Origen precolonial de la bandera de Potosí
El origen de la bandera potosina es, indudablemente, español. La bandera llegó con los invasores españoles y fue asumida como propia por una ciudad que, debido a su plata
El origen de la bandera potosina es, indudablemente, español. La bandera llegó con los invasores españoles y fue asumida como propia por una ciudad que, debido a su plata, recibió los mayores reconocimientos de la corona. Debido a ello, su origen es anterior a la llegada de Cristóbal Colón.
Es Bartolomé Arzáns quien documenta que la bandera llegó a Potosí en una de las carabelas de Colón aunque su descripción se parece poco, o casi nada, al pendón actual: “Este bendito estandarte es de un finísimo damasco carmesí con cairel de seda del mismo color: en medio de él está bordado de realce de trencilla de oro la imagen del apóstol Santiago puesto a caballo destrozando infieles, de más de media vara de largo y poco menos de ancho…” (Arzáns, Bartolomé. Historia de la Villa Imperial de Potosí). Por lo que se puede leer en ese texto, la bandera que llegó con Colón era carmesí, es decir rojo intenso, y en medio de ella estaba la imagen del apóstol Santiago que, además, fue el primer patrono de Potosí.
La actual bandera municipal es rojo y blanco y casi una copia de la de Castilla y León, salvo el agregado del Cerro Rico de Potosí en óvalo azul al centro. Fue creada como bandera potosina, con el agregado de la legendaria montaña, mediante una ordenanza municipal emitida por el alcalde Walter Dalence el 24 de octubre de 1940.
En el estudio publicado en 2007, que echa por tierra versiones anteriores, Juan José Toro señala que “la bandera española que fue conferida a Potosí por Carlos V no era rojiblanca ni estaba dividida en cuatro cuarteles, como ahora. Tampoco llevaba los castillos de oro y los leones rampantes que son los símbolos de Castilla y León, los reinos de los reyes católicos, y figuraban en varios de los pendones de la reconquista de Granada. Ese diseño parece corresponder enteramente a Dalence que, según Mario Araujo, sentía ‘una simpatía sin disimulo por los fastos de la época medieval’”.
La singular bandera potosina es un pendón que a través de los años ha representado a esta parte del territorio boliviano y cabe resaltar las diferencias entre la bandera departamental y la del municipio, que es a la que está dedicada este estudio.
La bandera departamental, fijada como tal mediante una ley aprobada por la Asamblea Legislativa Departamental, está dividida en cuatro cuarteles con los colores rojo y blanco, sin ningún agregado. La bandera municipal, creada o repuesta por la ordenanza de Dalence, es la de color rojo y blanco, con los leones, castillos y el óvalo azul con el Cerro Rico, institucionalizada mediante la Ley Municipal 071/2015.
Sus orígenes
Los estudios sobre la bandera potosina nos llevan hasta su llegada a estas latitudes y su desarrollo mediante diferentes hipótesis de los cronistas e historiadores potosinos, pero el presente texto está dedicado a la parte de la historia que permaneció por mucho tiempo en la oscuridad; es decir, a los tiempos más arcaicos de su origen, cuando se revela el glorioso origen de esta bandera.
Para entender el siguiente contenido es necesario puntualizar y señalar que el modelo de bandera no es de inspiración original sino la unión de dos banderas diferentes y sus elementos, junto a algunos símbolos heráldicos que fueron variando en el tiempo y de acuerdo al contexto en que fue utilizada.
Inicialmente los reinos de la península ibérica se encontraban desunidos y en conflicto entre ellos y con los invasores almorávides del sur. En cada batalla, encuentro o marcha del séquito real de cada reino enarbolaban y lucían sus banderas, puesto que el modelo básico de la bandera potosina es una inspiración y herencia de los antiguos reinos de Castilla y León.
La muerte de Fernando I de León, que rigió el imperio en nombre de su esposa doña Sancha hermana de Bermudo III, da nacimiento al Reino de Castilla al cedérselo como tal a su primogénito Sancho. Tras la muerte del monarca en 1065, los reinos se dividen entre sus hijos. En una guerra civil contra sus hermanos Alfonso y García, este reúne dinásticamente por primera vez los reinos de León y de Castilla. Una segunda unión se producirá desde el año 1072, con Alfonzo VI, hasta el 1157 a la muerte de Alfonso VII. Hacia 1230 con Fernando III el Santo, rey de Castilla desde 1217, los reinos de León y de Castilla quedan bajo un mismo soberano leonés que por circunstancias diversas ha sido primero rey en Castilla.
Sin embargo, la unidad no llegaría hasta mucho después porque los reinos siguieron peleando y buscando su independencia el uno del otro.
La unión de los reinos
Alfonso VI gobernó como rey de León, Castilla y Galicia manteniendo la unión de los reinos de León y Castilla efectuada por su hermano Sancho. Sin embargo, siguieron existiendo dos reinos diferenciados en administración, lenguas romances y leyes. Tras la muerte de Sancho IV de Navarra en 1076, pasaron a formar parte del reino de Castilla —entonces unido al reino de León bajo el reinado de Alfonso VI— territorios anteriormente pertenecientes al reino de Navarra: La Rioja, Álava, Vizcaya y parte de Guipúzcoa; parte de estos territorios fueron recuperados por Sancho VI de Navarra en la segunda mitad del siglo XII; y no retornaron a dominio castellano hasta su conquista definitiva por Alfonso VIII a finales del siglo XII.
Los leones rampantes púrpura son cambiados de esmalte a unos leones rampantes de gules coronados, lenguados y uñados. El motivo del cambio de color aún no es preciso, pero se puede atribuir a la situación social del reino que había heredado doña Urraca, la primera emperatriz de la península, ya que el color púrpura era el más costoso de adquirir en la época o también para distinguirse entre los estandartes de las tropas simpatizantes de su marido y las de su hijo, derrotando a estos dos últimos e imponiéndose a través de los años como bandera y estandarte absoluto del reino.
La bandera del Reino Cristiano de Castilla es bordada por la reina doña Urraca y entregada a su hermana doña Elvira, princesa del reino y esposa de Raimundo de Tolosa, uno de los generales más reconocidos y emblemáticos líderes cristianos en Tierra Santa durante la primera guerra santa. Se les quitan las coronas a los leones ya que sería Raimundo Conde de Tolosa el que encabezaría el ejército y este no era rey, además de que sería la primera bandera de las conquistas territoriales de Castilla fuera de la península que constituiría como tal y más no así como un reino.
Así fue que la corona de Castilla tomó uno de los primeros lugares en los reinos europeos, siempre representado por su estandarte bicolor que, en su forma original o con singulares cambios temporales o versión, dependiendo de su portador, ha flameado triunfante la mayor parte de las veces en los campos de sangre medievales de Europa. •
(*) Armando Téllez es socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí.
El Condado de Castilla (850-1065)
La primera mención a «Castilla» aparece en un documento del año 800: «Hemos levantado una iglesia en honor a San Martín, en Área Patriniano, en el territorio de Castilla».
En la Crónica de Alfonso III (rey de Asturias, siglo IX) se dice: «Las Vardulias ahora son llamadas Castilla».
El Condado de Castilla se repuebla mayoritariamente por habitantes de origen cántabro, astur, vasco, con un dialecto romance propio, el castellano, y con unas leyes diferenciadas.
El primer conde de Castilla es Rodrigo en el 860 (bajo Ordoño I de Asturias, Alfonso III el Magno). El condado de Castilla experimenta una gran expansión durante el gobierno del conde Rodrigo, que se dirige hacia el sur hasta llegar de Amaya (860) y a costa de los cordobeses por la Rioja. Además, a partir de la sublevación del conde alavés Eglyón, Álava se incorpora al condado de Castilla. En el año 931, el condado de Castilla se unifica con el conde Fernán Gonzales, haciendo de sus dominios un condado hereditario a espaldas de los reyes de León.
El Reino de León (910-1230)
El Reino de León fue uno de los reinos de la Edad Media en la península ibérica, sucesor del antiguo Reino de Asturias. Se desarrolló entre los siglos X y XIII. Durante este tiempo mantuvo continuas disputas con los reinos y ducados contiguos, como Galicia, Pamplona y Castilla, pero principalmente las tuvo con el al-Ándalus.
León fue un reino medieval independiente situado en la región noroeste de la península ibérica. Fue fundado en el año 910 cuando los príncipes cristianos del reino de Asturias, en la costa norte de la península, trasladaron su capital desde Oviedo a la ciudad de León.
Ricardo Chao Prieto señala que “en el año 910 de nuestra era el rey García I trasladó la sede de la Corte desde Oviedo a León. No era la primera vez que se cambiaba la capital del reino: en los 188 años que habían transcurrido desde el levantamiento de Pelayo contra los invasores musulmanes, ésta había estado en sitios tan dispares como Cangas de Onís, San Martín del Rey Aurelio, y Pravia, para quedar finalmente establecida en Oviedo. Así que en aquel momento tal vez pudo parecer que la decisión de García I era un traslado más. Sin embargo, León fue la capital durante nada menos que 320 años” (sic).
En su Manual de heráldica española, Martín de Riquer afirma que el reino de León ya utilizaba el animal que le da nombre como símbolo heráldico el año 1148; sin embargo, monedas acuñadas en el reinado de Alfonso VII (1126-1157) también lo incluyen en el reverso de las que llevaban el símbolo de la cruz.