La nueva era de las brujas

Los “brujos” son más desde la asunción de Donald Trump, según un medio de comunicación británico

La nueva era de las brujas La nueva era de las brujas Foto: David Diez Canseco ECOS

Manuel Noriega EFE-REPORTAJES
Ecos / 23/07/2019 01:26

El paganismo y la brujería ganan cada vez más seguidores en Estados Unidos. La práctica de estas “religiones” poco tiene que ver con la idea que se alberga de ellas en el imaginario común, por ejemplo: nada de escobas voladoras o pócimas con ojos de tritón.

La Iglesia católica pierde adeptos en los países desarrollados en los que su posición era hegemónica. Cada vez más personas marcan la casilla “sin religión” en las encuestas de población. Las nuevas generaciones acaban abandonando los preceptos religiosos que heredan de la familia y cada vez más personas se definen como espirituales en lugar de religiosas.

Y en este mar, una corriente toma fuerza. La brujería y otras prácticas paganas han crecido significativamente en Estados Unidos en las últimas décadas. Los “millennial” y siguientes generaciones se alejan de las religiones abrahámicas dominantes y abrazan fuentes neopaganas.

El concepto de brujería al que hace referencia va más allá de escobas voladoras, de bolas de cristal, pócimas o sombreros picudos negros y se acerca más a prácticas paganas premonoteístas, al pensamiento libre y a la comunión con la naturaleza. Uno de los ejemplos más conocidos es la llamada Wicca.

El aumento comenzó a intensificarse en la década de los noventa. En 1990, la Trinity College de Connecticut estimó que había alrededor de 8.000 seguidores de la Wicca en Estados Unidos.

El número creció hasta los 340 mil en 2008 y, un estudio más reciente del Instituto Pew Research que data del año pasado, documentó que el número actual de “wiccanos” ronda el millón y medio.

Aunque el país sigue siendo de mayoría cristiana, se declara perteneciente a esta fe un 70% de la población, casi el 23% se declara no adscrito a ninguna religión y los “wiccanos” forman ya una comunidad más numerosa que la de los presbiteranos.

Por otro lado, no todos los paganos o seguidores de la brujería se adscriben a la Wicca, por lo que el número puede ser mucho mayor.

Los adultos jóvenes, los “millennial” y la Generación Z están revitalizando el paganismo y la brujería que, en ocasiones, son materializaciones de una consciencia y respuesta política y social.

Más allá de pócimas y hechizos

Ni gatos negros ni pócimas con ojos de tritón. Las prácticas que toman fuerza están más ligadas al pensamiento libre y al culto a la naturaleza.

“La brujería tiene raíces en costumbres del folclore tradicional que incluso se ven en la fe católica”, dijo la teóloga Tara Isabella Burton a BBC Mundo.

“Lo que es novedoso es cómo está surgiendo entre los “millennial” una suerte de manifestación pública espiritual asociada a la brujería y a la magia”, añadió.

El británico Gerald Gardner fundó el movimiento espiritual de la Wicca en los años 50 del pasado siglo. La intención del fundador era recuperar las prácticas paganas de origen celta.

Su nombre viene de la palabra inglesa que se utilizaba en la Edad Media para bruja, “wicche”, que finalmente derivó en la actual “witch”, que no tardó en ser utilizada con connotaciones misóginas y machistas.

Sus fieles veneran a un Gran Espíritu, sin sexo ni género determinado, ligado a la naturaleza, y se rigen por ritmos lunares y solares.

Para la opinión pública y los recovecos más conservadores de las religiones mayoritarias, estos cultos están ligados al satanismo y al mal. Para los seguidores es importante desvincularse de estas asociaciones e intentan dejarlo claro en cada manifestación pública de su fe que llevan a cabo.

“La llamada religión tradicional o el monoteísmo ya no encajan en el paisaje actual. La wicca siempre ha estado por delante, siempre ha recibido a los marginados y creo que a la gente le atrae eso”, dijo David Salisbury, autor de “Activismo de Brujería: Kit de herramientas para la resistencia mágica”, a BBC Mundo.

También hay voces que defienden el neopaganismo, la brujería o incluso el ocultismo, como una herramienta de defensa social y política.

Según un medio británico, el año en el que Donald Trump fue elegido Presidente de EEUU, aumentó significativamente el número de “brujos”.

“Estamos viviendo en medio de un renacimiento religioso, solo que los movimientos que están aumentando no son lo que normalmente llamamos religión”, escribió el periodista del New York Times David Brooks, en una columna de opinión en junio de este año.

El autor resaltó cómo la astrología, la brujería y todas las “nuevas” religiones se han convertido en una parte de los movimientos por la justicia social y cómo el interés por lo oculto y lo desconocido crece en períodos de transición y desilusión, como ocurrió en la pasada década de los años sesenta del siglo XX.•

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