El “cueroseno” y la “soberanía” chuquisaqueña del Incahuasi

En julio de 1910 Adolfo Costa Durrels (así escribía él su nombre por entonces) regresa de Uyuni a Sucre, tierra en la que nació y quedó huérfano de madre con experiencias juveniles y “aleccionadoras” como la de “Miski simi”

El “cueroseno” y la “soberanía” chuquisaqueña del Incahuasi El “cueroseno” y la “soberanía” chuquisaqueña del Incahuasi Foto: José Luis Rodríguez

Gonzalo Valdez Cabezas (*) para ECOS
Ecos / 21/05/2019 00:23

En julio de 1910 Adolfo Costa Durrels (así escribía él su nombre por entonces) regresa de Uyuni a Sucre, tierra en la que nació y quedó huérfano de madre con experiencias juveniles y “aleccionadoras” como la de “Miski simi”, que integraran su imagen de “hombre de mundo” para la época y que posteriormente se reflejaran en su larga carrera diplomática y de escritor. Encuentra a su nativa Sucre como una Bella Durmiente de los Andes; con la cabeza apoyada en las faldas del Churuquella, con el regazo de una madre, con el Sica Sica al lado, turgente como un pecho.

Muchos acontecimientos que afectaron la soberanía territorial boliviana, tanto (entre comillas) interna como externa, habían pasado desde su partida, siendo niño, en 1894.

Retorna en 1899, para “la mal llamada guerra federal” —como le dice Roberto Querejazu Calvo (“Anuario del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia”, ABNB, 2013).

A nivel internacional, se firma el Tratado de Petrópolis en 1903, el Tratado de Paz con Chile en 1904 y el centenario de los sucesos de 1809, reflejado en las problemáticas del regionalismo por Estanislao Just Lleó en 1994.

Vigente y en auge el Partido Liberal (1900-1920), con sus sucesivos presidentes electos o no, con fuertes raíces locales y “antisucrenses” que consolidan el asentamiento de la sede de los poderes en La Paz, Costa Du Rels, ya con apellido aristocrático, se afilió y fue diputado por aquel partido en 1920 con el apoyo, por ejemplo, de la promoción de la Facultad de Medicina de ese año.

En una retrospectiva de sus años infantiles, muchos antes, hacia 1894, algunas legaciones diplomáticas residían en Sucre. Es así que Juan Gonzalo Matta, cónsul general de Chile, personaje “no exento de buenas intenciones”, según el mismo Du Rels, en las negociaciones marítimas con Chile, vivía en una residencia diplomática en la capital de la república.

El atardecer de un aciago día de otoño de 1894, en plena esquina de la Plaza de la Rumicruz,  “plaza más bella del mundo” (“Memoria de Costa Du Rels”, Roberto Querejazu Calvo, Ed. Amigos del Libro, 1982), cinco tiros celotípicos dieron fin con el diplomático. El “asesino pasional” escapó hacia el Paraguay, en mula, por el prometedor Chaco.

Desde el “exilio penal”, ya en Asunción del Paraguay, Juan Cuéllar escribió una larga y reveladora carta acerca de las peripecias de la travesía por el “infierno verde”, que ya advertían “de la mucha penetración paraguaya”. Tanto que Severo Fernández Alonso, el último presidente conservador, cuando Sucre todavía era capital plena, envió una comisión investigadora.

El doctor José Cuellar, compañero de fórmula en la diputación por el Partido Liberal de Costa Du Rels en la legislatura de 1920, hermano de Juan, visionario vecino y, como muchos, preocupado por la soberanía del “boquerón abandonado”, presidió la expedición —que se hizo a caballo.

El “cueroseno” y el petróleo

Nobles animales, los caballos, sufrieron heridas que al regreso darían lugar a sorprendentes hechos históricos del siglo XX; las llagas en las montaduras, como efecto de las picaduras de murciélagos y el peso de la carga.

¡Eureka! Curiosa práctica de remedio que mucho tiempo anterior usaban en la región para reparar tales daños, nada más ni nada menos que el “cueroseno”, como lo denominaban coloquialmente en el lugar. Era un líquido aceitoso que se recogía de una vertiente de Manduití y lo usaba para sorprendente práctica también de iluminación de sus chozas.

La comisión referida, compuesta por Manuel Cuéllar y Ernesto Reyes Molina, obtuvo la primera concesión petrolera en 1898, encargada de trasladar el “cueroseno” para el alumbrado público de ¡Sucre! La repentina muerte del encargado del transporte del líquido inflamable, por fiebre amarilla contraída en Santa Rosa de Cuevo, frustró el primer intento de explotación petrolera en Bolivia y Chuquisaca, ensimismada en el letargo del “robo” de la sede de los poderes. Así, el “cueroseno” fue olvidado.

Doce años después, en una conversación casual en el “Club de la Sabiduría” —como le decía Tristán Marof al Club de la Unión—, un grupo de ufanos y copetudos parroquianos que conversaban con un “extranjero” llamó a su mesa a Costa Du Rels por su conocimiento del inglés. La tertulia giró alrededor de la existencia de petróleo enl país y en la región del Chaco.

Acompañado de Atanacio Tredewek, Costa Du Rels llegó a su domicilio, situado en frente del “mejor banco” de la Plaza 25 de Mayo y aledaño al Club de la Unión, en cuyo corral él guardaba una botella del “oro negro” que hizo expresar al geólogo escocés Tredewek: “¡Oh this is wonderful, ¿where do go get it?”. La respuesta de Costa Du Rels fue: “Lo traen algunos comerciantes que vienen del Chaco”.

Sindicatos petroleros

Tredewek partió con otra expedición favorable que entusiasmó a muchos sucrenses en 1901, tanto que organizaron el Sindicato del Petróleo de Sucre y otro, creado por los cruceños, denominado Sindicato de Petróleo del Norte.

El primero de esos sindicatos pidió a La Paz —ya sede de los poderes Ejecutivo y Legislativo—, una concesión de 18 mil hectáreas que, a juicio del socio Adolfo Costa Du Rels, resultaban mínimos. Mamerto Urriolagoitia, Alfredo Herrera, Carlos Calvo, Genaro Reyes, Pedro Gutiérrez, Julio Calvo, entre otros, compraron las acciones en 1904 a 10 mil bolivianos cada una.

Este ejemplo de emprendimiento en la explotación petrolera, pionero en Bolivia, fue seguido por el sindicato de los cruceños, con socios como Ángel Sandoval, Aquiles Jordan, Adolfo Gandarillas e Iván Poppe. Ellos pidieron en La Paz una concesión de 550 mil hectáreas en las provincias de Cordillera y Vallegrande. En Tarija se dio una iniciativa similar: José María Escalier, Hugo D’Arlach, José F. Montellano y otros pidieron en La Paz una concesión de 120 mil hectáreas.

En 1914 los sindicatos petroleros de Sucre y del Norte se fusionaron. Adolfo Costa Du Rels, con una mejor visión comercial, resultó presidente de esa fusión e incorporó a la sociedad comercial a Ismael Arana, Enrique Jáuregui, Javier Saavedra y Luis Lavadenz, en representación del sindicato de Santa Cruz. Hacia 1925 piden 200 mil hectáreas.

Después, Costa Du Rels vendió acciones a  prominentes liberales como el presidente  Ismael Montes, Claudio Pinilla,  Moisés Ascarrunz y el chuquisaqueño Julio Zamora, entre otros.

Los primeros pozos

Los sindicatos “se movieron”. El de Sucre consultó a técnicos británicos y al millonario inglés Faquar para constatar si la riqueza petrolera boliviana era una realidad. Él, con sus fondos, creó la empresa inglesa “Thompson and Heriter”, que perforó un pozo de 134 metros de profundidad en Mandutitú, el primero en Bolivia y en territorio de los chuquisaqueños con buenos resultados. El segundo pozo, de 52 metros, en Charagua, territorio de los cruceños, no dio indicios de presencia de petróleo.

De activo desenvolvimiento comercial, el Sindicato de Petróleo de Sucre continuó reportando convocatorias de reuniones a sus socios accionistas hasta 1926 (diario La Mañana, 4 de mayo; 2, 1920 y otros).

Luego, en 1926, Costa Du Rels vendió la totalidad de sus acciones. Eran las vísperas de la Guerra del Chaco y el sindicato se disolvió. Posteriormente, el escritor comenzó su vida diplomática.

Los documentos y actas de los sindicatos del petróleo de Sucre y Santa Cruz podrían darnos pistas de cuál es la territorialidad de la controversia del campo Incahuasi, que, según indicaciones de la memoria de Costa Du Rels, está en tierra de los chuquisaqueños.

* Gonzalo Valdez Cabezas es docente de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca.

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