Historias de en femenino

El centro de Sucre es una olla de presión a mediodía. Tal pareciera que todo el universo confluye a esa hora en la plaza y en las calles que desembocan y que salen del corazón agobiado de la ciudad.

Historias de en femenino Historias de en femenino

Leo Franco para ECOS
Ecos / 25/03/2019 12:26

El centro de Sucre es una olla de presión a mediodía. Tal pareciera que todo el universo confluye a esa hora en la plaza y en las calles que desembocan y que salen del corazón agobiado de la ciudad. Todos los autos, los micros, los padres con sus wawas, las wawas con sus padres, los jubilados, los vagos, los adolescentes, los enamorados, los turistas, los políticos, los periodistas, los pordioseros, los perros callejeros, es decir, los de siempre, andan apurados y al parecer, también, enojados.

Por supuesto, los taxistas tienen su parte en el caos original del centro. Los taxistas son una raza diversa y enorme a lo largo y ancho del mundo; a cuál peores y a cuál mejores. Hace algún tiempo, leyendo el portal del El Universal de México, me llamó la atención una nota que publicaba la lista de los 10 peores servicios de taxis del mundo y, ¡sorpresa!, no estaba Bolivia. Sí, en cambio, varias de las ciudades más cosmopolitas del planeta, entre ellas Sao Paulo, New York, Manila, Shanghai, Moscú, Kuala Lumpur, Yakarta y otros lugares impronunciables.

En Bolivia, no sabes con qué tipo de taxista te vas a encontrar. En cada ciudad y región son diferentes y, por supuesto, los hay habladores, callados, renegones, educados, maleducados, profesionales, no profesionales, coqueadores, no coqueadores… porque, en realidad, con la situación en la que se encuentra el país y nuestra economía el que no cae, resbala; es decir: el taxi siempre puede contenernos a todos, darnos trabajo a todos.

Entonces, cualquiera es apto para aplicar a taxista o devenir en taxista, según su circunstancia. Seas astronauta, abogado o médico, da igual: si el asunto se pone feo, siempre puedes pasar a ser parte de este ejército al volante.

En un trabajo “de machos”

Pero el taxi siempre ha sido considerado un trabajo de machos, de hombres. La mecánica —todo lo relacionado a las máquinas— tiene un estigma que desde siempre ha excluido a las mujeres.

Así, encontrarse con una mujer taxista es algo, si bien ya no del todo inédito, todavía raro en nuestras ciudades. Lo bueno es que todo cambia…

Los extraños movimientos del universo han hecho que me encuentre con dos mujeres taxistas en una semana. La primera, me recogió de la final Grau, de la esquina de sus escalinatas y en pleno infierno del mediodía, mientras al menos veinte taxis veían cómo me derretía como un helado sin que nadie quisiera hacerme el servicio.

La vi, la miré al pasar —como diría la canción de Leonardo Fabio— y le pregunté si me llevaba. Ella lo pensó un segundo y me dijo: “bueno, ¿por qué no?”.

Liz, su nombre, es una de las tres mujeres de entre más de 90 miembros de la asociación de taxistas que hace los tramos al aeropuerto. Me comenta que le va bien. El auto que maneja es nuevo, limpio y, lo más importante, propio.

Hablando de este mercado laboral para las mujeres, Liz me explica que esa ha sido una de las causas por las que muchas mujeres no han podido permanecer al volante. “Los bancos no dan crédito, los dueños de taxis prefieren choferes hombres, etc.”, especifica. Es decir, una serie de situaciones discriminatorias contra la mujer que quiere tener su propio instrumento de trabajo, en este caso, un auto.

Liz es enfermera de profesión —y estoy seguro que una buena enfermera— pero no conseguía trabajo, como tantos miles de profesionales en Bolivia, así que no lo pensó dos veces a la hora de iniciarse como taxista. Pero este, como cualquier otro trabajo honrado, es un trabajo sacrificado.

Ella se despierta a la cinco de la mañana y generalmente regresa a su casa pasadas las diez de la noche. Tiene muchos clientes que la llaman y así se gana la vida pensando en crecer económicamente hasta que las condiciones cambien. Mujer joven y emprendedora de la generación digital, me dice que se ha inscrito a una nueva aplicación, un correspondiente al Uber pero que funciona en Sucre. “A ver cómo va eso”, me comenta con alguna esperanza.

Al despedirse, me da su tarjeta y me pide que la llame para cualquier servicio.

Una “jailona”

A los dos días de este primer encuentro, tuve otro totalmente diferente. Saliendo del supermercado, tomé un taxi a la apurada y, para mi sorpresa, era otra mujer al volante.

Esta vez, la mujer era madura y tenía el cabello claro; no le pregunté ni el nombre porque cuando le dije que me parecía extraordinario el hecho de que me haya encontrado con dos mujeres taxistas al volante en la misma semana, comenzó a maldecir al Gobierno con palabras subidas de tono.

La mujer a la que no le pregunté su nombre utilizaba incluso términos con tinte racista y clasista cuando hablaba del Gobierno. Deduje que podía ser una “jailona” caída en desgracia, lo cual prueba de alguna manera la teoría de que al taxi el que no cae, resbala.

Lo cierto es que no paró en todo el trayecto y yo, entretanto, ya estaba desesperado por bajarme de ahí. Rogué por tener cambio. Pagué. Me fui de callado. •

¿La vuelta de las Taxis Warmis?

Marisol Padilla trabaja como taxista desde hace cinco años. Ella comenzó con el programa del Centro Juana Azurduy llamado las “Taxi Warmis”, un proyecto cuyo propósito era crear una línea de taxis conducidos solo por mujeres.

“Recibimos clases de conducir desde el principio. Por cuatro semanas. Luego nos enseñaron cómo entrar y conducir en el centro, quizás la parte más difícil. Era un lindo proyecto pero pagar la frecuencia de los radiomóviles era muy caro. Pedimos ayuda a la Alcaldía y a la Gobernación en su tiempo, pero no nos ayudaron; el proyecto se ha quedado ahí”, dice Marisol.

“Sería bueno que nos ayudaran con eso para que vuelva a funcionar. Terminamos trabajando tres mujeres, de las casi 50 que comenzamos recibiendo el curso, así que se suspendió; ahora trabajamos por nuestra cuenta. Debemos haber unas 25 mujeres que trabajamos en Sucre como taxistas”, agrega.

CORREO DEL SUR buscó la palabra de Vladimir Paca, responsable de la Unidad Municipal de Tráfico, Transporte y Vialidad, quien al respecto expresó su apertura, y la de la Alcaldía de Sucre en general, para apoyar a la reposición de este proyecto.

“Debemos mostrar eso a nivel nacional, que al final acá en Sucre por lo menos hay un Taxi Warmis, que es más seguro, que puedan llevar (pasajeros) bajo toda la normativa. Vamos a coordinar con la Gobernación, con la Alcaldía, con Tránsito, con la Policía, Derechos Humanos, con todas las instancias que correspondan para que ellos también tengan su funcionalidad, su propia oficina, su parqueo, todo lo que corresponda. Como Alcaldía, vamos a apoyar”, dijo Paca.

Más seguridad

Uno de los temas más polémicos con respecto a los taxis no solo ya es el servicio sino la seguridad. En el mundo se han conocido casos extremos, por ejemplo de la banda de los 13 taxistas que se paraban en el nuevo mall de Reforma en México para asaltar y violar turistas.

En Bolivia se han conocido situaciones no de esa magnitud, pero similares, y es que… en todas partes se cuecen habas.

“A nosotras nos llaman porque confían. Somos madres, entonces somos ideales para llevar a los hijos a la escuela y a las jóvenes igual. Les entendemos, entonces hay mucha confianza”, argumenta Padilla.

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