La Ruta Turística del Chuntunqui Chuquisaqueño
La Navidad chuquisaqueña, patrimonio nacional, es un atractivo turístico de integración, una fiesta de encanto y de costumbres tradicionales que valen la pena difundir.
Para valorarla, surgió una idea muy interesante: la “Ruta Turística del Chuntunqui Chuquisaqueño”, que conectaría a los municipios del eje central de la carretera Sucre-Padilla-Villa Serrano-Sopachuy y las poblaciones adyacentes.
El gestor de este proyecto es Galo Arancibia, conductor del programa cultural “Chuquisaqueño”, que se difunde los sábados de 14:00 a 16:00 por La Tremenda 95.8 FM en Santa Cruz de la Sierra. Es un querendón acérrimo de su tierra y sus tradiciones.
“Valorar y precautelar la Navidad chuquisaqueña, como Patrimonio Cultural, Oral e Intangible de Bolivia, debe ser tarea de todos los chuquisaqueños”, manifiesta él a ECOS.
De acuerdo con la propuesta de Arancibia, la Ruta Turística del Chuntunqui Chuquisaqueño comenzaría en Sucre, pasaría por Yamparáez, Tarabuco, Zudáñez, Tomina, Padilla, Villa Serrano y Sopachuy, con conexiones con los municipios de Yotala, Presto, Redención Pampa, Mojocoya, El Villar, Icla, Tarvita, Alcalá y Azurduy.
Es decir, abrazaría con los sones característicos de la Navidad en Chuquisaca a varias regiones de este departamento.
Para llevar a buen término esta iniciativa, Arancibia sugiere conformar una empresa multinacional entre las alcaldías de las poblaciones involucradas a través de sus respectivas oficinas de Turismo.
El objetivo
Ofrecer a los turistas nacionales y extranjeros un espectáculo navideño con los tradicionales chuntunquis, complementando la propuesta con los servicios de transporte, hospedaje, gastronomía, venta de artesanías, visitas y paseos de aventura por paisajes naturales de cada población, es el objetivo a perseguir con esta ruta.
Así se generaría un efecto multiplicador en la calidad de vida de los habitantes de los municipios.
“El concepto de esta propuesta está dirigido a cubrir necesidades insatisfechas de turismo receptivo en un mercado aún no desarrollado en su plenitud para ese tipo de oferta turística”, detalla Arancibia.
Y, entre otras cosas, se brindaría a los turistas la posibilidad de obtener, a un precio competitivo, servicios de turismo de espectáculos con danzas navideñas, música, gastronomía de la época, además de atractivos de inagotable belleza natural, paisajística, arquitectónica, histórica y cultural.
“Si deseamos que los municipios, las comunidades y pueblos accedan y alcancen el desarrollo integral (social y económico) a través de un medio ideal para aportar al mismo, como son los proyectos de turismo, es preciso presentar una alternativa como esta, capaz de moldearse a las reales necesidades de esas poblaciones, a la sustentabilidad de los recursos y a la rentabilidad social y económica de los emprendimientos”, asevera el gestor.
Un poco de historia
Chuquisaca es uno de los departamentos donde la Navidad se festeja con mayor plenitud al ritmo original de los chuntunquis, un villancico tradicional que se baila delante del pesebre del Niño Jesús como una muestra de devoción.
Según una investigación del propio Arancibia, tal vez hayan sido los jesuitas y franciscanos quienes introdujeron este ritmo desde Europa.
Cuenta que a partir del siglo XVI, durante la época de la colonia en la Villa de La Plata, estratos sociales aristocráticos fueron los primeros en bailar para el Niño con aires musicales navideños, como una costumbre que se prolonga por varias generaciones hasta nuestros días.
Tiempo después, cuando el armonio llegó a la capilla de la Catedral de La Plata, surgió como un instrumento de uso religioso. No obstante, con el paso del tiempo alcanzó un lugar privilegiado en las fiestas sociales populares de la mano de grandes músicos.
La difusión de ese instrumento tomó fuerza en Sucre y en las localidades de Tarabuco, Zudáñez, Tomina, Padilla y Villa Serrano, donde prestigiosos armonistas comenzaron a interpretar música tradicional.
Luego, en Villa Serrano surgió un nuevo ritmo original, un villancico navideño alegre y popular que se bailaba delante de los pesebres armados en las casas de las familias, con zapateo y volteretas incluidas.
Para darle más entusiasmo a ese ritmo se lo complementó con la interpretación del acordeón, el charango, la quena, las chunchunas (tapacoronas aplastadas), los pajarillos, los triángulos, los rekjekes y las ch’ajchas (pequeñas pezuñas de cabra).
Patrimonio de Bolivia
La Navidad chuquisaqueña fue declarada en 2014 “Patrimonio Cultural, Oral e Intangible de Bolivia”. Pero el chuntunqui, como expresión de la cultura, tiene características propias en cada municipio. Destaca especialmente en Sucre, Yotala, Yamparáez, Tarabuco, Presto, Zudáñez, Tomina, Villa Serrano, Padilla, Sopachuy, Alcalá, Redención Pampa, El Villar, Tarvita e Icla.
La Navidad también se festeja con particular entusiasmo en Nor y Sud Cinti y en el Chaco chuquisaqueño, a nivel familiar y con sus propias costumbres y tradiciones. •
Origen del chuntunqui, según Joaquín Loayza
El chuntunqui, denominado indistintamente hasta el siglo XIX como “bailarín”, es la música de Navidad en el occidente del país. Está compuesto para compás de seis octavos, con música homofónica e instrumental silábica, con versos de arte menor, en español, quechua o ambos idiomas. Sus temas están esencialmente referidos al nacimiento de Jesucristo, según la explicación del músico e investigador Joaquín Loayza.
Se ha interpretado –y aún se ejecuta– con instrumentos aerófonos andinos, percusión, charango, guitarra, arpa, mandolina, aerófonos metálicos, piano, armonio, acordeón, armónica, destacándose un soporte rítmico constituido por las chunchunas y el requeque.
El intelectual chuquisaqueño explica a ECOS que el chuntunqui posee una coreografía de parejas en comparsa que interpretan figuras previamente acordadas al pie de la representación del Nacimiento del Niño Jesús.
Origen
Respecto al origen de la danza, Loayza menciona la complejidad de la historia de la ocupación del territorio desde donde irradió su presencia cultural: el sur de Cochabamba, el oeste de Santa Cruz, el centro y oriente de Chuquisaca y los valles y el chaco de Tarija, entre el río Grande y el río Pilcomayo, hacia la cordillera del Aguaragüe, el río Parapetí y los Bañados de Izozog.
En este espacio se suscitó, en el siglo XIV, el encuentro conflictivo entre los incas y los guaraní-chiriguanos, donde confluyeron también los conquistadores y los colonos españoles con los mitmakunas incas y los guerreros chiriguanos.
Los misioneros franciscanos, desde los conventos de Tarata en Cochabamba, La Recoleta en Sucre y los colegios de Propaganda Fide de Potosí y Tarija, acudieron al Chaco para predicar el evangelio y organizar las misiones.
Loayza detalla que la música de los guaraní-chiriguanos está referida a la que se interpreta en la Fiesta del Arete, o Fiesta Grande, que puede considerarse ancestral y de antiguo uso guerrero.
La vinculación de la música de la Pascua chiriguana con el chuntunqui se infiere por tres circunstancias históricas y culturales:
1) Por la semejanza melódica y rítmica de su música, con la que se ejecuta actualmente en diversas regiones de la denominada frontera chuquisaqueña, en alusión a la frontera inca-chiriguana heredada luego por los españoles y después por la república.
2) Por la similitud de los instrumentos musicales con que se ejecutan: flautas de pico, pinguyu y pinkillus, y pequeñas cajas batidas a modo de tambor.
3) Porque fue en esa región de relacionamiento y conflicto donde se inició y concretó la labor misional de los franciscanos, principalmente, desde la primera misión fundada por ellos en tierra de chiriguanos y chané: Pilipili, cerca de la actual comunidad de Chapas, en inmediaciones de Villa Serrano.
Distintas relaciones
Según Loayza, la formación cultural del chuntunqui, en tanto música tradicional de la Navidad boliviana, en la frontera chiriguana en Chuquisaca, está innegablemente relacionada con la realización de los procesos histórico, económico, social y religioso que posibilitaron el contacto y mezcla entre el villancico, el huayño y la música del arete.
También tiene relación con la adoración al nacimiento de Jesús –entre otros dogmas cristianos– por los misioneros franciscanos, como método de extirpación de idolatrías, en una sociedad donde se mestizaban indios chané, chiriguanos, mitmakunas inca y colonos españoles, muchos de ellos nuevos cristianos.
Esclavos africanos
“Sin embargo, esta revisión resumida acerca del origen, desarrollo y difusión del chuntunqui no estaría completa si no se hiciera una referencia, así sea somera, a la contribución de los esclavos africanos a la música del culto de la Navidad en Bolivia”, complementa el intelectual.
Charcas no tuvo una presencia demográfica de esclavos africanos cuantitativamente importante. La mayor concentración de ellos se concretó en los Yungas de La Paz.
No obstante en La Plata, hoy Sucre, y en todas las ciudades durante el periodo virreinal y la primera mitad del siglo XIX, vivió una cantidad relativamente pequeña de africanos, procedentes del occidente de su continente, que fueron trasladados de manera compulsiva. Sus actividades cotidianas estaban vinculadas con las labores del servicio doméstico para las familias de la alta sociedad charqueña y la jerarquía eclesiástica.
Por el registro documental producido por la capilla de música de la catedral de La Plata, que se conserva en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), se conoce que algunos de los maestros de capilla prestaron atención a las singularidades melódicas y rítmicas de los africanos charqueños, para plasmarlas en algunas de sus obras musicales.
“Principalmente en un género que denominaron negrillas o negritos, como ejemplos pueden citarse a Los coflades de la estleya, de Juan de Araujo, o una composición de Pedro Ximénez realizada durante los primeros años republicanos, bajo el epígrafe de Negritos, que se conserva en el Archivo del Arzobispado de Sucre”, detalla Loayza para ECOS.