Gunnar Mendoza,“Padre de la archivística boliviana”
A falta de papel en el ABNB, elaboraba fichas con las hojas en blanco de libros antiguos
Gunnar Mendoza tuvo varias facetas en su vida laboral e intelectual: fue archivista, bibliógrafo e historiador. Cuando era joven, se dedicó a la literatura y además fue un gran editor. Su influencia en la cultura boliviana es vasta y llega a todas esas disciplinas pero, ante todo, se le reconoce por su trabajo en el campo de la archivística.
El 5 de marzo se recordaron 25 años de su muerte. En conmemoración a esa fecha, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB) montó una exposición sobre la vida y obra de este estudioso, destinada sobre todo a estudiantes de colegios con el fin de que puedan conocer al “padre de la archivística”.
En 1944, con solo 30 años, Mendoza (1914-1994) asumió la Dirección del ABNB y, desde entonces, ocupó ese cargo por nada menos que 50 años (1944-1994). Había nacido enUncía y dedicó su vida a esa institución, con breves interrupciones.
Pero no solo se dedicó a conducir el ABNB, sino que también se dio tiempo para realizar estudios historiográficos como “La guerra entre vicuñas y vascongados”.
“Podría decirse, sin temor a exagerar, que Mendoza fue el artífice de la organización del ABNB. Ha tenido una gran influencia en la archivística boliviana, no en vano lo consideran el ‘padre de la archivística’”, expresa el actual director del ABNB, Máximo Pacheco.
Algunos reconocimientos
Su importancia ha sido grande en toda la cultura nacional; lo han reconocido varias de las principales instituciones académicas del país, como las universidades San Andrés de La Paz, San Simón de Cochabamba y San Francisco Xavier de Chuquisaca, que le otorgaron, cada una, el título de Doctor Honoris Causa. Asimismo, recibió distinciones por su impecable trayectoria como gestor cultural.
También se reconoció su obra como historiador, sobre todo por los estudios que realizó como introducción a varias publicaciones. Por ejemplo, trabajó con el historiador estadounidense Lewis Hanke en la edición de las obras de Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela, en una edición monumental que nunca se volvió a repetir.
Individualmente, él mismo rescató de la colección Rück el famoso Diario del Tambor José Santos Vargas; Mendoza hizo un estudio introductorio y lo publicó. Pacheco asegura que el diario del combatiente de la Guerra de la Independencia es reconocido como único en el mundo.
Mendoza trabajó además en el memorable prólogo de alto valor informativo y anecdótico sobre la causa seguida contra Francisco Ríos “El Quitacapas” —según descripciones de quienes lo estudiaron— un mulato, mujeriego, guitarrista, tahúr y ladrón que se volvió líder del pueblo humilde en la primera noche de la gesta libertaria del 25 de Mayo.
“Es una gran personalidad en el ámbito de la historiografía y la archivística, todos lo reconocen como un mentor y maestro, es muy difícil igualar su vasta obra. Por ejemplo, la carrera de Historia de la Universidad San Francisco Xavier celebra su aniversario de creación en el día del nacimiento de Mendoza”, enfatiza Pacheco.
No obstante, dice que Mendoza no tiene una biografía que alcance el nivel que requiere una personalidad de su talla. Existe un esbozo biográfico realizado por el doctor William Lofstrom que aparece como prólogo en sus Obras Completas.
Contra la adversidad
Se sabe de su vocación por el trabajo y que podía sobrellevar incluso las penurias económicas institucionales del ABNB, que en su tiempo no tenía un gran presupuesto.
Como Director recién posesionado, una de sus primeras actividades frente al Ministerio de Educación, Bellas Artes y Asuntos Indígenas fue demostrar el estado en el que recibió el ABNB.
De ese informe se rescata su preocupación por la inadecuada organización de los documentos, la falta de personal técnico y los escasos recursos económicos que podrían influir en la proyección institucional. Obstáculos que, a su manera de ver, solo se resolverían con una buena dotación económica.
Pese a las carencias, Mendoza hacía uso de todos los recursos que estaban a su alcance; por ejemplo, elaboraba fichas con las hojas en blanco de los libros del Tribunal Nacional de Cuentas, porque no tenían ni para comprar papel.
“Con mucha voluntad de trabajo, vocación y esfuerzo reciclaba hojas en blanco de libros antiguos, las cortaba y utilizaba como fichas siguiendo los pasos de: concepto, componentes, exposición de la entrada a la ficha, modelos para la ficha, principios generales para orientar el trabajo, esquema y método de distribución del trabajo. Armó un catálogo bibliográfico impresionante con esos materiales. Es una obra titánica la que hizo porque en nuestro país, la cultura nunca ha sido una preocupación de primer nivel”, señala Pacheco.
Y con máquinas de escribir
Trabajó en el tiempo de la pre informática, en la era de las antiguas máquinas de escribir; una labor realmente esforzada porque, además, estas era pocas.
En cambio ahora el ABNB cuenta con medios tecnológicos avanzados que facilitan enormemente su tarea, por lo demás, muy reconocida a nivel internacional. Y la relación con otros archivos es más fluida. “Por ello, el esfuerzo que hizo Mendoza es doblemente notable en ese sentido”, reconoce el actual Director.
Desde que Mendoza se hizo cargo del ABNB, uno de sus principales esfuerzos los destinó en construir una infraestructura nueva desde sus cimientos, que estaría destinada a la delicada función de conservación del patrimonio documental y bibliográfico del país.
En esa época, el ABNB funcionaba en una parte del convento de Santo Domingo, ubicado en la calle Bolívar Nro. 512, hoy Colegio Nacional Junín. Pero el 27 de marzo de 1948, Sucre se vio sorprendida por un trágico terremoto que dañó seriamente sus estructuras.
Mendoza realizó arduas gestiones para contar con otro edificio, pero, como no había dinero, adaptaron una casa en la calle España —donde ahora funciona la Biblioteca Pública— que les fue entregada en 1955.
Aun así, no desmayó en su esfuerzo. Siguió luchando por tener una infraestructura adecuada a su función y jerarquía. Finalmente, no pudo verla: falleció el 5 de marzo de 1994 y el nuevo edificio del ABNB, ubicado en la calle Dalence Nro. 4, fue construido por la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB) e inaugurado oficialmente el 31 de octubre de 2002; costó más de 3 millones de dólares. •