La “hora boliviana”

Ya es toda una 'marca registrada' y algunos la toman con humor. Se aguarda el ejemplo de autoridades, docentes y responsables de actos oficiales

La  “hora boliviana” La “hora boliviana” Foto: Internet

Evelyn Campos López ECOS
Ecos / 15/07/2019 04:11

La fama de la “hora boliviana” traspasó las fronteras. La impuntualidad del boliviano dice mucho de nuestra forma de ser y de nuestra falta de compromiso con las responsabilidades que asumimos. Algunos profesionales dicen que cambiar este mal hábito no es imposible.

Presente en celebraciones familiares, en citas con amistades o en encuentros laborales, incluso en actos de Estado, nadie se salva de la “hora boliviana”.

Si una invitación para el cumpleaños de un niño marca las 16:00, comenzará una o dos horas después; una fiesta de 15 años prevista para las 18:00, nunca empezará antes de las 20:00. Se ha vuelto una costumbre nacional, sin que muchas veces nadie tome conciencia de la pérdida de tiempo que significa tanta impuntualidad.

En ese entendido, es común escuchar la siguiente frase: “para qué vamos a ir temprano si no habrá nadie”. Entonces, la hora boliviana se vuelve como una bola de nieve que nadie puede detener.

Al estilo europeo

Al respecto, el historiador, experto en antigüedades y actual jefe del Museo de la Catedral de Sucre, Iván Gutiérrez Achá, es “una aguja en un pajar”. Él se caracteriza por su puntualidad.

Fiel con su formación, enseña que la puntualidad era una de las buenas costumbres en la antigua sociedad chuquisaqueña, sobre todo en aquella que trataba de imitar el estilo de vida europeo.

Sin embargo, observa que en las últimas décadas se ha comenzado a hablar de la “hora boliviana” de una forma natural y hasta jocosa.

Por eso reflexiona que la impuntualidad constituye una falta de respeto para quienes tienen el buen hábito de planificar su valioso tiempo.

“Los que me conocen saben que soy una persona puntual. Alguna vez, con toda la confianza del caso, incluso en instituciones me dicen que si en la invitación dice una hora, el acto comenzará una o dos horas después, para que no me moleste en llegar a la hora indicada porque perderé mi tiempo”, relata Gutiérrez.

A manera de anécdota recuerda que hace poco le tocó asistir a una boda en la que fue el primer invitado en llegar y tuvo que esperar mucho tiempo hasta que alguien más apareciera. En otra oportunidad fue a un cumpleaños que debía empezar a las 18:00, esperó hasta las 19:30 y a esa hora recién se estaban haciendo pruebas de sonido. Optó por abandonar la recepción.

En el aniversario de una academia también fue el primero en llegar, entonces notó que a la hora prevista para el inicio del acto seguían los preparativos y ni siquiera había quién dé la bienvenida a los invitados, que arribaron mucho tiempo después.

Otro hecho muy común en nuestro medio: acudió a la presentación de un show donde  hicieron esperar a la concurrencia una hora y media con el argumento de que una autoridad había confirmado su asistencia. Finalmente, nunca llegó.

“La puntualidad debería ser practicada por todos, especialmente por las autoridades y no incomodar a la gente con largas esperas”, manifiesta Gutiérrez Achá, contrariado.

En lo que a él respecta, dice que en su trabajo a veces le toca organizar eventos o conferencias y opta por dar una tolerancia de 15 minutos de la hora indicada y comenzar con las personas que están presentes, por respeto y consideración a ellas. También se desempeña en el campo del turismo, donde la puntualidad es una regla ya que trabaja con gente de todo el mundo y no puede pretender que los extranjeros se acomoden a una hora incierta como la boliviana.

“Pienso que de esta manera debemos comenzar a educar a las personas, que sepan que en algunos lugares aún se practica la puntualidad”, sentencia.

El secreto del éxito

Mirko Gardilcic, docente emérito de la Universidad San Francisco Xavier, cometa a ECOS que recientemente participó en una conferencia magistral en la que se explicaba que el éxito de los japoneses no se debe a la inteligencia, sino a la disciplina. Para ellos la disciplina es el secreto del éxito porque consideran que el tiempo es honorable.

Según Gardilcic, la impuntualidad hace perder las mejores oportunidades de la vida. “Entonces, en la medida que se complejice la existencia, posiblemente los bolivianos nos veamos obligados a modificar nuestra conducta para poder no solamente superarnos, sino hasta lograr sobre existir”.

Prueba de ello ahora, gracias al teléfono móvil, es posible estar permanentemente conectados con otras personas, lo que debería ayudarnos a ser puntuales, ahorrar tiempo en comunicarnos, facilitarnos las gestiones impersonales, o en su caso hacer y cancelar citas, si surgiera algún impedimento.

Impuntualidad en la docencia

Gardilcic dice que en sus más de 30 años de ejercicio profesional de la docencia, verificó que los perjuicios ocasionados por la impuntualidad o inasistencia a clases de los profesores ocasionan daños irrecuperables en la formación de los estudiantes, aunque los catedráticos infractores sean sancionados pecuniariamente con descuentos.

El tiempo perdido incide en el avance programático curricular que se establece para una adecuada profesionalización. En consecuencia, en su criterio, no solo se trata de implementar controles de asistencia más coercitivos, si el problema inherente al daño académico persistirá, aun incrementándose las multas y sanciones económicas.

“Pienso que la solución a la impuntualidad debe pasar por concienciar a los docentes para que haya un cambio de actitud, acompañado con el endurecimiento de los requisitos para su contratación. Personalmente, he verificado esta situación en mi actuación laboral durante las últimas gestiones, en las que me dediqué exclusivamente a la cátedra dejando de lado otras actividades profesionales paralelas”, comenta Gardilcic.

Una propuesta concreta

En este tema, el vicerrector de San Francisco Xavier, Peter Campos, opina que “lamentablemente en nuestro país la impuntualidad se ha vuelto una mala costumbre muy arraigada en la sociedad en general. Es una falta de educación y de respeto hacia los demás y demuestra el poco interés en la actividad a la que se debe asistir”.

Normalmente, cuando se cita a una reunión o un evento, son los propios organizadores los que caen en la impuntualidad al esperar a que llegue más gente o haya quórum.

Campos propone cambiar la mala costumbre de la impuntualidad en Bolivia cumpliendo los horarios establecidos; es decir, empezar las actividades a la hora señalada con las personas que estén presentes, sobre todo por respeto a quienes asisten a la hora señalada.

¿Qué pasaría si todo fuera así? Los impuntuales se perderían parte del acto o reunión. Y, al ver que todo comienza a la hora indicada, adquirirán la costumbre de llegar temprano a sus citas. Esto les evitará ser mal vistos por falta de puntualidad.

“Es una cuestión de actitud y de educación que hay que inculcar en la escuela, en la universidad y en nuestra vida en general”, dice Campos.•

 

¿Por qué es importante ser puntual?

La puntualidad nos vuelve disciplinados.

La puntualidad aporta orden en nuestra vida.

Ser puntuales es respetar el tiempo del otro.

La puntualidad es una de las formas de generar confianza.

“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.

 

Consejos para ser puntuales

Piensa por qué eres impuntual, y corrígelo.

Planifica mejor el tiempo; ordénate.

Reorganiza tus horarios.

 

Para generar una cultura de la puntualidad

 Solo con disciplina se puede llegar a ser puntual.

Comienza un acto puntualmente, máximo con 15 minutos de retraso.

Iniciando una actividad a la hora indicada das un mensaje de respeto a los presentes.

Aplica sanciones a los impuntuales o abandona un evento si no comienza a la hora señalada.

Fuente: www.lafamilia.info / Revista ECOS

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