Los papeles de Santos Marka T’ula
Los dejó para su custodia en el Archivo General de la Nación
Santos Marka T’ula (firmaba Santos Marca Tola por la influencia de la ortografía hispanizante de la época) nació, según Roberto Choque, uno de sus biógrafos, en Qurawara de Pakasa en 1879, es decir, cuando se iniciaba la Guerra del Pacífico. Según Choque, es probable que haya sido descendiente de Carlos Marka T’ula, “documentado en 1575”.
En el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB) se conserva un expediente de 1784 en que aparece el nombre de Gabriel Marka T’ula, quizás también pariente de Santos Marka T’ula. En la investigación efectuada por el THOA en 1983 se menciona como sus padres a Mariano Barco o Warqu y Margara Puqa. Revisando las revisitas de Jilata, hemos encontrado a solo dos Marianos Guarco, uno viudo y otro casado con Magdalena Paco, registrados el año 1877.
Su trayectoria como autoridad originaria comienza en los años 1910 y siguientes, en que se desempeña como kuraka principal del ayllu Jilata de Kallapa y Julluma. En 1916, según señala en uno de sus memoriales, habría sido junto a Dionisio Paxipati y Feliciano Condori, uno de los tres caciques facultados mediante nombramiento “protocolizado en la capital Sucre” para representar a los caciques y autoridades originarias.
Poco a poco su figura fue creciendo, y hacia 1928 se le encuentra liderando a varios caciques del departamento de La Paz, entre los que podemos citar a: Rufino Villca, Mariano Pocori, Santiago Mamani, Pascual Collqui, Genónimo Collo, Mateo Yampara, Gregorio Titirico, Anselmo Choque y otros.
Para inicios de la década de 1930, presidía el movimiento integrado por caciques y autoridades indígenas de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí y Chuquisaca, en defensa de su territorio y de sus derechos.
En la petición que hacen al Arzobispo de La Plata, en 1933 figuran entre otros: Paulo Condo de la Cruz, cacique de Oropeza, cantón Sapse; Feliciano Maraza, alcalde mayor de la provincia de Paria; Andrés Choque, ayllu Condo – Cacachaca; Valentín Cacho, alcalde mayor de la comunidad de Copavilque; Cayetano Felipe, alcalde del vice cantón San Francisco de Orinoca; Simón Mendoza, cacique de Tinquipaya; Manuel Caisena, alcalde y secretario del cantón Macha; Pastor Varón del Cantón Huata; Fermín Yojra de Mojocoya, en el departamento de Chuquisaca, y muchos más.
El movimiento de caciques apoderados —como se le conoce en la historiografía boliviana al grupo organizado y movilizado de caciques y autoridades originarias en defensa de las tierras de comunidad y de sus derechos ancestrales a la tierra y en oposición a la agresión del Gobierno y los hacendados que buscaban privatizar las tierras de comunidad— se inició en las últimas décadas del siglo XIX, a través de líderes indios que recibían poderes de sus ayllus y comunidades y se conocieron por tanto como “Apoderados Generales”.
Alrededor de 1912, como señala Esteban Ticona, se reorganizó este movimiento, “en demanda de la restitución de las tierras comunales usurpadas por las haciendas y el pleno acceso a la ciudadanía”. Bajo la conducción de Santos Marka T’ula, los líderes indios se concentraron en rescatar los títulos coloniales que les otorgaban el derecho a las tierras comunitarias y acudieron a las autoridades establecidas en defensa de sus representados y en procura del rescate de los títulos, que varias veces les habían sido arrebatados y buscando también acceder a la educación a través de la creación de escuelas para los indígenas (los biógrafos de Santos Marka T’ula coinciden en que él no sabía leer; pero conocía de memoria el contenido de sus memoriales).
Los investigadores que han seguido los infatigables pasos de Marka T’ula y las otras autoridades originarias por oficinas, tribunales y despachos de cuanta autoridad pudiera ser proclive a oír sus peticiones (incluida la jerarquía de la Iglesia católica), mencionan que culminando su periplo en 1920 con una larga estancia en Sucre, decidieron resguardar la integridad física de los expedientes que habían presentado en distintas instancias como el Ministerio de Gobierno, la Cámara de Diputados o la Fiscalía General de la Nación, dejando los originales en el Archivo General de la Nación (AGN), hoy ABNB.
En la obra “El indio Santos Marka T’ula cacique principal de los ayllus de Qallapa y apoderado general de las comunidades originarias de la república”, publicada por el Taller de Historia Oral Andina el año 1984, se transcribe el acta que el AGN habría entregado a los caciques, obtenida del Fondo Prefectural del Archivo Histórico de La Paz. Es la siguiente:
“Archivo General de la Nación. CERTIFICA: Que el indígena originario Santos Marka Tola ha depositado en esta oficina nacional cinco expedientes relativos a todas las diligencias que han seguido los originarios del departamento de la Paz, habiendo sacado de cada uno de ellos un testimonio auténtico: los referidos expedientes se hallan archivados en esta oficina para su catalogación. Lleva este certificado el interesado para resguardo de su derecho”.
El ABNB conserva varios expedientes que llevan la firma del cacique Santos Marka T’ula y están fechados en distintos periodos:
Un primer grupo tiene como fechas extremas los meses de junio y octubre de 1919. Se trata de un testimonio de un memorial presentado al Ministro de Gobierno solicitando se ordene a las autoridades de la provincia Sica Sica que se atienda en justicia a los reclamantes; tiene la fecha del 24 de julio de 1919. Este documento está acompañado por varios testimonios de otros escritos, todos del mismo año.
El segundo grupo procede del año 1929 y se trata de testimonios de memoriales presentados por los caciques al Ministro de Gobierno y a la Prefectura de La Paz; están acompañados de otros anexos y solicitan, en el primer caso, se ordene mediante circular que los subprefectos de Pacajes, Omasuyos, Sica Sica y Larecaja remitan toda la documentación que se halla en sus oficinas relativa a reclamos de los indígenas y, en el segundo, que se reconozca como su procurador a Andrés Choquechambi, de la comunidad Pujri, cantón Escoma, para poder hacer el seguimiento de los trámites de los caciques y autoridades facultados con nombramiento protocolizado en Sucre desde 1916.
El tercer grupo está integrado por un memorial dirigido al Fiscal General de la Nación, fechado en enero de 1931 y acompañado de otros varios testimonios.
Si nos basamos en el análisis de las fechas de los expedientes, podemos deducir que Santos Marka T’ula dejó sus papeles en el AGN en dos o más oportunidades: la primera data de 1920; la segunda pudo haberse efectuado cuando el cacique estuvo en Sucre en 1931, visita documentada en la prensa de la época, y otra tendría que haber sido en 1933 o posterior a ese año; aunque cabe la posibilidad de que hubiese dejado los papeles correspondientes a 1929, 1931 y 1933 en este último año, o en una fecha posterior.
Marka T’ula fue varias veces apresado, confinado y perseguido. Pasó años detenido en el panóptico de La Paz; aunque desde allí continuó alentando a seguir con su lucha. Dedicó prácticamente toda su vida a la causa de los derechos de los pueblos indígenas y murió en 1939.
El ABNB conserva la documentación que Santos Marka T’ula le confió en 1920 y en otras ocasiones posteriores y otra que años después, siguiendo su ejemplo, dejaron otros líderes indígenas, como ser la de Fabián Vera y Rosendo Condori, relativa a la lucha que llevaron adelante ante las instituciones del Estado boliviano por las tierras de comunidad de Ichoca en 1933. •
* Máximo Pacheco Balanza es Director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB)
Retrato hablado de Santos Marka T’ula según Leandro Condori (*)
[…] Era pues una persona buena, tranquila; ya que era de edad avanzada, como yo ahora. Por eso también no vivió muchos años más. Tenía una barbita canosa, así había sido. No lo conocí joven, Su cara era simpática con una barbilla como de chivo; tenía regular estatura y era flaco. Pero ya no usaba el calzón, aunque en ese tiempo aún se usaba bifurcado hacia atrás. Pero él no vestía así. Usaba pantalón de bayeta como los indios de Oruro y Potosí: pantalones de oveja. No era civilizado como los q’aras. También usaba abarcas. Creo que era de cuero de llama, ya que recién después ha aparecido la goma. No sé si la abarca era de llama o de vaca, pero así era. Luego vestía con un ponchito de color plomo; no se lo quitaba nunca. Tenía su chuspa. Siempre estaba con la coca; masticaba de día y de noche. Andaba preocupado, por eso no le faltaba nunca la coca y su ch’uspita estaba llena de coca y lejía; todo eso llevaba colgado al cuello. […]
* Tomado de: El escribano de los caciques apoderados – Kasikinakan purirarunakan qillqiripa; Leandro Condori Chura y Esteban Ticona Alejo, hisbol/THOA: 1989)
Fragmento de un memorial
Hemos transcrito diferentes leyes antiguas como también algunos decretos de las diferentes autoridades a las que hemos presentado solicitudes pidiendo toda clase de amparos en favor de la raza indígena, pero siempre encuadrado s a la verdad de los hechos.
Es toda una obra más grande para nosotros lo que hemos hecho y seguimos haciendo en pro de la desgraciada raza indígena que todo un tiempo ha sido el golpe de todos los más delitos que se han cometido. Hemos sido calumniados por otros y por ellos ciegamente alguna vez la justicia nos ha puesto en rejas policiarias y penitenciaría nacional muchísimas veces, todos estamos por cansados que sufrió el primero de los presentantes o sea santos Marca Tola, solo por el hecho que invocaba justicia a favor de la desgraciada raza indígena. También acreditan los obrados que en dos cuerpos acompañamos según ellas las declaraciones y ratificaciones de todos los comunarios sobre el modo y forma de desenvolvimiento que hemos hecho en favor de los comunarios persiguiendo siempre y todo un tiempo garantías y forma más aceptable o para la existencia de la raza indígena, ya sea en su derecho de propiedad, en la contribución territorial o ya sea en la existencia de escuelas rurales para la instrucción y alfabetización de los hijos de los comunarios […]
Poco a poco su figura fue creciendo, y hacia 1928 se le encuentra liderando a varios caciques del departamento de La Paz, entre los que podemos citar a: Rufino Villca, Mariano Pocori, Santiago Mamani, Pascual Collqui, Genónimo Collo, Mateo Yampara, Gregorio Titirico, Anselmo Choque y otros. Para inicios de la década de 1930, presidía el movimiento integrado por caciques y autoridades indígenas de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí y Chuquisaca, en defensa de su territorio y de sus derechos.