
“Yo nunca he fumado, no niego que alguna vez probé un poco de alcohol, en algún cumpleaños, pero nada más. Por eso siempre les digo a los jóvenes: ‘no fumen y no tomen alcohol’. También les repito la frase de un atleta alemán que dice: ‘al estar sentado media hora se está haciendo daño al organismo, por eso siempre hay que estar en movimiento’”, aconseja.
Para muchos, conducir una bicicleta en una ciudad resulta poco atractivo. Les temen al parque vehicular, a la velocidad que imprimen los automóviles, a la falta de precaución de algunos conductores y, también, a los canes. A una probable —y dolorosa— dentellada.
No es el caso de todos. Hay “valientes” para los que manejar un velocípedo representa una pasión, una buena rutina de ejercicio o, simplemente, un medio de transporte económico y versátil.
A nivel local, la mayoría de los ciclistas no superan los 50 años, pero el mundo del ciclismo depara sorpresas y no solamente en Europa o Estados Unidos, de donde no es raro recibir reportes informativos de ancianos circulando sobre dos ruedas.
En rigor, hay grandes comunidades de adultos mayores ciclistas, tanto hombres como mujeres.
En Bolivia también existen personas de la tercera edad —pocas, si las comparamos con las de otras latitudes—, que con entusiasmo recorren las rutas o calles de la ciudad como cualquier otro pedalista. Este es el caso de Ramón Lenz, que pese a sus casi 88 años de edad no deja el pedal y va rodando dos veces por semana de Sucre a Yotala. Aquí les contamos su historia:
La historia de Ramón
Dice a ECOS que recorre nada menos que 35 kilómetros de ida y vuelta, a puro pedal, durante tres horas y media, de manera continua. ¡Una verdadera conquista!, considerando la edad que Ramón: cumplirá 88.
Quien lo ve, difícilmente acertaría en el cálculo de los años de este casi nonagenario: aparente tener menos. Dice que su estado físico se lo debe a la bicicleta y a la comida sana que le prepara su nuera.
Además, asegura que no sufre problemas de salud. “Solo me está molestando el oído izquierdo, ya no oigo como antes”, se queja.
Así, Ramón afirma sentirse muy bien porque con el ejercicio su corazón bombea correctamente la sangre y hace a que todo su sistema circulatorio esté diez puntos.
Refiere a ECOS que hace pocos años, después de pasar por una revisión médica con galenos cubanos, estos le dijeron que tenía un “corazón de chiquillo”. Y esto le hizo sentir orgulloso.
Entusiasmado, comenta que cuando alguna vez se encuentra con otros ciclistas en el camino le dicen: “mi abuelo a su edad ya está con bastón, a usted le admiramos por su excelente estado físico”.
No fumó nunca
“Yo nunca he fumado, no niego que alguna vez probé un poco de alcohol, en algún cumpleaños, pero nada más. Por eso siempre les digo a los jóvenes: ‘no fumen y no tomen alcohol’. También les repito la frase de un atleta alemán que dice: ‘al estar sentado media hora se está haciendo daño al organismo, por eso siempre hay que estar en movimiento’”, aconseja.
Ramón Lenz nació el 1 de septiembre de 1931 en la ciudad de Potosí. Su madre se llamaba María Lenz, pero murió antes de que él cumpliera sus tres años. Entonces, se crio con sus abuelos.
Es odontólogo, ya jubilado; toda su vida trabajó en los centros mineros de Potosí. Atendió a pacientes en Malmisa, La Palca, Colavi, Río Yura y otras minas. Enviudó, tiene dos hijos ingenieros de profesión y cuatro nietos a los que adora.
Maneja la bicicleta desde su época de colegial, aunque luego se volvió un competidor nato, habiendo participado en carreras deportivas. Incluso en Sucre, cuando era más joven, estuvo en las Cien Vueltas por la Plaza 25 de Mayo y la Doble Yotala.
La ruta, un desafío
Como no siempre es fácil conseguir un compañero de ruta, él prefiere sacar su bici e irse a rodar solo. Su recorrido tiene una rutina bien establecida que pocas veces rompe: generalmente hace el camino de Sucre a Yotala.
Disfruta en gran manera del paisaje y, a veces, descubre lo inimaginable: cosas nuevas en lugares por donde pasa constantemente.
No obstante, su vida está siempre en riesgo, no por ser un mal conductor sino porque la ruta que sigue es de alto tráfico; por allí circulan vehículos de alto tonelaje que parten de Sucre rumbo a Potosí, Oruro y La Paz.
Dice que el ciclismo le obliga a estar muy concentrado y que continuamente se topa con gente irresponsable detrás de un volante manejando sin respetar las normas de tránsito o acelerando más de lo debido.
Por otra parte, observa que la ciclovía es angosta y le preocupa su actual estado de abandono. Asegura que está muy dañada.
“Sería bueno que la arreglen y ensanchen. Pese a que está prohibido, hay motociclistas que se entran nomás, no hay ningún control. Cuando me cruzo con uno de ellos no sé a dónde voy a meterme, y pasan a toda velocidad”.
Olvidarse de los problemas
Con todo, este odontólogo jubilado encontró en la bicicleta un medio ideal para olvidarse de sus preocupaciones habituales, pues al montarse a la bici está obligado a concentrarse en todo lo que le rodea: personas, vehículos, ruidos y otros.
Cada vez que Ramón sale a pedalear vuelve a su casa satisfecho por la aventura vivida y de inmediato se pone a pensar en el siguiente recorrido…
Para mejorar la calidad de vida los médicos siempre recomiendan hacer ejercicio físico en forma habitual, a cualquier edad, de tal manera de reducir el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y respiratorias, prevenir la obesidad, combatir el estrés, evitar la depresión y mejorar la calidad de sueño. •
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