Un padre y la lucha por su hija

La historia me hizo recordar a una de las películas más famosas de la década de los 70s: Kramer vs. Kramer. En la cinta protagonizada por Dustin Hoffman y Meryl Streep, Ted Kramer es un joven padre y esposo

Un padre y la lucha por su hija Un padre y la lucha por su hija

Alex Aillón Valverde para ECOS
Ecos / 17/03/2019 22:46

La historia me hizo recordar a una de las películas más famosas de la década de los 70s: Kramer vs. Kramer. En la cinta protagonizada por Dustin Hoffman y Meryl Streep, Ted Kramer es un joven padre y esposo que adora a su familia pero también su trabajo, donde pasa la mayor parte del tiempo.

Una tarde, al volver de trabajar, su mujer, Joanna (una joven Meryl Streep), se enfrenta con él y lo abandona. Entonces, de pronto, Ted pasa a cuidar al hijo de ambos, de seis años, a dedicación completa (como lo hacía Joanna), con todo lo que eso conlleva: deberá aprender a ser padre procurando, al mismo tiempo, no descuidar su carrera profesional.

Pero, cuando Ted ya se ha adaptado a su nueva vida y comienza a sentirse realizado como padre y madre a la vez, Joanna vuelve. Y quiere recuperar a su hijo. Algo que por último logra en los tribunales, en un final dramático (a lo old school).

Cuatro alternativas

Pues bien, esta historia rodada hace cuatro décadas nos dejó varias lecciones del complejo y espeso potaje del campo familiar, y de las vicisitudes de la separación y de los roles que tanto hombres como mujeres estamos acostumbrados a jugar en el espacio de lo privado. Mucho de esto ha cambiado con el tiempo, pero hay cosas que, por supuesto, no cambian y no cambiarán.

Ahora, dígame, ¿qué haría usted, siendo padre, si un buen día viene la madre de su hija y le dice, luego de cuatro años de haberla cuidado de manera exclusiva (como padre y como madre), que su hija no es suya y que el padre biológico es otro y se la quita para cambiarle el apellido que usted le ha dado con cariño, en camino de eliminar todo vestigio de su amor y convivencia durante todo ese tiempo en que ella ha estado ausente, por diferentes motivos pero ausente al fin?

1.- Se le rompe el corazón en mil pedazos.

2.- Ya no piensa que la vida valga la pena ser vivida.

3.- Quiere eliminar y destruir al mundo entero.

4.- Se levanta, lucha y deja testimonio de su cariño a su hija.

Pues bien, las cuatro respuestas son las que, en diferentes momentos de semejante situación, han pasado por la cabeza de F.G., un padre que ha sido alejado de su hija y que acudió a nosotros para contarnos su historia. (NdeE.No revelamos el nombre del protagonista de esta historia para proteger la identidad de la niña, que es menor de edad).

Todas estas cosas se le pasaron por la mente, menos una: que esa niña, por el hecho de ser biológicamente de otra persona, pudiera dejar de ser su hija, su razón de vivir, el ser humano a quien le ha dado todo el cuidado debido desde que llegó a su vida.

El encuentro

Las cigarras cantan fuerte a la hora del crepúsculo en una de las terrazas de La Recoleta, en Sucre, y, sentado en una mesa de piedra, junto a una botella de cerveza, nos espera F.G. Nos ha estado buscando desde hace un par de días y pensábamos que quizás era para contarnos alguno de sus emprendimientos (él es un activo y conocido empresario chuquisaqueño).

Pero no, es para contarnos su historia. Una historia que parcialmente la sabíamos porque Sucre no ha dejado de ser un infierno grande y la historia tenía todos los condimentos para un gran chisme en esta Ciudad Blanca de corazón tan negro,  donde, como dice una canción del Manuel Monroy Chazarreta, el vecino siempre está pendiente de tu dolor.

Pero eso, muy poco le importa a F.G., lo único que ahora le importa a él es luchar hasta el final y que su hija sepa algún día que se dejó todo en la batalla, y que para él nunca será una hija “b”, como muchos hijos de parejas separadas, sino que siempre será para él una hija “a”, y que eso no cambiará jamás.

La decisión de la justicia

Hace cinco meses que le quitaron a la niña por decisión legal en los tribunales. Le pregunto qué fue lo que sintió cuando la separaron de su lado y, en ese preciso momento, F.G., el gigante, se derrumba. Se quiebra al recordar el peor momento de su vida y llora humanamente, muy humanamente. Trata de recomponerse y nos cuenta:

“Ella no ha dormido lejos de mí en cuatro años. Jamás le hice faltar nada, ni le haré faltar. Mi vida cambió totalmente desde que la tuve a mi lado: dejé de llevar la vida que llevaba antes, dejé de salir, jamás ya puse en primer plano nada que no haya sido su cuidado. Pensé en muchas cosas cuando la alejaron de mi lado, hasta en quitarme la vida. ¿Pero qué tipo de herencia le dejaría a ella, una herencia de cobardía, de odio? No, quiero que ella sepa que me levanté y luché hasta el final por ella”.

No está todo dicho

F.G. sabe que le espera un largo y pedregoso camino en los tribunales peleando por lo que él considera justo.

El proceso legal comenzó el año pasado y hace una semana la Justicia, en primera instancia, confirmó la separación de esta hija con su padre “por falta de vínculo biológico”.

De ahora en adelante, vendrá primero una apelación ante los vocales del Tribunal Superior de Justicia, después pasará a casación en el Tribunal Supremo y quizá hasta el Tribunal Constitucional, para luego, agotadas todas las instancias internas, salir a pelear la última batalla a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Para este padre, ningún sacrificio es grande a la hora de dejar testimonio del amor que le tiene a quien sigue y —según aclara enfáticamente— seguirá considerando toda su vida, su hija. Así, con todas las letras.

Lamentablemente, cuando casos de este tipo llegan a la justicia, en el lenguaje de lo jurídico pierden el sentido palabras como amor, ternura, cuidado, compasión, solidaridad —justamente las palabras que más humanos nos hacen— y comienza a operar el sistema, a veces, no con toda su justicia, sino con toda su injusticia.

La despedida

En la noche crepuscular sucrense, nos despedimos de F.G., un buen padre, sin lugar a dudas, al que le han despojado a su hija de un día para otro.

Lo vemos alejarse con esa pena pesada, profunda y dura que por poco lo derriba definitivamente. Pero, uno nunca sabe para qué está destinado a nacer...

F.G. quizás ahora haya descubierto la razón por la que está en este mundo. Él sabe que nunca un mal dura cien años. Tal vez por eso, mientras se aleja entre el bullicio y el remolino de los pequeños estudiantes de La Recoleta, se da la vuelta y nos sonríe.

El estándar del  “guardián primario”

El “guardián primario” se volvió un papel clave desde que los psicólogos comenzaron a hacer hincapié en la importancia del vínculo entre el menor de edad y su guardián primario.

Este vínculo emocional se considera muy importante para el menor durante sus etapas de desarrollo y los psicólogos recomiendan que continúe la relación entre el guardián primario y el menor, pues es vital para su estabilidad psicológica.

¿Cómo se determina quién es?

A la hora de determinar si la madre o el padre ha sido el guardián primario para tomar una decisión respecto de la custodia, las cortes familiares suelen centrarse en las responsabilidades de cuidado directo, como:

• Bañar, vestir y arreglar al menor.

• Planificar y preparar la comida.

• Comprar y lavar ropa.

• Cuidar de la salud del menor.

• Participar en la crianza y en las activida des extracurriculares.

• Enseñarle habilidades de lectura, escritura y matemáticas; ayudarlo con su tarea.

• Asistir a reuniones con sus maestros; asistir a clases abiertas.

• Planificar y participar de actividades recreativas con el menor.

Etiquetas:
  • padre
  • lucha
  • hija
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor