En un mundo (ya no solo) de payasos
"¿Payasa?”. Así todavía reaccionan algunas personas cuando ven a una actriz, ataviada de payasa, animando una fiesta de cumpleaños
"¿Payasa?”. Así todavía reaccionan algunas personas cuando ven a una actriz, ataviada de payasa, animando una fiesta de cumpleaños. Este oficio, tradicionalmente de hombres, se abre cada vez más también a las mujeres.
ECOS entrevistó a tres payasas: “Cherry”, “Burbujita” y “Canelita”, para conocer de qué manera se atrevieron a romper el molde en un mundo hecho a la medida de los hombres, no tanto de las mujeres.
Aunque los tiempos han cambiado y para bien, mejorando en muchos aspectos los derechos del género femenino, todavía resta tomar verdadera conciencia, sobre todo entre los hombres, de la sociedad machista que aún mantenemos en Bolivia.
“Cherry”, “Burbujita” y “Canelita” (VER TRES RECUADROS APARTE) son tres ejemplos de los avances logrados por la mujer en el país, hasta llegar a posicionarse en rubros que antes solo estaban destinados para los varones.
“Igualdad de género”
ECOS también visitó la Compañía Nacional de Teatro Instructores de Teatro, Títeres y Arte Popular (ITAP) de Sucre, cuyo miembro Augusto Torres “Chocolatín”, uno de los payasos más experimentados de la capital, nos da varias pautas.
“Teníamos que incluir sí o sí a las actrices payasas viendo que la igualdad de género también es muy importante. (Como elenco) nosotros también hemos incluido a las mujeres en nuestros shows porque hay familias que quieren a una señorita hacer esta clase de eventos (cumpleaños)”, dice en primer lugar.
Muy pocas
En Sucre hay por lo menos seis payasas, una cantidad ínfima considerando los más de 150 payasos que prestan sus servicios en la ciudad. Las mujeres de a poco han ido ganando un lugar protagónico en este rubro, aunque siempre empiezan como acompañantes. “La igualdad de género es la oportunidad que se da porque no nos olvidemos que la mujer tiene que tener un sitial muy importante en cualquier trabajo o profesión”, insiste el carismático Chocolatín.
En la compañía de teatro ITAP Sucre se enorgullecen de haber sido ellos los primeros en abrir las puertas a las actrices payasas; de esto puede dar fe el mismo Chocolatín. “De aquí se ha ido expandiendo a nivel nacional”, asegura él.
Opción laboral
La falta de empleo incluso entre los profesionales hace que muchas personas opten por distintos oficios para tener una opción de trabajo.
Las payasas que accedieron a conversar con ECOS afirman que si bien esta ocupación es su pasión, también lo hacen por trabajo o porque lo necesitan para vivir.
Algunas son estudiantes universitarias y otras, docentes profesionales.
“Cherry”, la payasita y profesora de Parvulario
“Cherry” es una de las payasitas más conocidas del medio. Tiene 28 años y está muy vinculada con las fiestas infantiles, gracias a Chocolatín, su maestro, desde los 20.
Maureer Higueras Ortuste recuerda que de niña era alegre y traviesa. En el kínder Saúl Mendoza, sus profesoras no podían controlarla, iba siempre de un lado para otro, reía a mares y hacía jugar a sus compañeros.
Posteriormente, en el colegio Bolivia, donde cursó primaria y secundaria y después logró el bachillerato y estudió Educación Parvularia en el instituto ENTEC, impulsada por el gusto que siente de interactuar con los niños.
“Después me puse a trabajar de payasita porque quería aprender más y el payaso Chocolatín me enseñó teatro, ya van más de ocho años que trabajo de payasita y doy gracias a Dios por darme ese don de hacer reír a la gente, especialmente a los niños. Así comenzó mi carrera de animadora y comediante”, rememora.
Cherry ahora aparece en los espectáculos vestida de muñeca Barbie, luciendo colores alegres y una peluca larga. “Mi show es más atendiendo a las guaguas, enseñarles cuentos, títeres, aprendiendo jugando y todo sicomotricidad”, relata. Ella anima fiestas infantiles en casas y también en los kindergarten.
—¿Cómo así se animó a ser payasa?
—Como no hay muchas payasitas, entonces me pregunté: “¿Cómo no vamos a poder trabajar como los hombres, hacer reír a los niños, a las personas mayores?”. Por eso igual dije: “¡Voy a entrar a trabajar como una payasa!”.
—¿Qué impresión causó en un principio?
—Todos son respetuosos y más bien se admiraban; les parecía raro, pero después me felicitaban, me decían: “¡Qué bien que hagas eso porque no hay muchas mujeres trabajando así!”.
—¿Cómo surgió su nombre artístico?
—Estábamos comiendo torta con Chocolatín y el elenco, entonces confesé que me gusta mucho el cherry, y como todos estaban buscando un nombre artístico, me dicen “¡Ah!, como te gusta la fruta cherry, entonces te vas a llamar Cherry!”.
—¿Cómo fue su primera presentación sola?
—Cuando entré a trabajar y vi a tanta gente, dije: “Dios mío, ¿y ahora qué voy a hacer?”. “No me acuerdo nada”, decía, y me puse a temblar. Dije: “¡Ay, Dios!, ayúdame, lléname de sabiduría e inteligencia”, y comencé a jugar, cambié de personalidad.
—¿Qué mensaje le da a quienes están pensando en seguir sus pasos?
—Que sigan sus sueños y metas, que todo se puede lograr y tenemos que seguir adelante, y si les gusta hacer reír a la gente, tienen que animarse porque ser payasa, comediante, es un arte muy hermoso.
—¿Cuál es su próximo sueño en la vida?
—Tener una guardería y una escuela de teatro.
Maureer tiene una hija de nombre Martina. Ella, el 21 de marzo sopló su primera velita y lo hizo a lo grande, como no podía ser de otra manera, con varios payasos invitados, más una protagonista central: su artista mamá.
“Burbujita”: Ser payasita es como una terapia
El elenco Despistados, que este mes del niño cumplió nueve años, tiene diez actrices y actores payasos. Su creador, Wilber “Pibe” Choque, dice que el público solicita fiestas temáticas de las películas infantiles, para lo cual es indispensable la presencia femenina.
“Hace dos años empezamos a trabajar con payasitas. Ahora tenemos tres, porque hemos visto la exigencia del público que nos pedían princesitas, lo que los chicos no lo pueden hacer, sino solamente las mujeres”, explica.
Despistados cuenta con las payasitas “Pinky”, “Perlita” y “Burbujita”.
María Helen Fernández Tinuco es “Burbujita”. Ella tiene 25 años, nació en Padilla, creció en Villamontes y ahora radica en Sucre, donde estudia la Carrera de Ingeniería Mecánica.
—¿Cómo se convirtió en Burbujita?
—Todo empezó conociendo a Pibe, justo cuando lo estaba ayudando a decorar (en una fiesta) y me invitó a participar en su elenco. Después, poco a poco fui entrando a este mundo artístico y me empezó a gustar.
—¿Y qué tal la experiencia?
—Llevo dos años de payasita y fue genial. Más que un trabajo para mí es una terapia, es algo que me gusta realmente hacerlo.
—¿Qué disfruta más de lo que hace?
—El cariño, más que todo, de los niños, la ilusión que tienen cuando llegamos y dicen: “¡El payasito llegó!”. Esas cosas son bonitas, y que uno nunca deja de reír también.
—¿Qué personajes interpreta?
—Me disfrazo de Moana, de Frozen, de Mindy Miker, dependiendo de la temática que piden.
—¿Cómo es trabajar en este mundo “de hombres”?
—En mi caso, a un principio creo que se sorprenden y dicen: “¿payasita?”. Pero es lindo, no he sentido nada malo; por mi parte todo bien, tranquilo, ¡genial!
—¿Cómo la tratan?
—Es bueno, siempre hay gente amable en nuestro país.
—¿Cómo fue su primera presentación?
—¡Uy, no!, fue de muchos nervios. Recuerdo que era el cumpleaños de una niña y, pues, la verdad estaba súper nerviosa y la música un poco me falló también; fue una experiencia única. Sí, me costó. Reímos mucho con lo que me pasó y más bien me tocó una fiesta con puras niñas: era como jugar en un club, hacía dinámicas y todo. Los papás… muy buena onda, me tuvieron paciencia.
—¿Qué impresión causa en las niñas?
—Después de los espectáculos, las niñas piden que vaya a sus cumpleaños: ‘Quiero a la Burbujita en mi cumple’, dicen a sus papás, y es así que vine soltándome más en las presentaciones. Ahora puedo hacerlo sola, enfrentar mis miedos, seguir y tomar más iniciativas; una manera de aprender y mejorar.
—¿Quiere seguir trabajando como payasa?
—Me gusta mucho esta parte de la animación, los niños; transmitir siempre esa ilusión, emoción, ver esas caritas es tan lindo. Quiero seguir creciendo en esto.
Burbujita de alguna manera es la esencia de María, una joven que tiene el don de la alegría y así se lo hicieron saber unas religiosas cuando estaba en el internado. Tiene dos hermanas menores y la que le sigue también es animadora.
“Canelita” y una familia de animadores
Janeth Choque Mamani creó con su familia el elenco “Trillizas Show”. Ella tiene 35 años de edad y lleva nueve siendo “Canelita”, su nombre artístico. Se convirtió en payasita en Potosí, cuando estudiaba en la Escuela Normal, de donde egresó como maestra de secundaria.
Empezó con shows callejeros para niños de los alrededores de la Normal, por Villa Mecánicos y la nueva Terminal de Buses, sin cobrar nada, “porque pienso que la sonrisa de un niño no tiene precio”. Radica en Sucre desde hace cinco años, está casada y tiene cinco hijos.
Cuenta que fue entonces que conoció cómo es la felicidad de los niños cuando ven un payaso o reciben un globito, que es lo que siempre lleva Canelita a sus presentaciones. “Ver cómo me ven, su alegría, eso es lo que me ha motivado, así me he iniciado”, relata.
Janeth es profesora de Secundaria y, ahora que trabaja de payasa, dice que hubiera preferido ser maestra de Inicial, por su cercanía con los niños. “No lo veo como un error, ahora que estoy en esto digo: ‘quisiera ser maestra de Inicial’”.
Su nombre artístico se debe a su gusto por el pan de canela.
—Pero, ¿quién es Canelita?
—Canelita es una niña que tiene tres años, lleva peluca, se pinta la cara y utiliza sus populares falditas con una panti y las chalupas (zapatos) que caracterizan al payaso.
—¿Cómo comienza su show?
—Cantando, pidiendo aplausos, haciendo que todos se alegren, haciéndoles entrar en confianza… Su característica es ganarse el amor y cariño de los niños con facilidad.
—¿Cómo se abrió espacio entre los payasos?
—Es cierto que este arte se ha iniciado con un varón, pero al ver con qué gracia y elegancia lo hacen los varones, dije: “¿por qué yo no puedo hacer lo mismo? Yo también puedo robar una sonrisa de un niño, hacer reír a un papá”. Y eso es lo que me ha animado.
—¿Se puede vivir de este oficio?
—Sí, pero también me dedico a hacer manualidades y doy cursos. No ejercí como maestra.
—¿Qué siente cuando presenta un show?
—Cuando voy a los eventos, en cada niño veo un pedacito de Janeth: niños que son alegres, juguetones, traviesos, veo a una Janeth que llora, que dice: “¡Uh, payasita! ¡qué bonita eres!”. Entonces, en cada niño hay un pedacito de Jhanet cuando era niña.
—¿Qué le dice su hija, Mélani, de cinco años, cuando se disfraza?
—Ella dice “mami, yo me voy a poner esto”, “ya me estoy maquillando”, “mami, ¿así está bien cómo me he pintado?” (se ríe).
—¿Qué significa Canelita para Mélani?
—Canelita para Mélani es su ídolo, porque ella siempre me dice: “¡Uy, estás linda!, ¡estás hermosa! Yo voy a ser así cuando sea grande”.
—¿Con quiénes trabaja en su elenco?
—Son cinco mis niños y el mayor trabaja conmigo, junto con mi esposo “Hasta luego”. Mi hijo es José Juan “Pimponcito”, él maneja los títeres.
Jhanet llegó a Sucre hace cinco años por trabajo y por su cuñado Marco Antonio Dávalos, más conocido como el payaso Burbujitas (+), quien siempre acompañaba a Chocolatín en sus presentaciones artísticas.