Constelaciones oscuras en el Cerro Rico

Tomando en consideración que el hombre andino era un apasionado observador del cosmos, a través de varias de sus actividades agrícolas, religiosas y hasta la construcción de sus edificaciones sobre la base de las observaciones astronómicas...

Constelaciones oscuras en el Cerro Rico

Constelaciones oscuras en el Cerro Rico

 Constelacion de la Llama en textil.

Constelacion de la Llama en textil.

Constelaciones oscuras en el Cerro Rico

Constelaciones oscuras en el Cerro Rico

Astrólogo indígena, según Guaman Poma de Ayala.

Astrólogo indígena, según Guaman Poma de Ayala.


    Ecos
    Ecos / 12/05/2019 20:47

    Tomando en consideración que el hombre andino era un apasionado observador del cosmos, a través de varias de sus actividades agrícolas, religiosas y hasta la construcción de sus edificaciones sobre la base de las observaciones astronómicas, es posible inferir que los antiguos astrónomos pudieron haber encontrado en la cúspide del Sumaj Urq’u un lugar ideal para la observación de los cuerpos celestes, pues a esta altura se produce el enrarecimiento del oxígeno en la atmósfera...

    El imponente Cerro Rico de Potosí era en tiempos pre-coloniales una de las wak’as (lugares sagrados) más importantes del Abya Yala, venerado por los señores aymaras de la nación Q’ara Q’ara y luego también por los Incas. Según el relato del mismo Diego Huallpa, en la cúspide de esta wak’a existía un adoratorio al cual los indígenas de Cantumarca (primer poblado de Potosí) acudían paulatinamente a realizar sus ceremonias rituales.

    Tomando en consideración que el hombre andino era un apasionado observador del cosmos, a través de varias de sus actividades agrícolas, religiosas y hasta la construcción de sus edificaciones sobre la base de las observaciones astronómicas, es posible inferir que los antiguos astrónomos pudieron haber encontrado en la cúspide del Sumaj Urq’u un lugar ideal para la observación de los cuerpos celestes, pues a esta altura se produce el enrarecimiento del oxígeno en la atmósfera ocasionado, por la altura sobre el nivel del mar, la baja presión atmosférica y una baja humedad que dan como resultado un cielo bastante visible.

    Claras y oscuras

    La rauda e implacable conquista española le prestó muy poca atención al estudio de los conocimientos astronómicos de los naturales de estas tierras. Además, los antiguos astrónomos, dedicados enteramente al estudio del cosmos, dependían económicamente del Estado para su subsistencia, privilegio que los conquistadores les arrebataron, sumiéndolos en el olvido o anexándolos a la fuerza laboral donde poco a poco fueron desapareciendo y, con ellos, los más grandes secretos de la ciencia astronómica andina. Sin embargo, parte de estos conocimientos lograron sobrevivir para ser luego registrados por algunos investigadores y cronistas.

    Entre los años de 1945 a 1950, el investigador austriaco Leo Pucher de Kroll, establecido en Potosí y docente de la Universidad Autónoma Tomas Frías, a partir de indagaciones y continuas observaciones astronómicas, es capaz de conocer que los indígenas de los Andes tenían el conocimiento de 12 a 13 constelaciones claras. Además que también conocían constelaciones oscuras que estaban formadas no solo por estrellas sino también por manchas negras en la vía láctea, en formas muy curiosas que los indígenas lograron descifrar de acuerdo a su propia cosmovisión.

    Entre estas constelaciones se encuentra las constelaciones de la Llama (llama Ñawi), de la Perdiz (Yutu), de la Serpiente (Amaru) y el pastor de llamas (Michej), que reflejan la vida cotidiana del hombre andino.

    La llama Ñawi

    Una de las principales constelaciones oscuras es la llama Ñawi (ojos de llama) que tiene la forma de una llama con su cría. Esta constelación se halla formada en su totalidad por manchas oscuras en la vía láctea, salvo los ojos que son formados por las estrellas Alfa y Beta, de la constelación del Centauro (mitología griega).

    Según una leyenda quechua, la llama Ñawi es el auquénido que dio origen a todas las llamas terrenales. Este animal, que se desplaza por la vía láctea (mayu), baja por las noches a la tierra a beber el agua de cualquier manantial, río o lago, pues, de no ser así, las personas morirían debido a las inundaciones.

    Esta constelación solo es visible a partir del 3 de mayo, fecha en la que comienza la temporada de secas, hasta el mes de agosto. Por esta razón, el 3 de mayo marca la transición de la época de lluvias, donde se interpretaron los instrumentos de agua (lawatos, tarkas, quenas, pinqullus, etc.) a la temporada de secas, donde se interpretan instrumentos de viento (jula julas, sikus, surisikus, etc.). Es decir que este día se produce el cambio de los instrumentos que simbolizan el agua por los que representan el viento.

    La Chakana

    Una de las constelaciones claras más conocidas y veneradas en los Andes es la Cruz del Sur o Chakana, que podría traducirse como “puente cósmico”. Un puente que permite conectar el kay pacha (el mundo terrenal) con el janaj pacha (el mundo de arriba), creando una armonía cósmica.

    En mayo, esta constelación se alinea de manera precisa en la punta del Cerro Rico de Potosí, dando lugar a la realización de la Chacana Raymi o la fiesta de la Chakana. En el periodo colonial, la Chakana fue confundida con la cruz católica, siendo utilizada como instrumento de evangelización.

    La Chakana Raymi

    Cada 3 de mayo, las comunidades de música andina, organizaciones culturales y la población en general se congregan en horarios nocturnos en la Plaza 10 de Noviembre de Potosí para luego ascender en romería a la cúspide del Huayna Potosí o Cerro Chico.

    En ese lugar, en medio de la música andina, se desarrolla una serie de ceremonias y ofrendas rituales dirigidas a la gran Wak’a del cerro de Potosí. Además, se observan las constelaciones claras y oscuras, que son parte aún del gran legado cultural de nuestros antepasados.

    Aunque los conquistadores lograron destruir gran parte de los conocimientos culturales propios del hombre andino, no pudieron destruir el universo simbólico presente en el cosmos.

    (*) Marco A. Flores es vicepresidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP)

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