Claveles que revierten la migración
La producción de claveles en Maragua es un exitoso proyecto piloto que está logrando que los pobladores de esa comunidad sucrense retornen a su lugar de origen, después de haber migrado a otras latitudes en busca
La producción de claveles en Maragua es un exitoso proyecto piloto que está logrando que los pobladores de esa comunidad sucrense retornen a su lugar de origen, después de haber migrado a otras latitudes en busca de mejores oportunidades de vida. Por otro lado, la venta de estas flores le estaría restando entre 35 y 40 por ciento del mercado sucrense a Cochabamba.
Los claveles, con un intenso aroma a incienso y clavo de olor, son un ícono en Sucre, especialmente los de color rojo. Siempre fueron objeto de admiración y motivo de inspiración para las letras de cuecas, bailecitos y poemas.
Por ejemplo, la cueca “Claveles rojos”, cuya melodía pertenece al músico y compositor boliviano Alberto Ruiz Lavadenz y la letra a Gilberto Rojas, dice en una de sus estrofas: “Claveles rojos / Flores divinas / Perfuman el alma cuando me miran tus ojos / Amorcito de mi vida / Tuyo es mi corazón…”. Una canción que hizo bailar y llorar a varias generaciones…
Otra tradición relacionada con los claveles, y que todavía se mantiene hasta hoy desde los tiempos de la colonia, es la de las macetas con claveles en los balcones, sobre todo, en las viviendas del casco histórico de Sucre.
Visita a Maragua
ECOS se traslada hasta la comunidad de Maragua, ubicada en el Distrito 8 del municipio de Sucre, a 60 kilómetros de la capital del país, para conocer los cultivos de claveles.
Recorre un camino serpenteante y accidentado por la acción de las lluvias. Llegamos en una hora y media, aproximadamente.
Nos toca un día gris, con el cielo encapotado y mucha neblina; avanzamos por curvas y entre curvas y no se ve nada a una distancia de pocos metros. Curiosamente, en uno de los giros del camino, el paisaje cambia bruscamente. De la amenaza de lluvia pasamos a un paisaje con un sol radiante.
Algunas montañas están cubiertas con una alfombra de un intenso verde musgo, otras lucen tonos entre grises, plomos, terracotas y rojizos.
Finalmente llegamos al Sinclinal de Maragua, enclavado en una curiosa formación geológica de montañas en forma de una gigantesca concha marina que cubre una superficie aproximada de siete kilómetros. Sus extremos presentan escamas orográficas con diversos colores que pertenecen a la era mesozoica. El término “sinclinal” se debe al plegamiento de las capas en forma de “V”, donde los estratos más antiguos envuelven a los nuevos.
Allí, en una planicie está asentado un pintoresco villorio donde saltan a la vista maizales, duraznales y otros cultivos. También destacan unos techos con tejas rojas de casas construidas con adobe y otras con piedra. Y, como lunares, unas carpas solares de color amarillo donde se producen los claveles.
El sol deja caer sus generosos rayos sobre esta región donde el cielo tiene un intenso tono celeste y está acompañado de esponjosas nubes blancas.
Visitamos a varios productores. Al ingresar a las carpas se siente una elevada temperatura; alineadas perfectamente, hay cuatro largas filas de claveles, algunos de ellos en flor pero la mayoría aún en botón. Todas las carpas tienen la misma dimensión y características.
Proyecto Floricultura
El proyecto, denominado “Floricultura del Distrito 8”, tiene el objetivo de mejorar los ingresos de los productores campesinos, informa la secretaria de Desarrollo Económico del Gobierno municipal de Sucre, Ximena Campos.
De a poco se lo va consiguiendo con la incorporación de campesinos en la producción comercial, mediante un salto cualitativo desde la agricultura de subsistencia a la empresa familiar.
El proyecto comenzó en 2017, de manera experimental, con cinco familias. Actualmente se trabaja con 26 de la comunidad de Maragua y este año se pretende extenderlo a otras siete comunidades.
El apoyo del Gobierno municipal consiste en el 50% de la inversión para implementar las unidades productivas, además de seguimiento y acompañamiento técnico, entendiendo que se trata de una nueva forma de producción con especies de alto valor comercial y calidad de exportación.
El 50% restante es la contraparte de las unidades familiares: mano de obra, adobe, arena fina, estiércol y abono vegetal que consiguen en el lugar para preparar el sustrato (mezcla de los elementos mencionados, menos el adobe).
“El financiamiento es compartido de manera horizontal entre Gobierno municipal y las unidades familiares, a través de una negociación para lograr inversiones iguales en un 50%”, explica Campos.
Dice que esta forma de trabajo se ha convertido en un modelo de “diálogo de saberes” entre el conocimiento ancestral, rescatando los valores de la cultura e identidad de los Jalq’a runas en horizontalidad, y el conocimiento científico.
Hoy, cada unidad productiva familiar tiene 3.500 plantas de clavel y el producto final son las flores de corte que se comercializan en el mercado local.
Contra la migración
El proyecto estaba dirigido para mujeres, ancianos y niños que tenían en la comunidad el arraigo de la cría de animales menores. Mientras que los varones en edad productiva se trasladaban al mercado de Sucre para vender su fuerza laboral a bajo costo. Pero esto ha sido revertido y se ha logrado frenar la migración, asegura Campos.
Según el responsable del Programa Floricultura, Severino Solís, los jóvenes que se iban a otros departamentos, o a Chile y Argentina, están volviendo, por lo que este proyecto representa una oportunidad para las familias.
“Han visto que con el cultivo tradicional de trigo venden un quintal con Bs 120, pero cubren ese monto con seis paquetes de flores que se cosechan durante todo el año, dentro de una carpa que está atemperada y no a campo abierto con el riego de ser afectada por la helada, granizada o sequía que lo arruina todo”, explica Solís.
La Secretaria de Desarrollo Económico dice que “el éxito de esta iniciativa está en la visión integral del complejo de sistema que ha permitido trabajar en cada uno de los componentes, tales como la producción primaria, postcosecha y comercialización”.
Además, lo más importante para ellos es que esta producción les resulta mucho más rentable que la de tubérculos o cereales, por ejemplo. Los comunarios dicen estar felices y quieren tener más carpas.
En este sentido, Campos anuncia que para este año se tiene prevista la construcción de 383 carpas más, para la producción intensiva y segura de productos de alto valor, no solamente de flores sino también alimentos con una inversión histórica.
De España
Solís explica a ECOS que los claveles con los que trabajan provienen de España y son de exportación. Por el momento producen cuatro colores: blanco, rojo, amarillo y verde fosforescente; los tallos tienen una altura de 1,40 metros.
A partir de la primera producción, después de cuatro o cinco meses de haber sido plantados, se cosecha durante todo el año y dos veces por semana.
Según Solís, la capacidad actual de producción es paulatina, entre 30 y 50 paquetes por cada cosecha. En los cultivos más antiguos dice que llegan a los 100. Las flores se comercializan en los mercados de Sucre a Bs 20 el paquete de 25 unidades de claveles.
Los mercados
Solís asegura que la venta de las flores de Maragua le estaría quitando a Cochabamba entre un 35 y 40 por ciento del mercado sucrense.
Otro potencial mercado es el municipio de Uyuni, donde los productores venden cada paquete a precios que oscilan entre 40 y 45 bolivianos. Los claveles son cotizados para la celebración de bodas internacionales, considerando que a muchas parejas les gusta casarse en el salar de Uyuni.
En Peraspampa
Hace más de diez años se producían claveles de exportación a gran escala en Peraspampa, por una iniciativa del exvicepresidente de Bolivia Julio Garrett Ayllón, quien falleció el 19 de marzo del año pasado. Fue el último intento de mantener estos cultivos en la región.
Hasta hace poco, el 98% de las flores de corte que se comercializan en el Mercado Central y frente al Cementerio General de Sucre provenían de Cochabamba y de La Paz. •
Salomé Romero
Productora
“Cada semana saco unos 20 o 30 paquetes, cada uno con 25 flores que vendo a 15 o 20 bolivianos. Me conviene más sembrar las flores porque una arroba de trigo cuesta entre 25 y 30 bolivianos”.
Teófilo Aguilar
Productor
“Ahora nos conviene más (las) flores, tenemos mayor ganancia, dos veces a la semana sacamos. Vendemos en Sucre, todo lo acabamos. Quisiera producir más flores, estamos contentos”.
Francisco Llampa
Productor
“Antes producía trigo, maíz, haba, arveja, grano y papa, regular nomás me iba, solo para consumo, no para vender. Solito soy. Ahora tengo más platita para mis hijos y mis nietos”.
Teresa Ventura
Productora
“Desde que vendemos flores no nos falta platita, tenemos para comprarnos otras cositas. Otra carpita más quisiera, con eso es suficiente para mandar a mi yerna (nuera), para que venda”.
Máximo Cruz
Productor
“La siembra y la cosecha de las flores bien nomás está resultando; la carpa ayuda. La situación de las familias está mejorando, podemos comprar materiales escolares para nuestros hijos”.
Luciano Quispe
Productor
“A veces hasta 50 paquetes sacamos dos veces a la semana; después, va mermando pero nunca rebaja de diez. Agradezco a las autoridades por su apoyo. Ojalá sigan trabajando, falta mucho por hacer en el área rural”.