Centenario del fallecimiento de Wenceslao Alba
Fue uno de los más rigurosos opositores a la firma del Tratado de 1904 con Chile y, en el campo profesional, un excepcional estudioso del Derecho y de la jurisprudencia. En su carrera política se distinguió como presidente del Concejo Municipal, como diputado y como senador por Potosí. Fue prefecto y también superintendente de la Casa de Moneda. Ante todo, un ciudadano honesto y un gran patriota.
Wenceslao Alba nació en Potosí el 28 de septiembre de 1849, en el mismo edificio de la Casa Nacional de Moneda donde su padre, José de Alba, tenía sus habitaciones de vivienda por ser director de la ceca cuando aún funcionaba como fábrica de circulante. Curiosamente, fue uno de sus hijos, Armando Alba Zambrana, quien organizó la restauración de este edificio y lo convirtió en el museo de arte más importante del país.
Sus estudios secundarios los realizó en el Colegio Nacional Pichincha, donde fue discípulo de Rafael Bustillo y compañero de estudios de personajes tan ilustres como Luis Felipe Manzano y Modesto Omiste. Luego del bachillerato se trasladó a Sucre para estudiar la carrera de Derecho en la Universidad de San Francisco Xavier, donde demostró ser un aventajado estudiante y un hábil orador obteniendo el grado académico de abogado de las cortes de Bolivia con honores.
Ocupó la diputación por Potosí capital en la legislatura de 1896, durante la presidencia de Severo Fernández Alonso (1896 – 1899). Al finalizar este periodo constitucional sucedió la revolución federal que enfrentó a conservadores oficialistas contra liberales opositores y tuvo como desenlace el establecimiento definitivo de la sede del Gobierno en La Paz.
Juntamente con los diputados Eufronio Viscarra y Natalio Arauco conformaron la comisión acusadora dentro del proceso de responsabilidad contra el expresidente Mariano Baptista Caserta (1892 – 1896) por malversación de fondos públicos.
El general José Manuel Pando fue elegido presidente por la Convención Nacional de 1988 y el doctor Alba fue designado prefecto de Potosí, cargo que ejerció durante la crisis de la Guerra del Acre, en 1899. Ante la emergencia de los conflictos armados con el Brasil tuvo que financiar el armamento para que el Batallón Independencia Segundo de línea, más conocido como la “Columna Montes”, así como el transporte de esta unidad compuesta por 200 hombres desde La Paz hasta el extremo norte del país.
Como superintendente de la Casa de Moneda se ocupó con buen conocimiento de causa de mejorar la calidad del circulante menudo que estaba siendo acuñado con muchas imperfecciones en ese tiempo, contrató matrices e implementos de acuñación nuevos de Alemania para recuperar la calidad de las monedas acuñadas en la ceca de Potosí.
Contra su partido
Los horrores de la Guerra del Pacífico y su ferviente patriotismo le motivaron a ser uno de los más fanáticos defensores de nuestros derechos sobre las costas del Litoral boliviano, por lo tanto, también se convirtió en uno de los más lúcidos opositores a la firma del Tratado de paz y amistad con Chile de 1904.
Cuando su partido, el Partido Liberal, inició las negociaciones con Chile para la firma del Tratado de paz, amistad y límites con Chile, a diferencia de muchos de sus colegas que optaron por la sumisión cómplice a su militancia, alzó la voz de lucha en contra de la firma de este tratado vergonzoso y organizó la resistencia ideológica y civil contra este instrumento lesivo para Bolivia.
Uno de los mejores testimonios de su lucha es el documento titulado “Anatema del Pueblo de Potosí al tratado de 1904” redactado conjuntamente con el Dr. José David Berrios y suscrito unánimemente por más de tres mil ciudadanos de Potosí de todos los sectores sociales.
Sus fuertes principios éticos le obligaron a rechazar el alto cargo de ministro de Gobierno que el presidente Montes le ofreció, así como la senaduría por Potosí para el periodo 1909 al 1914 pues la aprobación del tratado con Chile por el gobierno liberal supuso su alejamiento definitivo de su partido político al que manifestó su repudio categórico y patriótico.
El doctor Alba fue uno de los más lúcidos juristas de su tiempo. Sus argumentaciones y recursos en procesos civiles son una verdadera lección de doctrina en plena vigencia del sistema del legalismo jurídico. Como abogado litigante, asesoró a varias empresas mineras y ganó muchos procesos mineros. Su más famoso cliente fue Simón I. Patiño, el rey del estaño.
En su libro “Patiño: rey del estaño”, Charles S. Geddes lo cita como uno de los más importantes abogados y asesores del industrial minero. Atendió sus causas y mantuvo una fluida relación profesional con el magnate.
Los papeles de esos procesos se encuentran archivados en Sucre, Potosí, Oruro y Colquechaca y serán muy interesantes para escribir en el futuro la historia del Derecho, en especial de las compañías mineras durante el siglo XIX.
Mostró un delicado talento para la poesía, compartiendo e intercambiando sus versos con Agustín Aspiazu, Tomas O’Connor D’Arlach, Emilio Fernández, Modesto Omiste, Luis Felipe Manzano, Zoilo Flores, Ángel Casto Valda, Jerman Zambrana, Celestino López, José Espada, Agustín de Pórcel; en fin, perteneció a una generación de intelectuales muy destacados de nuestro país.
Murió en Potosí el 16 de noviembre de 1918, a consecuencia de un accidente cerebrovascular. El Concejo Municipal declaró un duelo departamental de tres días y sus exequias fueron tan concurridas que el cuerpo de Boy Scouts participó ordenando a la muchedumbre.
El doctor Wenceslao Alba es recordado actualmente por la primera escuela de no videntes que se estableció en Potosí, de la que fue su benefactor y actualmente lleva su nombre. Lo mismo ocurre con una importante calle de la capital potosina. •
Loa a mi padre Dr. Wenceslao Alba
Por el natural fenómeno de la vida,
heme en el surco que abandonaste
pleno de orgullo
como el atleta que abandona la arena del circo
terminad su faena.
Y es mi querer,
que la primera gota de mi sangre joven
nimbe la rugosidad de tu frente altiva
e inmaculada
como el crisol de tu conciencia.
Armando Alba (Voces Áulicas, 1918)
Anatema del pueblo de Potosí al Tratado de 1904
El pueblo de Potosí, profundamente indignado por la noticia de haber sido aprobado en el Congreso con 42 votos contra 30 los tratados de paz, amistad y límites y desmembramiento del territorio patrio, celebrados entre los gobiernos de Bolivia y Chile, y teniendo en cuenta:
PRIMERO: que la integridad de la Patria es la base y la vida constitutiva de la República y el supremo anhelo de todos los pueblos y habitantes de Bolivia.
SEGUNDO: que ningún poder tiene facultad para enajenar el territorio nacional, siendo esta atribución privativa de una Asamblea Convencional elegida expresamente por el pueblo soberano para ese objeto.
TERCERO: que si por la fuerza de las armas, Chile logró despojar a Bolivia de su riquísimo Litoral, el derecho de propiedad no pudo ser consecuencia del acto de piratería con que consumó su atentado, pisoteando todas las leyes morales y de política internacional.
CUARTO: que tampoco puede poseer Chile el Litoral a título de indemnización, porque durante los veintiséis años que lo retiene indebidamente, ha aprovechado cientos de millones de pesos producidos por ese departamento boliviano.
QUINTA: que el tratado últimamente aprobado es el más desastroso para la vida patria, el más lesivo de su soberanía, el más humillante que hasta hoy se hubiera proyectado, porque no es más que una venta simulada a vil precio, con una miserable parte de los ingentes productos del mismo territorio sagrado de la Patria.
SEXTA: que el ferrocarril de Arica a La Paz y la red proyectada en el interior de la República, no son más que vehículos de la conquista y los medios por los cuales Chile se propone sojuzgar a Bolivia, política, económica y comercialmente.
SÉPTIMA: que dicho ferrocarril de Arica es un atentado internacional contra el Perú a quien pertenecen las provincias de Tacna y Arica, mientras conforme el tratado Ancón, se realice el plebiscito. Y este pacto es un reconocimiento implícito del derecho de Chile sobre esta región.
OCTAVO: que además del Litoral cautivo, ha agregado el Congreso a la avidez chilena, la riquísima región de Chilcaya, con parte de las provincias de Pacajes, Carangas y Lípez, desmembrando, con impudicia, el territorio que está fuera de la conquista y del Pacto de Tregua.
NOVENO: que, en el Congreso Boliviano, la Cámara de Senadores que representa unidades territoriales, ha rechazado por el voto de seis departamentos contra dos que han aprobado este ignominioso tratado, viciando de nulidad radical la aprobación dad por siete diputados inconscientes.
En mérito de estos trascendentales motivos el pueblo de Potosí, sin distinción de colores políticos DESAPRUEBA el atentatorio tratado Gutiérrez – Bello Codecido, y ante Dios y los hombres hace constar:
Que dicho tratado es inicuo, vergonzoso y deshonesto para Bolivia; lesivo a su dignidad, oneroso en lo económico, matador de la soberanía nacional; generador de la evidente absorción financiera y administrativa a título de auxilios pecuniarios amistosos, estableciendo el protectorado chileno de régimen colonial. Y nulo por haber sido rechazado por seis departamentos de la República.
Que los 42 Representantes que han prestado su aprobación se han hecho indignos de ser bolivianos y caerá sobre sus frentes el estigma de la historia y de la posteridad.
Que a los 30 Honorables Representantes de que han combatido el Tratado, oponiéndose a la mutilación de Bolivia y defendiendo su honor y su bandera, les discierne el voto de justo aplauso q que se han hecho acreedores por haber cumplido su deber con abnegado patriotismo.
Potosí, 14 de febrero de 1905
José David Berríos y Wenceslao Alba
Varias firmas