Coleccionistas de autos, muñecas y G.I. Joe

Un ingeniero comercial que colecciona autos a escala. Un abogado que colecciona autitos antiguos. Un sociólogo que colecciona las figuras de acción G.I. Joe. Una economista que colecciona muñecas Barbies Vintage.

Coleccionistas de autos, muñecas y G.I. Joe Coleccionistas de autos, muñecas y G.I. Joe

Álvaro Valdez Amachuy ECOS
Ecos / 21/05/2019 00:31

Un ingeniero comercial que colecciona autos a escala. Un abogado que colecciona autitos antiguos. Un sociólogo que colecciona las figuras de acción G.I. Joe. Una economista que colecciona muñecas Barbies Vintage. Todos viven en Sucre y están “a la pesca” de objetos que para la mayoría pasarían inadvertidos, pero para ellos son verdaderos tesoros. En estas páginas, nos cuentan sus historias…

Entre fardos

Son las 8:00 y los puestos de venta empiezan a abrir los fardos de juguetes “americanos” en la calle Eduardo Caba, entre René Calvo y Marzana, en la zona del Mercado Campesino, en Sucre. Los objetos caen como sorpresas de piñata, con la diferencia de que no hay niños sino jóvenes y adultos que esperan encontrar un “tesoro” en miniatura…

Coleccionistas, acumuladores y compradores circunstanciales llegan al lugar en busca de juguetes, a veces para sus hijos, por un precio económico y por la durabilidad de las piezas, que son usadas pero, en algunos casos, prácticamente nuevas.

Víctor Hugo Moreno tiene 42 años y es ingeniero comercial. En sus tiempos libres, este profesional se convierte en coleccionista de autos a escala, un hobby que abraza desde sus cinco años. Hoy, se place de haber conseguido más de 1.500 autitos de colección.

En Sucre no es fácil conseguir autos de colección y la feria de la calle Eduardo Caba hasta hace poco era una muy buena opción para los coleccionistas. “La mayoría de los coleccionistas ahora nos hacemos traer autos de otras ciudades y otros países, inclusive”, dice a ECOS.

En grupos de WhatsApp

Los coleccionistas en Sucre empezaron a organizarse en los últimos años y ahora mantienen contacto en grupos de WhatApp y Facebook; además, se reúnen una vez al mes para conversar sobre sus nuevas adquisiciones. Solo en autos a escala, hay unos 15 miembros activos.

Su reciente participación como coleccionistas de cochecitos fue en la “Comic Con” de Cochabamba, en noviembre de 2018. Tres representantes de Sucre —entre ellos Moreno—llevaron 500 autos para exponer.

Hay gente que colecciona autos clásicos de origen inglés (fueron los primeros en salir, en la década de los 50 y 60 del siglo pasado). Otros prefieren los tunes (“tuneados”, modificados).

“Cada vez que encuentras un vehículo que estás buscando es, básicamente, un tesoro”, dice Moreno, emocionado.

Para los coleccionistas, un auto a escala tiene valor económico y sentimental, pues algunas piezas hacen recordar alguna etapa especial de la infancia.

Muchas personas no le encuentran sentido a este hobby. “A veces te dicen: ‘¿qué haces con tanto juguete?’, y de repente para nosotros no es un juguete, es algo más, conlleva algo más”, enfatiza este aficionado.

Coleccionistas “con sentido”

En Sucre existen colecciones como la de Víctor Hugo, de más de 1.000 autos a escala. Aunque determinar el número exacto resulta complicado porque se empieza con diez y poco tiempo después falta espacio para acomodarlos en la casa y llega un momento que el propietario deja de contarlos.

Para ser coleccionista, según Moreno, a uno primero le debe gustar y luego darle un sentido, caso contrario se corre el riesgo de convertirse en un “acumulador”, es decir, en alguien que solamente compra y guarda, sin apreciar.

“Poco a poco vas entrando a esto y una marca llama a la otra, un modelo llama a otro, un color llama a otro y, cuando te das cuenta ya estás coleccionando. Entonces, adquieres un orden, una línea”, explica.

Muchos se especializan en una sola línea porque entre más líneas se tiene, más caro resulta. Por ejemplo, solamente Hot Wheels, que lleva medio siglo en el mercado, saca al año casi 300 autos a escala.

“Entonces dese cuenta de la cantidad de vehículos que podrías tener solo de una marca, de una escala y de una línea básica, porque paralelamente Hot Wheels saca otras líneas específicamente para adulto-coleccionador que vienen con ese rótulo”, agrega.

Algunas de las marcas más famosas de automóviles a escala son: Hot Wheels (EEUU), Matchbox (Inglaterra), Johnny Lightning (EEUU), Corgi (Reino Unido), Dinky Toys (Inglaterra) y Tomica (Japón).

A diferentes escalas

Los autos de colección de escalas pequeñas que tienen un valor menor frente a otras más especializadas pueden llegar a costar 100 dólares o más en EEUU, pero en Bolivia, sumando a otros gastos por el envío y la internación, entre 400 y 500 dólares.

En Sucre algunas personas, según los comentarios, han gastado hasta 200 dólares por una pieza de ediciones especiales, pero también hay vehículos que vienen bañados en oro de 24 quilates o con incrustaciones en diamantes.

“Son realmente unas joyas y ediciones muy limitadas, son tirajes que salieron no más de 5.000 o 10.000 para todo el mundo, entonces son muy difíciles de conseguir, y le hablo de escalas pequeñas, las escalas grandes son mucho más caras y son a las que no estoy pudiendo llegar por el costo. Solamente colecciono en escala 1:87, 1:72 y 1:64”, precisa Moreno.

Existen variadas escalas de autos de colección. Cada escala se indica como un cociente, que mide la proporción entre la réplica y el modelo original, de forma tal que, por ejemplo, la escala 1:18 significa que la réplica es un dieciochavo del original. Una escala 1:1 (uno en uno) se aplica a una réplica que es exactamente de la misma medida que el original.

Cuenta la historia que en la Inglaterra de mediados del siglo XX los niños solo podían llevar al colegio juguetes que entraran en una caja de fósforos, y con ese criterio es que fueron construidos los vehículos a escala Matchbox. •

Víctor Hugo Moreno: “Es un vicio muy sano y una inversión a largo plazo”

Su departamento parece un museo de autos a escala. Tiene más de 1.000 piezas: muchos ni siquiera fueron sacados de sus cajas. Lucen como en una tienda, porque están en vitrinas, diminutos estantes, con maquetas acordes al tipo de vehículos e incluso una especie de taller donde restaura las piezas dañadas.

Víctor Hugo Moreno posee coches de series de televisión como la del Auto Fantástico, Los Magníficos y Scooby Doo, colecciones conmemorativas entre ellas la de los 50 años de Hot Wheels, todos los cochecitos de las películas Viaje al fututo y Grease, de carreras de rally y hasta de bandas musicales como de Los Beatles y Kiss, solo por citar algunos.

Es uno de los pocos en conservar autitos bañados en oro y tal vez el principal coleccionista de carros de la marca Hot Wheels.

“Cada uno tiene su historia, cada historia un recuerdo, todos tienen su gracia y su razón de estar ahí”, remarca.

“Muchos son comunes, no todos son finos, unos cuestan encontrarlos, otros vienen desde la infancia, es duro escoger el preferido. Todos están vinculados a una parte específica de mi vida, muchos llegaron a complementar la alegría y otros a mitigar la tristeza”, agrega.

Para Moreno, el peor daño que puede causar el coleccionismo es enojarse con quien gana la pieza (lo dice en tono de broma), pero lo interesante más allá del gusto es que se puede convertir en una inversión a largo plazo.

“Los vehículos van ganando precio mientras más pasa el tiempo porque los conservamos bastante bien y en el peor de los casos en muchos años los vehículos van a valer lo mismo que hoy. Eso significa que tienes tu dinero guardado, no se deprecia, no se devalúa y por el contrario tiende a ganar valor”, destaca.

Según Moreno, hay varias formas de iniciar en el coleccionismo, es algo apasionante, un “vicio muy sano”.

Carlos Montaño:  “De niño nunca tuve un auto inglés, ahora tengo cientos”

Carlos Montaño tiene 31 años y es abogado de profesión. El día de búsqueda de “tesoros” en el que estuvo ECOS en la feria, en Sucre, le fue más o menos porque no había mucho que escoger. “Estuve temprano, vi abrir tres fardos y solo encontré un carro transportador Matchbox, línea Super King, que es lo que colecciono”, explica.

Él busca modelos antiguos que difícilmente se encuentran en las tiendas de Sucre, son modelos sobre todo de las marcas Matchbox y Lesney, Dinky Toys y Corgi. “Ahora llega muy poco, antes había bastante. Me imagino que es por el tema de control aduanero y demás cosas que ha disminuido”, afirma mientras se sumerge entre estas miniaturas.

Como muchos coleccionistas, Montaño recuerda su infancia al sostener en sus manos un carro a escala. “Cuando era niño yo jugaba (con este tipo de autitos) en el bordillo de la acera y con los amigos”.

Su primer vehículo a escala fue un bus, un regalo de sus tías. “Era una flota chinita pero iba rectita, por eso jugaba bastante con eso, y tenía varios así. No tuve la dicha de poseer un (coche) inglés”, recuerda.

Ahora no solo tiene una pieza de fabricación inglesa, sino cientos. En la vitrina de su sala caben alrededor de 1.000 autitos; el resto (tiene más de 1.500), espera en cajas una ampliación de su mueble exhibidor.

Restaurar también es una práctica obligada de los coleccionistas, pues varias piezas las obtienen con distintos grados de deterioro. “Restauro para matar el tiempo y decir ‘yo hice esto’. Ya realicé unas tres restauraciones”, comenta. Para este trabajo, utiliza Poxilina y pintura de auto.

Su última adquisición fue un carro transportador marca Matchbox línea Super King a escala 1.64. Es metálico, abre sus puertas y lo consiguió en Bs 20 en la feria de Sucre. “Nuevo, no encuentras. Sí vi en páginas de Argentina y convirtiendo los pesos a bolivianos sale como Bs 150 uno nuevo. Allá llega, aquí nunca he visto”, detalla.

Empezar no es fácil. Montaño compraba hasta lo que no tiene mucho valor y en eso se le fue buen dinero. “Ahora la mayoría compra por internet, porque hay bastante oferta y si buscas en Facebook, incluso llega a ser más barato que aquí (en la feria)”, compara.

Silvana: Conseguir los accesorios es como buscar oro

Silvana Moldes tiene 37 años y es economista de profesión; ella colecciona muñecas Barbies Vintage y, al respecto, tiene de todo: desde la primera muñeca afroamericana, la Barbie de los Yankees de Nueva York hasta la Barbie Lingerie edición limitada.

Posee muñecas muy extrañas, sobre todo, de la década de los 70. “Yo colecciono más que cantidad, calidad”, explica.

En la feria busca principalmente trajes originales de las muñecas que adquiere por internet.

Afirma que de nada sirve tener una muñeca si no se identifica qué tipo de muñeca es o cuál era su traje original; entonces, se la debe ir vistiendo poco a poco, repararla, colocarle de nuevo los cabellos porque llegan maltratadas. Muchas veces, incluso hay que reconstruirla.

“Cuando era niña, y tal vez es una de las cosas que me motivó, mi mamá tenía una muñeca de porcelana y yo, por jugar, la hice caer, y era una de esas muñecas de principios de siglo, que no tienen reparación”, recuerda.

Silvana explica que es complicado conseguir los accesorios porque tanto los zapatos como los vestidos deben ser originales. “A veces los consigues en internet, a veces no. Es como buscar oro”, remarca.

Además de las Barbies posee las pequeñas muñecas de trapo “Frutillita”, de la colección Moranguinha, que data de fines de los años 80. “Tengo una mansión de frutillas y acabo de comprar una de la industria Tela; son bastante raras hoy en día”, sostiene.

Las muñecas frutillitas se caracterizan por desprender un aroma dulce.

Silvana afirma que su infancia fue hermosa, “muy divertida porque he disfrutado mucho, he jugado en canchones, jugábamos a la tula, por ejemplo, a las muñecas… nos divertíamos mucho los niños de antes. Yo creo que ahora no tienen infancia, viven en departamentos, están con el celular todo el día, encerrados, los papás, por brindarles mejores condiciones de vida, ya no comparten con los niños; es difícil, les dan muchas cosas materiales pero ya no promueven en ellos ese sentido que teníamos antes de la creatividad”, reflexiona.

Recuerda además que cuando era niña jugaba a corretear mariquitas y a hacer volcar escarabajos. Había unos insectos, como toritos, que llamábamos wawa wacas… les poníamos un hilito en el cuerno y volaban. Eran juegos más de creatividad”.

Andrés: En los años 80 todos queríamos tener los juguetes G.I. Joe

Andrés Delgadillo tiene 31 años, es abogado y sociólogo. Él está inmerso en una de las colecciones estrella del mundo de las figuras de acción: G.I. Joe, que ya lleva 55 años en el mercado desde su lanzamiento.

Los G.I. Joe fue la colección de figuras de acción a escala de diez centímetros que sustituyó a Star Wars. Es un equipo de élite que usa lo último de la tecnología en su batalla en contra de un contrabandista de armas ilegales llamado Destro y una misteriosa organización conocida como Cobra.

A diferencia de otros coleccionistas, Andrés solo lleva cinco años con G.I. Joe y en este tiempo se dedicó a investigar para conocer todo lo concerniente a estos juguetes. 

El concepto original de G.I. Joe fue inicialmente creado por David Breger, a quien se le encargó la creación de un cómic para los militares de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Según comenta Andrés, la colección de G.I. Joe es infinita y su éxito fue tal que incluso posibilitó a Hasbro, una empresa que estaba casi quebrada, convertirse en la transnacional de juguetes más grande del mundo.

“Cuando yo era niño, hablo de fines de los 80, principios de los 90, estaban de moda los GI Joe, era el juguete que todos queríamos y a Sucre no llegaba mucho porque era caro; si bien yo pude tener un par, en general no llegaba mucho”.

Entre su colección todavía conserva algunos juguetes de su infancia, pero muchos los perdió por mudanzas. “En Sucre se conserva muy poco los juguetes, los niños cuando crecen los botan o los regalan, entonces hay muy pocos conservadores de juguetes”, afirma.

Como buen sociólogo, tuvo una mirada más bien analítica y cuando se le pregunta sobre el coleccionismo, responde así: “todo lo que contribuya a que el ser humano tenga un equilibrio social es muy interesante”.

Recientemente sumó a su colección de G.I. Joe un tanque modelo 1984. “Me gustó mucho, claro que el precio es carito, pero igual lo vale, es un gusto que te puedes dar. Es un tanque que abre sus puertas, tiene misiles que se abren. Lo compré en Bs 550; es un buen precio porque en el mercado fácilmente está en Bs 900”.

La colección G.I. Joe consta de figuras, vehículos aéreos, terrestres y acuáticos.

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