la mujer boliviana es una persona que se caracteriza por su trabajo. Es muy trabajadora; en muchos casos, la única y la que más trabaja en la familia. Todavía vivimos en una sociedad muy machista, en la que no es fácil ver a los hombres colaborando; entonces, yo la caracterizo y la saludo por eso, la admiro por eso. Y yo creo que todas las mujeres bolivianas debemos sentirnos orgullosas de lo que somos. •
Isabel Mesa, en pocas palabras
Nació en La Paz. Es Licenciada en Ciencias de la Educación, tiene cursos de especialización en la Universidad de Arkansas y una maestría sobre Libros y Literatura Infantil con la Universidad de Barcelona y el Banco del Libro de Venezuela.
Es maestra del ciclo primario y escritora de literatura infanto-juvenil. Miembro de la Academia Boliviana de Literatura Infantil, creó la página web sobre Literatura Infantil boliviana (2009).
Ganó el Premio ENKA de Literatura Infantil de Colombia (1998) con La pluma de Miguel, con El espejo de los sueños (1999), ilustrado por Alejandro Salazar, obtuvo el Premio a la mejor ilustración de la Reforma Educativa. Dos de sus obras fueron nominadas por el Banco del Libro de Venezuela para estar entre los mejores libros a nivel latinoamericano en 2007 y 2010: Trapizonda: un videojuego para leer y El revés del cuento.
“Los libros que se han escrito antes y que muchas escuelas y colegios los siguen llevando ya son muy difíciles de leer para los chicos: el idioma resulta muy descriptivo, muy pesado. Un ‘Juan de la Rosa’, por ejemplo, o cualquier clásico, un Julio Verne, es difícil de leer para los chicos”.