Carnaval Minero, patrimonio cultural

En cada mina se hallan congregados los mineros, sus familiares, las bandas de música, etc., y mientras algunos proceden con la acostumbrada ch’alla al interior de sus parajes, otros realizan las respectivas libaciones

Mineros llevando al Tata K'ajcha.

Mineros llevando al Tata K'ajcha.

Mineros challando una illa de mineral.

Mineros challando una illa de mineral.

Representacion del Tio de la mina. Museo Diego Huallpa.

Representacion del Tio de la mina. Museo Diego Huallpa.

Virgen de la Candelaria en el Carnaval Minero.

Virgen de la Candelaria en el Carnaval Minero.


    Marco Antonio Flores Peca (*) para ECOS
    Ecos / 11/02/2019 13:58

    En cada mina se hallan congregados los mineros, sus familiares, las bandas de música, etc., y mientras algunos proceden con la acostumbrada ch’alla al interior de sus parajes, otros realizan las respectivas libaciones al Tata K’ajcha, depositándolo dentro de una especie de templo en miniatura hecho de madera.

    El Carnaval Minero de Potosí es el resultado de un sincretismo entre las prácticas prehispánicas y católicas. Los mineros consideran que en (el mes loco), el “Tío” da rienda suelta a su voluntad para cometer fechorías, ocasionando accidentes y hasta la muerte de los mineros, razón por la cual se intensifican en cantidad y calidad las ofrendas dirigidas a esta deidad.

    Usualmente, el ciclo del Carnaval minero da inicio con las veladas que se realizan en honor al “Tata K’ajcha”, representado por imágenes de Cristo crucificado, de cruces y también de Vírgenes (como, por ejemplo, la de la Candelaria), que se encuentran ubicadas a la entrada de las bocaminas.

    Estos símbolos cristianos se habrían introducido al mundo minero durante la época colonial por las diferentes órdenes religiosas presentes en Potosí con el objetivo de eliminar el pasado de las creencias indígenas idólatras y evitar que estas siguieran al interior de las minas.

    El término de “Tata K’ajcha” es entendido como “Dios padre de los mineros” y es, en consecuencia, el alter ego del “Tío” de la mina; es decir, un personaje opuesto que cuida de cierta forma a los mineros de las maldades del Tío y que también evita que este salga fuera de las minas. Usualmente los martes, los mineros encienden velas y ponen flores a la imagen del Tata K’ajcha, al interior de las minas, mientras que en carnavales estas imágenes son veneradas fuera de los oscuros socavones.

    La entrada

    Tiene lugar las primeras semanas de febrero. En esta entrada, las diferentes cooperativas mineras y secciones llenan de colorido, música y alegría el majestuoso cerro de Potosí. Semanas antes, los mineros intercalan las faenas al interior de las minas con los ensayos nocturnos junto a sus familiares y simpatizantes. Los viernes se realizan las acostumbradas veladas al Tata K’ajcha en las oficinas que se encuentran a las afueras de las minas.

    El sábado, desde tempranas horas, con estrepitosas y continuas explosiones de dinamita, los mineros anuncian el inicio de la entrada del Carnaval Minero. En cada mina se hallan congregados los mineros, sus familiares, las bandas de música, etc., y mientras algunos proceden con la acostumbrada ch’alla al interior de sus parajes, otros realizan las respectivas libaciones al Tata K’ajcha, depositándolo dentro de una especie de templo en miniatura hecho de madera. Este será cargado por los mineros al frente de cada fraternidad.

    A promediar el mediodía, las fraternidades descienden de las minas hasta la Avenida El Minero, ubicada a la entrada de la ciudad, en el camino proveniente de Argentina, desde donde los mineros bajarán bailando hasta la Plaza El Minero, acompañados de explosiones de dinamita, música y en total algarabía. Al escuchar tal bullicio, producto de la expresión sentimental de los mineros, los espectadores exclaman “k’uya lucus jamushankuña” (ya vienen los mineros locos).

    Terminado el servicio religioso, las fraternidades descienden desde la Plaza Eduardo Avaroa hasta el centro de la ciudad donde deleitan a la población con sus manifestaciones religiosas, artísticas y culturales.

    El domingo por la mañana se oficia la misa en el templo de San Martín de Tours, en la calle Hoyos, donde los Tata K’ajchas reciben las bendiciones del párroco. Es como si renovaran energías para permanecer durante todo un año al interior de las minas, cuidando de los mineros. •

    (*) Marco A. Flores es vicepresidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).

    Orígenes y declaratoria

    Los orígenes del Carnaval Minero se remontan al año 1940, cuando a iniciativa del jefe y empleados de la mina “Caracoles”, de la entonces compañía Unificada, aún bajo la dirección de uno de los Barones del Estaño, Mauricio Hochschild, deciden realizar esta singular celebración adelantándose cinco días a la del “Jueves de Compadres” y como una antesala del Carnaval potosino de aquel año.

    El 14 de marzo de 2013, la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia sancionó la Ley 349 declarando al Carnaval Minero de Potosí, conocido como la bajada del Tata Q’aqcha y veneración de la Virgen de la Candelaria, “Patrimonio Cultural e Inmaterial del Estado Plurinacional de Bolivia” por ser una manifestación única en su género, cuyas expresiones son el reflejo del país.

    Deidades mineras

    Entre las principales deidades del mundo minero se encuentra el Tío, a quien los mineros no consideran como un sinónimo del diablo de la religión católica sino, más bien, como una deidad del subsuelo, un guardián de las ricas vetas de plata que los mineros con tantas ansias desean encontrar.

    El Tío es una simbiosis entre el Supay, deidad del Ukhu pacha (mundo espiritual subterráneo), relacionada con la producción y el diablo de la religión católica.

    Para los mineros, el Tío puede ser bueno y otorgarles los ricos filones de mineral, pero también puede ser malo y provocar desgracias, ocultar los minerales y hasta ocasionar la muerte de los mineros.

    En la época de Carnaval, los mineros también veneran a la Pachamama, simbolizada en la montaña misma, y a las “illas”, que son trozos de mineral de buena calidad considerados como amuletos sagrados, capaces de germinar y multiplicar la riqueza de los minerales.

    Los orígenes del Carnaval Minero se remontan al año 1940, cuando a iniciativa del jefe y empleados de la mina “Caracoles”, de la entonces compañía Unificada, aún bajo la dirección de uno de los Barones del Estaño, Mauricio Hochschild, deciden realizar esta singular celebración adelantándose cinco días a la del “Jueves de Compadres”

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