Trasplante de órganos
Aceptado el concepto de muerte cerebral, el objetivo principal del mantenimiento del donante en muerte encefálica es asegurar el funcionamiento óptimo de los órganos que serán trasplantados y su viabilidad en el receptor
Aceptado el concepto de muerte cerebral, el objetivo principal del mantenimiento del donante en muerte encefálica es asegurar el funcionamiento óptimo de los órganos que serán trasplantados y su viabilidad en el receptor.
A partir del momento del diagnóstico de muerte se abandonan las pautas de tratamiento dirigidas a preservar las funciones cerebrales.
El médico intensivista es fundamental en el proceso de identificación y valoración clínica del potencial donante, en el diagnóstico de muerte encefálica, en el mantenimiento del donante hasta la extracción de los órganos y, en ocasiones, en el cuidado postquirúrgico del receptor trasplantado.
Cualquier enfermo con diagnóstico de muerte encefálica de causa conocida es un donante potencial de órganos y tejidos.
Las causas que excluyen absolutamente la donación son muy pocas: neoplasias malignas, excepto los tumores primitivos del sistema nervioso central no metastatizantes; los cuadros sépticos con germen desconocido o no tratados, con signos de afectación multisistémica, así como la tuberculosis incompletamente tratada, son contraindicaciones absolutas.
Las infecciones virales activas o procesos con un posible origen vírico constituyen también una contraindicación, así como la infección por VIH o la pertenencia a grupos de riesgo para la transmisión de esta infección.
Obviamente, la afectación de un determinado órgano lo excluye para ser trasplantado, pero no implica el rechazo a la donación de otros órganos de este mismo donante.
La limitación por criterios de edad se supedita a la situación biológica del donante, aunque en general edades superiores a los 70 – 75 años son habitualmente excluyentes para el trasplante de órganos, pero no así de tejidos.
Las enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión no son excluyentes, pero requieren una valoración de los posibles efectos de la enfermedad sobre cada órgano, tiempo de evolución, respuesta y seguimiento del tratamiento.
Se han de evaluar otras situaciones que influyen sobre la calidad de los órganos a trasplantar: episodios de hipotensión/oliguria, paro cardiaco con maniobras de reanimación previas, uso de inotrópicos, etc.
Se valorara la repercusión y tiempo de duración de estos cuadros, así como la medicación y dosis empleadas. Se efectúa también, lógicamente, una valoración de laboratorios: bioquímicas y microbiológicas.
El hecho clínico de la muerte encefálica comporta una serie de cambios fisiopatológicos, secundarios a la pérdida de la homeostasis interna que afectan al control hemodinámico, función respiratoria, equilibrio hidroelecterolítico y hormonal y control de temperatura.
Los objetivos del mantenimiento del donante y la monitorización necesaria, son la perfusión continua y funcionamiento de los órganos que van a ser trasplantados.